Diana Lenton: "Pareciera que algunos crímenes no son tan crímenes cuando pasan por pueblos originarios"

01/12/2014
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En la Facultad de Filosofía, donde dicta clases, Del Origen charló extensamente con la antropóloga Diana Lenton. La excusa de la entrevista fue la idea de un nuevo trabajo a realizar sobre pueblos originarios y dictadura, pero hubo tiempo para hablar de sus primeros tiempos en la materia y sus inquietudes de estudiante, la universidad pública, su paso reciente por la Mina El Aguilar y por supuesto el nuevo trabajo, que intenta rescatar dirigentes indígenas que vivieron una oscura época de la Argentina
 
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Caupolicán había sido ajusticiado, Galvarino había sido ajusticiado y Valdivia había sido bárbaramente asesinado
 
Entré en la carrera en esa época que andaba dando vueltas y viendo las organizaciones, a mí me fascinaba en ese momento porque había leído algunas cosas de antropología, había leído a Casamiquela por ejemplo y me fascinaba porque hablaba de los araucanos como decía él, que yo sabía que eran mapuches porque tenía esa información, también escuchando a Aime Paine que hablaba de la vieja cultura y decía que ella había tenido personalmente que recuperar esa cultura, por su historia personal ella no la había vivido pero había ido a recuperarla siempre preguntándole a las ancianitas, las abuelitas como decía ella, dando una idea de que la cultura, mapuche en este caso, estaba en los viejos. Era una imagen muy deprimente del destino de esta cultura indígena, porque si uno está con la conclusión de que lo poco de la cultura, solamente hay una persona que tiene como 100 años y son las únicas que saben, la consecuencia lógica es que eso se va a extinguir, que no tiene futuro, porque todo el tiempo la idea es...y Casamiquela tenía mucho de esto, el decir, "solamente quedan 30 hablantes de la lengua araucana...".
 
 Y los tehuelches peor, solamente 5, y además tiene 100 años cada uno. Yo crecí con la idea de que quería saber...mi mamá sabía mucho de forma autodidáctica y aficionada pero sabía mucho, yo aprendí en mi casa que la cordillera de los andes no era una frontera y que era un solo pueblo mapuche y que se llamaba mapuche, no es algo que aprendiera en la facultad, mucho menos en la escuela secundaria. Yo tenía esa idea de que había algo muy importante y que había sido buenísimo a nivel cultural y que se había arruinado por culpa de la conquista. Y que no iba a volver nunca, porque estaba perdido, porque los únicos que tenían la cultura se estaban muriendo. Un día me entero cuando volvió la democracia, empiezo a encontrar con que había reuniones de organizaciones indígenas. Todavía estaba en la secundaria. Me acerqué a una que se llamaba algo así como encuentro de juventudes indígenas. Me impactó. Fue en el año '84 en el Centro Cultural San Martín. Yo pasé por la puerta vi eso y como que enloquecí. Juventudes indígenas, te das cuenta, no era que traían viejitos, eran juventudes, de mi edad. La gente que hasta ese momento había conocido siempre eran descendientes de, siempre esa idea, el verdadero era mi abuelo y bueno, ya está. Ahí es cuando a mí me interesó mucho y yo dije quiero hacer algo con esto, y con esa idea que me daba vuelta en la cabeza de que quería escribir otra historia.

