De misiles y de giles

01/12/2005
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Existen temas que a pesar de ser repetitivos no se los pueden dejar de comentar y menos olvidar. Tal el caso de los treinta misiles chinos que fueron entregados a los EE.UU. para su "desactivación" y posterior devolución al furrielato del cuartel de Viacha en calidad de bacinicas de campaña. Hasta allí la historia corta y comprensible. Empero, nadie supo explicarla y en su lugar, nos contaron unos rollos que insultan nuestra inteligencia. Se argumentó, por ejemplo: Que había vencido la vida útil de tales adminículos y por tanto, estos se tornaban peligrosos. Como si de un supositorio o un jarabe para la tos se tratase. ¡Nada más falso! Se trata de un tubo de acero, que en las condiciones ambientales de Viacha, fácilmente alcanzaría la centuria de vida. Algo así como nuestros fusiles Mauser que, pese a su edad, siguen manteniendo su cualidad de matar gente. La verdadera historia de este extraño periplo radica en la amarga experiencia vivida por las tropas estadounidenses en Afganistán e Irak, frente al poder letal de estas armas fabricadas en China, con tecnología soviética. Fue entonces que, bajo la premisa de "mejor prevenir, que lamentar" y ante el riesgo de que estas puedan caer en manos de grupos insurgentes, de abierta vocación "come gringa", se decidió eliminarlas de los arsenales de naciones consideradas "conflictivas", como es el caso de Bolivia o Nicaragua. Fue entonces que el año 2004, por instrucciones de las autoridades de la defensa norteamericana, se inició en Nicaragua la operación "desmantelamiento", donde el ejército sandinista había dejado de herencia un escalofriante pertrecho de dos mil cohetes. Vanos fueron los intentos de las autoridades civiles, como militares, arguyendo dignidad, soberanía etc. por oponerse a dicho operativo, El sólo intento casi le costó al señor Bolaños la Presidencia y muchas cabezas rodaron en la plana mayor de sus FF.AA. Como resultado final, los misiles partieron con ticket de ida solamente. Si bien este burdo decomiso lastima cualquier sentimiento nacionalista no es menos cierto que una simple explicación habría sido más feliz que toda la retahíla de argumentos que nos vinieron suministrando. Peor ahora que los cohetes volvieron inútiles y propios de un cuento de misiles y de giles.
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