Murió un soldado latinoamericano

06/03/2013
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Deben estar felices los Iribarne, los Gramunt de Moragas, los gringoides y colonialistas anti bolivianos y anti indígenas de siempre. Las trincheras de lucha son variadas y variopintas en estos lugares del mundo. En Venezuela apareció un soldado distinto, nacionalista y revolucionario. Muy distinto a los que conocimos en Bolivia: imperiales, extranjeros (Bánzer), educados como esclavos en la Escuela de las Américas para destruir nuestros territorios. Prepotentes, perros guardianes del pensamiento gringo anglosajón y matones como criminales. Pero existía la diferencia: Hugo Chávez. Otro tipo de soldado. Distinto soldado. No fue derrotado en los campos de batalla, porque era un comandante entero y estratega. Tuvo que matarlo una enfermedad. Y los gringoides y mestizoides se alegran, con la bendición de curas anti bolivianos y anti indígenas.
 
Los noticieros del sistema, como Fides o El Deber, se alegrarán también. Disfrutarán con sus “analistas políticos”, que son otros perros guardianes del pensamiento único y totalitario gringo occidental. Los tabloides coloniales se llenarán de hipócritas escribanos, para seguir el rito de la muerte y la traición. Todos dirán que se fue un grande de la política; pero dirán también que la revolución bolivariana peligra, porque todos dirán que muerto el caudillo todo se muere. En su mentalidad no caben otros sistemas de gobiernos, o formas de organizarse. Son esclavos de la “democracia”, como símbolo del pensamiento único anglosajón: gobierno de ricos y para pocos; aunque todos voten como en circo romano: sin decidir nada, y sin definir nada. Sus cuchillos se afilan para escribir desde sus ópticas gringas, los sucesos en adelante. Sin embargo, no saben que el mundo cambia. No sólo Latinoamérica, sino incluso Europa o América del norte, donde la humillación del sistema llega a niveles estratosféricos: millones de desplazados, millones de desocupados, millones de expulsados de sus viviendas por el engaño cruel y mafioso de bancos, financieras y negociantes piratas de las bolsas de valores. Y despiertan de esa pesadilla llamada capitalismo. El sueño no era precisamente un sueño, sino un engaño, una ficción y unos espejitos brillantes que se esfumaron. Domesticados como estaban no eran conscientes, sino hasta que perdieron todo y pasado el sueño despiertan a la realidad. Y empiezan otra vez a darse cuenta que sólo las revoluciones cambian todo, que sólo las revoluciones modifican y destruyen a los perversos y cabrones perros del sistema.
 
Pues no hay caudillismos por estos lados del mundo, como tuvieron los gringos con Hitler, Stalin o Mussolini. Por estos lados del mundo hay organizaciones, porque sólo las organizaciones nos garantizan la sobrevivencia. Y eso es lo que leyó muy bien el comandante Chávez. Se unió a las organizaciones, se alió a ellas porque la historia nos enseña que sin ellas los sátrapas, los extranjeros, los gringoides, mercenarios y bastardos se adueñan de nuestros territorios, las prostituyen y las rifan al mejor postor gringo que les ofrezca dólares o euros. Y destruyen nuestras selvas, montañas y bosques. Las democracias gringas sólo son pretextos de conquista y colonialismo. Un sistema caduco y engañoso. Eso lo sabía el comandante Chávez, que resistió a esos hipócritas sacerdotes de la democracia gringa y tramposa. No les dejo lugar, les arrinconó como debía.
 
 Murió el comandante. Sus trincheras de batalla fueron muchas. En todas ganó, incluso en las mismas reglas gringas de la democracia occidental. Incluso ahí les demostró a los imperiales y gringoides que la legitimidad no tiene sistemas, que la legitimidad se la gana con el pueblo y con las bases. La democracia es una mierda inventada para los ricos, e impuesta a fuerza de cañones y colonialismo por todo el mundo. El comandante Chávez les dio una lección a los gringoides enfermos de democracia. Traspasó ese sistema de exportación e imposición gringa, para posicionarse como representante legítimo y puro con su pueblo. Y ganó hasta la eternidad.
 
 Morir es ganar cuando se tiene legitimidad. El comandante murió para ganar. Es su última estrategia para seguir vigente. Perdió el sistema; pero tiene sus perros guardianes, y esos son más peligrosos que el mismo amo. Hoy están felices, con la bendición de curas y escribanos mercenarios del sistema.
 
Ahora viene el Mito. Las imperfecciones pasarán. El comandante empieza a ser Mito, y con justicia los rebeldes y herejes haremos Mito, de este otro comandante en las tantas y tantas trincheras que tenemos a los largo de este mítico continente. Paz en tu tumba comandante.
 
Cochabamba, 5 de marzo de 2013.
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