Mi mamá me había contado la historia de Caupolicán, de Galvarino, de Lautaro y yo estaba en quinto grado y mi maestra María Teresa...era 1977, mucho no se hablaba de historia ni de nada y teníamos el manual del alumno bonaerense y ahí estaban las corrientes colonizadoras, el de Ibañez después, horrible, pero bueno en el manual hablaban de las corrientes colonizadoras, la del oeste, que viene de Chile. Por eso, ahí veíamos un poquitito nomás de la conquista en Chile. Aparece Valdivia, etc. Decía que Caupolicán había sido ajusticiado, que Galvarino había sido ajusticiado y Valdivia había sido bárbaramente asesinado. Aun me acuerdo, la llamé a mi maestra y le decía "pero esto no está bien ¿usted sabe, sabe, como lo mataron a Caupolicán?". Me daba mucha indignación porque veía la injusticia en cómo estaba escrito. Y la maestra que se ve que ya la tenía podrida me dice primero "¿vos sabés que la historia la escribe los que ganan, no?", "mmm, si" ,"mirá Lenton, vos estudiate esto ahora porque yo te tengo que tomar este manual y cuando vos seas grande estudiá y escribí lo que quieras". Pobre mujer, pero a mí, que me dijera eso una maestra, que me diera la razón... porque lo que pasaba es que los maestros nunca nos daba la razón. Imagináte vos lo que sería en las escuelas en el interior y con alumnos indígenas, quien les iba a dar la razón. A mi me quedó, y yo veía que por el lado de historia no se veía nada. Agarro la guía del estudiante y había algo en antropología, entonces me metí con la idea que iba a salir conociendo esas realidades y resulta que la carrera era otra cosa, porque nos enseñan la metodología y después uno elige los temas, pero los tenés que llenar de contenido después que te recibiste. No lo sufrí porque me gustaba igual todo lo que estudiaba. Tuve la suerte de que entré después de la reforma del plan de estudios porque había otro plan, la escuela histórico/cultural que es Casamiquela, ese enfoque, y como yo entré en el '85 justo con el plan nuevo con el CBC (Ciclo Básico Común), no tuve esa antropología de vieja guardia, ya no estaba. Cuesta igual, sigue costando hoy en día también poner algunos temas en la curricula. Cuando pensamos con Walter Del Rio en hacer un grupo de estudios sobre genocidio que es lo que después terminó siendo la red, empezamos porque bueno, Walter es historiador, el venía de historia y había empezado a trabajar con historia oral en comunidades en Chubut, y cuando nos juntábamos a charlar encontraba que la gente le contaba oralmente cosas que después aparecían también contadas en documentos desde el otro lado. Represiones, ataques a tolderías y que uno podía reconstruir y juntar documentos con relatos de los ancianos de hoy. Yo estaba trabajando el tema de la política indígena desde el estado las leyes y el discurso parlamentario y todo eso. Me interesaba ver como se había ido sistematizando la política indígena y esa fue mi tesis en antropología. No tenía a quien preguntarle, no me animaba a ir por el interior a preguntarle entonces agarre el archivo y trabajaba desde el archivo. Dijimos tenemos que hacer algo con esto porque quedamos en el lugar de las charlas de pasillo del tema de, por ejemplo el genocidio. Porque no se tomaba como un objeto de estudio. En la carrera de historia el tema indígena prácticamente no existía, se terminaba con la conquista, como si después no hubiera habido más indígenas y en antropología no veíamos la dimensión temporal y menos de la política, es como que había un agujero negro que no lo tomaba ni la historia ni la antropología, donde hay política y hay indígenas no entraba en ninguno de los dos. Ahora si, en antropología por lo menos y en historia lo están empezando a tomar también. En ese momento dijimos nosotros nos queremos sentar y no estudiar otra cosa y después juntarnos a charlar de esto, sino que queremos convertirlo en un tema. Generamos la red, y ahi dentro de la facultad ya a un nivel más académico, con la red es mas de militancia, hicimos un grupo de estudio y es lo que tenemos ahora. Ya hemos dado seminarios en la carrera tanto de historia como de antropología y ahora Alexis (Papazian) y Mariano Nagy dieron otro seminario sobre el tema genocidio incluyendo el genocidio indígena. Creo que uno puede ir haciendo una transformación, por ahí la diferencia es que en el momento actual nosotros proponemos un tema nuevo y la institución, la universidad, se abre a ese tema nuevo. Para los que estudiaron antes que nosotros era imposible plantear eso. Ahora no es incompatible, esa es la diferencia. Creo que igualmente en algún momento se reformará el plan de estudios, y hay que poner estos temas, que son necesarios, porque después nos vienen a pedir opinión, y justo los antropólogos son temas en los que no estamos tan formados y es lo que afuera explota.
 
Antropología
 
En la antropología hay distintas ramas. Yo hablo de la Universidad de Buenos Aires que es lo que más conozco. Están los arqueólogos que trabajan sobre la cultura material, es decir el impacto material que produce el ser humano a medida que vive, las huellas materiales que va dejando, entonces tenés los arqueólogos que estudian restos materiales de muchísima antigüedad y los que hacen arqueología de períodos más recientes. Luego los antropobiólogos, que son los que hacen antropología biológica que son los que trabajan con el cuerpo humano, que van a ver el hombre como especie animal, desde los que estudian la evolución del hombre desde el primate, aunque no dejamos de ser primates, pero bueno, toda esa evolución biológica y también hoy en día que se estudia con genética, no tanto con los restos óseos, y hacen genética de poblaciones y estudian las características del ser humano a nivel biológico, y después estamos los antropólogos sociales que somos los que trabajamos y estudiamos como se relaciona el ser humano en sus sociedades y con el medio ambiente en distintos niveles. Tenemos los que se especializan más en temas de salud, en temas de educación, de política, que sería mi caso, los que estudian religión, los que estudian la relación del hombre con su propio cuerpo, que no es la antropología biológica sino los que hacen antropología de cuerpo, que es un tema muy actual, la percepción del propio cuerpo, que se hace con el cuerpo en distintas culturas o momentos históricos, los que hacen antropología económica, etc, aunque todos en definitiva hacemos antropología social. Yo puedo decir que lo mío es antropología social. ¿En qué se diferencia de un enfoque periodístico? Creo que los que hacemos ciencia social en definitiva estamos buscando no solo describir lo que pasa sino explicar más allá que uno diga que son situaciones particulares, que no se pueden generalizar, el objetivo de la ciencia es encontrar explicaciones que se puedan generalizar más allá que uno esté atento y precavido de que los contextos pueden particularizar también. Las idea del abordaje científico es esa: buscar la máxima objetividad posible regulando los métodos con los cuales se analiza una situación para poder describir y explicar porque suceden las cosas. Cuando hacemos antropología política, por ejemplo para trabajar el tema de los pueblos originarios, que yo trabajo, estamos tratando de sistematizar como es esa relación entre los pueblos originarios y los estados nacionales en los continentes en que están.
 
