El camino al 2012, entre SuperHugo, especulaciones de sucesión y encuestas-trampa
16/10/2011
- Opinión
Cuando en junio pasado se conoció la enfermedad del presidente Hugo Chávez, analistas de los medios cartelizados de comunicación –nacionales e internacionales- llegaron a la conclusión de que la imagen de superhombre del mandatario se desmoronaría rápidamente, y con ellos se derrumbaría el respaldo electoral con el que contaba. Otro craso error: los resultados de las encuestas recientes muestran que tal premisa era por demás equivocada y caprichosa.
Obviamente el soporte social y las intenciones de voto de Chávez –hoy en más del 52%- se basan en otras premisas, que la oposición (que apenas alcanza el 40%) no logra comprender o prefiere desconocer. Las encuestas –ninguna de ellas realizada por chavistas- coinciden en que si las elecciones se realizaran ahora, el 56.2% votaría por Chávez y 33.4% en contra. En cuanto a la confianza al mandatario, la percepción le es favorable en 58.1%, renglón bien significativo, y en crecimiento desde mayo.
Sin lugar a dudas, sobran las razones por las que Chávez tiene respaldo, razones sólidas, auténticas y válidas. El socialdemócrata Leopoldo Puchi señala entre ellas el rechazo a la élite política, económica y social de la llamada Cuarta República. Mientras, la dirigencia opositora y sus repetidoras en los medios cartelizados siguen insistiendo con lo de “superhombre”, “el dinero” o “la represión”, absteniéndose de hacer una revisión crítica de su pasado y del modelo político, económico y social que aún hoy defienden, ciegos de lo que sucede en el mundo.
Pero, “ojo pelao”, como gusta decir Chávez. Algunos analistas alertan que estas encuestas opositoras pueden tener como finalidad acelerar el proceso de unidad y de selección del candidato único que se medirá con Chávez dentro de un año y crear falsas expectativas (como ya se hizo en procesos electorales anteriores no sólo en Venezuela sino también, por ejemplo, en el último referendo ecuatoriano). Además, señalan, es difícil creer en un crecimiento tan grande en tan poco tiempo y en situación de expectativa general.
Para los analistas serios es totalmente incompresible la glorificación que hizo la oposición del ex presidente Carlos Andrés Pérez –quien fue censateado en su cargo por actos de corrupción- con motivo de sus exequias. “No se puede confundir el debido respeto ante la muerte de un hombre con la exaltación política del modelo que representa. La población ha sido colocada en la disyuntiva de escoger entre el modelo CAP y el modelo Chávez. En este cuadro, la inclinación electoral de los venezolanos puede comprenderse fácilmente”, indica Puchi.
El opositor historiador Elías Opino Iturrieta señala que “cuando se miran los antecedentes desde la oscuridad de un agujero, cuando se usa el espejo retrovisor desde la profundidad de un abismo como ninguno de los que envilecieron a la sociedad desde el período gomecista, sobreviene la tentación de las versiones angelicales de lo que fue y dejó de ser hasta límites inimaginables. Debe ser el riesgo habitual de quienes permitieron, tal vez debido a su ingenuidad, pero también a su irresponsabilidad, la dilapidación de un capital que ahora parece tesoro invalorable”.
Sorprende, en el interín, un artículo de Nil Nikandrov en la rusa Strategic Culture Foundation, quien señala que desde Washington se insiste en que el tiempo de Chávez se acabó. El ex embajador norteamericano ante la OEA, Roger Noriega, publicó un artículo titulado “Estados Unidos debe prepararse para un mundo sin Chávez,” señalando que éste, enfermo de cáncer, ha perdido el control sobre Venezuela, que el actual régimen venezolano está condenado y que la lucha por la Venezuela pos-Chávez ya está ardiendo. Por lo tanto, Noriega urge a la oposición venezolana a ser más asertiva en la conformación de un programa para el período de transición en Venezuela, “de la dictadura a la democracia.”
Siguiendo las instrucciones de Noriega, un grupo de expertos de la opositora Mesa de Unidad Democrática redactó un proyecto de “ley para el período de transición” definiendo las obligaciones y la autoridad del presidente electo durante el interregno entre la finalización del recuento de votos y su inauguración.
Nikandrov señala que la victoria de un candidato de la MUD marcaría el regreso del neoliberalismo en Venezuela y se convertiría en el prólogo para el desmantelamiento de los avances socioeconómicos que ha registrado el gobierno de Chávez. El impacto en la política exterior de Venezuela sería igualmente alarmante, el país regresaría a su asociación con Estados Unidos, se retiraría del ALBA y posiblemente revisaría el acuerdo de Petrocaribe y cancelaría los ambiciosos planes de asistencia financiera internacional.
