Advertencia a los agricultores:
Cuando las barbas de Percy veas cortar, pon las tuyas a remojar
23/02/2003
- Opinión
Apuntes y deducciones de la brillante conferencia del agricultor canadiense Percy
Schmeiser (Estelí – Nicaragua, 5 de noviembre de 2002).
Lleva más de medio siglo de agricultor, en la zona oeste de Canadá, donde vive con
su esposa y sus cinco hijos. Antes de que apareciera por su vida, una de las
multinacionales más oscuras y poderosas del mundo: MONSANTO, en sus tierras
brotaban la canola, la cebada y el trigo. Conserva esa práctica ancestral,
popular y solidaria de guardar y compartir sus propias semillas, con los colegas
campesinos. Millones de agricultores en el mundo lo hacen cada día. Trabaja
también por que se respeten los derechos de agricultores y campesinos. Por eso, a
sus 71 años, ha sido representante en el parlamento y en diferentes organismos
regionales.
Percy está de gira por diversos países latinoamericanos. Viene a narrar todos los
detalles de la batalla legal que está manteniendo con MONSANTO. Para que los
agricultores del mundo entero, puedan conocer las interioridades y las sorpresas
que les esperan, si aceptan comprar y cultivar semillas transgénicas. Por lo
menos, que conozcan esa cara de la moneda, ocultada, maquillada y enterrada por
los intereses de unas cuantas multinacionales.
El caballo de Troya en los campos de todo el mundo.
Los cultivos transgénicos, fueron publicitados como el milagro genético que iba a
salvar al mundo de la pobreza y de la miseria. Semillas con genes nuevos, capaces
de producir mejores cosechas, requerir menos agroquímicos, proporcionar alimentos
mejor vitaminados, o crecer en zonas secas y extremas.
Desde el rabo hasta el hocico, el Caballo de Troya transgénico era bello y
reluciente. Semejante monumento ecuestre, debía penetrar en las fibras sensibles
de los ciudadanos y políticos del mundo. También en los números y en las cábalas
de los agricultores.
Con el paso de los años, la realidad perifoneada por multitud de movimientos
sociales difuminados por todo el mundo, ha ido derrumbando cada uno de estos
pilares. A una buena cosecha de alimentos transgénicos, le aparece otra destruida
o diezmada. Si hay un agricultor que ha disminuido la cantidad de herbicidas, hay
otro que se ha hipotecado con el banco para poder comprarlos.
A estos chascos, han ido floreciendo otros argumentos que han situado a los
cultivos y alimentos transgénicos, en una de la más movidas y zarandeadas telas de
juicio. Me refiero a los ya reconocidos riesgos para la salud humana, o también,
a los problemas y conflictos ecológicos y éticos.
Al caballo impecable del principio, se le empiezan a ver heridas de espuela. Sus
piernas flaquean. Aquel impresionante corcel ha perdido el romanticismo.
Envejece rápidamente. Como su compañera de noticieros y conferencias
universitarias, conocida como Dolly. Descanse en paz. Poco a poco, se ha ido
conociendo la realidad que alberga y guarda sigilosamente su interior canceroso.
Su fundamento exclusivo, su único motivo de existir, respirar y trotar por los
campos del mundo entero: Las patentes.
Un cultivo transgénico es propiedad de la multinacional, laboratorio, universidad,
etc... que lo crea. Por lo tanto, cualquier uso de dicho cultivo, está sometido
a las leyes sobre patentes, y a las condiciones y precios establecidos por su
propietario.
El nuevo status quo transgénico-empresarial.
El Sr. Percy Schmeiser, relató en su conferencia, algunos de los puntos del
contrato que MONSANTO hace firmar a los agricultores, que optan por utilizar las
semillas transgénicas.
Quién lo hace, se compromete a no utilizar otras semillas distintas a las de
MONSANTO. Además, está obligado a comprarle el herbicida a la misma
multinacional. Curiosamente, este herbicida es el único que funciona con las
semillas transgénicas. Dicho de otra manera, MONSANTO ha introducido una
cerradura en la vida de las semillas, que solo se abre con una llave que vende la
misma multinacional. Mediante esta quimérica técnica, el monopolio se consolida,
el negocio se duplica y la dependencia del agricultor se agrava.
Sin saber el porque, el agricultor debe permanecer en silencio sin poder divulgar
las cláusulas del contrato. Además, si incumple cualquier cláusula, puede
enfrentar a los sofisticados equipos legales de MONSANTO en los tribunales.
