Plan Estados Unidos y Plan de los Estados Unidos:

Otra mirada al Plan Colombia

19/09/2001
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A riesgo de ser malentendido me atrevo a proponer un inexistente Plan Estados Unidos (PEU) y algunas lecciones que pueden extraerse del mismo**. Obsérvese que no hablo de un Plan "de" los Estados Unidos, porque entonces estaríamos hablando del Plan Colombia, sino de un Plan Estados Unidos y por nada se piense que, por el hecho de ser inexistente, el Plan Estados Unidos (PEU) se inscribe en el realismo mágico. Como tantas veces se ha encargado Gabriel García Márquez de recordarlo, y últimamente a propósito de algunas reacciones venezolanas en las siempre complejas relaciones colombo-venezolanas, el realismo mágico se aplica a situaciones totalmente reales pero que, a pesar de ello, parecen fantásticas. La situación que paso a describir nada tiene de real: sólo es fantástica. Pero la descripción quiere ser útil para mejor entender el sí real Plan Colombia. El Plan Estados Unidos (PEU) De entrada, podríamos imaginar un producto Que mata necesariamente Cuyo consumo se provoca y se favorece y al que se incita para conseguir beneficios, para lo cual se está dispuesto a todo tipo de corruptelas para que los que pueden comprar dicho producto lo hagan Este comercio, además de particularmente corrupto, es muchas veces ilegal o, por lo menos, poco transparente, es decir, que queda en manos de traficantes o los gobiernos implicados lo hacen mediante persona interpuesta, con secretismo o con manipulación de su opinión pública El comercio de este producto, cuando es totalmente legal, puede estar en manos de lo que dijo un Presidente de los Estados Unidos: de grupos que toman decisiones por encima de los intereses del propio país. O incluso contra los intereses del propio país. Para poder comprar este producto muchas veces hay que poner en funcionamiento contrabando de otros productos (diamantes por ejemplo) o puesta en marcha de los llamados cultivos ilegales (amapola por ejemplo). Este producto en concreto es producido y exportado mayoritariamente por los Estados Unidos y por la Unión Europea. Es obvio que me estoy refiriendo a las armas en general y, en la coyuntura actual, a las armas cortas en particular. Es lícito preguntarse por qué no es un comercio problemático ni en su producción ni en su distribución o consumo y tal vez la respuesta esté en el epígrafe f de mi anterior enumeración o incluso en el d: como es sabido, fue el Presidente y General Eisenhower el que, en su discurso de despedida de la Presidencia estadounidense, denunció el poder de lo que él llamó Complejo Militar- Industrial, un entramado de intereses empresariales, políticos y militares que mueve este comercio tan importante en las fases decrecientes de los conocidos como ciclos Kondratiev y lo hace con absoluto desprecio por los intereses nacionales a los que el Complejo dice defender. Este Complejo no es un fenómeno privativo de los Estados Unidos sino que se encuentra, de una forma u otra, en todos los países productores y exportadores de armas. Es imposible, en términos realistas, pensar en un Plan Estados Unidos dedicado a erradicar la producción de armas en tal país. No es más realista, pero sí más útil para entender qué está sucediendo con el Plan Colombia, inventar este Plan Estados Unidos que vamos a suponer parte de una proposición de ley votada en el Parlamento Andino el 28 de diciembre de 2000, día de los Santos Inocentes, y titulada, abreviadamente, Plan Estados Unidos, aunque su nombre oficial sea algo más largo. Hechos La situación interna de los Estados Unidos amenaza a la estabilidad mundial, sobre todo después de las recientes elecciones presidenciales que han dado como resultado una presidencia débil que fácilmente puede tener la tentación de hacer demostraciones de fuerza hacia el exterior para así mostrar "who is in charge" hacia el interior. La historia de dicho país ya incluye algunos ejemplos en esa misma dirección. No sería, pues, la primera vez que tal cosa sucede. La raíz última, aunque no única, de sus problemas está en el consumo masivo de drogas del que se deriva la criminalidad, la tenencia masiva de armas y la alienación. Los Estados Unidos son, de hecho, el país que consume la mitad de las drogas ilegales del mundo. Es particularmente preocupante la relación entre consumo y criminalidad, sobre todo cuando esta última se convierte en criminalidad organizada y exporta sus actuaciones al resto del mundo y, en particular, a sus vecinos. Estas mafias, en efecto, son las causantes de la aparición de cárteles (Medellín, Cali) y de mafias subordinadas que han llegado a infiltrarse y corromper incluso la fiscalía anti-droga mexicana. La criminalidad interna se ha reducido en los últimos años pero sigue siendo preocupante en muchas zonas del país y lo mismo puede decirse del consumo de