La primaria, la crisis, la debacle

24/02/2012
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Quienes vean el título pensarán que somos apocalípticos, pero no es así. Somos optimista con una seguridad absoluta en el ser humano. El mundo no se destruirá, lo cual no significa que podemos cruzarnos de brazos. Hay que actuar, pero hay sobre todo que confiar en uno y en la humanidad.
 
El título no es reflejo de lo que ocurrirá en la política estadounidense en general, sino de lo que viene ocurriendo y de lo que ya ha ocurrido en el Partido Republicano.
 
Por esto quizás los eventos electorales, que siempre son utilizados para llenar los espacios de la media, pero que no desvían al público de sus entretenimientos habituales, en esta Primaria están resultando un atractivo pasatiempo, motivado posiblemente por el carácter bufo de los debates y por supuesto, por la realidad de una problemática que ha tocado a las puertas de todos.
 
En este año electoral del 2012, la Primaria del Partido Republicano parece haberse convertido en un verdadero entretenimiento que, lamentablemente, en lugar de servir como educación social ayuda a profundizar más la confusión acerca de los asuntos públicos.
 
El país, que en realidad está compuesto por 50 países con afinidades múltiples, entre ellas el lenguaje, posee diferencias entre cada uno de los Estados, condicionadas no solamente por quienes primero los poblaron sino por el proceso migratorio que han sufrido en el devenir del tiempo.
 
Sin embargo, en el juego de esta Primaria, dichos orígenes parecen tener menor significación que en oportunidades anteriores, porque como hemos acotado en otros artículos, hay indicios de una mayor preocupación respecto a los cambios que están sufriendo los estadounidenses en sus respectivos modos de vida y el peso de las creencias socio culturales y religiosas mantienen vigencia solamente dentro de los niveles más fanáticos. Excepto el rico y el millonario, que son aquellos con ingresos domésticos por encima de los cien mil dólares y cuyo núcleo familiar no excede de cuatro, el resto de la población, aproximadamente un 60%, ha sufrido grandes cambios en sus modos de vivir. A estos dos grupos cuyos modos de vida no han cambiado, debemos agregar al pobre de solemnidad que continúa viviendo en la misma miseria de antes.
 
Con motivo de la crisis económica comenzada a finales del año 2006 y profundizada en el 2007, se dispararon los precios de los combustibles y por otro lado, la renta aumentó significativamente bajo el influjo de la demanda provocada por las oleadas de personas que, al perder sus casas por falta de pago, han creado una contracción en el mercado de los alquileres. En poco tiempo el precio de los productos básicos también aumentó y los seguros, especialmente los de salud, subieron considerablemente mientras que, contradictoriamente, disminuye la calidad de esos servicios. Para rematar la mala racha, se puso al descubierto que la deuda individual había escalado a niveles impredecibles, condenando a la bancarrota a un alto porcentaje de personas, con lo cual lo bancos han tenido que asumir pérdidas millonarias, en gran parte compensadas por un pasado de intereses leoninos que han cobrado durante años y que continúan cobrando en la actualidad. Como ya sabemos, la compensación mayor ha provenido del erario público que el estado ha puesto en sus manos.
 
La crisis ha afectado a todos los sectores, pero en mayor medida a aquellos de ingresos medios. Si eliminamos al 15% compuesto por pobres de solemnidad que continúa viviendo con la misma miseria, el otro 60%, que son quienes tienen ingresos entre 35 y 85 mil dólares, enfrenta un panorama radicalmente diferente en términos de usufructo y ventajas materiales, incluyendo la educación de sus hijos.
 
Esto ha facilitado quizás el movimiento formado alrededor de los debates políticos públicos que tienen lugar con motivo de la Primaria. En las elecciones presidenciales del 2008, vimos una participación mayor a la usual estimulada por la preocupación ante la crisis, pero ahora parece que, ante la profundización de la problemática, las personas están más conscientes y además no son ajenas a la dispersión del Partido Republicano y al giro hacia la derecha del Presidente Obama.
 