Tiene que pagar a modo de licencia, 40 dólares por hectárea. El costo del
herbicida es de 20. Y paga en semillas 45 dólares por hectárea. El total es de
105 dólares por hectárea y año, cuando anteriormente, el costo era de
aproximadamente 30 dólares. En herbicidas solo gastaba 8 dólares, frente a los 20
que paga ahora. Es así, como MONSANTO fija los precios, aprovechando las
condiciones contractuales y la dependencia de los agricultores.
Aceptar las condiciones de estas multinacionales, significará perder el control
sobre su producción; ya que el objetivo final de estas empresas, no es otro que el
de apropiarse, dominar y manejar la soberanía alimenticia de cada pueblo,
comunidad o país. Además, la agricultura transgénica a gran escala, arriesgará la
diversidad y variedad de semillas tradicionales utilizadas por los agricultores.
Por lo que necesariamente, éstos tendrán que recurrir obligatoriamente a las
semillas transgénicas y a sus multinacionales.
Una vez controlada la producción y creada la dependencia, el próximo paso del
imperialismo transgénico, podría ser la distribución y venta de los cultivos. Los
contratos incluirían una cláusula, donde obligarían al campesino a vender sus
cultivos a la propia multinacional. Lógicamente, ésta establecería los precios
más convenientes, ¡no para el campesino!, sino para la propia multinacional.
Entraríamos en una época de "feudalismo parcial", donde las multinacionales
suministrarían las semillas y los agroquímicos, para acabar comprando y vendiendo
los cultivos. El agricultor y sus tierras se reducirían a un burdo eslabón en
toda esta cadena.
Aquel agricultor que no resistiera las condiciones económicas establecidas por las
multinacionales, acabaría sucumbiendo a éstas y a los bancos. Perdería sus
tierras. Probablemente a favor de las multinacionales. Llegaríamos a una fase de
"feudalismo total", y por supuesto, a un monopolio de la ¡alimentación! La tierra,
las semillas, los insumos, la tecnología, la producción y la venta pasarían a
manos de la multinacional. El agricultor lo perdería todo. Ya no sería
independiente. Dependería. En el mejor de los casos, sería contratado por la
multinacional para trabajar las tierras. Posiblemente a cambio de salarios y
condiciones deleznables y patéticas. Reincidiríamos en las terribles relaciones
entre el norte y el sur, aumentando la distancia entre ambos.
Unido a medidas políticas (Algunas de ellas ya estipuladas en el ALCA o en
Tratados de Libre Comercio), a través de políticos vendepatrias, con el fin de
ahogar al pequeño agricultor resistente a las nuevas fórmulas y doctrinas
neoliberales, acabaría en el mono u oligopolio de la alimentación. Las
multinacionales controlarían el mercado y dictarían las condiciones. Las propias
leyes que liberan el mercado, provocarían una dictadura en el mercado de la
alimentación.
Este proceso, podría acelerarse debido a la fuerte oposición por parte del
consumidor a los cultivos transgénicos, palpable sobretodo en Europa. Ante un
agricultor reacio a cultivar transgénicos, debido al rechazo por parte de la
sociedad a este tipo de alimentos, las multinacionales deberían buscar nuevas
fórmulas y soluciones para dar salida a los cultivos transgénicos.
El control sobre el mercado, aparte del beneficio económico y del poder que
ostentaría dicha multinacional; podría significar la herramienta definitiva para
dar entrada libre a los transgénicos en cualquier sitio. Los lobbies, la OMC, los
políticos corruptos, las agendas neoliberales y el poder mediático, harían el
resto.
Todos los que comemos para vivir, nos veríamos obligados a tragar las condiciones
y los precios establecidos por cuatro extraterrestres de Wall Street. Podríamos
degustar maíz transgénico atiborrado de pesticidas, insecticidas y herbicidas; sin
poder elegir unas condiciones mejores.
Las consecuencias derivadas de la dependencia hacia las multinacionales, el
emergente imperialismo agrícola-transgénico, y los elevados precios de sus
semillas, herbicidas, licencias, etc...; desembocarían en una situación de agonía
y crisis para los agricultores. Muchos de éstos se verían arruinados y atrapados.
Obligados a dejar el campo y emigrar hacia las ciudades. Allí se establecerían en
barrios periféricos, conformando nuevos círculos de pobreza, que traerían consigo
más miseria, desempleo, exclusión, etc... Vender agua helada en las calles o
lustrar por los mercados, sería el futuro para sus hijos.