drogas que sólo conoce descensos coyunturales y efímeros. Otra cosa es la criminalidad internacional del país que, en cambio, sí parece seguir incrementándose. El consumo de drogas permite la acumulación en los Estados Unidos de riqueza derivada de la comercialización de aquélla. El lavado de estas ingentes cantidades de dinero es un factor más en la inestabilidad financiera internacional y en los riesgos de una repetición del crash del 29 como punto final de la burbuja especulativa que se ha padecido en los últimos años. El sector de las drogas ilegales es el cuarto por cifras de ventas a escala mundial después del petróleo, los coches y el turismo y por encima del sector farmacéutico. Para el caso de las drogas ilegales, es sabido que la mayor parte del beneficio de su comercio queda en los Estados Unidos mientras que Colombia no llega al 10 por ciento del total. En paralelo a este enriquecimiento, en los Estados Unidos se observa con preocupación el aumento de la desigualdad y la pobreza de masas que carecen de los medios para el acceso a drogas, a su vez encarecidas artificialmente por el hecho de su ilegalidad. Esta desigualdad es, a su vez, un factor más en la inestabilidad general del país y este factor social refuerza la inestabilidad política de la actual presidencia débil y las incertidumbres económicas, creando la situación explosiva que se trata de evitar. Definiciones Países garantes: son los cinco países que componen la Comunidad Andina de Naciones (Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela) y que son, junto con México, los máximos perjudicados por la demanda de droga en los Estados Unidos. Esta demanda es la que genera la producción (la oferte) y es organizada, básicamente, en los Estados Unidos, pero con efectos devastadores sobre la economía y la sociedad de los países garantes y sin ningún efecto positivo en los mismos, cosa que no sucede en los Estados Unidos. Certificación: es el acto administrativo mediante el cual los países garantes evalúan el éxito de las políticas estadounidenses contra el consumo de drogas, políticas a las que se ha comprometido públicamente. En el caso de que el país no consiga la certificación, los países garantes dejan de comprar los productos de aquél y dejan de seguir las políticas del mismo. Acciones que se proponen El Plan pretende erradicar el consumo de drogas en los Estados Unidos mediante el "peinado" del país por una fuerza de 130.000 hombres aportada por los países garantes. Dicha fuerza, que podrá contar con soldados pertenecientes a fuerzas militares privadas, procederá a la detención de cualquier consumidor de droga que se encuentre ciudad a ciudad, barrio a barrio, casa por casa y habitación por habitación. La función de estas fuerzas privadas es desresponsabilizar a los gobiernos de los países garantes ante cualquier eventualidad o cualquier exceso cometido aunque sea exceso de celo, cosa que no sucedería si fuesen fuerzas regulares. También se evitan así las penosas situaciones en las que los féretros de los soldados regulares muertos en acto de servicio vuelven a su país de origen. Los detenidos por consumo serán internados en campos de concentración construidos ad hoc por empresas radicadas en los países garantes y que hayan contribuido a las campañas presidenciales recientes de los países garantes o que tengan entre sus accionistas a destacados miembros de las respectivas clases políticas. La compra del material militar necesario para estas operaciones (aviones, radares, armas inteligentes etc.) se hará también según este mismo criterio. 1. Los delincuentes internacionales detenidos en Estados Unidos por pertenecer a bandas armadas y organizadas para la distribución de drogas serán extraditados, juzgados según la ley andina y, eventualmente, recluidos en las prisiones de los países garantes según un sistema de cuotas que asigne un número de presos en función de la población de cada país receptor. 2. En el caso de que la invasión por tierra fuese insuficiente, se procederá a bombardear con napalm, ya puesto a prueba en Vietnam, las zonas de alto consumo de drogas según el principio que dice que si desaparecen los consumidores, desaparecerá el consumo. El napalm será proporcionado por empresas que se encuentren en las mismas condiciones que las indicadas en la sección 9 del presente Plan. 3. Paralelamente, se procederá a incautar los bienes de los grandes distribuidores de droga estadounidenses y dichos fondos se dedicarán al desarrollo de las zonas subdesarrolladas del país, por ejemplo el Bronx, donde la esperanza de vida es semejante a la de Bangladesh. 