Queremos o deseamos ser arrastrados, como lacayos de imperios en decadencia?
02/10/2012
- Opinión
Joseph Stiglitz, premio Nobel de economía 2001, escribió en 2005: “Las guerras de los Estados Unidos libradas en el siglo XXI, serán las primeras guerras de la historia humana financiadas con tarjeta de crédito”.
Traigo a cuento esta frase que resume el estado real de la vapuleada economía norteamericana, cuya deuda externa alcanza la friolera de catorce mil quinientos BILLONES de dólares, de acuerdo a nuestro sistema aritmético, un billón equivale a un millón al cuadrado; no a mil millones como el anglosajón, algo más prudente al menos en cifras.
Las crisis periódicas de EE.UU. comenzaron desde el asesinato de Abraham Lincoln a causa de su reluctancia a dejar en manos privadas la emisión monetaria del país, habiendo lanzado sus “greenbacks” (billetes con el reverso en verde) para pagar las deudas de la guerra civil, en lugar de prestar créditos de la banca europea manejada por la familia Rothschild y el Bank of England.
Muchos “patriotas” norteamericanos del siglo XIX habían hecho ingentes esfuerzos por la creación de un “banco central” norteamericano… bajo auspicios de banqueros privados, como James Madison, los Astor, Andrew Jackson y otros que prefiero no acordarme.
Uno de los conjurados en el magnicidio: George Atzerodt y el propio John Wilkes Booth habían confesado que fueron pagados por el holding bancario londinense para eliminar a Lincoln, último baluarte de la independencia monetaria de Estados Unidos. Pero estas confesiones no fueron tenidas en cuenta por las autoridades ni jueces, confabulados todos en las futuras estafas al pueblo americano.
La última intentona exitosa se dio en 1913, tras sigilosas reuniones masónicas en Jekill Island, donde se redactó el Acta de creación de la Federal Reserve o banco central de los Estados Unidos… propiedad de 14 banqueros de Alemania, Francia y Gran Bretaña (Lazzard, Kuhn, Loeb, Morgan, Rothschilds, Rockefeller y otros) con el pacto de “prestar” dinero al estado federal a cambio de intereses pagaderos de los impuestos federales manejados ilegalmente por el Internal Revenue Service, cuyas funciones NO están respaldadas por ley alguna, sino por simples decretos presidenciales.
Todas las guerras, entre 1847 al presente —exceptuando la guerra civil finanaciada por la emisión de los greenbacks del presidente Lincoln, han sido a base de préstamos por medio de la emisión de bonos del Tesoro (U.S. Bonds) pagaderos con intereses y exonerados de impuestos. ¡Un pingüe negocio para los dueños de la guita internacional!
Como esos bonos se emiten al mercado, otros países los han comprado, como los BRICs (Brasil, Rusia, India y China), economías emergentes que están dispuestas a disputar al imperio bancario inglés y norteamericano, su hegemonía económica y militar.
Todo esto está documentado debidamente y ahora, con varias guerras de ocupación y otras en curso, el imperio norteamericano en su desesperación pretende desestabilizar a Sudamérica, tal hiciera en Medio Oriente con la cacareada “primavera árabe” valido de mercenarios y sicarios infiltrados.
Pero ahora surgieron dos enemigos fuertes para las mafias bancarias y financieras enquistadas en Londres y Washington: una es las familias del Dragón Blanco, suma de las sociedades secretas de Asia Oriental, tenedoras de sus bonos de la Reserva Federal y acreedor implacable del imperio. El otro, un aliado insospechable: Los “Oath Keepers” o Guardianes del Juramento, casi todos militares americanos que han jurado defender a la constitución y han manifestado su negativa a enfrentar a los civiles a la puertas de una guerra civil entre la mafia federal y las Milicias Patrióticas armadas, prestas a sublevarse ante el colapso del dólar y la emergencia del Nuevo Rublo con respaldo en oro como alternativa al depreciado dólar, emitido como papel sin respaldo alguno.
En 1932 se eliminó el patrón oro y EE.UU. cedió sus reservas en lingotes celosamente guardados en Fort Knox (Kentucky) a la familia Rothschild, no quedando nada que respaldase las escandalosas emisiones inorgánicas de este imperio en declinación y cuya engañosa sombra buscan los golpistas latinoamericanos olvidando qué continente pisan sus pies y que el American dream (sueño americano) hace tiempo, casi desde Vietnam, se convertiría en American nightmare (pesadilla americana),
Busco advertir a los eunucos mentales y exégetas del imperio americano de la Nueva Fenicia —de Roma tiene la fuerza brutal… pero no la Virtud — al que se asirán a un clavo ardiente y su derrumbe está a las puertas…
“Siéntate a meditar serenamente a la sombra de un árbol en las orillas de un río… hasta ver pasar flotando el cadáver de tu enemigo” Lao Tsé (aforismo implicado)
- Celso Aurelio Brizuela (Chester B. Swann)
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