El FMLN y la vigencia del pensamiento revolucionario en El Salvador
31/08/2004
- Opinión
I La misión del partido revolucionario
Para comprender la evolución que ha tenido el FMLN, y los
problemas que hoy día enfrenta el cumplimiento de su misión
histórica, primero hay que tener presente la visión con la que
ha actuado y actúa dentro de las condiciones de nuestro país.
Esa visión se elaboró en el curso de las negociaciones de los
Acuerdos de Paz: Los acuerdos le pondrían fin al conflicto
armado, sin consumar la revolución, e iniciarían un proceso de
democratización que visualizábamos sería largo, debía ser
sostenido, y crearía las condiciones para alcanzar sucesivamente
niveles superiores de desarrollo social.
Fundamentados en esa visión, definimos entonces nuestra misión,
la cual podría resumirse así: dejábamos las armas, nos
convertíamos en un partido legal para participar activamente en
la lucha política, entrábamos así dentro del sistema con la
decisión de mantener una lucha persistente para consumar la
revolución democrática inconclusa, orientada a cambiar el
sistema, asegurar el desarrollo social, en un curso más o menos
duradero rumbo a una sociedad socialista.
Como el trazo de nuestra misión ocurría en el momento que se
desplomaba, víctima de sus errores y defectos, el así llamado
socialismo real, nos referíamos a un socialismo que debía ser
rediseñado. Estábamos claros que el capitalismo no podía
resolver a fondo ni de manera consecuente el problema
fundamental del pueblo salvadoreño: la pobreza, la falta de
justicia y de democracia. Estábamos si embargo poco claros de
los perfiles y consecuencias de la etapa del capitalismo que
estaba desplegándose sobre el mundo en aquel momento: el
capitalismo neoliberal, el capitalismo de las grandes
transnacionales, el capitalismo de la globalización y de la
época de la monopolaridad.
Se derrumbaba el polo de la izquierda, el polo socialista, el
que mantenía el equilibrio y sostenía la paz mundial, la
posibilidad de la autodeterminación de los pueblos y por
consiguiente del desarrollo de procesos revolucionarios, en la
mayoría de veces sin intervención militar del imperialismo o, en
contrapeso, con el apoyo político del otro polo en la ONU,
entonces respetada, obligando a revertir invasiones, como en el
caso de la agresión a Egipto en 1956 por Inglaterra, Francia e
Israel para anular la nacionalización del Canal de Suez; donando
en ocasiones armas, otros elementos logísticos y aportando
amplia cooperación económica y científico-técnica para el
desarrollo económico social y la defensa nacional, como en los
casos de Mongolia, China, Corea, Cuba, Viet Nam, Angola,
Etiopía, Nicaragua y tantos otros países.
Dentro de la bipolaridad, transcurrió el proceso de liberación
de gran parte de las colonias, en Asia y África, en muchos casos
incluso pacíficamente.
Pero cuando el FMLN realizaba su gran ofensiva de noviembre y
diciembre de 1989, surgía el mundo unipolar y el capitalismo
neoliberal se empoderaba sobre el planeta. El capitalismo
neoliberal en los Estados Unidos ha terminado siendo como un
sistema corporativo, en el que están integrados el aparato civil
y militar del Estado, la oligarquía financiera, las
trasnacionales, parte de los principales grandes medios de
comunicación, las más importantes universidades, sus llamados
tanques de pensamiento, en fin, todos los sujetos y componentes
que ponen en marcha la así llamada globalización bajo la
hegemonía de los intereses y decisiones de la élite del gran
capital monopólico, especialmente petrolero, productor de armas
y financiero. Esta estructura corporativa se reproduce en los
países dependientes como el nuestro.
Subrayo: abandonamos las armas, entramos en el sistema, para
cambiar el sistema, no para que el sistema nos cambie a
nosotros. En aquel momento estaba iniciándose, también en El
Salvador, el desplazamiento del capitalismo existente hasta
entonces e instalándose en su lugar el capitalismo neoliberal
dependiente. En los primeros momentos, no lo llegamos a
comprender en toda su profundidad. Hay una huella de esa
incomprensión en los Acuerdos de Paz: como en esos días se
iniciaban las privatizaciones- se estaba privatizando la banca y
se hablaba de nuevas privatizaciones, dentro del "ajuste
estructural" a cargo del gobierno arenero de Alfredo Cristiani-,
nosotros insistimos en establecer en el acuerdo "medidas
compensatorias sociales", una de las cuales consistía en dar
participación a los trabajadores como accionistas de las
empresas privatizadas. No previmos lo que ocurrió después; por
ejemplo, en la privatización de ANTEL: las acciones que le
dieron a los trabajadores no les sirvieron de nada, después se
las depreciaron y se las terminaron quitando, dentro de lo que
llaman la lógica del mercado.
La mayor dosis de pobreza e injusticia agregada por el
capitalismo neoliberal, legitimizan y fortalecen aún más nuestra
misión. Se trata, en resumidas cuentas, de que debemos cumplirla
enfrentando un capitalismo mucho más poderoso, en cuyos
gobiernos están integrados los dueños del país, quienes los
controlan y dirigen. Son gobiernos que se ven a sí mismos ya no
como aliados de una potencia extranjera, sino como subordinados
incondicionales del único polo que quedó en pie en el planeta y
pretende constituirse en el dueño del mundo, apoyado en su súper
poderío militar.
Nuestra misión no cambia, pero se hace más dura, más compleja,
porque este capitalismo es también muy sofisticado, recurre en
gran escala a la remodelación del pensamiento masivo de la
sociedad, mediante la manipulación de las mentes usando los
grandes medios de prensa, los cuales trabajan con una agenda
coordinada y concentran su ataque sobre el ideario y sobre los
personajes principales del FMLN.
Ello, no obstante, si hacemos un balance somero, la fidelidad a
esa misión, la fidelidad a las ideas revolucionarias, al
compromiso con el pueblo, nos ha permitido avanzar, a pesar de
sufrir el impacto del poderío y la sofisticación del sistema.
II El FMLN: del partido de cuadros y el ejército guerrillero al
partido de las afiliaciones masivas electoreras
Los Acuerdos de Paz implicaron, no sin dificultades ni
resistencia de parte de la derecha gobernante, que el FMLN
irrumpiera en la vida político-institucional del país,
convertido en partido político legal. Pronto comenzaron a
aparecer los locales públicos del FMLN y se inició un proceso
masivo de adhesiones de ciudadanos de variados sectores
sociales. Hombres, mujeres y jóvenes, personas progresistas en
general, que sin haber estado dentro de alguno de los cinco
partidos que formaban todavía el FMLN, habían admirado y apoyado
nuestra lucha armada, no tardaron en tocar las puertas del nuevo
partido en formación. Pero también personas que antes habían
simpatizado con otras ideas políticas buscaron incorporarse al
Frente.
Eran momentos en los que el Partido Demócrata Cristiano estaba
en crisis. Es este un antiguo Partido que había perdido su meta,
su misión ideológica y programática social cristiana. Se había
extraviado durante el periodo del ejercicio del gobierno, desde
el contragolpe de Estado que dio origen a la segunda Junta, en
enero de 1980, en la que participó como el componente político
principal y luego durante la Presidencia de Napoleón Duarte,
convertido en la cara "presentable" de la guerra
contrainsurgente de "baja intensidad", llevada adelante en El
Salvador bajo el timón político-militar de dos gobiernos de
Estados Unidos, los de Reagan y Bush padre. Fueron ellos quienes
suministraron el financiamiento, la ideología, la estrategia, el
adiestramiento, la reestructuración, la conducción y
armamentización de la Fuerza Armada, en todas sus ramas.
