Desafíos de los derechos humanos para el siglo XXI
24/03/1997
- Opinión
Al dar una mirada panorámica a los derechos humanos durante el
siglo XX vemos momentos de esperanza como la derrota de las
dictaduras, las campañas y marchas pacifistas, las acciones a
favor de un medio ambiente sano, la movilización de
organizaciones de mujeres en defensa de sus derechos, el
creciente reconocimiento de los derechos de los pueblos, la
condena a nivel internacional de la tortura, la discriminación,
la violencia en contra de las mujeres. Pero también se han dado
acontecimientos desesperanzadores como las guerras mundiales, las
guerras civiles, los campos de concentración y de exterminio, la
bomba atómica, las hambrunas, los desplazamientos forzados de
personas y pueblos enteros, las desapariciones forzadas de miles
de seres humanos. En el siglo XXI probablemente nos esperan
nuevos avances y retrocesos en materia de derechos humanos, pero
mucho depende de todos nosotros para que el saldo positivo supere
lo negativo.
En nueestros países la violación a los derechos humanos es
sistemática y significa abusos, agresiones y atropellos en todos
los aspectos de la vida; impera la impunidad, tanto para los que
desaparecen, matan, torturan, y privan de la libertad como para
los que sumergen al pueblo en la pobreza, la miseria y la
angustia diaria. En los albores del siglo XXI urge cambiar esta
situación. Desde el campo de los derechos humanos vemos la
necesidad fundamental de desarrollar una nueva comprensión del
ser humano y de la colectividad a fin de promover relaciones
humanas justas, igualitarias y solidarias entre las personas y
los pueblos.
La eliminación social y creciente relegación de la persona al
anonimato es un proceso que se ha acelerado con la globalización
de la economía neoliberal que ha significado tanto la pérdida del
control que ejercían los pueblos sobre sus economías como el
achicamiento de los estados nacionales que implementan, aunque
con mucha deficiencia, políticas de corte social. Con la
supeditación de las necesidades de las personas a las del
mercado, los intereses particulares y de la minoría priman sobre
el bien común, empeorando aún más las precarias condiciones de
vida de alrededor del sesenta por ciento de la población.
Otro hecho, cuyas implicaciones son incalculables para la
humanidad y que exige igualmente la profundización del concepto
de la dignidad humana es la clonación de una oveja, publicitada
en los primeros meses de 1997. Se empieza a discutir las
posiblidades de la clonación humana. Si no hay una comprensión
y convicción del valor de la persona, estamos frente a una
realidad aterradora donde la persona se convierte abierta y
aceleradamente en un objeto de explotación, experimentación,
utilización y comercialización en el mercado.
Una crítica global
El trabajo por los derechos humanos tiene que constituirse en una
crítica global del orden establecido y ayudar a desenmascar el
nuevo orden internacional donde el libre flujo de capitales
restringe la libertad y seguridad de las personas. Hay que
resaltar y defender la dignidad individual al igual que los
derechos de la colectividad. El PNUD en su Informe del 1996
sobre el Desarrollo Humano señala que \"Hay en el mundo 358
personas cuyos activos se estiman en más de 1.000 millones de
dólares cada una, con lo cual superan el ingreso anual combinado
de países donde vive el 45% de la población mundial.\"
Urge dar igual importancia a los derechos económicos, sociales
y culturales que a los derechos civiles y políticos y que se
busque mecanismos que exijan al Estado su cumplimiento. La
vinculación con las organizaciones populares y movimientos
sociales es indispensable a fin de avanzar en la comprensión de
la integralidad y amplitud de los derechos humanos. La lucha
contra la impunidad debería incluir las violaciones a los
derechos económicos y sociales, la usurpación de territorios
ancestrales de los indígenas, la degradación del medio ambiente.
Recuperar el sentido de la democracia como la participación del
pueblo en las decisiones que afectan su vida y no como un mero
instrumento del poder es otro desafío frenta la nuevo milenio.
La democracia se ha transformado en un paquete de medidas a
aplicar y el ejercicio del poder está reservado para quienes
demuestran tener mayor capacidad para manejar la economía de
acuerdo a los dictámenes del mercado y no para quienes
representan los intereses del pueblo y poseen capacidad para
gobernar en su beneficio. Las elecciones se convierten en
sinónimo de la democracia y una vez ganadas se olvidan las
promesas electorales y continúa la corrupción administrativa con
nuevas caras. Es por eso que existe una apatía generalizada
hacia la política y una falta de credibilidad de las
instituciones públicas.
Vencer esta incredulidad es necesario si se espera que la
realidad de injusticia social cambie. La defensa de los derechos
humanos por parte del pueblo puede constituirse en parte del
proceso de construcción de la democracia. Puede servir como una
práctica contestataria, propositiva y organizativa en la cual se
toman decisiones colectivas, donde hay espacios reales de
participación, donde predominan los intereses de la mayoría.
Los medios de comunicación
El andamiaje del poder descansa sobre dos pilares: el mercado y
los medios de comunicación. Estos últimos ejercen una influencia
enorme en el pensamiento del público. Si están de lado del poder
crean un estado de opinión que va asumiendo las situaciones y
valores que sustentan y perpetúan el status quo.
Se ha visto y leído campañas que desprestigian a las empresas
públicas con sus sindicatos y que elogian los beneficios de las
privatizaciones y la modernización del Estado. Se publican
múltiples noticias sobre escándalos del uso indebido de fondos
públicos por parte de autoridades y funcionarios, pero en
términos ambiguos. Mientras tanto a un pobre, acusado de algún
delito, se lo presenta como un delincuente contumaz con foto y
todos sus datos personales, sea verdad o no aquello de lo que se
le acusa. Las discusiones sobre la reinstauración de la pena de
muerte en América Latina, sobre la castración y cadena perpetua
para ciertos delitos pretenden transferir la culpabilidad de los
males de la sociedad que provienen de las políticas económicas
del Estado hacia la supuesta perversión y maldad de ciertos
individuos o estratos sociales.
La globalización del mundo exige que los organismos de derechos
humanos manejen las nuevas tecnologías de la comunicación social
para desmitificar la neutralidad de los medios de comunicación,
dar a conocer el otro lado de la medalla y develar las
contradicciones de un sistema social que incorpora todas las
leyes sobre los derechos humanos, pero que los viola
impunemente. Mediante las nuevas tecnologías se puede
establecer redes nacionales e internacionales de intercambio de
información, de solidaridad y apoyo; crear espacios de debate
acerca de temas que interesan el pueblo; agilitar comunicaciones
en casos de flagrantes violaciones a los derechos humanos y
construir opinión pública que resalte el valor de la dignidad
humana y los derechos de la colectividad.
* Elsie Monge, hermana Maryknoll ecuatoriana, es presidente a la
Comisión Ecuménica de Derechos Humanos, CEDHI de Ecuador.
https://www.alainet.org/es/articulo/104449
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