La deuda externa, un tribunal y la solidaridad
11/05/1999
- Opinión
La reciente realización en Río de Janeiro, Brasil, del Tribunal de la Deuda
Externa, bajo el lema "la vida antes que la deuda", puso en evidencia
nuevamente que la cuestión del endeudamiento es tanto un nudo para los
países que la tienen sobre las espaldas de sus pueblos, al tiempo que
representa el más claro ejemplo de la injusticia e irracionalidad del
modelo financiero internacional vigente.
A este atípico tribunal no le hizo falta el reconocimiento oficial del
poder judicial, aunque contó con destacados juristas. Tres días resultaron
cortos para ilustrar tanto con cifras como con testimonios que estamos ante
el mayor problema económico de América Latina, cuya permanente postergación
(cada gobierno corre la arruga hasta el siguiente, en cada país) es como
acumular carga para una bomba de tiempo.
La sentencia del tribunal en Río de Janeiro no podía ser otra que condenar
la existencia de esa deuda, rechazar su pago y exigir un modelo económico
que esté al servicio de las mayorías.
La deuda ya fue pagada. Las cifras no mienten, los países
latinoamericanos, en su conjunto, han pagado la totalidad de lo que
recibieron en préstamo. La injusticia e irracionalidad queda evidenciada
cuando a pesar de esos pagos en las últimas décadas, la deuda externa lo
que ha hecho es crecer, gracias al mecanismo de amortizaciones, aumento en
las tasas de interés, moratorias. Pagamos todo para deber más, eso no
puede ser defendido ni jurídica ni éticamente.
La deuda fue contratada por gobiernos, en representación de las sociedades
pero éstas no fueron consultadas. La responsabilidad ha sido de minorías
que facilitaron e impusieron (y aún prosiguen) el modelo sobre el cual era
necesario que los países se endeudaran, a pesar de que este hecho lo que ha
significado es que desde América Latina se haya enviado más dinero al
exterior, del que se recibió en esos créditos (abultados por los
intereses).
La deuda, en este fin de siglo, representa el desvío sistemático de
recursos económicos que podrían ser destinados a inversión social. Aunque
con matices nacionales, entre 35 y 50 por ciento de los presupuestos de los
países latinoamericanos va cada año al pago de la deuda externa. Una deuda
que al ser pagada lo que se logra es su crecimiento.
La existencia de esta deuda, sin embargo, ha significado la toma de
conciencia sobre la injusticia que emana del sistema financiero
internacional. Esto quedó demostrado con el tribunal realizado en Brasil,
que no ha sido una actividad aislada y constituyó un encuentro
significativamente ecuménico.
Estos elementos: ecumenismo, iniciativa internacional y cuestionamiento de
uno de los ejes principales del sistema financiero internacional, son en sí
mismos valiosos y constituyen una señal de las posibilidades de acciones
colectivas en estos tiempos de globalización y de ortodoxia económica.
El Tribunal, una reseña incompleta
Iglesias (católica y protestantes) y movimientos sociales brasileños
coincidieron en exigir un punto final al pago de la deuda externa, del país
y de América Latina, y pedir que los importantes recursos programados para
ese fin sean destinados a dar respuestas sociales a la población más
necesitada.
El obispo Demetrio Valentini, de la pastoral social de la Conferencia
Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), fue una de las figuras principales,
en representación de la Iglesia católica, en el Tribunal de la Deuda
Externa que entre el 26 y 28 de abril sesionó en Río de Janeiro como parte
de la Coalición por el Jubileo 2000.
En la sesión de clausura Valentini aseveró que "debemos vincular la deuda
externa con la deuda social, porque con los pagos de la primera se desvian
importantes recursos nacionales que deberían ir a educación, salud,
vivienda (...) por tanto, la deuda tiene que ver con la situación de
pobreza y nuestra propuesta ética es que la economía tiene que estar al
servicio de los pueblos".
"Dios quiere que todos tengan vida, vida digna y en abundancia", recalcó el
obispo para quien la realización del atípico tribunal y la misma coalición
internacional por la condonación de la deuda "es una señal, estamos
apropiándonos de la globalización para hacerla de la solidaridad".
En un claro pronunciamiento ecuménico, la CNBB coincidió junto a las
iglesias protestantes y organizaciones sociales en pedir que se ponga un
punto final a la deuda externa brasileña y latinoamericana y se establezca
un nuevo modelo económico que tenga por objetivo el bienestar de la
población.
El pastor Jeter Ramalho, del Consejo Nacional de Iglesias Cristianas
(CONIC) de Brasil, aseveró en la sesión final del tribunal que el asunto de
la deuda "no se refiere sólo a una cuestión numérica: estamos ante la
globalización de la injusticia, la deuda es externa, pero también eterna".