Todo eso había, para decirlo de manera simple, debilitado y
descompuesto al Partido Demócrata Cristiano y provocado la
emigración de sus bases, que eran en mayoría genuinamente
populares, sobre todo en zonas rurales y en pequeños municipios.
Una parte importante de esa gente ingresó al FMLN y trajo las
costumbres del funcionamiento de un partido convertido en
aparato puramente electorero.
Junto con ellos, ingresaron personas que venían del PCN, otros
provenientes de estructuras de la antigua dictadura militar a la
que le habíamos puesto fin con nuestra lucha armada y con los
Acuerdos de Paz. Me refiero, sobre todo, a un número apreciable
de ex patrulleros, soldados desmovilizados y agentes de los
cuerpos de seguridad disueltos que fueron ingresando y trajeron
sus propias culturas y visiones.
Este fenómeno tampoco fue analizado por nosotros en todas sus
consecuencias, como debimos hacerlo, no para cerrar las puertas
del FMLN a esas personas, sino para poner en marcha un
extraordinario esfuerzo de educación política que permitiera
asimilarlas a nuestras visión y misión.
Así, en definitiva, con el ingreso de miles de personas de
distintos estratos sociales e incluso diversa práctica política,
nos convertimos en un partido voluminoso. En los primeros
momentos, estos ingresos se hacían por vía de cada uno de los
cinco partidos que integraban el FMLN, conforme a los requisitos
y procedimientos de sus respectivos Estatutos. Cuando en 1995
creímos necesario darle un mayor nivel de unidad al FMLN,
procedimos a disolver los cinco partidos fundadores (FPL, PRTC,
PCS, ERP y RN)
Mientras tanto, los que fueron nuestros enemigos en la guerra,
con fuerte apoyo del extranjero (gobierno de Estados Unidos,
principalmente), desarrollaban sobre nosotros una intensa y
aguda ofensiva ideológica mediante foros, conferencias,
seminarios, cursillos, etc., en medio de una sostenida práctica
de exquisitas cenas y tertulias en las residencias de los
líderes más protagónicos de la gran empresa privada. Comenzaron
así a aparecer al interior del Frente, lenguaje, conceptos y
categorías propios del pensamiento en boga del capitalismo
neoliberal y globalizante. Esto desembocaría, a finales de 1994,
en la crisis que creó Joaquín Villalobos y llevaría a su salida
del FMLN para crear el "Partido Demócrata", de vida fugaz,
firmante del "Pacto de San Andrés" con el gobierno de ARENA.
Para facilitar a este elevar el IVA del 10 al 13% y ayudarle a
frustrar la reforma del sistema electoral, con la cual se
comprometió ante la ONU, al pasar a la segunda vuelta de las
elecciones presidenciales de aquel año.
Como la forma de lucha política para acceder al gobierno se
realiza por medio de elecciones, sin mucha discusión, se
entronizó la idea de que teníamos que ser un partido, como se
decía en aquél tiempo, mas de masas que de cuadros:... "si
queremos obtener más votos, tenemos que tener más miembros", lo
cual constituía una manera de priorizar la cantidad y justificar
la falta de esfuerzo en la educación ideológica y política, el
desprecio por la calidad. La disolución de los 5 partidos
potenció y facilitó al extremo esta tendencia.
Hasta ese momento, como ya se dijo, cada partido tenía sus
propios procedimientos de ingreso y, en gran medida, para
ingresar al FMLN había que ingresar a alguno de sus partidos.
Por eso, en el Estatuto del FMLN elaborado al momento de su
legalización, no se consideró necesario reglamentar o normar el
proceso de ingreso. La disolución de los partidos abolió de
hecho los cinco Estatutos. Se abrió así un mecanismo de ingreso
simple: bastaba con firmar un papelito en donde se escribía el
nombre, el número de la cédula de identidad, el número de carné
electoral, la dirección y un aval de dos afiliados (que podían
ser los mismos que habían ingresado quince minutos antes); se
firmaba ese papelito y la afiliación quedaba consumada. No era
necesario que nadie la aprobara, simplemente firmado el
papelito, se ingresaba en el registro de afiliados del Partido.
Para ser dirigente del Partido no había ningún requisito además
de la afiliación. Cualquiera podía ingresar hoy a las 10:00 de
la mañana al Partido, por la firma de aquel papelito, y a las 3
de la tarde, en la Convención Nacional, ser electo, por ejemplo,
como Coordinador Nacional del Partido. Ciertamente nunca ocurrió
así en el caso de este cargo; pero sí ocurrió a niveles de las
directivas municipales y departamentales. No había necesidad de
ninguna antigüedad o de pasar por algún proceso previo de
formación, evaluación o certificación.
Así fue como en muy poco tiempo teníamos un Partido diferente
por su composición y por las motivaciones de una parte de la
gente que lo forma. Sucesivas reformas estatutarias fueron
realizadas para "democratizar" el Partido, con las cuales los
nuevos componentes, motivaciones y pensamientos dentro del
Partido tuvieron más carta de ciudadanía, adquirieron derechos.
Después se fue más lejos en este superficial concepto de
"democratización". Sin aprobar antes ningún criterio de
capacidad y solvencia política y moral en los aspirantes, se
estableció que todos los cargos de dirección del Partido, a
todos los niveles, de los municipales a los nacionales y las
candidaturas a cargos públicos, desde las candidaturas a
concejales municipales, alcaldes, síndicos, candidatos a
diputados(as) propietarios y suplentes, hasta candidatos a
Presidente(a) y Vicepresidente(a) de la República, deben
decidirse en elección directa y secreta de todos los afiliados y
afiliadas.
III Reformar la construcción y funcionamiento del FMLN es una
necesidad imperiosa
El Partido en su conjunto se convirtió así en un espacio
sumamente favorable y casi permanente para las prácticas
electoreras. Por otra parte, nuestra llegada a los primeros
cargos públicos engendró o despertó motivaciones, aspiraciones y
ambiciones personales y grupales. Haber pertenecido a tal o cual
partido fundador del FMLN se convirtió para algunos en un
recurso para producir agrupamientos de poder, cuya función
desemboca en el compromiso de apoyarse mútuamente en las
votaciones internas. El tema del sectarismo va más lejos,
cultiva prejuicios y merece ser analizado aparte, con mayor
profundidad. Baste por el momento subrayar el inmenso daño que
al FMLN le han causado y le siguen causando las conductas
sectarias. Para ciertas personas que militan en el Frente,
algunas de las cuales han llegado a ostentar cargos de dirección
en el Partido, el haber pertenecido a una u otra organización es
el criterio fundamental, casi exclusivo, para evaluar la
calidad, el pensamiento y las acciones de un compañero o
compañera. Que las organizaciones tengan ya casi 10 años de
haberse disuelto no les importa, es un detalle sin valor. No
todas ellas son iguales. Hay quienes viven anclados en el
pasado, creen ferviente y sinceramente que antiguas diferencias
políticas, como las que alguna vez existieron entre las FPL y el
PCS o entre otras organizaciones, y que fueron en su momento
resueltas en la lucha y en la práctica revolucionarias,
constituyen todavía el punto de definición determinante para la
presente etapa del proceso político. Pero también están quienes,
sabiendo que lo que menos prevalece en estos momentos es un
problema de diferencias entre organizaciones que ya no existen,
manipulan deliberadamente las mentes y sentimientos de los
primeros para utilizarlos en sus objetivos de poder hacia el
interior del FMLN. A los primeros hay que ayudarlos a comprender
el momento histórico que ahora vive el Partido, a que vean hacia
delante, hacia el futuro, dejando atrás una visión sectaria ya
superada por la historia. A los segundos hay que
desenmascararlos y ponerlos en evidencia, sin vacilación alguna.