Originarios y dictadura
 
La idea de hacer un trabajo sobre pueblos originarios y dictadura surgió de que hay temas que pienso que por la forma que construimos la idea de estado y de ciudadanía, y de que somos los argentinos, etc, es que se había visto por mucho tiempo como incompatible y que es la actividad política de las personas con el ser o no ser indígena. Existe una idea folclórica que fue sostenida por cierta antropología tradicional de que el indígena no tiene preocupaciones políticas, que la política es una cosa de personas modernas, civilizadas, urbanas, etc y entonces aparecía hasta te diría la sospecha cuando personas pertenecientes a pueblos originarios manifiestan inquietudes políticas y que tienen que ver con la política más allá de solamente un reclamo territorial, o defensa cultural, sino que a veces tienen las preocupaciones que tenemos todos, qué hacer con la economía u otro tipo de cosas, existía como una sospecha de que esa persona en realidad no era auténticamente indígena sino que ya estaba contaminada por la civilización. Lo que ocurría entonces era que cuando los antropólogos iban al campo a hacer sus trabajos, trataban al contrario de descartar todos los indicios de actividad política extracomunitaria de las personas que estaban entrevistando, como también pasaba con las religiones, si la persona que estaban entrevistando además era pastor evangélico, ese dato no lo cubrían, y si era afiliado al partido radical o peronista no lo cubrían. Muy recientemente, y por supuesto después del retorno a la democracia, y de los '90 para acá se empezó a prestarle atención a esta cuestión, desde la antropología digo, reconociendo esta articulación. Gente que pertenece a pueblos originarios que puede estar en una lucha por la preservación de sus tradiciones, modo de vivir, sin que sea incompatible con la actividad política plena. Recuerdo por ejemplo un texto que leí en los '90, de Liliana Tamagno, donde ella trabajaba un artículo publicado en una revista donde hablaba del prejuicio que existía acerca de los dirigentes políticos indígenas y como es tan difícil ese rol porque es el de aquel que tiene que representar lo mejor posible a un grupo social que se ha definido culturalmente, y digamos que también es una potencia política, se ha definido como existente o no, o auténtico o no en función de la preservación de las tradiciones. El mejor dirigente, el más representativo, tiene que ser alguien que tenga bien incorporada las propias tradiciones, el conocimiento ancestral, el respeto por la cultura antigua, y al mismo tiempo tiene que ser capaz de articular con el mundo exterior, entonces tiene que manejar bien la lengua, el castellano, si es posible que hable inglés porque tiene que ir a foros internacionales, tiene que manejar las nuevas tecnologías, computación, internet, etc y esas aptitudes que a veces lo convierten en el mejor representante porque es el mejor articulador hacen que su imagen se vea afectada por eso y que le juegue en contra, "ah, ya no es tan auténtico porque maneja todas estas tecnologías". Es una situación que no afectaría a un dirigente no indígena. Si un dirigente sindical es un genio para la computación eso no hace que sea visto como menos mecánico, pero si es mapuche dicen "ah, ya está awinkado". Bueno, ese artículo apuntaba a eso y a mí me quedó siempre como dando vueltas en la cabeza y por otro lado, por una cuestión de militancia personal, por un tema de búsqueda de justicia en general yo me había acercado de muy joven, desde que estaba en la secundaria y descubrí que había organizaciones indígenas en la capital federal, y me pareció fascinante entonces me fui acercando, y conocía, conozco historias personales y gente que ha estado en los '80 en el retorno a la democracia cuando, junto con la pelea por los derechos humanos en general, como que se potenció por los derechos humanos de los pueblos originarios. En ese momento de ebullición descubrí eso y andaba siempre dando vuelta por las reuniones de las organizaciones, tomando notas de todo, todavía estaba en la secundaria y por eso me anoté en antropología. Después me di cuenta que justo este tema era lo que no me iban a enseñar en la facultad. Era lo que no se tocaba, el tema tabú, pero bueno, igual estoy contenta de haber estudiado antropología porque es una buena aproximación. En ese momento me acerqué a estos conocimientos por la militancia afuera ¿no?, eso de participar en las marchas, los primeros reclamos, que a veces tenían que ver con una cuestión de visibilización sobre todo. Los reclamos de las organizaciones de esas épocas eran decir acá estamos, todavía existimos, no nos mataron, queremos defender nuestro derecho a poder hablar nuestra lengua y se hablaba mucho en los años '80 de la reivindicación histórica. Era lo más básico, ese era el discurso. Que no nos traten en los libros de texto como nos tratan, como extinguidos y los malos de la película. Ese tipo de reivindicaciones que uno las veía como más simbólica, sin embargo la cuestión de territorio estaba. Cuando uno lee ahora las actas de reuniones de esa época estaba la cuestión de territorio. Por ahí no me llamaba la atención a mí, puede ser eso también, uno desde el lugar que va llegando a los temas tiene su impronta y su interpretación.
 
