Educación para todas
01/07/1997
- Opinión
En el siglo XX, el derecho humano a la educación ha pasado a constituirse en uno de los bienes más
preciados de la ciudadanía y, en los hechos, su socialización ha significado uno de los principales
avances de la humanidad. Pero, en un mundo basado en desigualdades, un siglo no ha bastado para
lograr su masificación total, es más el balance de fin de siglo arroja la existencia de 900 millones de
analfabetos en el mundo, de los cuales alrededor del 60% son mujeres.
Esa cifra no incluye las situaciones de analfabetismo funcional y menos aún las personas que nunca
fueron al colegio ni recibieron ninguna forma de capacitación profesional. En las áreas rurales de
América Latina y el Caribe, existen países donde el derecho a la educación es prácticamente
imperceptible en el caso de las mujeres, cuyos niveles de analfabetismo ascienden hasta el 80% en
Haití, el 50% en Bolivia, el 45.6% en Perú, para mencionar algunos.
Pero las buenas intensiones no han faltado, en 1990, Año Internacional de la Alfabetización, se
estableció la meta de lograr la erradicación total del analfabetismo para el año 2.000, como también de
priorizar, asegurar y garantizar el acceso y la calidad de la educación para niñas y mujeres, como lo
señala la Declaración de la Conferencia Mundial "Educación para Todos" (Tailandia/95). Sin embargo,
es previsible que en el año 2.000, que se avecina, millones de personas no habrán conocido aún ni la
alfabetización ni la capacitación profesional, necesarias para desenvolverse en la sociedad actual.
La falta de acceso a la educación limita sustancialmente a las mujeres el ejercicio de los más
elementales derechos ciudadanos y es, por lo tanto, uno de los más serios obstáculos para su
participación democrática en la sociedad. Ello es tangible, de manera particular, en la adopción de
roles de liderazgo y, de manera general, en su inserción a las esferas de decisión económica y política, a
tal punto que, al hablar de igualdad, tanto la alfabetización como la capacitación permanente de las
mujeres aparecen como emergencias impostergables.
Entre cenicientas y super-mujeres
Actualmente, cuando de mujeres se trata, está de moda la imagen de la ejecutiva exitosa que mira hacia
el futuro, pero la realidad se empecina en mostrar su antítesis, una mayoría conformada por informales
urbanas, campesinas pobres y desempleadas, cuyo nivel de educación oscila entre el analfabetismo y, a
duras penas, la educación primaria.
De hecho, muchos países de la región han registrado significativos avances en el acceso de las niñas y
adolescentes a la educación formal, es más las estadísticas de países como Cuba o Uruguay registran
que igual número de mujeres y hombres han accedido a este tipo de educación; también se pueden
identificar carreras profesionales que se han feminizado. No obstante, la brecha de inserción
profesional entre hombres y mujeres es tan significativa que se hace necesario sobrepasar los límites de
la educación formal, para enfocar las circunstancias estructurales, socio-económicas, culturales y
educativas, que impiden el avance educativo real de las mujeres adultas y jóvenes.
Especialistas del tema y activistas, como lo es la Red de Educación Popular Entre Mujeres -REPEM-,
han identificado diversos elementos inherentes a los procesos educativos y a los contenidos
curriculares, que podrían facilitar un proceso de educación permanente, ?definida como la provisión
de oportunidades para aprender en el transcurso de la vida?, en palabras de la educadora
bangladeshense Nilufer Rahman.
También se señalan diversos aspectos vinculados a la toma de conciencia, tales como que las personas
sean actoras y se auto-dirijan hacia la educación, que incluyen el incentivo a las propias mujeres para
buscar mayores niveles de escolaridad o simplemente lograr la alfabetización; "Es indispensable que las
mujeres piensen muy seriamente el papel de la educación como un instrumento privilegiado en la
construcción de la ciudadanía", señala Celia Eccher, Coordinadora Latinoamericana de la REPEM.
Pero sobre todo, es indispensable que la sociedad asuma ese proceso como una necesidad, pues ?es
conocido el hecho de que la educación de las mujeres es un elemento clave para el desarrollo societal?
y por lo tanto requiere una especial atención institucional, acota Rahman. Además, como lo precisa la
filipina Carol Añonuevo, organizadora de la CONFITEA, ésta debe ser de calidad, tanto a nivel
curricular como en la adopción de metodologías, horarios y condiciones adaptadas a las posibilidades
de las mujeres.
