Llamamiento a los candidatos presidenciales para que se comprometan a poner fin a la tortura
26/10/2004
- Opinión
Los dos principales candidatos de las elecciones
presidenciales de Estados Unidos deben comprometerse a
trabajar para prevenir la tortura y los tratos crueles,
inhumanos o degradantes de los detenidos bajo custodia
estadounidense. También deben comprometerse a
establecer una comisión independiente que investigue
todas las políticas de interrogatorio y detención de
Estados Unidos. Así lo ha manifestado Amnistía
Internacional al presentar un nuevo informe de 200
páginas sobre la cuestión de la tortura y los malos
tratos perpetrados por fuerzas estadounidenses en la
"guerra contra el terrorismo".
La organización de derechos humanos ha declarado: "En
sus debates presidenciales, el presidente Bush y el
senador Kerry no han abordado el trato que Estados
Unidos da a los detenidos en Irak, Afganistán,
Guantánamo y otros lugares secretos en el resto del
mundo. Cada candidato debe ahora prometer que, si
resulta elegido, tomará medidas inmediatas para abordar
directamente este asunto".
"Nuestro mensaje central es que la prevención de la
tortura y los malos tratos es básicamente una cuestión
de voluntad política -ha manifestado Amnistía
Internacional-. Teniendo esto en cuenta, instamos a los
candidatos presidenciales a que se comprometan a crear
una comisión de investigación y a introducir
salvaguardias completas contra la tortura y los malos
tratos."
El informe de Amnistía Internacional -Human Dignity
Denied: Torture and accountability in the "war on
terror"- expone las prácticas de violaciones de
derechos humanos que se extienden desde Afganistán
hasta Abu Ghraib, pasando por Guantánamo. Describe
cómo, pese a las afirmaciones del gobierno de que las
atrocidades del 11 de septiembre de 2001 trajeron un
"nuevo paradigma" que exige una "nueva forma de
pensar", Estados Unidos ha caído en una práctica
históricamente familiar de violar los derechos humanos
en nombre de la seguridad nacional.
La organización de derechos humanos ha manifestado: "La
negación del hábeas corpus, el uso de la detención
secreta y en régimen de incomunicación (que en algunos
casos constituye 'desaparición'), y la autorización de
duras técnicas de interrogatorio son respuestas
clásicas pero fallidas. Al reducir las salvaguardias,
demonizar a los detenidos y despreciar sus propias
obligaciones legales internacionales, el gobierno está,
en el mejor de los casos, sembrando la confusión entre
los encargados de los interrogatorios, y en el peor
dando luz verde a la tortura y otros tratos crueles,
inhumanos o degradantes".
Amnistía Internacional ha acogido con satisfacción las
investigaciones oficiales iniciadas desde que las
fotografías de Abu Ghraib movieron al gobierno a
adoptar una actitud más receptiva hacia las denuncias
de tortura que la que había mostrado en los dos años
anteriores. Estas investigaciones han echado por tierra
las afirmaciones del gobierno de que la tortura y los
malos tratos se limitaban a Abu Ghraib y a unos cuantos
soldados aberrantes.
No obstante, Amnistía Internacional cree que aún se
necesita una comisión de investigación más amplia, no
sólo porque las investigaciones llevadas a cabo hasta
ahora no pueden ser consideradas realmente
independientes, sino también porque no han sido
exhaustivas y porque han incluido una tolerancia hacia
las técnicas de interrogatorio abusivas. A la comisión
de investigación le beneficiaría una aportación
internacional, por ejemplo del relator especial de las
Naciones Unidas sobre la cuestión de la tortura.
Amnistía Internacional ha venido pidiendo una comisión
de este tipo desde el pasado mes de mayo. Una comisión
así, compuesta por expertos dignos de crédito, podría
ser nombrada por el Congreso, pero debe ser
independiente del gobierno. Para garantizar la plena
rendición de cuentas, debe gozar del poder necesario
para investigar exhaustivamente todas las políticas,
prácticas y centros de detención establecidos en todo
el mundo por Estados Unidos en su "guerra contra el
terrorismo". También debe poder investigar todos los
niveles y agencias del gobierno. Por ejemplo, hasta la
fecha, las actividades de la Agencia Central de
Información (CIA) permanecen sumidas en el secreto, al
igual que la cuestión de las presuntas entregas
secretas de detenidos entre países.