Todos estos datos, derrumban una de las teorías esenciales y angulares, esgrimidas
por las multinacionales en sus campañas publicitarias: El beneficio económico.
Pero a las connotaciones económicas, se suman impactantes e impresionantes
consecuencias sociales y estructurales. Es por eso, que la lucha contra el
colonialismo transgénico y sus multinacionales, también debe ser impulsada y
arropada, por otras ONG's y asociaciones que actualmente trabajan por el
desarrollo de los pueblos. Cualquier omisión de éstas, puede ser entendida como
una contradicción grave respecto a sus principios y objetivos.
Policía Genética: el brazo represor de MONSANTO.
Percy, también detalló las medidas "policiales" y psicológicas, empleadas para
llevar un control sobre los agricultores. MONSANTO ha creado su propio ejército
(Policía Genética), que intimida a los agricultores y vigila los campos de
cultivo, en busca de cualquier pesquisa que pueda ir en contra de sus intereses.
Percy explicaba, que generalmente, los miembros de la policía genética no son
novatos, sino experimentados expolicias. Ante cualquier sospecha realizan
verificaciones. Lo primero que hacen es irrumpir sin autorización, en los campos
y propiedades del agricultor. Recogen muestras sin permiso de éste. Y lo
intimidan aludiendo fuertes sanciones ante un tribunal.
Esto es práctica común, en agricultores que han firmado el contrato, y también en
aquellos que no lo han hecho. A los primeros por si han incumplido alguna
cláusula del contrato, y a los segundos, por si están utilizando semillas
transgénicas sin autorización.
Cuando los casos avanzan, se remiten cartas a otros productores, explicando los
pormenores de las denuncias a los agricultores que supuestamente han infringido el
contrato. De esta manera, se logra "avisarlos" y amedrentarlos.
También se han creado líneas telefónicas para que agricultores serviles y
comehuesos, denuncien a sus compañeros si consideran que éstos han infringido
alguna condición del contrato. Todo este abanico de chantajes, controles y
amenazas, han ocasionado efectos psicológicos muy negativos, tanto para los
productores como para las familias de éstos.
El caso de Percy.
Imagínense el siguiente caso. Una empresa realiza un vertido muy tóxico en un
río. Dicho vertido se propaga por la rivera y llega a un municipio. Las aguas
contaminadas por el vertido, son utilizadas en los cultivos de dicho municipio.
El caso llega a los tribunales, y el juez ¡¡condena a los agricultores, porque los
vertidos tóxicos son propiedad de la empresa, y han sido utilizados para "regar"
los campos, sin autorización de ésta!!. Carnavalesco ¿no?.
Pues algo similar le sucedió a Percy. Él no firmó ningún contrato con MONSANTO.
Tampoco utilizó semillas transgénicas en sus campos. El polen proveniente de
cultivos transgénicos ubicados cerca, invadió su finca y contaminó con genes
transgénicos sus cultivos. Esta "invasión", es un fenómeno natural e imposible de
controlar denominado polinización.
MONSANTO entendió que Percy había utilizado sus semillas transgénicas ilegalmente,
sin firmar el contrato, y sin aceptar las condiciones de la multinacional. Por
este motivo, Percy fue denunciado en 1998 y se entabló un juicio. El periodo de
prueba duró dos años. Nunca se pudo probar que Percy robó o utilizó semillas
transgénicas de MONSANTO. Como no se pudo demostrar, alegaron que lo principal
era que existían cultivos con propiedades transgénicas en las tierras de Percy.
El juez lo declaró culpable. Le propusieron un arreglo por 10.000 US$. No
aceptó, y hasta el momento lleva invertidos 200.000 US$ en todo el proceso.
MONSANTO quiere apropiarse de su producción porque alega que es suya. También
quieren expropiarle su casa y sus tierras.
Percy apeló la sentencia, y está esperando la decisión de la Corte Suprema de
Justicia de Canadá. Pero si dicho estamento, mantuviera el veredicto inicial,
¿Qué significado tendría?, ¿Cuáles serían sus consecuencias?.
Contaminación genética: El punto de inflexión.
Una semilla tradicional con ciertas características, y de nombre A; si se
contamina con genes transgénicos, deja de ser A para siempre. Se erosiona,
perdiendo características propias, y gracias a los genes nuevos, A puede adquirir
propiedades inéditas y no deseadas por los agricultores.
