La organización revolucionaria

18/04/2012
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
Al leer el libro de Schafik Hándal “Legado de un revolucionario”, nos encontramos que “El partido revolucionario debe ser un colectivo altamente organizado, unido y disciplinado, donde existe diversidad de opiniones y debate, donde se practica la crítica y la autocrítica, pero no la división.”
 
La diversidad de opiniones y debate es lo que constituye la riqueza de la organización y es de estos ejercicios en las bases de donde emanan los elementos de trabajo  que permiten a la dirección elaborar las líneas de acción política y los objetivos que se persiguen. Si no se persigue un objetivo, si no se lucha para cambiar un estado injusto de cosas, si no hay una dirección que conduce ese proceso revolucionario, si no hay programa, si no se analiza la realidad social y se estudian las causas de ésta en las bases de la organización o partido, y si no se tiene claro que se debe hacer para cambiar esa injusta realidad social, no se puede hablar de revolución, ni de organización o partido revolucionario, ni se puede pretender hacer cambios.
 
Es decir que una organización está estructurada de tal manera que las bases o células participen en las decisiones que se toman en la dirección, y por eso se habla de una dirección colectiva; y porque el organismo de dirección en sus decisiones refleja el deseo de las bases, se habla de centralismo democrático.
 
Pero para que las bases puedan participar activamente y contribuir en las tomas de decisión de los organismos de dirección, se necesita que estas bases estén bien informadas, y que sus miembros tengan un nivel de formación política que les permita discutir y aportar opiniones que realmente ayuden a las tomas de decisión. Ahora bien, esta capacidad sólo la alcanza el militante mediante el estudio de la teoría revolucionaria, la discusión de la realidad política a la luz del materialismo histórico, de la economía política, del materialismo dialéctico y de la lectura de todo lo que se produce alrededor de la práctica revolucionaria de la izquierda.
 
En su estudio el militante revolucionario debe tener en cuenta que en este momento, después de la caída de la Unión Soviética, ocurrida por la descomposición de cuadros intermedios y de dirección del Partido; y ahora con la crisis económica mundial que marca el fin del modelo económico neoliberal; hay una nueva correlación de fuerzas y es importante para la izquierda dar un giro en la práctica de su teoría revolucionaria. El revolucionario y su organización debe adecuar su práctica, su programa y sus tácticas revolucionarias a los nuevos tiempos y nueva correlación de fuerzas en el mundo. Pero esto no debe confundirse con el reformismo, ni con las corrientes renovadoras, que el imperio y la derecha continental se encargan de promover debajo de la mesa. Por el contrario, hoy más que nunca, el revolucionario debe tener presente y muy claro cual es el objetivo principal de la lucha, quien es el enemigo, y ser radical. Marx dice: “ser radical es atacar el problema por la raíz”. Muchos, en algún momento, confundieron el ser radical con la violencia, con gritar más, hasta llegar al discurso panfletario. Pero, ¿y después?,  ¿dónde están, qué hacen ahora?. Me refiero a El Salvador.
 
Actualmente, en este primer gobierno salvadoreño llamado del cambio, hay obras como “El Legado de un Revolucionario” de Schafik Hándal  y “La izquierda latinoamericana en el gobierno: ¿alternativa o reciclaje?”, de Roberto Regalado, que deben leerse para entender los nuevos tiempos por los que navegan los proyectos revolucionarios. Se mencionan dos libros, pero hay mucho que se está escribiendo en este momento, y el revolucionario debe ser un asiduo y curioso lector.
 
Es de esta interacción con la realidad y con otros organismos de base que en la    organización se va modelando el discurso que llega a constituir su programa de trabajo, sus objetivos y hasta sus estatutos. Y es todo esto lo que le da el ser a la organización. Es de toda esta dinámica que los compañeros aprenden el arte y la ciencia de la política. Ahí es en donde se forjan y entrenan para un día poder hacer parte de órganos de gobierno, o ser partido que gobierna un país. Si el hecho de gobernar llega a darse y se olvidan todos estos principios y dinámica de la organización, la razón de ser se ha perdido y no sólo se condena al partido o a la organización al fracaso, sino que se le hace mucho daño a otros movimientos revolucionarios que en otras tierras luchan por un ideal de justicia, pues se deja un precedente negativo de lo que debe ser un revolucionario y de lo que es una organización o partido revolucionario en el gobierno. Ésto sin duda la derecha sabrá aprovecharlo muy bien para contraatacar, engañar y confundir a la población.
 
Para evitar estos males o desviaciones es importante que en las bases se estudie y se discuta la realidad social, económica y política, nacional y mundial. Estudiar y discutir llevará más tarde al militante a ejercer la vigilancia revolucionaria. Cuando no hay estudio, cuando no hay informes políticos, cuando no hay estructuras de base funcionando adecuadamente, o simplemente no las hay; es un derecho, un deber, y hasta una obligación de los militantes más claros, exigir que las cosas se hagan como deben ser en una organización revolucionaria. Y el solo hecho de exigir que las cosas se hagan bien, es el comienzo del ejercicio de la vigilancia revolucionaria.
 
Loa al Partido
Poema atribuido a Bertolt Brecht
 
El individuo tiene dos ojos,
pero el Partido tiene miles,
 
El Partido ve muchos estados
y el individuo sólo ve una ciudad.
 
El individuo tiene su hora.
pero el Partido tiene muchas.
 
El individuo puede ser aniquilado,
pero el Partido no puede serlo
pues es la vanguardia de las masas
y lidera su lucha
con los métodos de los clásicos, creados
a partir del conocimiento de la realidad.
 
- Víctor Regalado, El Independiente
 
https://www.alainet.org/es/active/54193
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS