VIII Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe:
Convergencias y retos del feminismo
25/05/1999
- Opinión
Los movimientos feministas y de mujeres, las fuerzas que han comprendido
que el siglo que casi comienza pertenece a los liderazgos de mujeres,
protagonizarán en noviembre, en República Dominicana, un cónclave donde
aflorarán muchas de las contradicciones que ya subieron antes a los
escenarios pero que aquí deberán encontrar ganchillos que desaten los
nudos; reflexión que ampare los mejores juicios; y una voluntad
concertadora que permita enrumbar los trillos del porvenir con muchos
más elementos de unidad que de desavenencias. Esas son al menos las
esperanzas de connotadas activistas de estas luchas entrevistadas por
ALAI desde el país sede.
El VIII Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, convocado para
la última semana de noviembre -del 21 al 26-concentrará a unas 1500
participantes (cifra que responde a la capacidad logística de las
anfitrionas) en las costas de Juan Dolio, a unos 50 kilómetros de Santo
Domingo con una agenda conformada por ejes temáticos, objetivos y
propósitos claros, nutricios y jugosos para el debate y para la
emocionalidad.
Una de las intenciones del Encuentro es revisar, justamente, lo ocurrido
en los últimos 30 años en las entretelas de un movimiento reivindicativo
y subversivo, cuyos aportes a la historia de esta centuria, y, en
particular, de las luchas de las mujeres, no pueden ser ignorados.
Según Ochy Curiel, miembro de la Comisión Organizadora, la
especificidad de los contenidos del programa y su desglose en objetivos
generales, lineamientos, ejes políticos y propósitos, responde a la
voluntad de que "tengamos claro, metodológicamente qué queremos lograr,
cuáles son los objetivos, qué sustenta nuestro accionar como Comisión
Organizadora. En ese orden, habrá tres ejes centrales: 1) El feminismo
frente a los viejos y nuevos modelos de dominación, el cual nos
permitirá caracterizar la realidad de América Latina y el Caribe y sus
múltiples y variadas formas de opresión social, cultural, económica y
política durante las últimas tres décadas; 2) El feminismo como
movimiento social, sus estrategias, la conceptualización de éste y sus
avances y limitaciones; y 3) las perspectivas del feminismo
latinoamericano y caribeño, sus retos y sus desafíos".
Pero la riqueza de esa plataforma esclarecida no libera de escollos la
promesa de discusiones con resultados impronosticables para el destino
de esas fuerzas sociales, y para la unidad de sus esfuerzos mismos. Los
precedentes de lo que ocurrió en el anterior foro, en Chile, fueron tan
colosales que dejó divididas -una vez más- a mujeres que individual y
colectivamente son luchadoras de la primera fila y que, a partir de
entonces, quedaron agrupadas entre las "institucionales" (quienes
trabajan para ONGs y dependen, en bastante medida del financiamiento
foráneo y de su gestión); y las "autónomas" quienes piensan que la causa
que las mueve es eminentemente política y que la militancia no se
visibiliza ni en estructuras ni en la tenencia o no de fondos, sino en
la voluntad de echar adelante lo que se quiere, con un rechazo implícito
o explícito a los vínculos con los gobiernos o a la inserción dentro de
ellos.
Las repercusiones conceptuales de estos debates han sido tantos que el
centro peruano "Flora Tristán" acaba de poner en circulación un
compendio de ensayos bajo el título "Encuentros (Des)Encuentros y
Búsquedas: el movimiento feminista en América Latina", estructurado por
Cecilia Olea. Esta obra, tal vez, ahorre la repetición de ciertos
debates aunque también puede ser fuego para esa hoguera.
Feministas sin apellidos ni etiquetas
Claro que estas "corrientes" diferentes de las feministas pasa por
encima de las cabezas de muchas que no se sienten ni autónomas ni
institucionales. Magaly Pineda, directora ejecutiva del Centro de
Investigaciones para la Acción Femenina (CIPAF) de República Dominicana,
dijo para Alai : "El feminismo es uno: yo soy y siempre he sido
feminista, sencillamente", a sabiendas de que con ello trata de frenar
escisiones.
Pero no todas las congéneres envueltas en estas lides ven las cosas con
tal equidistancia. Lusitania Martínez, secretaria general de la
Coordinadora de Organizaciones no Gubernamentales del Area de la Mujer
en el país sede, considera que "sí, tenemos que entendernos en lo que
no lo hemos hecho hasta ahora, y fortalecernos para seguir adelante
porque el siglo que se aboca debe sentir nuestra fuerza, nuestra
capacidad y nuestras posibilidades para subir a las tribunas y triunfar
en todos los espacios".
En un diapasón otro, la mexicana Sara Lovera, ex-directora del
suplemento Doble Jornada, opinó para ALAI que el debate que no ha
finalizado debe reconocer, en primer lugar, "que esta causa necesita
entrega y militancia. La posibilidad de materializar proyectos y
buscarles financiamiento pasa por la disposición primera de poner en
marcha los propósitos a costa de nuestras propias convicciones y de
nuestro tiempo".