La incursión del FMLN a los espacios de poder institucional, con
el subsiguiente acceso a privilegios e influencias, no podía
dejar de hacer mella en la textura ideológica de algunos
cuadros. El sistema reaccionó, comprendiendo a dónde podía
llevarnos esta situación. Desde los primeros momentos en que
hubo diputados del FMLN, la derecha dominante empezó a subir el
salario de este cargo, que había estado a niveles bastante
inferiores durante mucho tiempo; hasta abrir una distancia muy
grande respecto al estándar de salarios de los trabajadores. Con
los Alcaldes y Concejales ocurrió algo similar, aunque por
iniciativa de ellos mismos, de manera que esos cargos se
hicieron atractivos y mantenerse en ellos se volvió también una
motivación muy fuerte para muchos.
El desempeño de esos cargos generó poder, más poder al interior
del Partido que poder en la toma de decisiones que impactan al
país. En realidad los cargos públicos son poderes
extrapartidarios que inciden en la lucha interna por los cargos
de dirección, los cuales se fueron convirtiendo, en la óptica de
muchos, en una especie de grada, de escalera, para arribar en su
momento a los cargos públicos. Algunos alcaldes que querían ser
reelectos, empezaron a utilizar el poder de su alcaldía para
generar una incidencia fuerte al interior del Partido. Es así
como los cuerpos de promotores y los proyectos de beneficio
comunitario han sido usados por algunos para afiliar nuevos
miembros, y el ingreso de nuevos miembros se volvió decisivo en
las elecciones internas.
Una de esas alcaldías tiene, por ejemplo, un proyecto para
llevar agua o hacer otras obras de interés comunal en una
determinada colonia, barrio o comunidad. Ya tiene el proyecto,
tiene los recursos, entonces va y le dice a la comunidad:
"...para que este proyecto lo ejecutemos, para que ustedes
obtengan agua, obtengan el mejoramiento de la calle, obtengan la
electricidad, el muro de contención, la zona verde o la casa
comunal, etc....deben afiliarse al Partido y votar por mí". Me
estoy refiriendo a las elecciones internas como candidato para
la alcaldía. O... "Yo quiero pasar a la diputación y fulano o
mengana será quien va a la alcaldía". Por supuesto, esto no lo
hacen todos, lo han practicado algunos, pero el daño al Partido
ha sido grande.
Así creció el registro de afiliados de una manera falsa, la
mayoría de esa gente no tenía ningún compromiso con el Partido.
Firmaban el papelito, entraban, y una parte, no todos, se
presentaban a votar, los transportaban con medios de la alcaldía
el día de la votación. De esa forma esos nuevos "afiliados",
consideraban que habían pagado su compromiso y ... !No se les
volvía a ver!. Eso es lo que explica por qué teniendo
nominalmente padrones muy grandes de afiliados(as) el porcentaje
de quienes acuden a votar en sus internas es reducido y aun más
reducido es el de quienes participan en el trabajo partidario
cotidiano. A ese tipo de "afiliado" no le importa el Partido,
porque su vínculo con él no es ideológico, ni político, sino una
especie de relación comercial: vos me hacés la obra comunal y yo
te pago afiliándome y votando por ti en las internas. ¡Hasta
allí llega el trato!
Por lo mismo, la lucha por limpiar el registro de afiliados es
uno de los problemas más serios que se ha enfrentado de manera
recurrente. Yo he propuesto un mecanismo automático de
depuración de ese registro de falsos afiliados(as). Consiste en
emitir un Carné de membresía del FMLN. Se aprobó y todavía no
se ejecuta, aunque es una propuesta de hace varios años. Ese
carné debe tener doce casillas, una por mes, para pegarles una
estampilla de cotización mensual, con un sistema de distribución
de esos ingresos entre los organismos del Partido, asegurando
así que la cotización sirva al financiamiento de todo el trabajo
partidario. Si se está al día en la cotización, bastaría con
mostrar el carné. Se puede, digamos, aceptar hasta dos meses de
retraso, pero si se tiene una mora mayor, la persona no podría
ejercer sus derechos como miembro del Partido, mientras no se
normaliza. Propuse que cada año hubiera uno o dos meses durante
los cuales se renueva el Carné; quien no se presenta a retirar
el suyo quedaría fuera, a menos que probara una excusa válida.
¿Por qué no está funcionando el Carné? Hay distintos pretextos y
distintas argumentaciones, pero el fondo del fondo del asunto es
que se quiere seguir con las cosas como han venido sucediendo:
viabilizar las ambiciones o las motivaciones o las aspiraciones
individuales, por vía del enfrentamiento electorero interno.
Nuestro mayor distanciamiento de la gente y sus problemas son
estos viciados y frecuentes procesos electorales partidarios.
Casi siempre estamos inmersos en uno de ellos, a lo largo de 4 a
6 meses, durante los cuales la militancia y sus dirigentes se
absorben en los enfrentamientos internos, haciendo las delicias
de los medios de derecha; dejamos de escuchar a la gente,
abandonamos la elaboración de propuestas, la organización y la
movilización social para enfrentar la problemática que aqueja a
la población.
No solo debemos asegurar la autenticidad de nuestro registro de
afiliados, definitivamente debemos sustituir este casi
permanente ejercicio electorero por procedimientos democráticos
participativos que prestigien al FMLN y lo vinculen mas a la
gente.
Es necesario y urgente abrir en la base de nuestro partido un
debate, una consulta activa, para elaborar las ideas de la gran
reforma de su construcción y funcionamiento, indispensable para
fortalecer su capacidad de cumplir su misión.
Las prácticas perversas de este funcionamiento electorero
producen elementos y componentes ideológicos que van siendo
asumidos sin debate y tienden a destruir nuestras ideas
revolucionarias, en las cuales reside nuestra potencialidad de
fundirnos con el pueblo y construir la fuerza social y política
capaz de cambiar el sistema. Si nos desarman o nos desarmamos
ideológicamente, nuestra misión y razón de existir se habrá
perdido.
IV. El Partido revolucionario que necesitamos.
Para transformar la realidad en El Salvador necesitamos un
Partido que siga fiel a la misión revolucionaria de cambiar este
sistema. Su composición, su organización y funcionamiento deben
ser coherentes con esa misión ¡Porque, hay que admitirlo, se
rompió la coherencia entre la misión, la estructura y el
funcionamiento del Partido!
Si a estos factores ya analizados le agregamos que, durante
muchos años, la educación política prácticamente desapareció,
que incluso el cultivo de la memoria histórica desapareció por
bastante tiempo, es fácil entender las características del
pensamiento en nuestro Partido, tal como es hoy.