Lucha indígena
 
Frites
 
Siempre me quedaba haciendo ruido eso, la realidad indígena que yo conocía por estar en las reuniones del AIRA (Asociación Indígena de la República Argentina) en Parque Chacabuco, me sentaba ahí y escuchaba, para mí todo era fascinante ¿no?. Lo conocí a Guanuco, a Zambrano y allí lo escuché hablar a Eulogio Frites que me pareció deslumbrante. Después, ya desde este lugar, cuando empecé a entrevistar más formalmente a dirigentes de pueblos originarios veo que mucha gente comparte eso. Dicen a mí me interesaba el tema, ¿y cuando te metiste más en la política? y bueno, lo escuché hablar a Eulogio Frites y me abrió la cabeza. A mí me abrió la cabeza. En otra reunión, en otro momento que ya se estaba discutiendo...cuando se aprobó en el '86 la ley 23302 que estaban peleando porque saliera el decreto reglamentario, que tardó varios años, bueno, ese trabajo de las organizaciones, hubo una reunión me acuerdo en Olivos, en una institución que les habían prestado y fue De la Rúa, que le agradecían por la sanción de la ley, ahí lo escuché hablar a Asunción Ontiveros Yulquila, que era distinto a Eulogio, porque Eulogio era el simpático, que decía muchas cosas pero nos hacía reír, por más que lo que estuviera diciendo fuera igualmente dramático, pero tiene otro estilo personal, y Yulquila le pegaba a todo el mundo, super contundente, con toda la energía. Yo decía, guau, nunca había escuchado decir esas cosas, con esa fuerza. Si había escuchado reclamos, había escuchado a Aime Paine por ejemplo, con mi hermana, éramos como el club de fans de Aime Paine porque donde cantaba nosotras íbamos a escucharla...pero era otro tono, si bien ella también decía muchas cosas. Conocí también a otros dirigentes, eran los años '80. Del '83, '84 hasta el '92 que se hicieron las celebraciones del quinto centenario, que ahí también hubo mucha organización para sacar una protesta. Después en el '94 con el tema de la reforma de la Constitución también había mucha visibilidad. Conocí a Fausto Durán Suarez, que era del Movimiento Indio Peronista, después a Gabriel Condorcanqui, Marcelino Cayuqueo el tío de Nilo, cada uno tenía su historia atrás, en eso concuerdo con Liliana Tamagno que decía que más allá de como juzgue uno los contenidos concretos, los argumentos que están presentando, primero hay una base común que es el reclamo territorial y el reclamo histórico que aunque estén peleados entre ellos, ninguno abandona. Vos conocés hoy en día dirigentes que están peleadísimos, pero hay un reclamo básico. Y tienen razón, porque es la tierra de ellos. Después está el tema de como operar políticamente en función de este reclamo y ahí están las diferencias, pero conociendo a estas personas yo puedo decir, me gusta más cómo se maneja tal o cual pero concuerdo con Liliana Tamagno en que hay un respeto que les tengo porque no es un lugar fácil de cubrir, es siempre un rol de bisagra muy complicado que tienen que tener una habilidad política que no se les reconoce muchas veces porque son indígenas, pero tienen una habilidad política enorme, y...han hecho una vida, especialmente los que vienen de la dictadura, con un sacrificio, con un esfuerzo, cuando no había subsidio para nada...y realmente corrían peligro. Por eso pienso que hay que reconocer esas cosas.

