Rebatiendo posiciones de analistas oficiales

¿Cuál es la efectividad de la política de seguridad de Uribe Vélez?

03/09/2003
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Bajo premisas falsas y sobredimensionando el papel de las Fuerzas Militares colombianas en el sentido de que están ganando la "guerra" a los grupos insurgentes, se ha buscado "informar" sobre los resultados de la eufemísticamente denominada política de "Seguridad Democrática" del presidente Álvaro Uribe Vélez al llegar a su primer año de gobierno. Analistas oficiales del conflicto armado, conjuntamente con los tradicionales medios de comunicación de Colombia, sustentados únicamente en informaciones del gobierno y del Ministerio de Defensa han venido difundiendo la especie según la cual la política de "Seguridad Democrática", que es una versión remozada de la vieja "Doctrina de Seguridad Nacional", está dando excelentes resultados, hasta el punto de que el presidente Uribe tiene "arrinconada" a la guerrilla que, según esas "fuentes", prácticamente está a un paso de ser derrotada militar y políticamente. Hasta un "colombianólogo", el profesor francés del Instituto de Altos Estudios de Ciencias Sociales de París, Daniel Pécaut, escribió un libro de coyuntura titulado Midiendo fuerzas, en el que pretende, con base en la información oficial, hacer un análisis del primer año de la administración Uribe en lo atinente a su estrategia contrainsurgente. En un capítulo de su trabajo académico reproducido en el suplemento dominical del diario El Tiempo de Bogotá (1), Pécaut cae en el artilugio de los sectores gobiernistas de hacer ver que, efectivamente, "las guerrillas pasan por una fase difícil". Lo que demuestra la "investigación", si es que así se puede denominar al trabajo del catedrático francés elaborado en París, es que definitivamente no es posible opinar o analizar un conflicto como el colombiano, allende los mares. Es necesario para comparar fuentes o tomar el pulso de los acontecimientos estar in situ. De lo contrario, se cae en improvisación e inexactitudes, pese a que hoy se puede estar "informado" gracias a la globalización de las telecomunicaciones. Pécaut en su ensayo parte de supuestos falsos: sostiene en primer término que la guerrilla ha perdido terreno. Esa es una idea errónea que se viene difundiendo ampliamente por los medios de prensa del establecimiento colombiano. Se quiere de esa manera ganar la "guerra" en forma mediática. Pero como bien señala el coronel (r) ecuatoriano Jorge Brito Albuja, dentro de la estrategia militar colombiana "hay un plan que se llama 'de operaciones sicológicas' para controlar los medios de comunicación y difundir solo aquello que está debidamente filtrado, debidamente analizado, eso es parte de un plan de campaña que consiste, fundamentalmente, en sobredimensionar los 'éxitos' entre comillas de las fuerzas legales y disminuir las acciones del adversario, en este caso de las FARC". (2) Adicionalmente, varios sectores en Colombia y, sobre todo, los analistas de academia que hacen reflexiones cómodamente apoltronados y por lo tanto no realizan trabajo de campo, consideran que a la guerrilla se la "ha golpeado muy duro" en los últimos meses y como afirma Pécaut, viene perdiendo respaldo político. Ese no es más que el discurso oficial que se ha venido repitiendo históricamente y con mayor énfasis desde el gobierno de César Gaviria a comienzos de la década de los 90. Si algo tiene la guerrilla colombiana, particularmente las FARC, es respaldo popular. Es que no se quiere entender, o no se han dado cuenta los analistas oficiales del conflicto colombiano, que las FARC constituyen un proceso histórico, cuyas raíces deben estudiarse a partir de las guerrillas liberales de los Llanos Orientales, el sur del Tolima y otras áreas del centro del país de finales de los años 40 y comienzos de los 50, cuyo desarrollo se vio agudizado como consecuencia del magnicidio del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán. Por lo tanto, es una guerrilla que cuenta con un anclaje y un entramado social campesino muy fuerte. Las FARC son consecuencia de un fenómeno social profundo que el establecimiento colombiano no solamente propició mediante un régimen del terror a mediados de la década de los 40 sino que, además, no ha logrado solucionar. La lucha