Dónde están los petrodólares?
01/09/2013
- Opinión
Es admirable contemplar a ciertos afiebrados analistas políticos, que de tanto exprimirse el cerebro, se les atrofia el cacumen y terminar hablando tonterías, como la infinidad de cálculos que hacen en torno a los petrodólares, a las inversiones de ese dinero, a los recursos que van a producirse en el futuro, a los cálculos para eliminar la pobreza crítica, etc.
Dado que por hablar o escribir no se paga impuestos y si son absurdos, menos aún, lo único que provocan es vergüenza ajena: los supuestos analistas titulados, con tal de poder echar leña a lo que suponen fuego, emiten sus augurios perversos y maliciosos, con tontera y todo.
Eso es lo que sucede cuando estos actores politiqueros calculan la cantidad de petrodólares que debió haber entrado al erario, en los pasados 40 años, en función de las exportaciones de crudo, olvidando ex profeso que más del 80% del valor de las exportaciones iban a parar a los bolsillos transnacionales y compinches locales, hasta que llegó Correa y mandó a parar.
De otra parte, la política pública de entonces no contemplaba la renegociación de los contratos petroleros, todo dinero factible se destinaba al pago de la deuda externa, que se convertía en eterna, y los sectores de pobreza no tenían vías, ni les construían escuelas gratuitas, no había hospitales equipados, ni profesores ni policías con sueldos mejorados, ni atención a los discapacitados, ni esperanza alguna de que esto mejore.
A partir de la renegociación de la deuda externa, de la renegociación de los contratos petroleros y el volteo de la tortilla para que el país se quede con el 80% de los beneficios y poder sufragar la obra y servicios públicos, es que se habla de cambios y se puede empezar a hablar de revolución que cambie la relación de poder.
Los dólares del petróleo son iguales a los demás: es la forma de administrarlos y gastarlos lo que marca la diferencia para llegar a una época en que existe un claro empeño en disminuir la pobreza, que sólo se puede neutralizar cambiando la estructura del Estado y del país, disminuyendo la brecha entre los que tienen todo de sobra y los que hoy van recuperando la opción de construir su esperanza de poder superar la miseria que se revela en la inexistencia de agua potable sustituida por líquido contaminado; carencia de alcantarillado que destruyen las fuentes naturales; enfermedades contagiosas; analfabetismo; mortalidad infantil; etc. etc.
Allí, sobreviviendo como pordioseros encima del oro negro y del amarillo, en condiciones contrarias a la maravillosa y solidaria utopía del “Buen Vivir” colectivo.-
Alfredo Vera, escritor, periodista ecuatoriano, ex ministro de Educación
Publicado en El Telégrafo 2013-09-02
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