Por eso a mí me quedó dando vueltas, después de haber trabajado durante años con el genocidio, con la red de genocidio y política tratando de reivindicar no el uso del término, porque en definitiva no importa si se le llama genocidio o, a mí me decía un dirigente una vez, para nosotros es una injusticia, es suficiente con decir que es una injusticia, pero está bueno reivindicar el concepto político de genocidio para poner lo que ocurrió con los pueblos originarios en un nivel de preocupación frente a la ciudadanía que sea por lo menos equivalente a la de los otros genocidios. Si podemos decir que cuando se habla de genocidio realizado por la última dictadura militar eso significa que es muy grave, que no prescribe, que deben hacerse cargo, que el estado está obligado a reparar eso, ver si se puede generar entonces la misma reacción con respecto a las masacres que han sufrido los pueblos originarios, y a lo que sucede hoy también. Lo que pasa es que a diferencia de otros regímenes políticos nosotros decimos que el genocidio de los pueblos originarios no terminó porque no tuvo una fecha de terminación. Es decir, el genocidio nazi tuvo un tribunal de Nuremberg, terminó la guerra, el genocidio armenio de alguna manera terminó, la dictadura militar terminó y fueron otros los que pudieron hacer los juicios porque si hubieran seguido ellos no se hubieran hecho nunca. Se pudieron hacer por un consenso importante que tomó la clase política de juzgar esos crímenes. Existió la Conadep (Comisión Nacional de Desaparición de Personas) que investigó e hizo denuncias. Con el genocidio indígena no tenemos nada de eso. La ciudadanía no reaccionó todavía frente al genocidio. Si bien hoy en día no es lo mismo que antes, se puede hablar de esto, hay mucho más consenso, pero no hay una reacción suficiente y eso queda demostrado con lo que pasó con Reina Maraz y lo que pasa con tantos conflictos donde pareciera que algunos crímenes no son tan crímenes cuando pasan por pueblos originarios. ¿Y, por qué? Porque han quedado en un lugar que su tragedia es menos importante que la de otros. Eso es lo que hay que combatir, esa idea de jerarquías que hay en la ciudadanía de distinta importancia de lo que le pasa a uno o a otro. Después de haber trabajado unos años en el tema de genocidio y de hacer una crítica al papel del estado, de cómo el estado en conjunto, sin hablar de un partido o de otro, en conjunto, tiene una responsabilidad con los pueblos originarios, me pareció que era el momento para empezar a reivindicar estas luchas con nombre y apellido. Más allá que se podía decir que desde siempre el pueblo x venía reclamando, pero el nombre de sus dirigentes no se hacía conocido. No se los reconoce de una misma manera, y creo que es algo que no hay que dejar que desaparezca como historia. Es importante para las generaciones que vienen después, que aprendan que es lo que hicieron sus mayores. No depende de los antropólogos eso, depende ante todo de los propios pueblos y sus organizaciones que quieran recordar esto, pero como uno a veces desde la universidad puede empujar estas cosas...pasó con el tema del genocidio, empujamos bastante, no inventamos nada, no descubrimos la pólvora pero ayudamos a poner un tema en la vidriera y lo mismo con esto. Sino hay prejuicios que se repiten, que los indígenas no perdieron nada durante la dictadura por ejemplo, como que la dictadura hubiera afectado a luchadores políticos de otra clase pero que a los indígenas no los tocó pero uno en realidad empieza a recorrer las comunidades y le cuentan lo que pasó. Por ahí en algunas situaciones se puede dar que no esté tan clara porque muchos dirigentes indígenas también dicen que no han visto un cambio tan importante porque te dicen "a nosotros nos pegaron siempre y en democracia nos siguen pegando". Eso se dice y es verdad. Pero lo que si pasa por ejemplo en la cuestión de los territorios es que suele pasar que durante la dictadura por ahí no es que el poder ejecutivo haya tenido una intención mayor que en otros períodos de las tierras de los indígenas pero sí que todo el entorno de aliados de la dictadura que son siempre las clases altas, estancieros, sectores de la iglesia, sectores de la sociedad tradicional de las provincias, la clase oligárquica en general, tuvo mayor impunidad para quedarse con las cosas, entonces uno se encuentra por ejemplo en Neuquén a estos jueces de la dictadura que oh casualidad también tienen conflictos con las comunidades, y son usurpadores de territorio indígena, ¿por qué? porque en la dictadura eran los que mandaban y podían hacer lo que querían, al no haber un gobierno legal la impunidad para estos tipos que son ladrones atávicos, me refiero a estas clases pudientes que se quedan con los terrenos de los otros tenían mayor impunidad. Lo que en democracia se puede denunciar, cortar una ruta, hacer algo, en la dictadura no se podía hacer. Da la casualidad que durante la dictadura efectivamente se apropiaron de más territorios que en democracia. De todas maneras pienso que justamente por estar en democracia, la clase política debería tener una intención más definida por parar algunas cosas.
 