guerrillera prácticamente lleva cinco décadas y las FARC en sus 39 años de existencia ha creado todo un tejido social campesino que le ha permitido consolidar un ejército de más de 20 mil hombres en armas. Su origen es legítimo, porque como lo afirma el periodista Antonio Caballero, "nació como autodefensa para defenderse de un Estado dañino, así como de los dueños de ese Estado". (3) En gran parte de las poblaciones rurales de Colombia, amplios sectores campesinos hacen parte de las FARC. En otras palabras, miles de guerrilleros están enraizados entre la población de las comunidades campesinas del país porque pertenecen a ellas, obviamente que no van a portar el uniforme de campaña. Sirven como auxiliadores, cooperantes y cuando hay necesidad de ir al combate están prestos a asumir su compromiso militar. Rol de cogobierno Hay que entender que la guerrilla hace parte de la vida cotidiana de centenares de poblaciones colombianas y ha generado toda una cultura. En muchas áreas rurales en donde jamás ha hecho presencia el Estado, su influencia es tan grande que impone alcaldes y concejales, ejerce justicia, cobra "impuestos" como el de gramaje a los cultivadores de hoja de coca y amapola, y hasta elabora los presupuestos municipales, adoptando de esta manera, un papel de cogobierno. Que esto no se informe por parte de los medios de comunicación no quiere decir que la guerrilla "esté perdiendo terreno". En el primer año de gobierno de Uribe Vélez ¿cuáles son las pérdidas considerables de la guerrilla de las que habla el profesor Pécaut? ¿Cuántos miembros del secretariado de las FARC o del comando central del ELN han sido capturados? Los organismos de seguridad del Estado desde hace unos tres meses vienen informando en forma sistemática que capturan entre 30 y 40 campesinos diariamente, pero lo que se ha demostrado hasta el momento es que a los pocos días deben excarcelarlos porque la Fiscalía no halla las suficientes pruebas para sindicarlos de guerrilleros. En últimas terminan por hacerles un favor porque, en medio de su pobreza, demandan al Estado por reparación directa o daños y perjuicios. Pécaut dice que desde hace ya algunos meses la guerrilla viene actuando de manera episódica. Claro, frente al gran despliegue militar del gobierno de Uribe Vélez, la guerrilla no va a ser tan torpe de enfrentar al Ejército y su aviación, cuando se sabe de sobra que las FARC utilizan la guerra de guerrillas como estrategia. El factor sorpresa ante el descuido del enemigo es lo que privilegia la táctica guerrillera y, en consecuencia, no tiene capacidad de enfrentarse cuerpo a cuerpo con el Ejército colombiano ni de realizar una guerra de posiciones. "Todo el arte de la guerra está basado en el engaño", y "dominar al enemigo sin combatir es la habilidad suprema", afirma el milenario estratega militar chino Sun Tzu (4) y eso lo saben muy bien las FARC. Por esa razón es que frente a la política del gobierno del presidente Uribe Vélez, la guerrilla se haya replegado. ¿Cuál efectividad? Si bien es cierto la ofensiva militar ha crecido durante la administración Uribe, su efectividad sigue rezagada. A esta conclusión llegó un estudio de la Fundación Seguridad y Democracia, dirigida por el politólogo Alfredo Rangel, con ocasión del primer aniversario de este gobierno. Según esa investigación mientras los ataques de la Fuerza Pública crecieron en 55 por ciento con relación al primer semestre del año pasado, el número de bajas de miembros de grupos irregulares disminuyó en un 24 por ciento. Agrega el citado estudio que en el primer semestre de 2003 murieron menos hombres de las FARC en promedio por combate que durante el mismo periodo del año pasado. Mientras en el 2002 fallecían en promedio 1,6 guerrilleros de esta agrupación en cada enfrentamiento, este año la cifra se redujo a 1,1 muerto por cada enfrentamiento. Adicionalmente en un 26% han aumentado los ataques de la guerrilla a la Fuerza Pública. Sin embargo el informe señala que los grupos guerrilleros "han bajado el nivel de actividad armada y se encuentran replegados, aún cuando no han dejado de realizar acciones de sabotaje y de hostigamiento". Pero es un repliegue "relativo y tal vez temporal". De todas maneras el accionar bélico guerrillero continúa: "mientras en el primer semestre del año pasado, dos de cada tres ataques de