Gran abstención, castigo al sistema y derrota del gobierno
29/06/1998
- Opinión
Santo Domingo.- Los resultados de las elecciones congresionales y municipales realizadas el 16 de
mayo pasado han introducido cambios significativos en el cuadro político nacional.
Cantidad y calidad de la abstención
El alto nivel de abstención (superior al 50%) reveló en forma incontrovertible una enorme pérdida
de respaldo popular al sistema político, a los mecanismos electorales y los tres partidos que lo han
dominado.
La aparente recuperación del sistema electoral registrada en las elecciones presidenciales de 1996,
en las cuales hubo una abstención de sólo el 7 % se vino abajo.
Ahora, la caída resultó brutal y, entre sus causas más relevantes e inocultables -así lo admiten hasta
algunos voceros del sistema-se encuentran: la reactivación, profundización y ampliación en gran
escala de la conciencia crítica frente al deprimente estado de las instituciones electivas (Congreso,
ayuntamientos); la naturaleza antidemocrática y excluyente de las normas y procedimientos
electorales del sistema y de sus organizaciones; la degradación y manipulación de la competencia; la
corrupción reinante y la igualación de los tres partidos dominantes en las peores prácticas de
gestión y competencia; la ausencia de programas en esos partidos que enfrentan el destructivo plan
neoliberal impuesto desde el exterior y el progresivo proceso de perversión del quehacer político
tradicional.
En esa gran abstención -y sobre todo en su enorme incremento por encima de lo que se considera
"normal" o "natural"- está presente como factor relevante, aunque no único, el castigo al Partido
Reformista Socialcristiano (PRSC), al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y al Partido
Revolucionario Dominicano (PRD)*. Está presente en dosis importantes, aunque difíciles de
cuantificar, el rechazo al sistema político dominante, al tipo de democracia y de elecciones vigentes,
y a los efectos empobrecedores de las políticas neoliberales aplicadas sucesivamente por el PRD, el
PRSC y el PLD cuando les ha tocado gobernar.
En ese orden, esta abstención no sólo ha sido superior en cantidad a las anteriores recientes, sino
que además tiene una calidad política más elevada si se valora que, en las grandes abstenciones
previas a 1994, el factor político dominante fue la conciencia de su carácter fraudulento y la
convicción, presente en amplios sectores, de que Balaguer volvería a imponerse a través de la
trampa.
Grandes sectores juveniles de ambos géneros se sumaron al caudal abstencionista, desilusionados y
burlados por la nueva gestión gubernamental, y por el deplorable cuadro exhibido por las
partidocracias tradicionales.
Una abstención de 65 % se registró en el sector femenino de la sociedad, evidenciando que la
feminización de la pobreza, el impacto de la crisis económica sobre las madres solteras y jefas de
hogares, la exclusión y la discriminación social y de género acentuadas en la era neoliberal, y la
incertidumbres presente en las mujeres más jóvenes, ha potenciado en ese sector el rechazo a este
tipo de elecciones y a los partidos tradicionales que se sirven de ellas.
La profundización de la ilegitimidad
El nivel de abstención redujo considerablemente la base de apoyo político de los tres partidos,
aumentó sensiblemente el grado de ilegitimidad de las cámaras legislativas y de los ayuntamientos, y
evidenció que el partido de gobierno cuenta sólo con el respaldo de una minoría extrema.
El Congreso y los ayuntamientos electos cuentan con el apoyo de algo menos de la mitad de los
electores.
El dominio del PRD sobre las dos cámaras y sobre 95 de los ayuntamientos representa sólo al 25 %
de los electores.
La votación del PRSC equivale al 8 % de los electores inscritos.
Y el PLD como partido de gobierno, y con el Gobierno y el partido involucrados totalmente en esa
competencia, sólo cuenta con menos del 15 % de los electores.
Esa situación es muy grave, a pesar de que se vio significativamente atenuada, porque el impacto a
última hora de la muerte del Dr. Peña Gómez logró estimular hacia las urnas a sectores que se
resistían a votar.
A esto hay que agregar que es comprobable, aunque no se ofrecen datos precisos al respecto, que
en la gran cantidad de votos nulos (alrededor del 6 %) hay un componente significativo de votos
voluntariamente anulados como expresión de rechazo a los tres partidos contendientes.