Algunos elementos estructurales
En los hechos, saltan a la vista tres elementos estructurales que limitan el acceso de las mujeres a la
educación adulta y que por lo tanto requieren la adopción de medidas apropiadas para subsanarlos: el
primero tiene que ver con la conjunción de la pobreza y la discriminación de género, que obliga a las
mujeres a asumir, desde muy temprano, actividades productivas de autosubsistencia o sobrevivencia,
cuya consecuencia directa es la deserción escolar femenina, pues, en muchos casos, es reflejo familiar
automático priorizar la educación masculina, considerada como una inversión necesaria a la promoción
socio-económica.
El segundo aspecto tiene que ver con la domesticidad de las posibilidades de las mujeres, pues todas,
escolarizadas o no, son amas de casa o participan de cerca en las actividades domésticas, y/o asumen
diversos niveles de responsabilidad familiar, ello conlleva una restricción de sus disponibilidades y por
lo tanto de las posibilidades educativas o de capacitación permanente.
En las áreas rurales, las mujeres, además de la rutina agrícola que incluye trabajos pesados, se ven
obligadas a asumir el trabajo doméstico, lo que restringe netamente su "auto motivación" y energía
para asistir a sesiones de capacitación o alfabetización, muchas veces nocturnas y en lugares alejados,
poco adaptados a sus necesidades, que incluirían idealmente servicios de cuidado infantil.
En el mismo rubro se señalan elementos vinculados a la reproducción, el embarazo, el matrimonio
temprano y la casi exclusiva responsabilidad en la crianza de la niñez. Máxime si en la región la
mayoría de mujeres pobres son a la vez jefas de hogar.
El tercer elemento tiene que ver con la pauperización acarreada en las instancias educativas, formales e
informales, por la aplicación del modelo neoliberal, principalmente a través de los recortes a los
presupuestos del área educativa, como también por el hecho de que las reestructuraciones laborales se
realizan bajo patrones sexistas tendientes a priorizar la capacitación masculina.
En este marco, acorde con la discriminación sexista, la capacitación dirigida a las mujeres se enmarca
en rubros considerados femeninos, muchas veces sin salidas laborales y sin proyección ecónomica,
señala la economista ecuatoriana Magdalena León.
En la misma línea, merece especial atención la calidad curricular, pues en muchos casos se utilizan
metodologías provenientes de la educación formal sin adecuarlas a las necesidades de las adultas, lo
que limita las posibilidades de éstas, más aún, si se considera que los perfiles educacionales de las
mujeres se han modificado notablemente en los últimos 20 años, incrementando también la brecha entre
mujeres capacitadas y no capacitadas, principalmente en lo que concierne al uso de la tecnología, frente
a la cual las mujeres adultas no han tenido oportunidades de desarrollar destrezas, acota Magdalena
León.
Justicia en las relaciones de género
Como lo enfatiza Carol Añonuevo, si desde 1990 (año de la Alfabetización) se hubieran realizado más
acciones prácticas y menos retóricas y, si se aplicara desde ya la exigencia de "promover una política
activa y visible, de incluir una perspectiva de género en todas sus políticas y programas", señalada en la
Plataforma de Acción de Beijing (ONU/95), gobiernos y otros actores estarían en vías de aportar
soluciones reales.
Como no es así, el movimiento de mujeres está encaminando a la CONFITEA propuestas de
compromisos reales, que contemplen desde la erradicación del analfabetismo hasta el acceso de las
mujeres a la educación científica y tecnológica, como también el desarrollo de la educación
permanente, principalmente sobre derechos ciudadanos u otros conocimientos necesarios para
disminuir la brecha de poder entre hombres y mujeres.
Asimismo, la REPEM propone conmemorar el "Día por la educación no sexista", bajo el lema que
reunirá a las mujeres en la CONFITEA ?Aprendiendo con justicia de género? y se suma a la iniciativa
del Consejo Internacional de Educación de Adultos, que propone dedicar una hora al día para que
todos y todas en el mundo, "puedan disponer cotidianamente de un espacio y un tiempo en los que se
abran posibilidades de asumir un nuevo papel de gestión del propio proceso de formación". Esta
iniciativa, que se celebrará el 21 de junio, invita a pensar qué cambios podrían pedir las mujeres en
todos los campos.
https://www.alainet.org/es/articulo/104417
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