La segunda semana del mes de diciembre del 2014 va quedar guardada en la memoria de América Latina por tres hechos claves. El primero es la decisión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de crear un comité ad hoc para estudiar los procesos de reestructuración de deuda soberana, el segundo es el desarrollo de la VIII cumbre de la UNASUR (celebrando además el establecimiento de la nueva sede del organismo en Quito), y el tercero la recuperación del nieto numero 116 por parte de las Abuelas de Plaza de Mayo.
Para nadie es un secreto el cambio que ha vivido la región a partir del 2004. Desde entonces, América Latina transita un proceso de trasformación constante que ha hecho resurgir un sentimiento latinoamericano. Pero este sentimiento no es solo regional, ahora se habla en el contexto internacional del crecimiento de América Latina, de sus potencialidades, de sus grandes logros en materia económica, social y cultural, de sus políticas enfocadas en el respeto y la igualdad de género, de sus científicos, entre otras cosas.
Nuestros presidentes ahora forman parte activa en los foros más relevantes donde se desarrolla el debate mundial, proponiendo nuevas formas de ver el mundo, de replantearse el ordenamiento mundial. Lo vimos en las asambleas de la ONU, en las discusiones con el Fondo Monetario Internacional, en la interacción con el G77, con el G20, en la Cumbre de Rio +20. Allí nuestros mandatarios acapararon la atención del mundo a través de fuertes y meditadas tomas de posición sobre muchos de los temas más relevantes de la política internacional, lo cual fue receptado ampliamente por los distintos medios de comunicación. Argentina con su disputa con los fondos buitres, Uruguay colocando un discurso más humano y menos económico, Ecuador demostrando un crecimiento constante y sostenible, Colombia luchando por alcanzar la tan anhelada paz. Son varias las cosas que podríamos enumerar que vienen pasando en la región, sin embargo hoy sólo nos vamos a detener en los tres hechos anteriormente señalados.
Después de unos meses agitados con fuertes discusiones nacionales e internacionales entre Argentina y los fondos buitres, la ONU decidió el viernes 5 de diciembre iniciar las respectivas negociaciones para crear un marco multilateral para los procesos de reestructuración de deuda soberana. A tal efecto, creará un comité especial que será el encargado de llevar adelante las discusiones sobre el tema. Esta iniciativa es un fuerte respaldo multilateral al planteo realizado por el gobierno argentino en la última asamblea de la ONU. Sin embargo, no se trata sólo de un triunfo argentino. Es un triunfo para todos los países que tienen deuda soberana y que han sido, y siguen siendo, explotados de diferentes maneras en el contexto de este tipo de negociaciones financieras.
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Monumento a Néstor Kirchner en la sede de UNASUR en Quito |
El mismo día en que el mundo recibía la noticia sobre la creación de un “comité abierto a la participación de todos los Estados miembros y observadores de la ONU para elaborar a través de un proceso de negociaciones intergubernamentales un marco jurídico para procesos de reestructuración de deuda soberana”, en Ecuador se daban cita los mandatarios de la región para celebrar la VIII Cumbre de la UNASUR en Quito. Además de celebrar la cumbre, el encuentro también tuvo por objeto inaugurar la nueva sede de la UNASUR en el edificio “Néstor Kirchner”, denominación acordada en honor al ex mandatario argentino que fuera el primer secretario del organismo y quien consolidó la UNASUR cuando intervino como facilitador en la crisis diplomática entre Colombia y Venezuela en el año 2010.
Para muchos analistas y los siempre descreídos de los intentos de integración latinoamericana, este nuevo organismo tenía como destino pasar desapercibido en la historia regional, siendo uno más de los tantos esfuerzos frustrados por integrar nuestras naciones. Sin embargo, el panorama de los últimos años demuestra todo lo contrario ya que el organismo se ha ido consolidando como el verdadero espacio político de la región. Un espacio que ha sabido ser el primero en pronunciarse a favor de nuestros intereses cada vez que un hecho de relevancia internacional trascendió de manera significativa en algún país de la región.
Se han cumplido 10 años desde su primera declaración, los mismos 10 años en que la región ha profundizado su integración al mundo tomando parte activa en las discusiones más relevantes del contexto internacional. Por eso no es casualidad que en esta cumbre los temas primordiales hayan sido la creación del directorio del Banco del Sur, la instrumentación de un banco de precios de medicamentos para la región, la concreción de un esquema de cielos abiertos para compartir entre países rutas aéreas, y la materialización de varios proyectos de energía en común que están ya planteados pero no han sido ejecutados.
Cabe señalar, sin embargo, que este propicio escenario no debe llevar a cegarse por los grandes avances y por la cordialidad que existe entre los mandatarios de la región. Todavía quedan muchas cosas por hacer dentro de los países y dentro del bloque regional. Por eso infunde cierta tranquilidad escuchar a los propios mandatarios expresar sus deseos por “hacer más y declarar menos”, pasar a la implementación de los discursos y enfocar todos los esfuerzos necesarios por generar e implementar todo el abanico de buenas iniciativas que se siguen presentando en el organismo.
Es fundamental pasar del discurso a las acciones para seguir construyendo el camino de la integración, aprovechando nuestro gran potencial en recursos energéticos, ambientales, culturales y sociales, entre otros. Que la nueva sede de la UNASUR, no solamente sea el edificio más moderno de la región, que sea un todo en estructura y personal, integrado por especialistas que comprendan y se comprometan con la región a través de programas y proyectos que superen las declaraciones y resoluciones. Si el organismo desea seguir fortaleciendo sus bases y sus resultados, debe complementar esa parte política y administrativa con especialistas que estén a la altura de las circunstancias.
Para finalizar, no podemos dejar de celebrar otro hecho que trascurrió en esta semana y que marca los resultados de un avance constante y sistemático de políticas serias en materia de memoria y derechos humanos. Me refiero a la restitución de la identidad del nieto número 116, reafirmando una lucha constante e incansable por esclarecer la historia, basada en el amor y la perseverancia por parte de las Abuelas de Plaza de Mayo.