Y esto es más grave aún porque casi todos los potenciales candidatos a la Presidencia y a la
Vicepresidencia de los tres partidos, el propio Presidente de la República, Balaguer y Peña Gómez
estuvieron involucrados directamente en esta campaña electoral, y porque, nunca como ahora, se
gastaron tantos recursos con el propósito de producir una alta votación y se involucraron tantos
sectores de la cúpula eclesial, social y política en su promoción.
Los votos depositados
En el escenario de los que votaron también hubo hechos muy importantes.
En primer lugar, el oficialismo, empeñado en lograr una victoria de significación, fue
apabullantemente derrotado en su propósito.
Entre los que votaron, la mayoría lo hizo contra el partido de Gobierno (PLD): la mayor parte por
el PRD (51%) y la menor parte por el PRSC (17%). El PLD logró el 31 %. de los votos válidos.
Con esa votación, el PRD logró 24 senadores de un total de 30, y obtuvo 89 diputados de un total
de 149 y 95 de 115 ayuntamientos. Controla así ambas cámaras legislativas y gran parte del poder
municipal.
En medio de esa situación, el PLD perdió incluso la posibilidad de vetar las leyes observadas por el
Ejecutivo, mientras la suma de votos del PRD y el PRSC le posibilita a la oposición modificar la
Constitución sin apoyo del PLD.
Esos resultados tienen un impacto demoledor sobre las pretensiones de volver a posibilitar
constitucionalmente la reelección presidencial y los planes de repostulación del Presidente
Fernández Reyna.
Ese expediente queda en gran medida clausurado y eso le ocasiona al PLD mayores dificultades en
medio de la derrota, dado que el actual titular del Poder Ejecutivo era el único candidato propio
con cierta capacidad competitiva, y el único que al interior del PLD tenía en lo inmediato la
posibilidad de lograr consenso o mayoría, sin riesgo de crisis interna o de divisiones más o menos
costosas.
En ese plano, la derrota del PLD en esta coyuntura se torna en cierta medida estratégica, puesto
que afecta gravemente sus ambiciones de continuidad en el Gobierno más allá del año 2000, y
agrava su debilidad, profundizando la situación de gobernabilidad inestable presente desde hace
algunos meses.
Esa derrota tienen una notable profundidad si se valora que en la campaña electoral afloraron con
más fuerza todos los rasgos negativos del PLD (autoritarismo, prepotencia, soberbia, afanes de
perpetuación) y todos los procesos degenerativos que lo afectan (clientelismo, soborno, derroche
de los recursos del Estado, inclinaciones criminales). De esa realidad se derivó el calificativo
popular de "comesolos", que sabiamente resume su manera de ejercer el poder y su elevado
egoísmo elitista.
Esto además tiene más valor que sus resultados formales si se tienen en cuenta los extraordinarios
recursos empleados por el PLD en el marco del uso abusivo del aparato estatal para intentar
alcanzar sus fallidas expectativas.
En los votos del PRD, independientemente de lo cuestionable que es esa opción electoral, está
presente un fuerte ingrediente de rechazo a la nueva corrupción, a los nuevos crímenes, a la
profundización del camino neoliberal y del empobrecimiento del pueblo y a la continuación de la
impunidad de los grandes delitos del Estado del pasado. La parte de la sociedad que concurrió a
las urnas y votó contra el PLD lo hizo, en buena medida, con la intención de castigar una política
gubernamental altamente negativa.
En ese escenario, el PRSC fue sensiblemente golpeado. Continuó descendiendo electoralmente, lo
que también revela que pese a los esfuerzos oportunistas que hizo para distanciarse del Gobierno y
para no reeditar el llamado Frente Patriótico, la población electoral continuó castigando su pasado
cargado de crímenes y corrupción.
Golpe al conservadurismo
La derrota del PLD, de una parte, y la del PRSC, de la otra, evidenció una fuerte reacción de los/as
votantes dominicanos/as contra las expresiones más compactas del conservadurismo y el
neoconservadurismo político; lo que no excluye la presencia de esas corrientes en el propio PRD y
otros sectores de nuestra sociedad que sirvió de canal de esa derrota.
