Ana Fabricia
11/06/2011
- Opinión
"Un agente de Policía tenía un roce con mi hijo y él me lo mató. Lo cogieron en la patrulla 301384 en Manrique Oriental Alto La Cruz. Esto me puede valer muchos riesgos, pero vivir ocultando el pecado es deshonra".
“A mí me van a matar, pero lo que yo quiero es justicia”.
Ana Fabricia Córdoba Cabrera, asesinada el 7 de junio de 2011, en Medellín.
-Me van a Matar. -Dijo Ana Fabricia hace un año.
Venía huyéndole a la muerte. Hace dieciséis años los paramilitares mataron a su esposo en Urabá, Antioquia. También mataron a dos hermanos suyos. Luego le robaron sus tierras y fue desplazada. Así llegó a la llamada ciudad de la eterna primavera, Medellín, en el año 2000. Como todos los desterrados, su desarraigo se agravó con la miseria, y la escuela de la mendicidad la graduó como vecina de la bella villa.
-Me van a matar. –Dijo Ana Fabricia. Se lo dijo al secretario de Gobierno de Medellín Juan Felipe Palau. No le hicieron caso.
No hay lugar para recibir desplazados en Colombia, por eso, esta negra, corpulenta de alma, se refugió con sus hijos en una de las lomas más agrestes de Medellín, muy arriba, dónde no alcanzan los servicios, ni los derechos. Allí sólo viven desplazados y, siempre sospechosos, están bajo el control de las bandas paramilitares urbanas. Así, mientras el Gobierno negaba el conflicto y el Alcalde repite que la cacareada violencia en la segunda ciudad del país es sólo mala prensa, Ana Fabricia fue desplazada con su familia otras nueve veces, dentro de la capital de la montaña.
-Me van a matar. –Dijo Ana Fabricia a delegados de la Fiscalía General de la Nación y de la Procuraduría General de la Nación.
Pidió justicia. Justicia que esclarezca y castigue los crímenes de sus familiares, justicia que le restituya sus tierras, justicia que le permita regresar a sus campos y su cultura. Y cobijada por la Constitución más garantista de Suramérica, en la democracia más antigua del subcontinente, con el marco de una política de seguridad democrática y de cohesión social, su hijo Carlos Mario Ospina fue asesinado. Ella, con alguna base probatoria acusa a la Policía local del crimen. Le sobrevienen varios allanamientos sin orden judicial a altas horas de la noche, visitas intimidatorias de civiles armados; hasta cayó presa en uno de los tantos casos llamados “falsos positivos judiciales”, acusada de terrorismo. Cargo fraudulento: “hablar la verdad en este país es un peligro”. Afirmó.
-Me van a matar. Dijo Ana Fabricia al Personero Municipal de Medellín.
–“Mamá me va a matar la Policía” Le alcanzó a decir su hijo de 19 años, Jonathan Arley Ospina Córdoba, hace casi un año, en una llamada telefónica. Luego apareció ejecutado. Con el mismo arrojo, con la locuacidad de su cultura chocoana, con el apellido de los uniformados y el número de la patrulla que se llevó a su hijo, siguió pidiendo justicia. Otros piden contratos y, como a los Nule, los llenan de ellos y de dinero. A Fabricia la llenaron de amenazas.
-Me van a matar. Dijo Ana Fabricia al delegado del Ministro del Interior.
Pedía protección con el mismo estribillo, advirtiendo su sacrificio. Denunciaba que la Policía la quería matar y, le daban por solución que la Policía le hiciera un estudio de seguridad, que les reportara a ellos su residencia y que dejara la vida en sus manos. Otros, como los Nule, piden seguridad y la justicia comparece ante ellos; chalecos y carros blindados; multiplicación de escoltas, casa fiscal, cocinero propio. A Ana Fabricia le exigían abandonarse al que denunciaba como verdugo.
-Me van a matar. -Dijo Ana Fabricia a Héctor Ulloa, delegado de la Vicepresidencia de la República.
Le pudieron ofrecer auxilios de reubicación, la pudieron trasladar de ciudad, o sacarla del país. Si al menos le hubiesen proporcionado un carro... Se rehusaron a protegerla, pero sí dejaron escapar a alias “El Rolo” ¡por tercera vez!
-Me van a matar. -Dijo Ana Fabricia al general Yesid Vásquez, comandante de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá.
-"Vamos a callarle la boca a esta negra". -Amenazó una voz por teléfono, según denunció su hijo.
Los paramilitares pululan en los barrios de Medellín, andan en gavilla. Ana Fabricia andaba sola, el ángel de la guarda tampoco la atendió. Ellos tienen armamento automático de última generación, ella estaba provista de valor y de razones. Sólo tenía dinero para tomar un bus, en ese iba recorriendo zonas de control absoluto de ellos, cuando un sicario, ubicado a su espalda, le disparó usando silenciador. En esta ciudad se ha vuelto tradicional matar madres de familia en los buses. También aniquilar mujeres, con ella son 54 en este año, y 49 dirigentes de organizaciones de víctimas en el país.
Faltaban tres días para que el presidente Santos promulgara la ley de víctimas y la ley de tierras, para lo cual está invitado el secretario general de la ONU Ban Ki-moon. Como es usual en la diplomacia, se preparaba un rimbombante recibimiento. Los matones de Medellín decidieron hacer el suyo ultimando a Ana Fabricia. Parecen tener agenda propia, o estar desafiando a la Presidencia de la Nación.
"Me van a matar y no han hecho nada". –Dijo Ana Fabricia un mes antes de ser asesinada, ante todas las autoridades que acuden a la mesa de garantías.
Mientras se desarrollaba su velatorio, en la ciudad se oían gritos jubilosos de los hinchas de un equipo futbolero. Por los aires estallaban en celebración toneladas de pólvora, la pólvora es monopolio de los paras en Medellín.
El festejo sigue. Ana Fabricia ya está enterrada, los funerales de los pobres, a diferencia de los de Estercita Forero, duran poco. No se pronuncia aún el Alcalde, acaso preocupado por el próximo pacto de paz entre hordas paramilitares, con motivo del próximo mundial sub 20 de fútbol donde Medellín será subsede, el cual se hará, como cosa de ellos, mediado por personajes en las lindes del lumpen. Así se hizo cuando la asamblea del BID, y los juegos olímpicos suramericanos, tuvieron como sede esta ciudad, donde la seguridad es sólo imagen.
- José Darío Castrillón Orozco es Psicólogo
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 258, Semana del 10 al 16 de Junio de 2011, Corporación Viva la Ciudadanía.
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