Añade que algunos dirigentes de la MUD están por un compromiso con China aunque de proporciones limitadas de manera de no acarrear las iras de Washington. La cooperación con Brasil continuaría puesto que cultivar las economías de los estados Bolívar y Amazonas sencillamente es una de las prioridades de Venezuela. La privatización de las reservas petroleras de la nación sería nuevamente puesta en la agenda de la economía nacional.
El Gran Polo, ¿la sucesión?
El sociólogo Reinaldo Iturriza, defensor del bolivarianismo y autor de la tesis de la repolarización, señala que a partir de 2007 "la oposición abandonó su táctica confrontacional y violenta (…) lo que dejó a la dirección política de este proceso bastante descolocada durante mucho tiempo". Los signos más visibles de ese lapso, son la burocratización de la política y la impresión de que "había llegado el momento de acomodarse en el poder". Pero el fin último de la revolución bolivariana, según Iturriza, "no es sólo ganar elecciones, sino transformar profundamente a la sociedad venezolana, democratizarla".
Para Iturriza, después de un período de reflexión, que coincidió con la enfermedad del presidente Chávez, "hay una revisión profunda en el Psuv, así como la necesidad de crear un espacio donde haya una relación de iguales entre las fuerzas revolucionarias", que sería el recién lanzado Gran Polo Patriótico (GPP).
Algo importante está ocurriendo en el campo popular, bolivariano y revolucionario, que tiene que ver directamente, aunque no exclusivamente, con el proceso de constitución del Gran Polo Patriótico, que recién inicia, indica el sociólogo. “Lo que ha aparecido en escena es el germen de una instancia aglutinadora de fuerzas y voluntades que, bien llevada, puede trastocar el tablero de la política nacional, en primera instancia. Luego, quién sabe. A lo interno del chavismo la política ya no es lo que solía ser hace apenas una semana. El tiempo se ha acelerado. Ya era hora”, añade.
El propio presidente Chávez señaló que la agitación y promoción, así como también diseñar mecanismos para organizar la red de movimientos, deben ser los grandes pasos para conformar el GPP. “La agitación de calle, promoción y búsqueda para el registro del Gran Polo Patriótico y, paralelo a esto, debemos ir elaborando maneras para organizar la gran red de movimientos de movimientos para que confluyan en lo territorial y en lo sectorial, para así tener una forma novedosa, que no debe ser como los partidos políticos”, explicó el jefe de Estado.
Luis Vicente León, director de la encuestadora Datanálisis, vinculada a la MUD, puso nuevamente en el tapete el tema del sucesor de Chávez. A estas alturas, todo hace pensar que Chávez será el candidato para “autosucederse” en los comicios de octubre de 2012 y será quien comande la campaña electoral. “Una vez que tuvo que mostrarse mortal y vulnerable se hace inminente la necesidad de conocer su ruta de sucesión, hoy vacía. ¿La razón? Evitar la batalla interna por el control del poder, entre quienes tienen todo que perder si Chávez no está”, señala León, para quien la presión por aclarar esa sucesión pueden venir de dos vías: del mismo Chávez o de sus grupos de soporte interno.
La separación de las elecciones para presidente, gobernadores y autoridades locales lo exime de ser el portaaviones de otros candidatos, muchos de los cuales representan un salvavidas de plomo para el mandatario. Una vez resuelto el problema mayor, la elección presidencial, se podrá abocar en levantar manos y respaldar a los candidatos que él elija y/o que postule el GPP.
Aventura León que mientras esté fuerte y controle el poder, Chávez tendrá la capacidad de definir él mismo esa sucesión y sortear los posibles impactos internos de su decisión, en función de variables como confianza, lealtad, compromiso revolucionario y capacidad para conectarse con la masa, y señala tres posibles candidatos: el vicepresidente Elías Jaua, su hermano Adán Chávez, hoy gobernador del estado Barinas, y el canciller Nicolás Maduro.
Pero la calle sabe que hay más candidatos o autocandidateados, que quizá asomen desde la conducción del GPP en formación al conocimiento –y posterior reconocimiento- de la población. La corporación militar pondrá en la mesa sus pretensiones y, posiblemente, ante la carencia de carisma y credibilidad popular de algunos de los encumbrados dirigentes chavistas, es probable que busquen una figura civil. Un joven, respetado y conocido (un outsider, dirían los expertos) para impulsar sus intereses políticos.
Pero, por ahora, “SuperHugo” Chávez será el candidato y quien dirigirá -personalmente, en vivo y directo- la campaña bolivariana. Y eso es lo que teme la oposición, que de unidad apenas tiene el nombre de su Mesa: cada vez se le hace más difícil lograr su candidato único a la presidencia. Pretensiones sobran, financiamiento y apoyos externos también. Quizá lo que les falta es eso que hasta ahora parece sobrarle (al menos en las encuestas de la oposición) al Presidente: credibilidad y confianza.
- Aram Aharonian es periodista y docente uruguayo-venezolano, director de la revista Question, fundador de Telesur, director del Observatorio Latinoamericano en Comunicación y Democracia (ULAC)
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