Ramalho recordó que el jubileo al que se hace referencia de cara al año
2000 retoma la tradición bíblica, con sentido ético, de que sea perdonadas
las deudas y "se reparen las injusticias".
"No sólo es una cuestión de perdonar la deuda y ya, porque los países
volverían a endeudarse. Necesitamos que se transforme el proyecto
financiero hegemónico que rige al mundo", recalcó.
Para el líder del CONIC, "es éticamente reprochable que en este mundo,
donde cada vez hay más ricos, hay más pobreza". Aseveró que desde el punto
de vista ético tampoco "se pueden hacer deudas que no se puedan pagar", en
una referencia a la corresponsabilidad de los gobiernos.
El Tribunal de la Deuda Externa fue organizado por el CONIC , la CNBB, el
Movimiento de campesinos Sin Tierra (MST) y la Confederación Unica de
Trabajadores (CUT), y la actividad se inscribe en la Coalición Jubileo 2000
que a nivel internacional organiza actividades para insistir en la
condonación de la deuda de los países del tercer mundo cuando en el año
2000 se celebre el segundo milenio del nacimiento de Jesús.
El obispo Valentini actuó como portavoz de la reunión, que vivió un momento
de tensión cuando un grupo de 30 policías penetró de forma violenta en el
Teatro Joao Caetano, en el centro de Río de Janeiro. La dirección de la
policía indicó posteriormente que los agentes perseguían a unos vendedores
ambulantes, pero tal acción dejó a nueve personas heridas y para el MST
"constituyó un acto de provocación".
Valentini recordó que la deuda global de América Latina será, a finales de
1999, de unos 706.000 millones de dólares, "pese a que la región ha pagado
más de 700.000 millones de dólares en intereses en los últimos años".
"Ni siquiera en la época de la colonia hubo tal transferencia de capitales
desde América Latina, una región que hoy está siendo escenario de algo
parecido a una guerra mundial, por la cantidad de gente que muere por el
hambre y enfermedades que podrían prevenirse", declaró el abogado brasileño
Arístides Junqueira.
Además de las entidades citadas, el jurado contó con destacados abogados y
juristas de Brasil, así como desempleados urbanos e indígenas de la etnia
"pataxo", de la Amazonía.
Una de las intervenciones más aplaudidas y encendidas la protagonizó el
líder del MST, João Pedro Stédile, quien aseveró que "la moratoria es la
medida más urgente", pero pidió "la paralización total del pago de la deuda
y una ruptura con la dependencia externa".
Según Stédile, el mecanismo de la deuda es claramente "para dominar al
tercer mundo" y aseguró que, por ejemplo, Brasil "ha enviado más dinero al
exterior que el que ha recibido en inversiones extranjeras".
En Brasil se han recogido más de 500.000 firmas de apoyo a la Coalición del
Jubileo 2000 y las iglesias y organizaciones sociales esperan duplicar esa
cifra tras la "existosa" realización del tribunal.
Las cifras de la injusticia
El documento central del encuentro hizo especial referencia a la deuda
brasileña, que ha crecido de forma importante desde la llamada crisis de la
deuda de los años 80.
"Solamente de 1989 a 1997 Brasil desembolsó, a título de intereses y
amortizaciones 216.000 millones de dólares. La deuda era de 115.000
millones, pero pagamos 216.000 millones y hoy todavía quedamos debiendo
212.000 millones de dólares", reza el documento.
"Cualquier niño de tercer grado percibe que esa cuenta está mal, que no
da", dijo de forma irónica el líder del MST para reiterar que no deben
hacerse más pagos "sobre algo que ya fue cancelado".
En relación a América Latina en su conjunto, se vive una situación
"insostenible" y la Declaración de Tegucigalpa, producto de la coalición,
precisa que "a mediados de los 70 la deuda regional se elevaba a cerca de
60.000 millones de dolares, en 1980 llegó a 204.000 millones, en 1990 fue
de 443.000 millones y se calcula que a fines de 1999 sea algo como 706.000
millones de dólares" (ver ALAI 288, 24/02/99).
En el presente año, se estima que América Latina y el Caribe en su conjunto
deberá pagar 123.000 millones de dólares en intereses y servicio de la
deuda, pero esto no reducirá lo adeudado.
"Solamente en servicios de su deuda externa la region pagó, entre 1982 y
1996, la cifra de 739.000 millones de dólares y esto es una cifra superior
a la deuda total acumulada", reza la declaración, que con cifras demuestra
la "injusticia" que debe ser anulada en el Jubileo del año 2000.
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