grupos insurgentes eran actos de sabotaje (contra infraestructura y objetivos económicos) y el resto eran golpes contra la Fuerza Pública; en este año esa relación se invirtió: por cada dos golpes contra policía y militares, se produjo uno de sabotaje". (5) Conflicto de baja intensidad Lo que demuestra el proceso histórico de las FARC es que es una guerrilla inteligente en el ámbito militar que domina el arte de la guerra irregular. Sabe esperar, se sabe replegar cuando es inminente el peligro. En los actuales momentos, como se dice en el argot popular colombiano, no son tan bobos de "dar papaya". Sin embargo, los diversos frentes de las FARC siguen dominando militar y políticamente amplias zonas geográficas de Colombia y han puesto fuera de combate a diversos sectores paramilitares que no tienen, por esa razón, más alternativa que buscar su desmovilización en un supuesto "proceso de paz" patrocinado por la administración de Uribe Vélez. En múltiples departamentos y municipios del país los candidatos a cargos de elección popular deben "pedirle permiso" a las FARC para poder postularse a gobernaciones o alcaldías. Si eso no es poder, entonces ¿qué es? También agrega Pécaut que la guerrilla no está en las ciudades y que enfrenta "pérdida de credibilidad". Se le olvida al profesor francés que prácticamente en todas las capitales departamentales del país existen milicias populares de las FARC y células vinculadas a esta organización subversiva que hacen labor de inteligencia. Obviamente que no dan golpes certeros en el campo militar todos los días, pero es evidente que esta organización cubre los cuatro puntos cardinales de la geografía nacional y cuenta con amplias redes de cooperación efectiva. Es un hecho, entonces, que la guerrilla posee apoyo en amplios sectores campesinos y populares de la sociedad. Es necesario derribar el mito de que en Colombia se viene dando una "guerra civil". Esto es una falacia, pues no se dan las condiciones para hacer tal afirmación. Como bien lo afirmaba el ex presidente Andrés Pastrana Arango, en este país no toda su población vive en guerra pero es real que el conflicto tiene efectos directos y consecuencias muy negativas para toda la sociedad. Colombia, si nos atenemos a los manuales de estrategia militar, vive un conflicto de baja intensidad, cuya definición alude al uso limitado de la fuerza para someter al adversario. Las formas de la guerra de esta dimensión son muchas. Se asocian con situaciones de inestabilidad, contención agresiva, paz armada, conflictos militares cortos, antiterrorismo, antisubversión, conflictos internos, guerra de guerrillas, operaciones paramilitares, operaciones militares e invasión. En consecuencia, en este país se desarrolla una guerra irregular que por sus características no conoce la movilización. Es un conflicto por el alma y la mente de la población. La guerra irregular, entonces, "es de suyo, en su mayor parte, combate ilegal, o sea que viola normas legales; pero de ninguna manera es una forma ilegítima de combate". (6) Los conflictos de baja intensidad como el colombiano, terminan militarmente, según la definición de los estrategas estadounidenses, cuando se requiere el uso de una fuerza mayor. Tampoco es factible la presunción de que se vaya a generalizar un clima de "guerra civil" en Colombia, por una parte porque está demostrado que ni las Fuerzas Armadas de esta nación están en capacidad de derrotar militarmente a la guerrilla por mucho fortalecimiento económico que logre o por el asesoramiento gringo que siga obteniendo; ni las FARC tienen posibilidades reales de tomarse el poder. La dinámica, en consecuencia, es la de un conflicto de baja intensidad, como ya quedó explicado. Es inaceptable académicamente esbozar que en este país "han sido numerosos los indicadores de la degradación del conflicto en los años recientes. Una degradación que podría acentuarse en función de factores como la polarización". Estas son frases de "cajón" porque cabe preguntarse ¿qué conflicto bélico por muy baja intensidad que sea, no se degrada? ¿Cómo se pueden medir los niveles de degradación de los conflictos? Se podrá afirmar que ahí están las normas del Derecho Internacional Humanitario que buscan "amortiguar" los efectos de un conflicto armado y que hay que exigirle a la guerrilla que las cumpla. Pero