Tanto la desarticulación previa del Frente Patriótico como la derrota por separado de sus
componentes originales han debilitado considerablemente los intentos de reconformar la hegemonía
dentro de nuestra sociedad de un agrupamiento político altamente conservador; esto es, le han
creado más obstáculos al predominio político de una derecha sumamente autoritaria, racista-
antihaitiana y decidida a reconstruir una nueva variante del partido de Estado que representó la
otrora poderosa facción política encabezada por Balaguer.
En términos más específicos, ese fenómeno se expresó también en la derrota sufrida por los
candidatos a senadores, diputados, síndicos y regidores con pesadas cargas de crímenes y de
corrupción, los cuales no lograron abrir las puertas de las instituciones electivas en busca de más
impunidad.
La profundización del proceso de desarticulación del llamado Frente Patriótico y el limitadísimo
apoyo recibido por el partido de gobierno, reafirman y acentúan la precaria estabilidad del gobierno
de turno.
La FR y la abstención
Inmediatamente después de la Conferencia Nacional Juan Pablo Duarte de la Fuerza de la
Revolución, realizada el 25 y 26 de enero de 1998, en el plan de trabajo que diseñamos nos
propusimos "lograr el mayor nivel de rechazo multilateral a las elecciones congresionales y
municipales"... y "un abstencionismo activo y un buen nivel de movilización social y política en
dirección contraria y contestataria del electoralismo tradicional, un grado alto de ilegitimidad de las
partidocracias corrompidas y de sus candidaturas, un fuerte castigo popular a la corrupción y
manipulación electoral..".
En gran medida, pese a los retrasos en nuestra intervención directa, a las limitaciones materiales que
nos afectan y a la variedad de fallas cometidas, esos propósitos fueron logrados con el concurso de
otras organizaciones de izquierda, de los movimientos populares que escenificaron importantes
luchas y de la conciencia acumulada en años de combate contra el sistema político vigente, contra
los partidos tradicionales y las instituciones que controlan. Si esa posición no se hubiera adoptado
y aplicado con tanta tardanza y con evidentes inconsecuencias, de seguro los resultados todavía
hubieran sido mayores.
Los altos niveles de abstención consciente alcanzados no deben ni pueden ser valorados como obra
exclusiva nuestra, ni tampoco como fuerza propia de la izquierda. Es, esencialmente, una
expresión del avance de la conciencia popular, de sucesivas experiencias frustratorias del propio
pueblo, de aportes diversos que confluyen en esa dirección y de luchas que hemos librado junto a
otras fuerzas.
La abstención tiene además otros componentes que no tienen ese mismo significado, pero ahora es
evidente que una parte importante de ella es el producto de esa acumulación de conciencia crítica,
de luchas antisistema y de reacciones cuestionadoras más o menos avanzadas, que nosotros/as
supimos interpretar, estimular, potenciar, ampliar y darle parcialmente un referente político
identificable.
El proceso de reordenamiento político está, pues, en marcha acelerada.
La recomposición necesaria abre nuevas perspectivas a las fuerzas progresistas y de izquierda y a
los nuevos actores socio-políticos, en un contexto donde la situación social y económica y la crisis
que agudiza el neoliberalismo no cesan de acentuarse.
Precedidos del triunfo de la huelga general de noviembre de 1997 y del fracasado diálogo nacional,
los recientes resultados electorales expresan el proceso de agotamiento de este régimen junto a la
pérdida de confianza del pueblo en el sistema político vigente.
Narciso Iza Conde es dirigente nacional de la Fuerza de la Revolución, partido de izquierda,
marxista, conformado hace dos años, a partir de la fusión orgánica del PCD con otras tres
organizaciones de izquierda.
(*) El PRSC es el partido de Balaguer y pertenece a la Democracia Cristiana Internacional. El
PLD, que estuvo liderado por Juan Bosch, actualmente en retiro, es el partido de gobierno y lo
encabeza el Presidente Leonel Fernández, giró de una posición de centro y centroizquierda, a la
derecha. El PRD es el que lideraba Francisco Peña Gómez, recientemente fallecido y es miembro
de la Internacional Socialista IS.
https://www.alainet.org/es/articulo/104240?language=es
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