Dilma Rousseff: No hay marcha atrás

06/10/2014
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El triunfo de la candidata Dilma Rousseff, presidenta de la Republica, en las elecciones del pasado domingo, es un claro mensaje de esperanza para continuar con la Integración Latinoamérica, una de las condiciones básicas para consolidar los cambios estructurales en lo político, social y económico.
 
Contrario a los apologéticos neoliberales que presagian, antes de tiempo, una alianza de los candidatos opositores para el “balotaje”, con lo cual supuestamente el triunfo de Dilma  será un “alegrón de pobre” ya que la suma de los votos de ambos dará el triunfo al candidato de la derecha  Aécio Neves; el voto lo que demuestra es que no existe espacio para el retroceso.
 
El pueblo votó por Dilma Rousseff para que más personas salgan de la pobreza, se consolide la clase media y posibilite transitar a una económica más incluyente y con oportunidades de empleo e ingresos para la población marginada de políticas contraccionistas a ultranza. No faltaran las críticas alarmistas de que la economía brasilera se encuentra al borde de la recesión técnica ya que el PIB crecerá en 1% en 2014 y la inflación se disparara arriba del 7.5 %, lo cual es normal en una economía que ha privilegiado objetivos de desarrollo por sobre los monetarios y financieros.
 
En el balotaje volverán las críticas acerca de la participación del Estado en las empresas públicas, la menor autonomía del Banco Central en las decisiones económicas y en el financiamiento del desequilibrio fiscal, la corrupción y apuesta generalizada a la producción de biocombustibles y los agros negocios. Sin embargo, frente al dogma neoliberal de que la inflación tiene una única causa monetaria, e impone la selectividad de la política económica que también privilegia los objetivos de desarrollo, que supone mayores recursos para el gasto y la inversión pública; igual que el Estado mantenga presencia real en aquellas empresas estratégicas para el país, ya que de lo contrario se convierte en el combustible para desestabilizar el propio gobierno.
 
Existen dos frentes donde las críticas han hecho mella. Una es la defensa que  más áreas de tierra deben dedicarse a la producción de agro combustibles, lo que según el expresidente Lula Da Silva no afecta la soberanía y seguridad alimentaria del país, en tanto dichas siembras no excluyen la producción de alimentos y son benignas con el ambiente. El otro frente es la generalización de los agro/negocios tóxicos para continuar con la moda establecida en gran parte de países latinoamericanos promovida por empresas transnacionales.  
 
Hay suficiente investigación académica y evidencia que los agro/combustibles sin control (ausencia de zonificación de cultivos y gobernanza social) son una amenaza para la producción y consumo de bienes salario, ya que los cultivos usan mucha tierra y agua, emplean menos mano de obra y desplazan población de las economías campesinas garantes de la seguridad alimentaria de los países. Igual, la evidencia es que losagro negocios se imponen como lógica de producción y acumulación agraria en economías que usan los recursos locales y ambientales para reproducirse, estando el control de la unidad productiva en manos de técnicos de los proyectos y supermercados mayoristas.
 
Dilma Rousseff debe lanzar su programa de zonificación territorial y cultural de los cultivos, complementado con una estrategia de desarrollo de las economías campesinas como productoras netas de alimentos, garantizándoles sin excepción derechos de propiedad, crédito, semilla criolla mejorada y un comercio justo para sus productos, más allá de los programas compensatorios creados en el gobierno de Cardoso y continuados por Lula.
 
Finalmente, la crítica más fuerte vendrá de los ideólogos social/demócratas en cuanto a las relaciones internaciones y el rol de Brasil en las instancias y organizaciones regionales como UNASUR, MERCOSUR, Grupo de Rio, BRICS e instrumentos de financiamiento creados y cuyas bondades deben promocionarse. En este ámbito, la estrategia de la derecha es mostrar las bondades de una vuelta de Brasil a sus relaciones tradicionales con EEUU en el marco de la Alianza del Pacifico que tiene el visto bueno de Washington, lo que representa un claro retroceso en materia de Integración Latinoamérica.
 
El próximo 26 de octubre la lucha será entre propuestas para avanzar o propuestas para retroceder; es claro que en Brasil la mayoría se dará cuenta ese día que es mejor avanzar.
 
Tegucigalpa, DC, octubre de 2014
 
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