La mala justicia en México
25/02/2013
- Opinión
Por más que se quiera ocultar, la justicia en nuestro país es cada día más deplorable. México es una nación donde se padecen las más deleznables arbitrariedades del mundo, me consta, en 50 años de intensa vida jurídica, sé bien que la gran mayoría de nuestros jueces son entes aviesos a más no poder, afectos a la consigna, a la venta procaz de sentencias, y lo peor, ignaros en grado superlativo.
Si alguien duda de mi afirmación, le invito que acuda a cualquier juzgado, del nivel que sea, y trate de entrevistarse con un juez o magistrado; si de inicio lo logra, debe sentirse muy afortunado, ya que esos personajes se sienten verdaderos dioses, son inaccesibles, pedantes, amén de palurdos; empero repito, si tiene la suerte histórica que le reciban, se encontrará con un hombre o mujer quien ni de broma se parará de su acolchonado sillón; evidentemente, para reunirse con él o ella primero debe pasar una difícil aduana; generalmente, una fémina rolliza de lentes que actúa como secretaria, lo interrogará de modo agresivo: “¿Para qué quiere ver a su señoría? ¿Qué asunto tiene? ¿Cuándo se enlistó su caso? Porque el señor juez no recibe el día de hoy”.
En fin, una serie de sandeces, que dejan muestra tangible que son todo, menos servidores públicos. Una vez estando frente al “togado”, sin jamás verle la cara, ya que siempre mantienen la mirada fija en un documento que supuestamente leen, lo escuchará afirmar de manera misericordiosa: “No se preocupe, todo se resolverá conforme a derecho”; nunca se enteró el tipejo de marras cuál era el asunto, ni cuáles sus alegatos; eso sí, si el juez ya recibió “línea” en contra suya, nada le salvará de que el fallo le sea desfavorable. Obviamente, si su contrario ya hizo entrega de dinero a través de una asistente o cualquier otro conducto, también dé por perdido el caso.
Un juez actualmente en México tiene toda la facultad de resolver en sentido positivo o negativo, sin caer para nada en un delito; de tal suerte, son absolutamente inmunes para cualquier reclamo y, si usted comete el error de denunciar a un juez venal, “ya se echó encima a una jauría completa”, que son todos los colegas igual de pícaros, quienes conforman mafias para hacer que la justicia en nuestro país se entregue al más influyente, o bien, se venda al mejor postor.
Conozco impresentables presidentes de tribunales, magistrados y todo tipo de fauna jurídica; sé bien lo que afirmo, inclusive tengo pruebas de mi dicho. El sujeto que dirige el tribunal más grande de México, es un auténtico maleante, de hecho fue procesado, consignado y sentenciado por un delito rebosante de inmoralidad; es bien cierto, obtuvo un amparo, pero es innegable que este instrumento, al igual que cualquier resolución, se logran por influencia o con dadivas, y sin duda este individuo utilizó sus “conectes”, quienes incluso violando la ley, le permitieron reelegirse como titular del tribunal en cita.
Reitero, sé de la deshonestidad en todas las áreas de los juzgados, con la frente en alto puedo aseverar, que ingresar a uno implica hacerlo a la cueva de Alí Babá; en lo personal, cuando por necesidad acudo a alguno de ellos lo hago con repulsión, trato de respirar lo menos posible para no oler el fiemo que ahí se plasma. Debo reconocer y lo señalo con mayúsculas, HAY CASOS DE EXCEPCIÓN, juzgadores decentes, conocedores y probados apóstoles de la justicia; por desgracia son unos cuantos, la inmensa mayoría la representan “impartidores de justicia” cerriles, que declaran de forma absurda: “No se preocupe, su asunto se resolverá conforme a derecho”. Quisiera que dijeran: “su asunto se resolverá conforme a la justicia”, pero la diferencia entre justicia y derecho ni por asomo la conocen los jueces innobles.
Resulta sumamente oprobioso, en cualquier ámbito, ver a nuestra nación ocupando los últimos lugares. En fechas recientes, una empresa independiente denominada “Aplicación de la ley 2012” por el Proyecto Mundial de Justicia, por sus siglas en inglés (WJP), precisó en su informe que de 97 estados investigados en el orbe, México se coloca en el lugar 91, tanto en la impartición de justicia penal, como en orden y seguridad; estuvimos por debajo de países como Tanzania, Senegal, Etiopia y Sierra Leona. En el índice del informe de la aplicación de la ley, se señala que la causa de la pésima justicia mexicana es la corrupción. Para nadie en nuestra patria es secreto que aquí se le rinde pleitesía a la podredumbre; eso sí, para justificarse y decir que en México es buena la justicia que se imparte, los togados se defienden como “gatos boca arriba”; empero dejemos bien claro, es patético observar que en suelo azteca no existe la más mínima intención por evitar que la justicia vaya de mal en peor.
Invariablemente, la base fundamental para acabar con la corrupción es luchar contra la injusticia, aceptar que la tenemos y sólo así, a partir de entonces, encontraremos sin duda cómo combatirla.
Fuente: Forum en línea
https://www.alainet.org/es/active/61887?language=en
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