Chávez a la oposición
18/08/2004
- Opinión
La única forma de salvar a la oposición del laberinto golpista
en que se encuentra, es que Chávez salte la talanquera y asuma
su liderazgo.
Tras el fracaso de la asonada militar del 4-F, el teniente
coronel Chávez se convirtió en la primera y única figura
política que le daba la cara al país para reconocer la derrota y
asumir su responsabilidad. En señal de televisión a todos los
rincones del país, Chávez anunció que "por ahora" no se habían
lograron cumplir los objetivos y exhortaba a sus tropas a
rendirse, deponer las armas y asumir con gallardía las horas
difíciles que se avecinaban. Junto a sus compañeros de lucha
asumió su prisión sin un ápice de queja o pretendiendo explotar
la lástima, como lo hacen ahora dirigentes opositores después de
arremeter contra los derechos humanos y misiones diplomáticas
extranjeras.
Como presidente, Chávez debió sortear con gallardía otra
encrucijada cuando miembros del Alto Mando militar en
conchupancia con la élite empresarial y dueños de medios
ejecutaron el golpe de Estado del 11 de Abril. Bajo la amenaza
de bombardear el Palacio de Miraflores y acabar con la vida de
la dirigencia bolivariana, los golpistas exigieron la renuncia
del presidente, la cual habría sido considerada con la condición
de que se respetaran la vida de sus ministros, la Constitución
Nacional y las instituciones bolivarianas. Afortunadamente, la
naturaleza fascista de los golpistas les impidió aceptar y
prefirieron acabar con las instituciones democráticas, violando
de manera sistemática los derechos humanos. El bravo pueblo
venezolano respondió a la altura de las circunstancias y por
primera vez en la historia salió a las calles desafiando el
poder de los golpistas mientras los militares leales a la
revolución tomaban el palacio presidencial, haciendo huir
despavorido a todo el conglomerado golpista que entre champagne
y cartier habían aclamado horas antes los decretos dictatoriales
de Carmona.
La oposición continuó su ciclo golpista con el sabotaje
petrolero, atentados terroristas, guarimbas y planes de
subversión paramilitar, al tiempo que los medios continuaban
envenenando a la clase media con fuertes dosis de rabia
antichavista. Y de ese laberinto golpista, la dirigencia
opositora no ha podido salir.
El presidente Chávez y su proyecto bolivariano de desarrollo han
obtenido una abrumadora victoria electoral, la octava al hilo en
los últimos seis años, con mas de cinco millones de votos, cifra
record para cualquier proceso electoral en la historia de
Venezuela.
Todas, absolutamente todas las encuestas lo predecían, y así fue
avalado posteriormente por la OEA y el Centro Carter: ["Luego de
un análisis suficiente de nuestras fuentes de evaluación del
proceso podemos decir que nuestra información coincide con los
resultados parciales anunciados esta madrugada por el Consejo
Electoral. No hemos encontrado elementos que indiquen que pudo
haber un fraude."]
También fue respaldado por todos los observadores
internacionales:["El proceso venezolano contó con satisfactoria
garantía de confiabilidad, transparencia y rigurosidad
técnica."]
Y hasta fue reconocido por la propia Súmate, empresa creada con
fondos del gobierno estadounidense para asesorar técnica y
electoralmente a la oposición: ["En efecto, los números que
tenemos en el conteo rápido sí coinciden con los del Centro
Carter y el CNE."]
Sin embargo, la dirigencia opositora no consigue aceptar el
principio fundamental de la democracia sobre la voluntad
electoral de la mayoría, calificando el impecable proceso
electoral de fraude, madrugonazo, o con el patético sofisma de
"duda razonable", aunque su negativa a reconocer la victoria de
Chávez sea lo mas irracional que haya hecho hasta ahora.
Pero no es el fracaso electoral lo que ha terminado de sepultar
a la oposición venezolana, sino la ausencia de lideres que
asuman con gallardía la derrota. En el momento mas apremiante,
la dirigencia puntofijista se inhibe y abandona a sus
simpatizantes en medio del limbo político cuando están mas
ávidos de conocer las nuevas políticas y estrategias de cara al
futuro.
Así lo hizo el líder y estadista Chávez tras la convocatoria
oficial del referéndum revocatorio. Los simpatizantes del
presidente pasaron por un breve período de frustración,
dispersión y confusión, el cual fue manejado por el presidente
de manera gloriosa en su histórica cadena nacional, donde además
de aceptar el reto del referéndum, delineó las líneas de acción
a seguir en lo que sería la Batalla de Santa Inés.
En una nueva demostración de magnanimidad, y previendo que el
descalabro de la oposición podría tener consecuencias
desastrosas para la estabilidad del país, el presidente Chávez
le extiende un puente a la oposición, le brinda la mano a su
dirigencia y le pide a sus simpatizantes que no se sientan
derrotados, invitándolos a integrarse y trabajar juntos por
Venezuela, respetando las diferencias y honrando la Constitución
Nacional.
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