Declarar que seguimos siendo un partido de izquierda y un
partido revolucionario, se fue convirtiendo para muchos más bien
en un rito, sin un contenido consistente y sólido. Por supuesto
no hablo de todos, estoy hablando de una parte importante y
estoy diciendo que eso genera procesos como los que he
mencionado. De un tiempo hacia acá, hemos venido haciendo
esfuerzos en materia de educación política-ideológica, pero se
ven interferidos por los frecuentes, casi permanentes, procesos
electorales internos y nacionales.
Si en los momentos de la finalización de la guerra y la firma de
los acuerdos de paz, cuando estaba iniciándose la
neoliberalización del capitalismo dependiente en El Salvador, ya
trajo efectos negativos, ahora, después de quince años de
vigencia, la situación económica y social es mucho peor y la
situación política se esta deteriorando progresivamente. Cambiar
este sistema, es por tanto, una necesidad más urgente, más
justificada y legítima que antes.
Sin embargo, algunos están aspirando a cambiar la misión
revolucionaria del Partido. Para eso se alega de distintas
maneras, encubriendo los reales propósitos.
Muchos de los que argumentan así utilizan un lenguaje prestado
del discurso de los dueños del sistema: "Hay que ser realistas",
nos repiten. Ellos entienden el realismo en el sentido de que
hay que aceptar que las cosas son así, y como son así... ¿para
qué proponernos cambiarlas?. Ese, dicen, es un "radicalismo".
"Hay que ser viables", nos insisten, asumiendo la viabilidad en
el sentido de ser tolerados por los dueños del sistema. ¡Pero
los dueños del sistema nunca van a tolerarnos para que cambiemos
el sistema!
Su tesis suprema es la siguiente: "los dirigentes históricos
quieren mantenerse siempre en la oposición, nosotros queremos
llegar al gobierno".
Estas afirmaciones son falsas. Son sólo eso, afirmaciones
gratuitas, eluden analizar abierta y transparentemente las
capacidades y fraudes de la derecha para conservar el gobierno y
la manera eficaz de derrotarla, en base de una creciente
acumulación de fuerzas. Eluden reconocer nuestro consistente
avance en esa acumulación.
Para los revolucionarios el realismo responde a otro concepto:
conocer y estudiar la realidad para cambiarla, no para someterse
a ella. Y la viabilidad no tiene que ver con sacrificar
principios y misión, sino con saber definir y aplicar
estrategias de organización y lucha que nos lleven a niveles
superiores de conciencia, movilización del pueblo, alianzas,
acumulación y vuelco a nuestro favor de la correlación de
fuerzas para lograr el cambio.
En realidad, nuestro supuesto radicalismo no se puede definir en
la actualidad como anticapitalismo total. El programa que hemos
elaborado tiene a la base la conciencia de que no se trata de la
abolición inmediata del capitalismo en general, de toda
expresión de relaciones capitalistas de producción, distribución
e intercambio. De lo que se trata en nuestro Programa de la
época de la Revolución Democrática, es de abolir el capitalismo
neoliberal dependiente y asegurar el desarrollo nacional con
justicia social y en democracia participativa, que supere la
pobreza, el desempleo profundo y crónico, el atraso educativo-
cultural y científico-técnico, que garantice la salud, la
vivienda, el medio ambiente, la equidad de géneros; que reactive
la economía, reconstruya y fortalezca el tejido productivo
nacional, agropecuario e industrial, apoyando la pequeña y
mediana empresa, las empresas cooperativas y desarrollando la
integración regional. O dicho en pocas palabras: construir la
base económica y social que haga posible transitar a una
sociedad socialista.
El capitalismo neoliberal tiene una particularidad: deteriora y
aniquila a los sectores de la sociedad capitalista que no forman
parte de esta súper élite, enlazada con las trasnacionales y con
los gobiernos dominantes, especialmente con el de Estados
Unidos, en este proceso de globalización.
El capitalismo neoliberal choca con otros sectores simplemente
capitalistas. Pero además tiene sobre ellos hegemonías muy
severas, como el control bancario, que los amenaza con negarles
los créditos, con no perdonarles la mora, con no darles un
refinanciamiento. Los arrinconan y los obligan a cambiar de
posición, porque una de las características del capitalismo
neoliberal dependiente es el reinado absoluto e indiscutible del
sector financiero.
Objetivamente, estas características del capitalismo neoliberal
nos crean condiciones para unas alianzas amplias, pero muy
contradictorias también. Lo vimos no hace mucho en el caso de
los transportistas, que son nuestros aliados: acosados por la
política económica neoliberal y por la desmesurada elevación del
precio del diesel se lanzaron al incremento del pasaje sin
consultar ni hablarlo con nosotros, creándonos una situación
compleja y muy contradictoria. Así pues, debemos hacernos cargo
de que ampliar las alianzas no es un asunto simple, hay que
comprender y asumir que son también fuente de contradicciones
dentro del pueblo.
Quienes quieren abandonar nuestra misión se enfrentan sin
embargo con un serio problema: pese a todo, la mayoría de
nuestra militancia real y activa continúa siendo revolucionaria.
Nuestros compañeros y compañeras viven entre el pueblo, forman
parte de él y reciben todos los días el impacto de una realidad
que reclama el cambio del sistema. Esa militancia ejerce el voto
en las elecciones internas y para conseguirlo, quienes hoy
quisieran abandonar nuestra misión histórica, deben enmascarar
bastante sus planteamientos; no los presentan de una vez como el
abandono de la misión, de los objetivos revolucionarios, sino
como la necesidad de "cambiar métodos, estilos" y cosas
parecidas, formuladas con frases generales, superficiales, pero
bien adornadas con palabras atractivas y sin contenidos
concretos. En las últimas semanas han hecho un giro, intentan
presentarse incluso como la izquierda de la izquierda. La base
más experimentada sabe que hay que analizar conductas y
trayectorias y no guiarse por simples apariencias. En realidad,
la maniobra está dirigida a la nueva afiliación, que ha llegado
a nuestras filas, en gran proporción imbuida de las ideas y
propuestas que difundimos intensamente a lo largo de la reciente
campaña presidencial.
Yo conozco a no pocos compañeros y compañeras involucrados(as)
hoy en esta posición, que son auténticos militantes de izquierda
que más temprano que tarde chocarán con la doblez e insanía de
sus actuales conductores. A ellos les digo que volveremos a
encontrarnos en el enorme esfuerzo por reformar a fondo al FMLN.
V Cambiar el sistema usando sus mismas reglas es difícil, pero
no imposible
Hay quienes argumentan que no es posible generar un proceso de
cambio desde dentro del sistema, actuando con las mismas reglas
del sistema. Estoy en desacuerdo con esta opinión, que se
presenta como verdad absoluta e indiscutible.
Ciertamente a comienzos de los años 70 del siglo XX vimos en
Chile arribar al gobierno a la Unidad Popular, llevando a
Salvador Allende a la Presidencia de la República, mediante su
victoria en elecciones efectuadas de acuerdo a las reglas del
sistema y después vimos al Ejército derribarlo, asesinarlo e
instaurar la sanguinaria y feroz dictadura del General Pinochet.
Pero desde 1998 hemos presenciado en Venezuela el desarrollo del
proceso revolucionario bolivariano que puso en marcha Hugo
Chávez, accediendo al gobierno por medio de elecciones, con las
reglas del sistema y ha procedido a cambiarlo.