Aceptar las diferencias
El empleo del concepto "nudos para desatar" (como probablermente los
habría calificado la precursora chilena y continental Julieta Kirkwood)
es usado ahora por las feministas como una definición exacta de lo que
está ocurriendo en el movimiento. A una pregunta provocadora sobre las
"cuentas pendientes" Ochy Curiel respondió con un análisis sereno:
"En todos los movimientos sociales -dijo- hay corrientes de pensamiento,
lo cual lo hace diverso. Aceptar las diferencias como un elemento
enriquecedor es para nosotras un asunto de principio feminista. Chile
fue un escenario importante para evidenciar que las feministas no somos
iguales, que cada quien tiene su forma de hacer feminismo, porque parte
de visiones diferentes, de experiencias y concepciones diversas. En ese
sentido Chile para mí marca un hito en la historia de los encuentros
feministas. Temas tales como la autonomía del movimiento, que han sido
continuos en los siete encuentros anteriores, en Chile, simplemente, se
expresaron en la voz de nuevas interlocutoras".
"En el primer encuentro feminista la discusión central fueron los
partidos políticos -recordó Ochy Curiel mientras trataba de responder,
organizar y dar abasto a las muchas tareas que tiene ahora el equipo
coordinador en el que está insertada: ?democráticamente, sin excesos ni
jerarquías?-, luego el debate mayor giró en torno a los sindicatos, más
adelante han sido las ONGs, el financiamiento internacional y el
Estado... Esto, claro, crea tensiones, lo cual es normal cuando cada
quien tiene su propia visión. Entonces eso que usted llama ?cuentas
pendientes? son más bien nudos que tenemos que desatar, debatir,
dialogar; y no necesariamente para llegar a consensos, porque la
diversidad de posiciones y visiones no necesariamente debe llevar a
unanimidades, incluso no es ése el propósito de los Encuentros
Feministas sino más bien ver si definimos los mínimos comunes que nos
permitan articularnos mejor como movimiento latinoamericano y caribeño,
y ése sí es un objetivo del Encuentro".
Esa no es, sin embargo, la única cuenta pendiente del feminismo
continental que aflorará en Juan Dolio, cuyo marco natural es propicio
para que las discusiones encuentren refugios de sensibilidades, cultura
y belleza natural. Hay también un espacio lleno de sombras que tiene
que ver con el diferendo entre las teóricas y las mujeres de las bases,
éstas últimas -con frecuencia- pertenecientes a las minorías, mientras
que las primeras suelen ser intelectuales. Las unas consideran que sin
elaboración teórica y cuerpo de ideas no hay lucha que se sostenga; y
las de acá estiman que ese lenguaje no les "llega" ni lo entienden.
"Sí, ese es otro asunto que está ahí... -aceptó Lusitania Martínez-.
Muchas de las discusiones que tenemos las mujeres y que nos enfrentan
con otras mujeres se deben a que nosotras mismas no entendemos el
problema y a que una buena parte no lo conoce teóricamente. Es verdad
que las mujeres de los sectores populares exigen mucha claridad y sus
demandas son otras".
Como ambas partes tienen la razón lo más probable es que esta carrilera
de dos vías siga sosteniendo un tren que no se detendrá, una vez que las
mujeres decidieron rescatar su propia historia, razonar para
interiorizar qué nos ha pasado y porqué, y aliar a esta causa a
numerosas fuerzas de avanzada que, hoy por hoy, suman muchos miles,
entre los cuales movimientos de hombres que se declaran feministas y que
fusionan sus capacidades con las de ellos para el análisis de los
riesgos y embates que están también presentes en una construcción de
géneros que asigna igualmente exigencias a la masculinidad con el
consiguiente violentamiento de voluntades e individualidades.
Convergencias
Como los sistemas de opresión que han minimizado y minimizan a las
mujeres poseen todavía una potencia discriminatoria muy grande, y la
violencia, la pobreza, la coacción sobre los derechos sexuales y
reproductivos, el sexismo lingüístico con el que se resta identidad y
estatus a ellas, tienen una fuerza detractora tal que, de por sí, son
elementos concertadores y concitadores. De modo que hay que esperar que
la poderosa estructura de confluencias que estos asuntos propician harán
las veces de vasodilatadores para que el VIII Encuentro Feminista de
América Latina y el Caribe arroje los saldos necesarios.
La propaganda para el encuentro va cobrando intensidad y el llamado para
que "las brujas" (símbolo del feminismo que rescata la historia de las
sabias del medioevo asesinadas por "brujas") preparen sus maletas,
recorre ya el Continente y sus mares. La promesa de un Encuentro que
también en lo cultural sentará pautas al sentir y reflejar las
expresiones de la sensibilidad de las mujeres no sólo como hechos
artísticos sino como expresiones de la cotidianidad que nos envuelve y
nos hace creadoras, anticipa veladas inolvidables y emociones de las que
se quedan para siempre.
https://www.alainet.org/es/articulo/104625
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