Avelino Bazán
 
Estando en Mina El Aguilar aproveché para hacer algunas entrevistas porque una de las historias que me interesa conocer más en relación a pueblos indígenas y dictadura es la de Avelino Bazán. Avelino fue secretario general del sindicato de mineros del Aguilar que es muy poderoso en Jujuy, el sindicato de mineros. Fue dirigente durante muchos años y luego durante el gobierno de Cámpora que estaba Snopek como gobernador de Jujuy, lo nombraron secretario de trabajo en la provincia. Él se va entonces a Jujuy, deja su trabajo en la mina y trabaja dentro de la provincia. Luego lo nombran ministro de tierras, es decir, temas calientes, Jujuy además una provincia con tema territorial complicadísimo. Siendo dirigente sindical era conocido por haber sido muy consciente en la defensa de los derechos laborales. En ese momento la lucha era por las 8 horas laborales. Los mineros trabajaban más de 8. Hubo una huelga, conocida, y la marcha heroica, que salieron de Aguilar, de Tres Cruces y otros pueblos cercanos y llegaron a Humahuaca siguiendo luego hasta la capital de la provincia, pero esa marcha fue de cinco días caminando después de 28 días que tuvieron parada la mina. Hoy se lo recuerda como una historia épica. Ponele que eso haya sido algo que lo puso en el ojo de las personas no queridas por la dictadura que vino después, pero luego él como secretario de trabajo, ah además fue diputado provincial por el frejuli, él fue uno de los firmantes del proyecto de creación de la universidad nacional de Jujuy, la pavimentación de la ruta 9, es decir proyectos importantes de desarrollo general. Mandó a hacer una inspección en los principales lugares de trabajo, las empresas que contratan mucha gente como la mina el Aguilar, mina pirquitas, pero también al ingenio Ledesma, mandó a hacer una inspección sobre la situación sanitaria y de salud de los trabajadores y las condiciones de seguridad. Ese informe lo hizo con expertos que fueron de otras provincias, médicos y expertos en seguridad y el informe fue terriblemente negativo sobre todo para Ledesma y el Aguilar. Creo que fue eso que lo puso en el ojo de la tormenta, porque a los cinco días del golpe de estado se lo llevan, no desaparece primero, sino que se lo lleva un grupo de tareas, a él y a 30 mineros más están en el penal de Gorriti, incomunicados, pero se sabía por lo menos que estaba ahí, después largan a algunos, lo mandan al penal de La Plata, está un tiempo ahí y luego allí lo liberan. La misma metodología que usaron con Luis Aredez, el médico de ingenio Ledesma. Pareciera que fueran los mismos grupos de tareas porque es la misma mecánica. Lo liberan entonces y de La Plata vuelve por sus medios a Jujuy y en Jujuy vuelve a su casa, a su familia, para esto ya había pasado más de un año, y en el '78 creo que fue, que desaparece por segunda vez y ahí si desaparece, no se ve, no hay testigos del grupo de tareas, desaparece en la calle. Tenía que ir de un lugar a su casa y se evapora. Nunca más se supo. Hay distintas versiones de lo que le puede haber pasado, pero ninguna se comprobó. La causa Avelino Bazán es una de las más importantes en la provincia de Jujuy, se hizo la primera parte, ahora se hizo la segunda, y a mí me interesaba esta figura, porque es un personaje político, y tan querido en Jujuy. Escribió dos libros, uno autobiográfico donde cuenta su trayectoria política, porque , "El porqué de mi lucha" o algo así se llama y otro que se llama "Voces del Socavón" que son como relatos, historias folclóricas del lugar, locales, que describen cuestiones de la vida, de los habitantes, cosas que le pasaron a él, pero relacionadas con el modo de vivir en la Puna, el medio ambiente, la relación entre la gente y a mí me lo habían nombrado alguna vez como un dirigente indígena, ahora cuando yo empiezo a ver la biografía de él no había nada que dijera específicamente que fuera un dirigente indígena.
 
Es una persona jujeña, de raíz humilde, que representaba a toda esta clase social que son, por ejemplo, los mineros, que uno sabe, todos sabemos que mayoritariamente tienen ascendencia indígena, pero eso no alcanza para definirse como un dirigente indígena, porque hay gente que tiene la misma sangre y no le importa nada lo indígena. Me quedó a mí esa duda, y mi interés era ver como un dirigente sindical minero podía ser un dirigente comunitario también. Aun no terminé de ver eso. Hablé con la viuda, con el secretario del sindicato minero actual de El Aguilar, y lo que dicen es eso, que por su modo de ser, por su modo de vida, se lo reconoce como que era un persona que seguía siendo indígena, que representaba algunas tradiciones, hacía contrapunto con la caja en el carnaval, arreglaba matrimonios, aconsejaba, digamos, no es lo que hace un dirigente sindical de los que vemos, en la ciudad, por menos. Actuaba como un padre de familia extensa en algunas cosas. El grado de preocupación que tenía por los obreros y sus familias, como si fuera un pariente. En esa forma de comportarse es donde uno dice que acá hay algo más que un dirigente sindical o un candidato al frejuli. No hay una autoidentificación explícita, tal vez porque en ese momento la estrategia política no aconsejaba tenerla. No se hacía así la política, pero si podía quedar en el ámbito de lo doméstico, y si lo que estuve viendo en muchos casos que eso queda en el ámbito de lo doméstico, no se habla y en algún momento cuando es oportuno sale a la luz. No sabemos qué diría Avelino Bazán hoy.
 