4. La duración del Plan es indefinida mientras no se consiga erradicar totalmente el consumo y los países garantes certifiquen positivamente los esfuerzos del gobierno de los Estados Unidos en pro de la erradicación del consumo. Es cierto que los sucesivos gobiernos estadounidenses han hecho, aparentemente, mucho por erradicarlo, pero quedan serias dudas sobre si el evidente fracaso de esas políticas ha sido intencionado o no. Acciones complementarias Ante el posible rechazo de este Plan por parte del pueblo estadounidense, es preciso explicar los beneficios que de él se derivan para la población local que tendría mayor esperanza de vida y mejor salud y vería una clara disminución de la criminalidad ("la droga mata, las balas no"). Lo mismo sería preciso hacer para la población mundial: convencerla de lo conveniente y deseable que sería un descenso de la belicosidad estadounidense, una menor tendencia a la desestabilización de otros países entre ellos algunos de los garantes y la reducción del intervencionismo estadounidense sea o no humanitario. Al fin y al cabo, buena parte de los problemas que causan los Estados Unidos al exterior no son más que proyecciones hacia fuera de patología internas, algunas muy profundamente enraizadas. Como este es un Plan "pro-paz y anti-droga", irá acompañado de políticas de democratización del país fomentando la participación electoral, claramente insuficiente en la actualidad, las elecciones limpias, transparentes y con recuento fiable de los votos y la rendición de cuentas transparente y clara por parte de los gobernantes a sus ciudadanos. Es contrario a la democracia que unas elites tomen decisiones sin contar con el pueblo, engañándole o manipulándole o de espaldas al conjunto de la ciudadanía. Se fomentará el respeto escrupuloso a los derechos humanos por parte de los Estados Unidos para lo cual tendrá que revisar sus prácticas contra los mismos que van desde algunas esporádicas como la brutalidad, a veces racista, de la policía, hasta otras continuadas como la extensión de la pena de muerte sin suficientes garantías jurídicas para el reo. Recomendaciones Se pedirá a la Unión Europea que aporte fondos adicionales para la aplicación de este Plan, aunque hay pocas esperanzas de que lo haga ya que la Unión Europea parece más preocupada por las causas que provocan el consumo (desigualdad, pobreza, violación de derechos humanos, alienación) que por el consumo mismo. En el caso no deseado de que el Plan se convierta en una guerra convencional y de larga duración semejante a la que se produjo en la antigua Indochina, hoy Vietnam, se pondrá particular cuidado en que no se internacionalice y acabe implicando a Canadá y a México o incluso a Cuba. Algunas lecciones del Plan Estados Unidos Me limito a la mera enumeración: Nunca hay certezas en los diagnósticos. Hay motivos más que suficientes para pensar que el diagnóstico en el que se basa el PEU es incorrecto y que ni los Estados Unidos son una amenaza para la paz mundial ni, en su caso, el consumo de droga es lo determinante. Relacionar consumo y criminalidad tampoco es evidente de por sí. Pero si esto es así, habría que revisar, en el Plan Colombia, el papel atribuido a la producción y la relación espuria entre droga y guerrilla. Repetir indefinidamente un diagnóstico no garantiza automáticamente su validez. Convertirlo en una especie de mantra o de eslogan publicitario no añade un ápice de verosimilitud. La maquinaria propagandista del Plan Colombia está consiguiendo que no se vea ya ni lo evidente: que el Plan Colombia tiene poco que ver con la producción de hoja de coca. No hay mayor falsedad que la media verdad. El PEU no tiene en cuenta suficientemente la producción fuera de los Estados Unidos ni la existencia, en el consumo interno, de drogas sintéticas cada día más populares y que desplazan a las tradicionales. Lo mismo sucede con el Plan Colombia: que no considera el consumo en los Estados Unidos ni el hecho evidente de que, si se tratan los campos de coca colombianos con hongos como el Fusarium Oxisporum ?prohibidos en Florida, por cierto- o cualquier otro agente biológico, queda mucho terreno en el mundo para seguir produciendo. Evidentemente, el problema no es la producción. El que manda no tiene por ello y necesariamente razón. Esto es válido para el PEU y sus alternativas, pero también para el caso fantástico de la lucha contra la producción y comercio de armas. El hecho de que un Plan se escriba en un país dominante, no significa que sea bueno ya que los países dominantes no son por naturaleza ni buenos ni malos. Sería como dar un valor sagrado a una constitución, como la japonesa, por el hecho de haber sido "dictada" por los Estados Unidos. La distinción entre medios y fines puede ser retórica: algunos medios pueden ser realmente un fin, como la utilización del napalm. En el caso colombiano, la utilización del hongo también parece un fin aunque se presente como un medio, visto que su patente y el del modo de dispersarlo están en manos privadas. Conviene prestar atención a las agendas ocultas por debajo de las secciones del proyecto de ley recién inventado. Puede haber, por ejemplo, intereses