Recordando a Sofía Pineda Morales
La importancia de la comunidad para romper el círculo de la violencia intrafamiliar
19/02/2008
- Opinión
La violencia intrafamiliar sucede en todos los estratos sociales, en lo urbano y en lo rural, en familias pobres y familias ricas, le sucede a gente joven y gente mayor, con más recurrencia a mujeres que a hombres. Rosalinda Hernández (1) escribe: “los violentos que maltratan, hieren o asesinan no son desquiciados mentales, sino hombres comunes y corrientes.” Es decir, hombres en quienes se confía, a quienes se ama y, muchas veces, de quienes se depende.
Sofía Pineda Morales
El 10 de diciembre del año pasado un hombre asesinó a su propia esposa e hija, y dejó gravemente herido a su hijo. Sofía había sido asesinada por su propio padre. Este caso trascendió a los periódicos y noticieros y dejó en las personas que conocimos a Sofía un sentimiento de dolor, de pesar, una rabia justa contra el padre-asesino. Y luego de su captura, se hizo evidente cómo los operadores de justicia, es decir, jueces y fiscales, no querían asumir la responsabilidad que les corresponde por su cargo en este caso. Finalmente se logró que se le acusara del crimen y declaró a la prensa: “Asumo y admito mi responsabilidad”.
Se culpabiliza a la víctima
Alrededor de un caso de violencia intrafamiliar muchas personas comúnmente hacen comentarios que ponen la culpa en la mujer agredida y no en el agresor. Esto sucede cuando dicen, por ejemplo, que es responsabilidad de ella salir de esa situación o que es víctima porque así lo quiere.
Pero en realidad, la violencia intrafamiliar es un círculo vicioso que no deja de girar. Este círculo inicia cuando el hombre le pega a la mujer, luego se arrepiente y le pide perdón, le da regalos y se porta como un buen esposo; la relación se mantiene estable y cordial durante un tiempo indeterminado hasta que nuevamente algo –grande o pequeño- enciende un ataque de furia en el hombre y golpea nuevamente a su pareja, iniciando una vez más el círculo.
Para romper el círculo de la violencia intrafamiliar
Se ha visto que los “operadores de justicia” en la mayoría de casos no actúan de acuerdo al mejor interés de la víctima sino de acuerdo a estereotipos y la doble moral de la sociedad. Por ello, es común que no atiendan las denuncias o que les den a entender que de seguro “ellas hicieron algo para merecer los golpes”. Aún así, es importante la denuncia, y no sólo a la policía, sino que también en el entorno social de la mujer.
El círculo de la violencia intrafamiliar se alimenta del miedo y la vergüenza, que es lo que impide que una mujer pueda denunciar a su esposo, o que los hijos puedan denunciar al padre. También se nutre de la dependencia, económica o emocional, de la mujer hacia el marido. Pero sobre todo, este círculo sigue girando mientras el problema se mantenga privado.
La comunidad, por lo tanto, adquiere un papel primordial en la interrupción del círculo de violencia intrafamiliar. Una mujer pertenece a una comunidad, ya sea la familia extendida, el vecindario, la iglesia, la escuela, el trabajo, etc. Es importante conocer a los vecinos, mantener una comunicación abierta con los padres aun cuando ya no se viva con ellos y que los niños tengan a un adulto de confianza en el colegio o la escuela. Es a partir de estas relaciones que se forman redes que pueden ayudar, tanto mientras el problema no es tan grave, como en momentos en que peligra la vida de la mujer.
Cuando una mujer hace a su comunidad conocedora del problema puede ser que reciba comentarios que la culpan, como ya se indicó, pero también está dando el primer paso para romper el círculo de violencia, porque lleva al plano público su experiencia, porque se da cuenta de que existen soluciones posibles y de que hay personas que sí pueden o quieren ayudarla. Y además, contribuye a que otras mujeres consigan el valor de hacerlo también, logrando que el círculo de violencia deje de ser intrafamiliar -que significa dentro de la familia- y se convierta en un asunto a resolver como comunidad.
Que sea asumido por la comunidad también significa que los culpables sean castigados de acuerdo a la ley, y las víctimas atendidas con dignidad. Sofía, de 18 años, había denunciado a su padre por intentar asfixiar a su madre, y existían medidas de restricción que habían sido impuestas por un juez para proteger a la señora, a ella y a sus hermanos.
Ésta es una historia que termina mal, pero que no debemos olvidar. Sofía ha de permanecer en la memoria de todos como una joven mujer que tuvo la fortaleza para denunciar a su propio padre como agresor de su madre, afrontado los estigmas de las autoridades y de la sociedad, porque la apoyaba una comunidad de mujeres jóvenes como ella. Su valiente acción ha abierto las puertas para que más mujeres jóvenes como ella alcen la voz y se apoyen en su comunidad para romper círculos de violencia.