En Venezuela se están produciendo cambios muy importantes, en el
ámbito social, en el económico y el político. Allí se ha roto
con el esquema neoliberal. Esa es la razón que explica el odio
de la gran burguesía hacia Hugo Chávez. No es que haya abolido
el capitalismo en general, lo que se está aboliendo es el
capitalismo neoliberal dependiente y realizando obras sociales,
cambios sociales, con la participación activa de la gente y lo
ha entendido bien la población. Por eso el pueblo lo salvó del
golpe militar en abril de 2002 y después de la así llamada
"huelga general", en realidad sabotaje a la extracción,
refinado, distribución y exportación del petróleo. Yo no
recuerdo ningún otro caso en América Latina de un gobierno que
una vez derrocado por un cuartelazo, el pueblo lo rescate y los
militares se subleven contra sus jefes golpistas.
Y todo ha ocurrido en Venezuela a partir de repetidas
elecciones. Chávez es el líder revolucionario que ha ido más
veces a elecciones en un corto periodo. La más reciente de ellas
ha sido el referéndum revocatorio (15 de agosto del año en
curso), en el cual obtuvo una clara y contundente victoria. El
referéndum revocatorio fue creado por la Constitución
Bolivariana, que cambió las reglas del juego del viejo sistema y
le dio profundidad y autenticidad a la democracia. En Cuba, sea
dicho de paso, el derecho de revocatoria del mandato a los
funcionarios de elección popular, también forma parte de su
democracia, desde muchos años antes. Los funcionarios deben
rendir cuentas cada cierto tiempo a sus electores y si estos
consideran que no ha desempeñado bien el cargo, que no ha
cumplido con lo que de él o ella esperaban, les pueden dar por
terminado su mandato y elegir otras personas.
El ejemplo de la Revolución Bolivariana nos muestra que para
cambiar el sistema desde dentro del mismo, actuando con sus
reglas, se requiere un liderazgo fuerte y, sobre todo, generar
un altísimo nivel de conciencia y de organización popular, que
llegue a impregnar a los oficiales y soldados y ponga en pie, de
ser posible, a todo el pueblo pobre y trabajador.
En América Latina también hemos visto el caso de una triunfante
revolución armada, la sandinista, que derroca a una vieja
dictadura, destruye su ejercito, institucionaliza a la fuerza
guerrillera y diez años más tarde, luego de años de
contrarrevolución armada por el imperialismo, pierde el poder
con las reglas electorales tradicionales.
Nada pues, autoriza hoy planteamientos dogmáticos sobre la vía
de la revolución. Todas son posibles si las fuerzas
revolucionarias, el partido de la revolución, logra ganar el
corazón y la mente del pueblo y si lo sabe organizar y conducir
con acierto. Ello exige un partido fiel a su misión y un
liderazgo experto y lúcido.
Que en El Salvador se repitiera el fenómeno de la izquierda
revolucionaria asumiendo el gobierno por vía electoral, fue lo
que llevó el pánico a la gran burguesía y a su partido ARENA en
las elecciones presidenciales recién pasadas. Sus temores tenían
fundamento: para detenernos recurrieron a una operación
gigantesca de atemorizamiento, en que participaron altos
funcionarios de Estados Unidos, asesores extranjeros de alta
calificación, golpistas venezolanos, contrarrevolucionarios
cubanos, para aterrorizar a las gentes con la amenaza de que
Estados Unidos prohibiría el envío de remesas a El Salvador, y
el chantaje laboral de cerrar las empresas si triunfaba el FMLN;
recurrieron también a la compra masiva de votos, trajeron miles
de centroamericanos a votar aquí fraudulentamente, etc. y
difundieron miedo con las mentiras de que les quitaríamos a la
gente sus casas, tierras, hijos menores, cosechas, Biblias, etc.
Y, sin embargo, gran parte de la ciudadanía entendió nuestro
mensaje. Nosotros llegamos a ochocientos doce mil votos y eso es
más que la suma de las dos veces anteriores que participamos en
elecciones presidenciales, más que los votos con los que ganó
ARENA la Presidencia en cada una de las tres ocasiones
anteriores, y una vez y media mas que nuestra votación
mayoritaria para diputados y alcaldes en el 2003.
Haber sufrido el fraude y la imposición del miedo se ha
convertido en el argumento para tratar de llevar al Partido a
una situación "viable", como dicen algunos, en vez de combatir
contra estas armas perversas del sistema.
Esas personas dentro del FMLN albergan la ilusión de que serán
aceptados, para gobernar también "viablemente". Es decir, a tono
con el sistema, impulsando determinadas reformas o cambios para
que nada cambie. Eso es justamente lo que está intentando hacer
Saca para salvar el sistema capitalista neoliberal, que enfrenta
una crisis fiscal y macrofinanciera, una balanza comercial y de
pagos sumamente adversas, un endeudamiento público agobiante, un
deterioro profundo del sector agropecuario, un proceso de
desindustrialización, una problemática social en rápida
agravación, una situación política frágil, sólo sostenida por
los juegos mediáticos de una imagen "concertadora" del
Presidente, expuesta a agotarse pronto si no produce resultados
sustantivos que mejoren la situación de la gente e impulsen un
real desarrollo del país.
Si el FMLN se mantiene en su misión y supera sus debilidades y
enfermedades ideológicas y orgánicas, para estar en condiciones
de impedir que lo detengan, incluso con las mismas prácticas con
las que lo contuvieron en las elecciones presidenciales
recientes, entonces la estrategia de la derecha dominante
buscará destruir al FMLN. Debilitar y detener al FMLN o
destruirlo, estas son las dos estrategias que se discuten ahora
dentro de ARENA, entre los señores de la cúpula del gran capital
neoliberal y entre los funcionarios del gobierno de George W.
Bush, encargados de su política hacia América Latina.
VI ¿Llegar al gobierno para impulsar cambios o pasar por el
gobierno sin que cambie nada?
"!Es que ustedes no quieren llegar al gobierno!" ...Así nos
decía Napoleón Duarte en la ultima reunión nuestra con él y
dirigentes demócrata cristianos, en momentos en que en el PDC
había aceptado un pacto con el Alto Mando del Ejército para
prestar su cara a la sangrienta dictadura militar, en enero de
1980, a cambio de cargos en el gobierno. Fue un pacto con los
jefes militares más represivos y reaccionarios, después de que
ellos dispersaron al Movimiento de la Juventud Militar,
precipitaron la renuncia de la primera Junta de Gobierno y
cuando estaban multiplicando las matanzas, las capturas,
desaparecimientos y asesinatos, en San Salvador y en todo el
país. En esa reunión, que puso fin a nuestra alianza con el PDC
desde 1971 en la UNO, Duarte argumentó que llegando ellos al
gobierno se podían cambiar las cosas, desde arriba. Le dijimos
que no lo podría hacer y le explicamos cómo estaban las
estructuras militares-policiales, sus vínculos con el Pentágono,
con la CIA, etc., cómo ese sistema militarista formaba parte de
toda una red militarista latinoamericana comandada desde
Washington. Le explicamos todo eso y él insistía... "!Es que
ustedes no quieren llegar al gobierno!"
¡Curioso! ¡Es el mismo argumento que ahora nos echan en cara,
los que desde dentro del FMLN se presentan como abanderados de
la capacidad triunfadora! En verdad, no están diciendo nada
nuevo: están simplemente copiando de un pasado fracasado. La
tesis de Duarte fue la misma..., "estando adentro del gobierno
podemos cambiar las cosas, desde afuera no se puede". El que
estuviera incorporándose a un gobierno dominado por los
militares más reaccionarios, represivos y asesinos, no le
preocupaba. "Desde adentro podía cambiarse todo por el PDC".