El debate para la elección del candidato republicano continúa una línea menos predecible dado el empate técnico que predicen las encuestas para la Primaria de Arizona y Michigan, entre el aspirante conservador católico, Rick Santorum y el ex gobernador mormón de Massachussets Mitt Romney. En las encuestas más serias hechas el 20 y el 21 de febrero, los números se han movido ligeramente entre uno y otro. Por ejemplo, de acuerdo a Public Policy Polling, la encuesta del día 20 entre votantes de ambos Estados, Santorum obtuvo un 37% y Romney el 33%. En cambio de acuerdo con CNN/Time/ORC, en su encuesta del 21 de febrero en Arizona, Romney obtuvo 36% y Santorum 32%. O sea, aún no es claro, cual de los dos obtendrá la mayor aprobación. De todos modos pase lo que pase en la Primaria que se llevará conjuntamente en estos dos Estados, faltará aún la Primaria del Super Martes el 6 de marzo, donde participarán 10 Estados en el mismo día. Luego vendrá el resto del país.
 
No es por gusto que hemos decidido hacer referencias a este evento semi deportivo electoral estadounidense. Lo que está en juego no es que salga uno u otro en la presidenciales de este próximo noviembre, sino la manera como se moverán las capas teutónicas de la sociedad estadounidense, en términos de asumir un papel más protagónico en la solución de una crisis que los afecta mayoritariamente, inclusive a quienes no han sufrido variación alguna en su modo de vida, nos referimos al grupo compuesto por un 10% con ingresos por encima de 150 mil dólares y al 15 %  aproximadamente de quienes devengan ingresos entre 85 mil y 110 mil dólares. Todos ellos al final, aun cuando no han sido afectados, también dependen de una real estabilidad macroeconómica, porque la catástrofe cuando llega, no conoce de nombres o status.
 
No caben dudas que las votaciones de estas primarias republicanas han estado condicionadas en gran medida por asuntos religiosos más que por los motivos reales que afectan a la población y los malos manejos que originaron la crisis.
 
En estos días la caricatura de un periódico presentaba a una persona preguntándole a otra “por cuál religión iba a votar”. Evidentemente que la prédica de los aspirantes republicanos, fundamentada en un asunto que las personas mayoritariamente no consideran vital para sus modos de vida, carece de real sustentación e inclina a estas jocosidades. Los principios religiosos no son necesariamente relativos en términos teológicos, filosóficos o doctrinarios, pero pragmáticamente no tienen un carácter absoluto y son relativos.
 
Dos creyentes de la misma religión puede que acepten y cumplan con algunos de sus preceptos y violen otros sin culpabilidad alguna, simplemente porque la vida les enseña que no se trata de asuntos esenciales para su diario bregar.
 
El ambiente creado por un grupo de personas que en representación de un partido político, aún mantienen el anclaje en una época que se ha ido desvaneciendo, es quizás la razón por la cual los debates han creado ciertas expectativas y quizás muchos los vean además como programas humorísticos.
 
Este asunto de la religión parece estar creando malestar en las grandes mayorías, porque comprenden que son objeto de manipulación o peor aún, perciben que una minoría les trata de imponer determinado modo de pensar.
 
El Presidente Obama, que ya dispara los primeros cañonazos, preparándose para una campaña que será muy reñida, ha tocado la esencia del tema con esa certeza de buen orador que lo caracteriza. Refiriéndose al asunto dejó clara su opinión al respecto, diciendo que la libertad religiosa tiene que ser respetada, pero que la religión no puede limitar las libertades. Le faltó poco para ser más claro que el agua y más transparente que el viento.
 
La religión y otros “principios” serán seguramente un tema de campaña en las elecciones de noviembre, pero su peso será negativo para quienes lo conviertan en bandera.
 
Será el comienzo de llevar dicho tema de regreso a casa y a la majestuosidad de los templos, pero el arroz, el vestuario, el techo, la seguridad, la estabilidad laboral, el aumento de los ingresos proporcional al aumento de la productividad y priorizar la casa por sobre los problemas de los vecinos inmediatos y lejanos, también es casi seguro, que sean llevados a su vez de regreso a la calle.
 
 
Lorenzo Gonzalo periodista cubano residente en EE.UU. y subdirector de Radio Miami
 
Fuente: MARTIANOS-HERMES-CUBAINFORMACIÓN
 
 
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