"Quedan muchas preguntas por responder, y las políticas
que facilitan la tortura siguen vigentes -ha declarado
Amnistía Internacional-. Las repetidas aseveraciones
del gobierno estadounidense respecto a que la dignidad
humana es un derecho no negociable suenan a falso ante
su negativa a garantizar un cambio fundamental de
orientación tras el escándalo de Abu Ghraib."
Además de reiterar el llamamiento de Amnistía
Internacional en favor de una comisión de
investigación, el informe sugiere un marco con el que
Estados Unidos podría avanzar en la prevención de
futuras torturas y malos tratos a detenidos bajo su
custodia. Este marco es el Programa de 12 puntos de
Amnistía Internacional para la prevención de la tortura
a manos de agentes del Estado, elaborado a partir de
más de 30 años de trabajo contra la tortura. El informe
demuestra que Estados Unidos no ha mantenido las
salvaguardias fundamentales contra la tortura y los
malos tratos, y ofrece más de 65 recomendaciones a las
autoridades.
El punto 1 del Programa de 12 puntos es "Condena de la
tortura": las máximas autoridades de cada país deben
demostrar su total oposición a la tortura y los malos
tratos en cualquier circunstancia, incluidas la guerra
o cualquier otra emergencia pública. Los documentos
gubernamentales que han salido a la luz en los últimos
meses muestran que el gobierno estadounidense ha
abandonado por completo este principio al embarcarse en
la "guerra contra el terrorismo".
"Lo que estos documentos muestran es una estrategia de
dos caras respecto a la tortura -ha declarado Amnistía
Internacional-. En público proclamas tu oposición,
mientras en privado debates cómo puede tu presidente
ordenar torturas y cómo pueden los agentes de tu
gobierno eludir la responsabilidad penal por dichas
torturas."
Entre los miembros del gobierno estadounidense -cuyos
documentos anteriormente secretos hablan de cómo
limitar la definición de tortura- hay una fuerte
reticencia a llamar tortura a lo sucedido en Abu
Ghraib, y prefieren calificarlo de "abusos".
La condena inequívoca por parte de un gobierno de la
tortura y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes
debe querer decir exactamente lo que dice. Si un
gobierno se opone realmente a la tortura y los malos
tratos, debe actuar conforme a ello. De esta simple
premisa se derivan los 11 puntos restantes del Programa
de 12 puntos de Amnistía Internacional para la
prevención de la tortura a manos de agentes del Estado.
"El gobierno estadounidense ha repetido una y otra vez
que el respeto por los derechos humanos es la vía para
la paz y la seguridad -ha manifestado Amnistía
Internacional-. Sin embargo, sus políticas de detención
e interrogatorio sugieren que considera los derechos
humanos fundamentales como un obstáculo. Debe cambiar
este enfoque."
Estados Unidos y otros países se enfrentan a graves
amenazas a su seguridad, incluidas las que plantean los
grupos decididos a alcanzar sus fines perpetrando
abusos sin límite contra los derechos humanos
fundamentales. Los gobiernos tienen el deber de
proteger los derechos de las personas frente a esas
amenazas. Sin embargo, al hacerlo, no deben perder de
vista otros derechos humanos, y tampoco su propia
obligación de respetarlos. El derecho a no ser sometido
a tortura y otros tratos crueles, inhumanos o
degradantes es un derecho humano fundamental. En virtud
de la legislación internacional, no pueden invocarse
circunstancias excepcionales de ningún tipo para
justificar las violaciones de este derecho. Estados
Unidos ha desempeñado un importante papel en el
establecimiento de esta prohibición legal. No debe
permitir que este sistema de protección, largamente
establecido, se desmorone.
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