Verdugos, amos y víctimas

09/01/2015
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El problema de las policías es una deuda histórica que debe resolverse de manera urgente ya que no es posible aceptar en este tiempo de cambios profundos, el accionar mafioso y asesino de las fuerzas policiales de nuestro país.
 
Es inadmisible que en un proyecto nacional y popular sigan ocurriendo estos abusos. Las torturas y asesinatos de jóvenes vulnerables, marginalizados, “apretados” por las policías del país para que delincan a favor de esa perversidad de uniforme, estigmatizados por las sociedades “comerciales” que en su condición de seres morales que pagan sus impuestos acuden a intendentes para que “limpien” la zona (sabemos de quién hablamos, hoy es Ministro), todo ello exhibe la comprobación horrenda del accionar de estos verdugos amparados por el poder.
 
En el conurbano bonaerense los intendentes (no kirchneristas y kirchneristas también), que reciben fondos de la coparticipación federal, gastan fortunas en cámaras de seguridad ubicadas en las calles (entre otros gastos que sostienen un negocio redondo tanto para los intendentes como para las empresas que les venden el soporte tecnológico cuyo producto es utilizado por los jefes comunales para promocionar sus campañas de seguridad en los medios dominantes, quienes a su vez lucran con la publicidad sobre sus benéficos servicios) pero no han colocado ni una sola cámara en comisarías. Éste sería un paso importante para realizar un verdadero control – aunque no es sólo este recurso tecnológico el que resolverá el grave problema de las prácticas antidemocráticas e inhumanas de las fuerzas represivas – sobre las policías que aún no han aceptado el proceso transformador iniciado en el 2003.
 
Pero no son solamente las policías sino que estas prácticas herederas de las peores épocas dictatoriales vividas y sufridas por nuestro pueblo, cuentan con la protección (y connivencia) del complejo entramado de poder político-penitenciario judicial. La ex Ministra de Seguridad, Nilda Garré, lo dijo expresamente: Seguridad sí pero democrática. Esta decisión importantísima, que parece haber pasado a un segundo plano frente a estrategias de marketing electoral que hacen eje en la seguridad/inseguridad – este escriba no niega en absoluto la existencia de hechos de inseguridad -, debe ser central en la batalla por un cambio cultural que no parece tener el correlato necesario en el conjunto de las provincias de nuestro país. Para dar algunos ejemplos: En la provincia de Buenos Aires, la reforma que produjo León Arslanián fue anulada con la asunción del ex alcalde Roberto Casal, designado por el Gobernador Scioli, quien le devolvió el control sobre las fuerzas al comisariato. Y este cambio cultural necesario debe darse también en algunos sectores de nuestra sociedad, como las capas medias y medias altas, que han convalidado – y convalidan- el accionar antidemocrático de policías y jueces amparándose en su derecho a sentirse seguros, aunque ese ideal total – distópico en su afirmación de soluciones individuales- de una sociedad segura para pocos, implique que los sectores postergados sigan siendo las víctimas de la tortura y la muerte a manos de las “fuerzas del orden” que a su vez reproducen ese modelo reaccionario en una especie de versión mefistotélica del síndrome de Estocolmo, ya que casi con seguridad han sufrido la discriminación y la pobreza antes de convertirse en verdugos de un polo de poder que aún no ha sido desactivado (El eje es: Poder Político-Policías- Servicios Penitenciarios y Jueces y abogados).
 
Otro claro ejemplo son las designaciones de los jefes de Policía en Santa Fe por parte del Gobierno Provincial de Antonio Bonfatti. Juan Pablo Garro, el nuevo jefe de la Policía de la ciudad, denunciado por conductas antisemitas, produjo la indignación de organismos de derechos humanos y de la sociedad civil santafesina. Según el informe especial de CN23, Garro ya había sido denunciado en 2006 por un subalterno, acusado de insultos verbales. Además, se habían hallado símbolos nazis en su despacho. “Se habla literalmente de un cuadro con una esvástica, que el implicado argumentó que había sido un regalo y que “sólo lo había conservado”. La compleja trama de relaciones entre el poder político, empresarial y policial con el narcotráfico quedó expuesto mediante el caso Tognoli: El ex jefe de la Policía de Santa Fe, comisario Hugo Tognoli, fue procesado en la causa judicial que lo investiga por su presunta vinculación con una red de narcotraficantes en el sur de la provincia. La decisión fue adoptada por el juez Federal 3 de Rosario, Carlos Vera Barros, quien también dictó el procesamiento de Carlos Ascaíni, un empresario de la localidad santafesina de Villa Cañas, a quien según consta en la causa, Tognoli le facilitó datos y claves de seguridad con la finalidad de facilitar la comercialización de drogas.
 
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Crédito Imagen: LosAndres
 
Y como final, el accionar de los medios hegemónicos que en su perversa maquinaria productora de sentido profundizan el miedo y la histeria en la psique colectiva presentando a diario la idea de una sociedad sitiada por la inseguridad, operación que busca exacerbar ese oscuro rasgo distintivo de amplias capas sociales que ante el temor reaccionan reclamando la infinitamente mentada mano dura al tiempo que se horrorizan, tal vez no tanto, ante el conocimiento de una realidad que desde hace tiempo decidieron negar, asumiendo cierta cuota de complicidad en la convalidación de las peores prácticas policiales y judiciales. Un refrán popular versa: Nada más fascista que la clase media asustada. Y un poema del gran poeta salvadoreño, Roque Dalton, dice: No olvides que aún el menos fascista de los fascistas, es un fascista. Y se sabe, los refranes y los poetas populares, casi siempre, son sabios.
 
- Conrado Yasenza, Lic. en Periodismo de la UNLZ. Director de la Revista de Cultura y Política- La Tecl@ Eñe @LaTeclaEne
 
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