como bien lo arguye el sociólogo Alfredo Molano, "las fuerzas irregulares no pueden, por su propia naturaleza, respetar los derechos humanos ni el Derecho Internacional Humanitario, porque no pueden sacar a la población civil del conflicto; ella es justamente el objeto de la disputa, mucho antes de lo que lo sean sus territorios o sus riquezas. La población civil en un conflicto irregular es un recurso militar logístico y político. Por todo esto la prédica de humanizar la guerra puede conducir a un peligroso encubrimiento como forma de superar el conflicto armado". (7) Lo único cierto y eso se evidencia en el conflicto colombiano, es que, como bien lo afirma el estratega alemán del siglo XVIII, Karl von Clausewitz, "cada guerra desarrolla una lógica interior". (8) Consecuencias de la transacción política Pécaut, de otra parte, sobre estima y resalta el hecho de que en Colombia se viene dando una "estabilidad institucional gracias a su política transaccional". Es evidente que a partir de la experiencia del Frente Nacional (1958-1974) en este país se ha aplicando un vergonzante ejercicio de transacción en el manejo del poder, que el profesor norteamericano Jonathan Hartlyn denomina como "consociacionalismo". (9) ¿Pero cuál ha sido su costo? ¿Cuáles han sido las consecuencias de esa política transaccional y monopólica? Ahí están a la vista: consolidación de grupos alzados en armas; aparición de clases sociales emergentes gracias al narcotráfico, el contrabando y la expoliación del Estado; desaparición sistemática de las corrientes políticas de oposición; violación de derechos humanos; y debilitamiento del poder estatal. A partir de 1958 cuando se inauguró el malhadado sistema transaccional del Frente Nacional, el establecimiento colombiano lo hizo sin mayores miras que el reparto mezquino de las gabelas y las prebendas que depara el Estado. Y es que "la clase dirigente colombiana nunca ha tenido un proyecto político claro y coherente capaz de imponerlo por las vías legales y mediante el consenso sobre el conjunto de la sociedad. Eso explica que las élites de este país en su incapacidad de gobernar hayan terminado cediendo en sus intereses ante la aparición de nuevos actores y clases emergentes y reclamando triunfos 'pírricos' que no han permitido consolidar ningún proyecto de largo alcance". "Esa incapacidad de la clase política para diseñar un proyecto político equitativo dio lugar en Colombia a las alianzas precarias, a los caciques regionales, al despotismo de éstos en el ámbito burocrático y a las coaliciones para conservar pequeños y fragmentados espacios de poder. Es obvio, entonces, que frente a esa compleja manipulación del poder el país haya padecido y siga padeciendo una inestabilidad política y constitucional que se refleja, claramente, en el hecho de que en menos de dos siglos de historia republicana, Colombia ha tenido quince constituciones y una permanente luchar armada por consolidar posiciones hegemónicas..." (10) El negocio de la guerra No es ninguna novedad que haya "sectores interesados en la prolongación de la guerra" en Colombia. El primer interesado sin lugar a dudas, es el gobierno de Washington por cuanto que el Plan Colombia es el mejor pretexto para ayudar a la industria bélica estadounidense, por un lado; y de otro, tiene la posibilidad de imponer sus políticas para continuar ejerciendo su dominio en un país de interés geoestratégico como éste. Gracias a la industria bélica Estados Unidos ha crecido en el último año 2% en su producto interno bruto y si bien la guerra de Irak les ha sido muy conveniente para sus propósitos en esa materia, el Plan Colombia permite a las empresas mercenarias de ese país grandes réditos, de una parte; y de otra, el negocio del narcotráfico posibilita blanquear 500 mil millones de dólares al sector financiero gringo al año. Es que la guerra vende más y es un negocio muy rentable, fundamentalmente, para los Estados Unidos. No es cierto que exista un riesgo de "una creciente paramilitarización de la sociedad". Ese fenómeno se viene presentando, precisamente, hace más de un año, cuando el entonces gobierno de Andrés Pastrana rompió las negociaciones con las FARC. A partir de ahí los sectores económicos y más retardatarios del país que le apuestan a la guerra y a una política de tierra arrasada auparon la