Abelardo Coifin
 
Otro caso que me interesa es el de Abelardo Coifin, que fue diputado provincial de Neuquén, por el frejuli, que se encargó de hacer las denuncias en la Legislatura de Neuquén, por cuestiones de tierras, etc, y que abiertamente...era un dirigente indígena, mapuche, pertenecía a la comunidad Namuncura y se lo recuerda como el primer diputado mapuche. Cuando llegó la dictadura tuvo que irse a su casa, el no desapareció, hasta donde yo sé, no fue preso durante la dictadura, habrá tenido sí que ir a firmar como todos los dirigentes cuando cerraron la legislatura. Continuó con la vida que tenía antes. Falleció antes de que viniera la democracia de muerte natural en su casa.
 
Celestino Aigo
 
Hay otros dirigentes reconocidos como mapuches como es el caso de Celestino Aigo que vivía en la ciudad de Neuquén, era un dirigente barrial, estaba luchando, dice la familia de él, dijeron los testimonios porque se está llevando ahora la causa de Celestino Aigo, quería armar una biblioteca popular en un barrio y había expresado sus opiniones sobre conflictos de territorio en la zona de Aluminé, donde era originario. Su familia era de la comunidad Cayún. Este chico, de unos 21 años, desaparece. Lo fueron a buscar a su casa, lo sacaron de allí, y nunca más apareció. Hay testigos que lo vieron en un lugar o en otro, se supone que estuvo en el centro de detención clandestino que se llama la escuelita, que está señalizado en las afueras de la ciudad de Neuquén. Por eso su causa está dentro de la causa la escuelita. Es un caso típico de dirigente urbano joven chupado, pero además en este caso era mapuche. Cuando se hicieron los testimonios se hizo esta relación en el caso Aigo: el ser dirigente social desparecido y ser mapuche.
 
Iluminar vidas, iluminar situaciones
 
Se me ocurrió hacer estos casos porque a veces iluminando vidas individuales uno puede iluminar como era la situación. Una de las características de la antropología es que como ciencia social intenta conocer aspectos generales de la situación. En vez de hacer la cronología histórica como hacen los historiadores, nosotros es como que sacamos fotos, foto tras foto y a veces en algunas de corrientes de la antropología termina siendo como demasiada estática la mirada. Un foto fija de una situación en un determinado momento te permite ver algunas cosas, las estructuras sociales de ese momento, pero a veces no alcanza con eso, porque, especialmente lo que tiene que ver con la identificación política, hay toda una cuestión de la subjetividad de las personas que tenés que buscarle la historia, o sea no es lo mismo Avelino Bazán trabajando desde chico en Mina El Aguilar que si hubiera estado trabajando en el campo con sus padres. Las trayectorias personales terminan modelando las estructuras de alguna manera, la manera de posicionarse y de reclamar políticamente y le va dando forma a la historia. Por eso me interesaba rescatar algunas historias personales y empecé por estas. Imaginate que hay miles. Una enorme cantidad de casos que no se denunciaron, que no se llegaron a poner en el paquete de los 30 mil desaparecidos, por ahí hay casos que no están denunciados, por eso está bueno aunque parece un trabajo como muy micro. Creo que vale la pena por el impacto que tiene, más allá del contenido científico de la investigación, es interesante el impacto a nivel humano. Que se los recuerde. Es importante. Es un acto de justicia además.
 
Red de Investigadores sobre Genocidio y Política Indígena
 
Hace rato que tengo ganas de publicar algo, lo que pasa es que hay que sentarse, darle forma y además hace falta algún dinero según la forma de publicación que uno encuentre. Por Internet es lo más barato, seguramente haremos alguna difusión masiva en páginas web, así. Con la Red de Investigadores en Genocidio estamos a punto de sacar, aunque hace rato que estamos a punto de sacar la página web de la red para subir contenidos, materiales, pero bueno, todos trabajamos de distintas cosas y nos cuesta agregar. En la Red somos un grupo que estamos más cerca y que vivimos acá que seremos unas 30 personas, pero en distintas provincias hay gente que pertenece a la red, capaz que somos 200, no te puedo dar un número, pero somos bastantes.
 