Este argumento, 24 años después, sigue siendo el mismo:
"Haciéndonos viables podemos llegar al gobierno y realizar los
cambios".
Históricamente ha habido casos, muy pocos, en los cuales estando
en esa situación, el Presidente decide romper con los dueños del
país. Un caso fue el del coronel Arturo Armando Molina.
Protagonizó dos episodios de ruptura, aunque después se les
entregó. Cuando me mandó capturar y me llevó a Casa Presidencial
para hablar conmigo en agosto de 1973, me dijo que los ricos lo
querían sobornar:... "Me mandan mujeres, me invitan a sus
fiestas, me ofrecen hacerme accionista de sus empresas, y yo no
quiero. El pueblo está en una pobreza tan grande, yo lo he
visto durante mis giras por todo el país. Les he pedido a los
ricos que colaboren, que den algo para ayudar a la gente y se
han negado, no quieren dar ni un centavo..., más bien me quieren
corromper y yo no estoy dispuesto a permitirlo porque esto va a
estallar y no quiero manchar mis manos con sangre". Así fueron
sus palabras.
Lo intentó, pero no pudo. Lo visitaron dos de los más connotados
oligarcas y le dijeron: "Abrimos una cuenta con 10 millones de
colones para financiar que te derroquen... ya sabés que por
menos, muchos de tus compañeros en el Ejército se prestarían
para hacerlo". Entonces retrocedió y efectivamente se dejó
corromper, se hizo parrandero, lo hicieron accionista del
cemento MAYA, (aunque no pudo finalmente conservar las
acciones), le dieron otras cosas...se manchó las manos de sangre
y enrumbó el país hacia la guerra.
Para nosotros es indispensable llegar al gobierno, pero no es
suficiente; es necesario preparar las condiciones que hagan
posible que emprendamos verdaderas transformaciones
estructurales, capaces de superar las causas que dan origen a la
injusticia social, a la pobreza y al sistema político
autoritario. Me estoy refiriendo a ganar el corazón y la mente
del pueblo, elevar su conciencia revolucionaria mediante una
intensa y sistemática lucha de ideas y propuestas concretas de
soluciones a sus problemas y sufrimientos, construyendo una
extensa, ramificada y poderosa organización popular, concertando
y movilizando un amplísimo sistema de alianzas sociales y
políticas, vinculando profundamente al FMLN con un creciente
movimiento social; en fin, logrando un gran vuelco de la
correlación de fuerzas a nuestro favor, como la fuerza
revolucionaria capaz de transformar el país para bien de la
gente.
No se trata de dar simples paliativos, como los que acostumbra
la derecha y ahora Saca ofrece. Veamos por ejemplo el caso de la
salud. Saca ofrece el "FOSALUD" (elevar impuestos al tabaco,
armas y bebidas alcohólicas). Si es que los grandes empresarios
le permiten aumentar este impuesto, cosa aún poco clara, el
gobierno recogería unos $25 millones, con los cuales podría
dotar de algunas medicinas y equipo a los hospitales, con Saca
entregándolos personalmente, en medio de una millonaria campaña
de publicidad, donde gastará más dinero que el que gastaría en
medicinas y equipo médico. Pero ampliar la cobertura de salud
pública y su calidad a toda la población, especialmente a la más
desatendida de las zonas rurales... ¡No ocurrirá!
El efecto que se está persiguiendo es que mediante el uso masivo
de la publicidad, la gente en el resto del país, piense: "va
caminando la cosa, ya van a venir por aquí, ya nos va a tocar a
nosotros". Generar falsas esperanzas para ganar tiempo y llegar
a las elecciones del 2006 con supuesta ventaja. ¡Esas son las
típicas medidas de cambios para que nada cambie! Por supuesto,
para que todo esto ocurra y la gente se deje impactar, se
necesita como mínimo mantener a un FMLN inmovilizado, enfrascado
en conflictos internos amplificados por los principales medios
de comunicación. Pero si pudiera la derecha conseguir más, como
desmovilizar al FMLN, desarmarlo ideológica y políticamente, ese
sería un festín para ARENA, para sus dueños nacionales y sus
aliados extranjeros.
Yo sostengo que para enfrentar y derrotar la ofensiva mediático-
política de Saca, el FMLN debe estar siempre en contacto con la
población, informándole de todo y presentándole nuestras
propuestas, en este caso, nuestra propuesta de reforma integral
del sistema de salud sin privatización, para que la gente tenga
un parámetro de medición y de comparación. Hacer eso requiere un
Partido en que sus afiliados se conviertan en militantes,
organizados en los Comités de Base, que mantengan una relación
permanente y sistemática con la población de su entorno, de su
municipio, colonia, barrio, comunidad, explicándole y
escuchándole constantemente. Se requiere para ello un trabajo de
educación política y de transmisión de información muy ágil
dentro del Partido, en las dos direcciones: hacia la base,
poniendo en sus manos todas estas propuestas o todas las
explicaciones, y de la base a la dirección, trayendo sus
opiniones e informaciones, las opiniones y propuestas de la
gente.
Estas son una parte de las transformaciones que tenemos que
hacer en el FMLN. Yo creo que en este momento estamos en buena
posición, porque una parte grande de la nueva afiliación vino
marcada por el gran esfuerzo que hicimos en la campaña electoral
presidencial en la que nos dedicamos a comunicar nuestras ideas,
combatir las ideas reaccionarias de nuestros adversarios,
transmitir nuestro programa, llegando a las viviendas de las
personas. Esto se nota al hablar con los nuevos afiliados.
Vienen con posiciones, vienen con ideas, con actitudes y
voluntad. Es un buen momento para comenzar a hacer esa
transformación del Partido, desde la base, para garantizar la
conexión con la población y poner en marcha un nuevo tipo de
proceso de afiliación que va, ya no por la vía electorera, sino
por la vía de la comprensión y adhesión a la misión histórica
revolucionaria del FMLN, a sus propuestas concretas, basada en
la conciencia de que hay que hacer una gran lucha para llevar
adelante estos cambios. ¡Esto es renovar el carácter
revolucionario y mantener firme la misión del Partido!
De esta manera lograremos que tengan fundamento y fuerza
nuestras iniciativas programáticas, en la Asamblea Legislativa,
en los gobiernos municipales y en la mesa de diálogo con el
gobierno. Para ello es necesario adelantarse con nuestras
propuestas. Yo le he llamado a esto la dialéctica de dos
concertaciones. La concertación popular y la concertación
nacional, así lo planteamos por primera vez durante la
negociación de los Acuerdos de Paz. En este binomio dialéctico
la determinante es la concertación popular, que es donde debemos
poner un mayor énfasis, al mismo tiempo que estamos allá con el
gobierno y los demás partidos, en la mesa nacional,
manteniéndonos allí para obtener logros con la presión de las
demandas de la gente, o hasta que se demuestre su inutilidad.
Pero insisto, hay que asegurar la vinculación con la gente,
formar los Comités de Base, los dobles carriles que deben
generarse de esa información del Partido hacia la gente y de la
gente hacia el Partido. Ese es el antídoto para esa estrategia
de paliativos o cambios propagandísticos. Además, es la
fortaleza con la que podemos estar en la mesa de concertación y
es también el proceso de acumulación y vuelco de la correlación
de fuerzas que nos llevará al gobierno y al poder.