candidatura de Uribe Vélez y sus medios masivos de comunicación lanzaron toda una estrategia publicitaria para generar un sentimiento de "paramilitarización" en la población colombiana, como el mismo Pécaut, denomina. También es de bulto sostener que el presidente Uribe Vélez aún conserva un alto grado de popularidad y de respaldo ciudadano, si se tiene en cuenta que su elección se debió en gran parte al desgaste y a los errores políticos de sus contendores en el proceso electoral, al desprestigio del proceso de paz de la administración Pastrana y a la desesperanza de un amplio sector de la población colombiana, todos estos factores aunado al efecto mediático y publicitario. Sin embargo, como lo cuestiona el propio Pécaut, ¿hasta cuando le durará ese capital político al primer mandatario colombiano? Porque durante el primer año de su gobierno se ha podido verificar que es un Presidente tremendamente prestigioso pero inepto porque hasta ahora no se puede vislumbrar que las medidas que ha tomado en el ámbito social o económico vayan a mejorar la situación de penuria que vive el país. Por el contrario, según los analistas, las medidas económicas y el ahondamiento del modelo neoliberal van a generar mayor recesión. Factor económico, incidirá en el conflicto Con niveles de deuda externa prácticamente que inmanejables y con la pretensión de gastar 5.5% del producto interno bruto colombiano por año en el componente militar, no hay economía que aguante. En concepto de los analistas económicos Javier Fernández Riva y José Fernando Isaza, por muy popular que sea Uribe, "si a la gente le tocan el bolsillo y viene una nueva recesión, se acaba la luna de miel". En los cálculos de la guerrilla no está pretender "forzar a la sociedad civil a pasarse de su parte", ese puede ser un ideal, pero las FARC no son tan ingenuas políticamente. Las FARC lo que están esperando es que un gobierno neoliberal y obsesionado con el ajuste económico induzca a profundizar la recesión y por las medidas fiscales de este gobierno se puede venir una situación de crispación social, señalan Fernández Riva e Isaza. Es que en su concepto, "la confrontación no se va a definir en el campo de batalla como pasa en las películas de Hollywood, sino por la parte económica, dado que una recesión le quita capacidad al Estado". "Las guerras modernas no son muy distintas a las de la historia, las gana quien derrota económicamente al otro. En la guerra fría Estados Unidos gana porque derrota a la Unión Soviética por el modelo de inversión militar que tenía éste último. Una forma de agotar económicamente al Estado es una buena recesión, y en ese caso se debe recordar que no hay ni para gasto militar siquiera. Si hay una recesión muy dura, eventualmente la gente se cansaría y pediría nuevamente una negociación con la guerrilla". (11) Notas 1. Pécaut, Daniel. Los azares de la guerra. Capítulo del libro Midiendo Fuerzas, publicado en Lecturas Dominicales, El Tiempo, Bogotá, Colombia, agosto 3 de 2003. 2. Arellano Ortiz, Fernando. El otro Eje del Mal. Asamblea Permanente de Derechos Humanos del Ecuador. Ediciones Abya - Yala, Quito, Ecuador, marzo de 2003. 3. Caballero, Antonio e Iragorri Juan Carlos. Patadas de Ahorcado. Editorial Planeta, segunda edición, Bogotá, Colombia, diciembre de 2002. 4. Sun Tzu. El arte de la guerra. Traducción y notas de Teodoro Petkoff. Caracas, Venezuela, 1965. 5. Ofensiva militar creció durante la administración Uribe, pero su efectividad sigue rezagada. Estudio de la Fundación Seguridad y Democracia. El Tiempo, Bogotá, Colombia, agosto 5 de 2003. 6. Von der Heydte, Friedrich August. La guerra irregular moderna. Eir de Colombia Ltda., 1987. 7. Molano, Alfredo. Derechos humanos y guerra irregular, columna periodística, El Espectador, Bogotá, Colombia, diciembre 13 de 1998. 8. Clausewitz, von Karl. De la Guerra. Editorial Zeta Limitada, Medellín, Colombia, febrero de 1972. 9. Hartlyn, Jonathan. La política del régimen de coalición. Tercer Mundo Editores, Bogotá, Colombia, 1993. 10. Arellano Ortiz, Fernando. Crónicas negras del poder. Editorial Cartas a Theo, Bogotá, Colombia, julio de 2002. 11. Fernández Riva, Javier e Isaza José Fernando. Conversación periodística en La Revista de El Espectador, Bogotá, Colombia, julio 27 de 2003.
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