Mina el Aguilar
 
Estuve hace poco en Mina el Aguilar, es un pueblo en Jujuy. Me invitó Asunción Ontiveros Yulquila y el intendente Sergio Laguna. Ellos pertenecen al Movimiento Comunitario y Pluricultural que en la provincia en las últimas elecciones ganaron varias intendencias, concejales a nivel municipal. Es un movimiento muy interesante, porque tiene que ver con esto, con apropiarse de los espacios políticos. En Mina el Aguilar hay una situación medio particular porque es una empresa que está desde principios del siglo XX, 1930 algo así. Es una empresa minera, con las características que tiene, la gente vive adentro, la empresa es dueña de todo, no sólo de ese territorio, de las viviendas, del hospital, de la escuela. Todo es de la empresa que le cede un espacio a la municipalidad para que tenga cierta autonomía, y bueno, es una municipalidad por la cantidad de gente que vive ahí adentro, pero es realmente complicado, yo entiendo que a pesar de lo difícil que es trabajar ahí con todo el control que ejerce la empresa de todas maneras se hicieron unas jornadas interesantes, por eso fui y conocí al intendente. Las jornadas eran sobre temas de interculturalidad, intelectualidad indígena y también con propuestas de educación intercultural, porque se está trabajando en la posibilidad de generar educación terciaria y universitaria que sea intercultural. Me encontré con un lugar con gente con muchísimas ideas, mucha claridad para posicionarse en su situación pero es difícil desde el punto de vista estratégico, de infraestructura. Cuando tenéis que pedir todo permiso, para hacer la reunión tuvieron que darle una lista con nuestros nombres a la empresa para que nos dejen pasar. Sino no podés pasar, llegás por la ruta, pero en la ruta te encontrás con una especie de peaje, que maneja la empresa y pasás o no pasás. Hay ciertas situaciones que...por ejemplo, en días de trabajo le prohíben tomar alcohol a la gente, pero después empieza esta cuestión del racismo, y de la gente de la empresa de la mina que, supongo que alguna vez alguno se emborracha también, seguramente, le dicen a los originarios que no tienen que tomar porque se van a alcoholizar y que es muy feo y no deben hacerlo, y le tienen prohibido el alcohol. No se vende alcohol en los kioscos dentro de El Aguilar. Llegó el primero de mayo, día del trabajador, y si hay alguien que trabaja son los mineros, el intendente quiso hacer una celebración, hicieron un asado, y querían tomar vino. No pudieron. No solamente la empresa no dejó entrar vino, sino que le habló a los boliches de los alrededores para que no les vendan, así que terminaron comiendo un asado con fanta, y era un feriado largo, no tenían que trabajar al otro día. Ahi lo que interfiere no es el interés de la empresa sino el aire de superioridad moral que cree que tiene que manejarle la vida a los trabajadores. Es una anécdota pero muestra como manejan la vida de la gente todavía en algunos lugares. A la jornada la disfruté mucho, porque fue de distintos países y de distintas provincias argentinas y el eje era ese, pensar en distintas formas de expresión actuales de los pueblos indígenas, prestando también atención a la cuestión económica y lo que pasa hoy en día con las empresas extractivas, la minería entre ellas, en otras provincias la soja, etc.
 
Universidad pública
 
Hay que incorporar cosas en la carrera no para negar lo que han dicho otros antes, sino para abrir nuevos temas que quizás no eran visibles antes. En ese sentido es como que parece que la universidad va un poquito más despacio por cuestiones de prudencia, y hay que pelear eso adentro, pero nosotros nunca desde que armamos la red nunca tuvimos una censura, por eso yo milito por la universidad pública porque en las privadas no lo podés hacer. En la universidad pública por ser docente de la universidad vos podés plantear estos temas, podés plantearlo como tema de investigación, podés formar equipos y nadie, aunque haya otro investigador que no esté de acuerdo con las conclusiones que vos sacás, no te van a prohibir trabajar en ciertos temas, más allá que sea la línea oficial o no oficial. No tiene que ver con eso, la universidad pública es un espacio donde mientras investigues y demuestres que los métodos que utilizás son legítimos, podés hacerlo.

Creo que hoy hay muchas más posibilidades para quienes ingresan primero porque hay más grupos de investigación que cuando ingresé que la carrera recién comenzaba con el nuevo plan de estudios, era más limitada. El tema indígena había muy poca gente que lo hacía. Hasta estaba medio deslegitimado porque estaba asociado a esas investigaciones de la antropología clásica. Muchas veces para no caer en las prácticas de la vieja guardia es como que se negaba el tema. A mí me decían vos querés trabajar con indígenas pero mirá que en ese tema están fulano y mengano. Está bien, pero yo quiero hacer otra cosa. Costaba. Ahora no, es un tema legítimo, y no existe el miedo de antes a relacionarse con dirigentes indígenas. Se ganó legitimidad para hacer trabajo en las ciudades, sobre el tema indígena. Antes te tenías que hacer un viaje de muchos kilómetros, ahora se sabe que podemos estar trabajando en Buenos Aires con el mismo nivel de objetividad, creo que hay más posibilidades, quizás los problemas son otros, quizás la dificultad para cursar por la situación económica, la gente está un poco empobrecida, los libros son caros, es lo que pasa en todas las instituciones públicas
 
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