¿Qué otras cosas son necesarias realizar?. Poner en marcha un
sistema de educación política e ideológica, de formación en el
conocimiento de la problemática nacional y de nuestros
propósitos y promover un esfuerzo de debate profundo en el
Partido para ponernos en común, sobre lo que estamos haciendo y
lo que queremos hacer y para despertar la capacidad critica y
autocrítica de su militancia y dirigencia, en función de
realizar con eficacia su misión. Sobre la base de ese sistema de
educación política e ideológica debemos edificar una política de
cuadros, que permita promover a mayores responsabilidades a los
nuevos y antiguos militantes, dedicando particular atención a la
promoción de jóvenes y mujeres.
En el centro de nuestra política de formación y promoción de
cuadros debe estar la sabia orientación de combinar en las
estructuras y tareas a compañeros (as) antiguos (as)
experimentados (as) y capaces con compañeros(as) jóvenes e
iniciales. Así unos aprenden de otros, combinan la experiencia y
sapiencia, con la vigorosa energía e inventiva, en vez de lanzar
al Partido a un enfrentamiento generacional, como algunos
proclaman.
Debemos también dedicarle más atención a situaciones que hasta
hace poco se veían con un enfoque bastante limitado. Tenemos,
por ejemplo, que fortalecer el trabajo del FMLN con la comunidad
salvadoreña en el mundo, especialmente en los Estados Unidos.
Hay que superar el viejo enfoque, que hacía énfasis en el apoyo
que desde el exterior se podía promover hacia las luchas del
Partido en el interior del país. Con una cuarta parte del pueblo
salvadoreño viviendo en el extranjero, el FMLN debe saber
atender las demandas de esa parte del pueblo, que pide que sus
derechos políticos, económicos, sociales y culturales sean
reconocidos y respetados, tanto en su nuevo lugar de residencia
como aquí en el país. Al superarse el enfoque tradicional, se
verá más claro cuales son las readecuaciones orgánicas y
políticas que el Partido debe hacer para ir al encuentro de las
aspiraciones de nuestra comunidad en el exterior. Algunas de
estas readecuaciones, como la de crear una Secretaría de
Salvadoreños en el Exterior, ya están siendo sugeridas por los
mismos militantes del Frente en los Estados Unidos.
Asegurarnos que el Partido cumpla su misión obliga también a
entender y participar en la compleja realidad internacional en
la que el país se desenvuelve. La globalización neoliberal,
sumada a la desaparición del polo socialista, ha trastocado
profundamente el tradicional sistema de relaciones
internacionales. Las pretensiones imperiales de imponer un Nuevo
Orden Mundial han llevado a que el derecho internacional y las
instituciones que lo aplican sean desconocidos o anulados. Pero
al mismo tiempo, viene tomando fuerza el movimiento global de
resistencia frente a ese tipo de globalización, que margina a
los pueblos y concentra en unos cuantos países ricos y en sus
empresas transnacionales los beneficios de las nuevas
tecnologías y del auge del comercio y las inversiones
internacionales. En estas circunstancias, el FMLN debe afinar su
política internacional, especialmente hacia América Latina, los
Estados Unidos y Europa. Debe fortalecerse nuestra relación con
los países socialistas, con los gobiernos y fuerzas progresistas
y con el creciente movimiento latinoamericano y mundial que
plantea alternativas a la globalización neoliberal. Debemos
retomar con fuerza las banderas de la solidaridad, con los
pueblos que luchan por proyectos nacionales, por su
independencia y soberanía, y también con aquellos que son
agredidos por oponerse a los dictados imperiales.
VII Los desafíos para la nueva Dirección del FMLN
Se necesita combatir la corrupción en las estructuras de poder
en que estamos participando. Para eso estoy proponiendo crear
una Contraloría Política y Administrativa del Partido para
evaluar el funcionamiento de las Alcaldías, en relación con el
cumplimento de las plataformas ofrecidas, la práctica o la
ausencia de los métodos participativos de la población, el trato
a la gente, el abordaje de la problemática social, la
administración de los recursos, la honestidad, la probidad. La
Contraloría también evaluaría a los diputados en esos dos
sentidos. El problema es complejo, pero es un primer paso a dar
contra la corrupción.
¡Veremos si eso basta! Está claro: hay que combatir la
corrupción y el maltrato a la gente, desde la autoridad que
tenemos en esos cargos. Combatir el engaño de ofrecer y después
hacer otra cosa. Las condiciones concretas a veces nos imponen
ciertos cambios, eso es también una realidad. Uno ha creído,
por ejemplo, en un momento determinado, que puede hacer una obra
y la ofreció y después resulta que no es posible. En estos casos
hay que participarle a la gente, llamarla y decirle: Miren
tenemos este problema, discutamos qué podemos hacer... que la
gente participe al tomar esas decisiones. Lo que no debemos
aceptar es que simplemente se ignore a la gente y no se le
cumpla.
Los Estatutos deben sufrir una reforma, para erradicar una serie
de daños que nos ha generado esta supuesta democratización del
Partido, que se ha convertido en un círculo vicioso electorero.
Pienso que hay que modificar la forma en que se eligen los
candidatos a cargos públicos y a las dirigencias del Partido a
todo nivel. Yo aun no tengo una propuesta bien diseñada. Por
supuesto creo que no bastará sólo lo que yo piense. Hay que
abrir una consulta a toda la base y un debate sobre estos temas,
de tal manera que estimulando la participación, la reforma se
realice con mucha calidad y no se reduzca a puro electorerismo.
Percibo que hay bastante conciencia de que es necesario cambiar
el actual sistema estatutario. La mayoría se da cuenta que nos
desgasta y nos enfrenta.
Hay otra cosa a la que hay que darle tratamiento: los métodos de
intolerancia y verticalismo, que yo los llamaría monárquicos, en
distintos niveles. Por ejemplo numerosos Coordinadores
Departamentales o Municipales, suelen considerarse dueños del
partido en su Departamento o Municipio: todo lo que se haga allí
debe tener la autorización de él o ella. Sin embargo, una cosa
es que se respeten las instancias, que se les informe y les pida
opinión, y otra cosa son los desplantes autoritarios, que abren
una puerta a la discrecionalidad ilimitada, con la que se
inventa cualquier regla, inexistente en ningún Estatuto o
reglamento. Es increíble la inventiva que tienen algunos de
ellos para absolutizar su autoridad.
Estas situaciones y otras que se dan hoy en día en el seno del
Partido, son realidades que nosotros no previmos, ni
comprendimos en los primeros momentos después de la firma de los
Acuerdos de Paz. Algunas fueron apareciendo y echando raíces a
lo largo de estos 12 años. Poco a poco hemos ido comprendiendo y
aprendiendo sobre estos fenómenos.
Hoy se vuelve importante fomentar la modestia en los dirigentes
a todo nivel, su capacidad de escuchar, sobre todo cuando se
trata de la base; su capacidad de crear condiciones y confianza
para que se ejerza la crítica y dar ejemplo de auto crítica. Es
decir, ese sería el tipo de dirigente que se necesita, coherente
con nuestra misión.