Desde que se inició la lucha contra este tipo de cultivos, una de las principales
amenazas señaladas y subrayadas por organismos y asociaciones de todo tipo, ha
sido precisamente el peligro de contaminación genética. Actualmente, se conocen
ya varios casos en el mundo de contaminación genética.
Hoy en día, hasta las mismas multinacionales evitan hablar de este fenómeno.
Pero, si la sentencia contra Percy se mantiene, la cosa cambia radicalmente. Sin
duda alguna, estoy hablando de un punto de inflexión histórico en el comercio de
semillas transgénicas.
Una sentencia en contra de Percy, es un estímulo para que las multinacionales
contaminen impunemente todos los campos del mundo con polen y semillas
transgénicas, y encima ganen mucha plata. Además de ser una guillotina para los
agricultores, para los consumidores, para la soberanía alimenticia y para la
seguridad alimenticia; también es una amenaza intolerable para el medio ambiente.
Y una repugnante, patética y lamentable maniobra política y económica, que
transforma la democracia en chanchocracia.
Una sentencia de esta índole, motivaría a las multinacionales a contaminar. De la
misma manera que constituyeron la "Policía Genética", podrían crear las "Brigadas
Contaminantes". En secreto y ocultamente, por las noches recorrerían los campos
de cultivo, regando miles de semillas transgénicas. También podrían bombardear
las semillas vía aérea. Como se hace con los agroquímicos. Una vez crecidas,
repetirían la misma jugada que sufrió Percy. Los sicarios tomarían muestras, para
entablar juicios con los agricultores y demandarlos hasta no poder aguantar más.
Una sentencia en contra de Percy, incentivaría a las multinacionales a crear
semillas todavía más maquiavélicas. Manipulaciones transgénicas que
proporcionaran a las nuevos cultivos, polen en más cantidad, o polen más ligero
que alcanzara distancias más largas, con la ayuda inocente del viento. También se
podría crear un polen mucho más pegajoso, que se mantuviera durante más tiempo en
el cuerpo de los insectos. O crear flores más vistosas para atraer a éstos.
Toda especulación vale. El fin es alterar el polen de los cultivos transgénicos,
para que éste sea más propenso a contaminar las plantaciones normales, y así,
poder acusar al agricultor por apropiarse de la "propiedad intelectual" de las
multinacionales.
Como bien indicó Percy, una posible solución para cubrirse de las embestidas
legales de MONSANTO, es contraer siempre el famoso contrato. Es decir,
independientemente de que los cultivos sean transgénicos o tradicionales, pagar
siempre la licencia, por si existe contaminación, evitar el litigio y la represión
judicial.
Una sentencia en contra de Percy, abrirá un agujero negro en el devenir de la
agricultura tradicional. Millones de agricultores en el mundo, serán víctimas
potenciales del avance de las multinacionales, por el control de la alimentación
del mundo. Y ya me lo dijo Julio Sánchez, de Centro Humboldt – Nicaragua, "Quién
domina la alimentación, domina el mundo". ¿Serán los transgénicos, un instrumento
más de la Administración Bush para moldear el mundo a su gusto?
AGRICULTURA Y TRATADO DE LIBRE COMERCIO
Consecuencias para los agricultores canadienses, del Tratado de Libre Comercio
(NAFTA) entre Estados Unidos, México y Canada, según Percy Schmeiser.
-Desde la firma del NAFTA, 50.000 agricultores canadienses se han arruinado.
-Las exportaciones aumentaron, pero las ganancias de los agricultores han
disminuido.
-La deuda de los agricultores se ha duplicado.
-Subvenciones y ayudas se han visto mermadas.
-El costo de los insumos se ha incrementado.
-El poder de producción está en manos de las multinacionales, y éstas, acaban
ahogando al pequeño agricultor.
-La competencia del mercado, ha favorecido a los productores grandes.
-Por regla general, en los lugares donde se han implementado políticas de libre
comercio, la experiencia para los productores pequeños ha sido muy negativa.
-Además, las políticas neoliberales solo tienen un sentido de circulación. Para
el otro lado (Estados Unidos), existen barreras y medidas proteccionistas, para
evitar descalabros y crisis en su economía.
* Mariano Cereijo Gelo. (Consultor ambiental y ecologista español).
https://www.alainet.org/es/articulo/107017
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