Guatemala, 21 de enero del 2008.
Nota
(1) “Los violentos no son dementes”. El Periódico, 15 de diciembre 2007.
Ana López Molina
Área de Estudios sobre el Campesinado
AVANCSO
http://www.avancso.org.gt/
Sofía Pineda Morales
El 10 de diciembre del año pasado un hombre asesinó a su propia esposa e hija, y dejó gravemente herido a su hijo. Sofía había sido asesinada por su propio padre. Este caso trascendió a los periódicos y noticieros y dejó en las personas que conocimos a Sofía un sentimiento de dolor, de pesar, una rabia justa contra el padre-asesino. Y luego de su captura, se hizo evidente cómo los operadores de justicia, es decir, jueces y fiscales, no querían asumir la responsabilidad que les corresponde por su cargo en este caso. Finalmente se logró que se le acusara del crimen y declaró a la prensa: “Asumo y admito mi responsabilidad”.
Se culpabiliza a la víctima
Alrededor de un caso de violencia intrafamiliar muchas personas comúnmente hacen comentarios que ponen la culpa en la mujer agredida y no en el agresor. Esto sucede cuando dicen, por ejemplo, que es responsabilidad de ella salir de esa situación o que es víctima porque así lo quiere.
Pero en realidad, la violencia intrafamiliar es un círculo vicioso que no deja de girar. Este círculo inicia cuando el hombre le pega a la mujer, luego se arrepiente y le pide perdón, le da regalos y se porta como un buen esposo; la relación se mantiene estable y cordial durante un tiempo indeterminado hasta que nuevamente algo –grande o pequeño- enciende un ataque de furia en el hombre y golpea nuevamente a su pareja, iniciando una vez más el círculo.
Para romper el círculo de la violencia intrafamiliar
Se ha visto que los “operadores de justicia” en la mayoría de casos no actúan de acuerdo al mejor interés de la víctima sino de acuerdo a estereotipos y la doble moral de la sociedad. Por ello, es común que no atiendan las denuncias o que les den a entender que de seguro “ellas hicieron algo para merecer los golpes”. Aún así, es importante la denuncia, y no sólo a la policía, sino que también en el entorno social de la mujer.
El círculo de la violencia intrafamiliar se alimenta del miedo y la vergüenza, que es lo que impide que una mujer pueda denunciar a su esposo, o que los hijos puedan denunciar al padre. También se nutre de la dependencia, económica o emocional, de la mujer hacia el marido. Pero sobre todo, este círculo sigue girando mientras el problema se mantenga privado.
La comunidad, por lo tanto, adquiere un papel primordial en la interrupción del círculo de violencia intrafamiliar. Una mujer pertenece a una comunidad, ya sea la familia extendida, el vecindario, la iglesia, la escuela, el trabajo, etc. Es importante conocer a los vecinos, mantener una comunicación abierta con los padres aun cuando ya no se viva con ellos y que los niños tengan a un adulto de confianza en el colegio o la escuela. Es a partir de estas relaciones que se forman redes que pueden ayudar, tanto mientras el problema no es tan grave, como en momentos en que peligra la vida de la mujer.
Cuando una mujer hace a su comunidad conocedora del problema puede ser que reciba comentarios que la culpan, como ya se indicó, pero también está dando el primer paso para romper el círculo de violencia, porque lleva al plano público su experiencia, porque se da cuenta de que existen soluciones posibles y de que hay personas que sí pueden o quieren ayudarla. Y además, contribuye a que otras mujeres consigan el valor de hacerlo también, logrando que el círculo de violencia deje de ser intrafamiliar -que significa dentro de la familia- y se convierta en un asunto a resolver como comunidad.
Que sea asumido por la comunidad también significa que los culpables sean castigados de acuerdo a la ley, y las víctimas atendidas con dignidad. Sofía, de 18 años, había denunciado a su padre por intentar asfixiar a su madre, y existían medidas de restricción que habían sido impuestas por un juez para proteger a la señora, a ella y a sus hermanos.
Ésta es una historia que termina mal, pero que no debemos olvidar. Sofía ha de permanecer en la memoria de todos como una joven mujer que tuvo la fortaleza para denunciar a su propio padre como agresor de su madre, afrontado los estigmas de las autoridades y de la sociedad, porque la apoyaba una comunidad de mujeres jóvenes como ella. Su valiente acción ha abierto las puertas para que más mujeres jóvenes como ella alcen la voz y se apoyen en su comunidad para romper círculos de violencia.
Guatemala, 21 de enero del 2008.
Nota
(1) “Los violentos no son dementes”. El Periódico, 15 de diciembre 2007.
Ana López Molina
Área de Estudios sobre el Campesinado
AVANCSO
http://www.avancso.org.gt/
https://www.alainet.org/es/articulo/125768
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