¿Cuándo se va alcanzar todo esto? Sería ingenuo pensar que de
la noche a la mañana, pero tiene que haber un punto de partida,
y ese punto de partida ha de ser la nueva Dirección que surgirá
de la elección partidaria del 7 de noviembre. ¡Allí tiene que
estar la apuesta! ¡De allí sí puede surgir una señal! Un signo,
llamémosle así, encarnado en un nuevo estilo hacia la reforma
que necesita el FMLN. Por eso, debemos asegurar que la próxima
Dirección se integre con cuadros desarrollados con trayectoria
ejemplar, que SÍ pueden entender y hacer todo esto. Generalizar
los cambios será un proceso gradual, pero la señal de arranque,
está claro, tienen que darla los dirigentes más formados, los
cuadros de mayor madurez.
Esa es una de las razones principales de por qué yo apoyo a
Milton Méndez (Medardo González) como candidato a Coordinador
General. Milton es un hombre con experiencia, que participó en
toda la guerra, comprometido con la misión revolucionaria del
Partido. Es inteligente y puede cumplir ese papel, no me cabe
duda. Él, además de tener claridad política, conoce a fondo al
Partido, a la militancia de todo el país, y está conciente de la
problemática que obstaculiza el fortalecimiento del Frente.
Otra gran tarea de la nueva dirección del FMLN es construir y
defender la unidad del Partido. El Partido revolucionario debe
ser un colectivo altamente organizado, unido y disciplinado,
donde existe diversidad de opiniones y debate, donde se practica
la crítica y autocrítica, pero no la división. El FMLN debe ser
una organización disciplinada, de tal manera que una vez se
agota la discusión y los esfuerzos por alcanzar consensos, se
toman decisiones por mayoría y la minoría debe acatarlas. De lo
contrario, el partido se transformaría en una especie de club de
debates, terminaría en una gran habladera, y un club diletante
no puede cambiar el sistema. Debe haber crítica y autocrítica,
controversia de opiniones, debate, en busca de la verdad y el
acierto, pero agotada la discusión llega el momento de las
decisiones y esas decisiones deben ejecutarse, luego evaluar sus
resultados positivos, negativos o insuficientes y corregir lo
que haya que corregir.
Y si hay que hacer el viraje total para pasarse a la tesis que
estaban sosteniendo los que quedaron en minoría, porque se
demostró en la práctica que tenían razón, hay que hacerlo.
Cuando propugno por la unidad del Partido, no estoy hablando de
pegar con chicle grupos que se forman con intereses electorales
y tampoco hablo de tranzar sin principios. Eso sería reducir la
unidad sólo a estar todos juntos, con el FMLN como techo común.
Esa no es unidad, deja de lado la misión revolucionaria del
Partido y su capacidad de cumplirla. El principal combate
ideológico deberá dirigirse contra el mezquino interés
electorero y la ambición de adquirir poder personal, contra la
corrupción, el oportunismo y el arribismo.
Debo reconocer que estas desgraciadas enfermedades mortales para
la revolución se encuentran en individuos de los diferentes
agrupamientos, incluso los hay entre quienes se agrupan del lado
en que yo me encuentro.
VIII El crecimiento del FMLN y las transformaciones que hay que
realizar
Hay quienes se preguntan: ¿Qué tamaño debe tener el Partido? En
realidad... ¿ estamos de nuevo ante el viejo dilema de "Partido
de masas" o "Partido de cuadros"? Yo pienso al respecto lo
siguiente: nosotros debemos tener el tamaño suficiente para
relacionarnos en gran escala y ojalá, en su totalidad, con el
pueblo, porque en ese terreno es donde está planteada la disputa
del corazón y la mente de las salvadoreñas y salvadoreños, con
un enemigo que tiene amplia capacidad de relacionarse con la
población a través de sus grandes medios de comunicación y de
activistas pagados.
Aquí la idea es que el número de miembros del Partido no esté
ligado o condicionado al número de votos en las elecciones
internas, sino al tamaño de nuestras tareas revolucionarias.
Pero debemos tener total claridad de que cuanto más grande es el
Partido, el trabajo ideológico político a su interior debe ser
mayor, porque el propio Partido está en disputa con el sistema.
El sistema seduce, influye, logra confundir y ganar a las
personas débiles en sus ideas, incluso a militantes nuestros
como lo hemos podido ver. Cuánto mas grande es en número el
Partido, las probabilidades de que eso ocurra aumentan. Nuestra
ofensiva frente al sistema, insisto, tiene que ser: a más
tamaño, más trabajo político-ideológico, más disciplina y más y
mejores estructuras o equipos que elaboren, de manera cierta,
las propuestas y planteamientos que sustenten y realicen ese
intenso trabajo político ideológico.
Dichas estructuras son ahora muy incipientes, hay que
fortalecerlas y hay distintas formas de hacerlo, incluso podemos
contar con cooperación internacional para ello.
Tengamos presente que todo esto requiere financiamiento. Yo, por
eso, insisto en que se adopte el carné del militante, en bien
del Partido, y que paguemos la cuota que nos corresponde, aunque
sea insignificante. El que está sin trabajo debe pagar centavos,
pero debe pagar y si no los tiene, sus compañeros del Comité de
Base deben ayudarle. Esto debe ser una ley. Quien paga su cuota
partidaria expresa un grado de conciencia. Este sería un viraje
porque muchos piensan que es el Partido quien debe dar a los
militantes y no los militantes darle al Partido. ¡Con ese
pensamiento es casi imposible hacer de las personas verdaderos
revolucionarios!.
El pago generalizado de la cuota solventaría muchos problemas de
funcionamiento. La cuota debe ser proporcional al nivel de
ingreso de cada cual. Pero es necesaria más inventiva para crear
otras fuentes de ingreso. Los Diputados y los Alcaldes
continuaremos dando el aporte que venimos dando, aunque entre
los Alcaldes y Concejales hay quienes eluden pagar.
Además está la "deuda política" que, en la medida que crece la
votación del Partido crece el financiamiento por esta vía: claro
está, todo mientras la derecha y sus acólitos no decidan
modificar esa ley. Yo no descarto que creciendo nosotros y
creciendo la amenaza para ellos, lleguen a hacer algo como eso,
como no descarto puedan llegar a otras cosas..., incluso volver
a los viejos tiempos de los atentados y los desaparecimientos
forzosos. Hay una parte de los señores más extremistas de la
derecha pensando y opinando en esa dirección.
Nada de eso debe detenernos, nuestra obligación es estar
preparados para todo y ello requiere conciencia y disciplina.
Por supuesto, siempre están los retos electorales que nos
absorben bastante tiempo y dificultan a veces emprender las
transformaciones que hemos señalado.
Sin embargo, a decir verdad, hay que diferenciar entre
elecciones a cargos públicos y elecciones internas. Tratándose
de las primeras nos veríamos más bien fortalecidos, porque nos
obligan a ir a la gente, que es la línea principal. En cambio,
las elecciones internas nos meten hacia adentro.
El contacto directo y permanente con la población, no sólo para
presentar una plataforma electoral o apoyar candidatos, ese
deberá ser nuestro método preferido.
En conclusión, es posible poner en marcha las transformaciones
al interior del Partido, y tomar el tiempo favorable a esas
actividades para llevarlas cada vez más lejos. No aseguro con
esto que de aquí al 2006 todo estará transformado. Pero la
reforma profunda del FMLN puede y debe caminar, aprovechando el
mismo impulso de nuestras tareas. Estoy seguro que la
militancia, las bases del partido, contribuirán con sus ideas y
propuestas a enriquecer esta transformación, la harán arrancar y
le darán su apoyo entusiasta.
1 de septiembre de 2004
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