geopolíticos no aparentes, como resolver definitivamente la cuestión de Cuba o Venezuela. O Brasil puede tener intereses hegemónicos y puede utilizar el PEU en sus propios intereses. Brasil, aunque no esté entre los países garantes, ya ha pedido su participación como observador al igual que México. El Plan Colombia, a pesar de los esfuerzos por presentarlo como algo "colombiano con participación de los Estados Unidos", no puede entenderse sin hacer referencia a la situación interna de Venezuela y a lo incómodo que está resultando Chávez para las administraciones estadounidenses, a la coyuntura que atraviesa el Ecuador y sus militares cuando ya comienzan a ser visibles las heridas producidas por la dolarización sobre todo entre los indígenas y el papel que el gobierno brasileño quisiera darse en el Continente. De llegar a una guerra internacionalizada, del tipo Vietnam, el Ecuador se podría convertir en una nueva Camboya, para lo cual podría resultar eficiente el favorecer el renacimiento del conflicto fronterizo entre el Ecuador y el Perú Puede haber, también, intereses geoeconómicos, por ejemplo, interés por controlar el petróleo de Texas, para lo cual las empresas petroleras de los 5 países pueden haber tenido ya entrevistas con mandatarios de los 5. En este último caso, la reticencia de la Unión Europea puede verse como resultado de una transacción del gobierno español (que defiende los intereses del Repsol en este terreno) en la conferencia de Niza. En el Plan Colombia, la referencia al petróleo es explícita en los textos discutidos en el Senado de los Estados Unidos a 30 de octubre de 1999 y son conocidos los lazos que destacados políticos tienen con el sector, habiéndose producido reuniones a alto nivel entre ambas partes estadounidenses. Tal vez no haya en el Putumayo todo el petróleo que se pensaba, pero haberlo háylo. El sector de las drogas ilegales mueve menos dinero que el del petróleo, pero más que el de las armas. No es impensable que el PEU sea un caso más del "pensar localmente y actuar globalmente" propio de los países hegemónicos y que lo que haya que mirar no es hacia los Estados Unidos sino hacia el interior de los 5 andinos cuyos gobiernos pueden estar necesitando pagar favores (y fondos para elecciones) a determinadas empresas, pueden estar precisando de políticas keynesianas de reactivación para lo cual el keynesianismo pervertido e invertido de la guerra y el armamento puede ser un buen instrumento o, como en el caso brasileño, pueden estar necesitando dar salida a su producción de armas. No hace falta insistir en el paralelismo con el Plan Colombia: el pago a petroleras y químicas, el riesgo de un estancamiento económico en los Estados Unidos y la exportación del primer exportador de armas del mundo. La peor lección, a mi modo de ver, es que no por decir "el rey está desnudo" se va a compensar el enorme esfuerzo desplegado para que quedemos convencidos de la hermosura del inexistente traje (el Plan Colombia es bueno, se dice, y va a resolver el problema de la droga y, de paso, el de la guerrilla y hasta el de la justicia social, la desigualdad y la reforma agraria) de que no hay una alianza explícita entre las oligarquías de los países andinos (incluida Venezuela) y las de los Estados Unidos. Este es, probablemente, la más clara semejanza entre el inexistente Plan Estados Unidos y el ya en funcionamiento Plan Colombia. Pero, como principio general, para entender estas cosas hay que ver a las elites de todas las partes implicadas: qué quieren, qué proponen, con quién se alían. Y también van a esforzarse por convencernos de que los que dicen que el rey está desnudo son irresponsables, vendidos, jurásicos y hasta posibles cómplices de los narcotraficantes. Parece imposible, para estos propagandistas del vestido del rey, que se esté en contra del Plan Colombia y sus mentiras y, simultáneamente, a favor de una mitigación del conflicto colombiano e incluso a favor de la erradicación manual de los cultivos de coca y su sustitución por otros igualmente rentables para los campesinos pobres y hasta a favor de la legalización generalizada de estas drogas como legalizado está el tabaco y el alcohol. Pero así es la vida. * José María Tortosa. Cátedra Rafael Altamira - Universidad de Alicante, España ** Una primera versión fue presentada en el Conversatorio sobre el Plan Colombia, organizado por el Observatorio sobre la Paz, Instituto de Estudios por la Democracia, la Paz y la Convivencia, Gobernación de Cundinamarca y Dirección General para la Reinserción (Ministerio del Interior), Bogotá, diciembre 2000 y fue publicada en www.rebelion.org ?22.12.00- y en la página de la Cátedra Rafael Altamira www.ua.es/es/cultura/r.altamira. Ver, en esta última, la contribución de Clemente Penalva sobre el mismo tema.
https://www.alainet.org/es/articulo/105312

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