La CELAC y el 153 constitucional

04/12/2011
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“No hay nada más potente que una idea cuando le llega su tiempo”.  La paternidad de la frase es de Víctor Hugo y luce pertinente, apropiada, cuando Venezuela es centro de atención mundial, puesto que es la sede del primer impulso naciente de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe.
 
Si tendemos la mirada al pasado histórico se estará saldando una deuda pendiente en el legado que heredamos con nuestras glorias patrias quienes desde distintas latitudes del continente latinoamericano abogaron por la unidad y apuntaron las primeras iniciativas confrontativas ante quienes a “nombre de la libertad” usurpaban nuestros derechos y nos, referimos “al Norte, el Norte, brutal y revuelto”.
 
El imperio norteamericano con sus argucias y alfiles apátridas, sujetó a su voluntad y horma – por supuesto dándole uso también al poder mortuorios de sus propias cañoneras- la acción rebelde de los pueblos mientras reían a carcajadas cuando gobiernos latinoamericanos apátridas, genuflexos y condescendientes se sumaban a sus caprichos e intereses particulares.
 
No obstante y al cabo del tiempo, el Continente Latinoamericano está de pie y en lucha, cada uno a su ritmo, pero lo cierto del caso, es que como nunca la férrea voluntad de sus respectivos gobiernos y el bullir permanente de los pueblos conscientes que se ven como hermanos pero separados por las fronteras que nos vienen de la invasión española y la Bula Papal de Tordecilla que dividía al “Nuevo Mundo” en posesiones entre Portugal y España. 
 
El Artículo153 del texto constitucional o entiéndase también dicho texto como el Programa de la Revolución Socialista Bolivariana plantea: “La República promoverá y favorecerá la integración latinoamericana y caribeña, en aras de avanzar hacia la creación de una comunidad de naciones, defendiendo los intereses económicos, sociales, culturales, políticos y ambientales de la región. La República podrá suscribir tratados internacionales que conjuguen y coordinen esfuerzos para promover el desarrollo común de nuestras naciones, y que garanticen el bienestar de los pueblos y la seguridad colectiva de sus habitantes. Para estos fines, la República podrá atribuir a organizaciones supranacionales, mediante tratados, el ejercicio de las competencias necesarias para llevar a cabo estos procesos de integración. Dentro de las políticas de integración y unión con Latinoamérica y el Caribe, la República privilegiará relaciones con Iberoamérica, procurando sea una política común de toda nuestra América Latina. Las normas que se adopten en el marco de los acuerdos de integración serán consideradas parte integrante del ordenamiento legal vigente y de aplicación directa y preferente a la legislación interna”.
 
Vale revisar también el resto que constituyen los referidos a las relaciones internacionales.
 
Con algunos ajustes socio politológicos, la realidad global compulsa a vernos en el continente latinoamericano en un sentido más allá de lo formal para superar la Integración y avanzar a paso sostenido a la unidad dado a la presión de los pueblos quienes en abierta contradicción con el Imperio norteamericano y mundial marcan distancia y buscan configurar una nueva relación intrínseca de propósitos comunes, de desarrollo comunes, de sueños comunes, patrimonio de la herencia de nuestros primeros pobladores.
 
Lejos del patrioterismo basta ver el legado doctrinario de Simón Bolívar donde desde ya habían señales inequívocas de su quehacer político ideológico que consistía en superar el mapa geográfico, espiritual, histórico configurado por el coloniaje, pero a pesar de tanta luchas, sudores y sangre, no se pudo, y que luego el capitalismo con enajenantes capas de pinturas de todos sus intelectuales hechiceros  sobre la realidad histórica escondieron el fervor patrio y enaltecieron ser súbditos imperiales como un valor por encima de la hidalguía…pero, luego como la historia es terca, los pueblos del continente latinoamericano se pusieron de pie y ahora hay hidalguía en todo el continente latinoamericano, continente que se viste de colores, de muchos colores de piel también.
 
Bolívar vibra de vida con su doctrina pero como que al marcharse físicamente dejó escapar de sus manos un colibrí quien se encargó de ir por todos los resquicios históricos del continente buscando las mejores generaciones que parieron y florecieron sobre nuestras tierras y untarle con la dulzura y ternura de la solidaridad el néctar prodigioso de la libertad, de la autodeterminación, de la soberanía.
 
La CELAC culminará siendo obra divina, cuando los pueblos con voz de indios, de negros, de mestizos, de blancos, cobrizos de todo ese arcoiris espiritual y de pieles; del catálogo de los verdes de montañas, llanuras y valles que es la piel arenosa que recubre nuestras riquezas; de las aguas que circulan por sus superficiales y profundas venas.
 
El continente latinoamericano es mujer autóctona, es Libertad, danzando con su cabello suelto y su traje de encajes al vuelo.   
 
Gloria eterna a quienes se dispusieron hacerla libre y razón tiene Pancho Villa quien dijo que “por la revolución hay que darlo todo, aunque nada más sea la vida” para empezar.
 
Facebook / Gaspar Velásquez Morillo
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