Irak, una guerra por el petróleo

04/03/2003
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En primer lugar es una guerra por el petróleo, y no por "desarmar" a Irak. El fin es continuar con un modelo energético, dependiente del petróleo. Estados Unidos, con sólo el 4,7% de la población mundial consume el 25% del petróleo, y sus reservas nacionales están casi agotadas, dependiendo cada vez más de Arabia Saudí. Las implicaciones son obvias: aumento de las emisiones de CO2, incumplimiento del protocolo de Kioto, y negativa a adoptar políticas energéticas sostenibles, como la no implantación de la norma CAFE (siglas en inglés de un programa que limita el consumo de los automóviles), y los escasos avances en el desarrollo de los programas de ahorro y eficiencia energética, energías renovables y economía del hidrógeno. España y el Reino Unido pretenden participar en el reparto del botín petrolífero, beneficiando a sus empresas (Repsol en el caso de España, BP y Shell en el caso del reino Unido). España importa la práctica totalidad del petróleo. En segundo lugar está el mismo impacto de la guerra, tanto en términos de vidas humanas, como ambientales (posible incendio de los pozos petrolíferos, destrucción de infraestructuras de depuración de aguas, etc). Además es una guerra injusta desde el derecho internacional, pues no hay ninguna justificación razonable. Dictadores como Sadan Husein los hay a decenas, y puestos a hablar de armas de destrucción masiva se debería empezar por Israel, Pakistán, Corea del Norte... o Estados Unidos, cuyos presupuestos militares son ya casi la mitad del total mundial. En el caso de Sadan y de Irak es como si unos cuantos niños bien se juntan para dar una paliza a un mendigo, y repartirse sus pertenencias, que en caso del petróleo no son pocas, pues Irak tiene las segundas reservas petrolíferas mundiales, a un coste de extracción mínimo (de 1,5 a 2 dólares por barril), pues en su mayor parte están a menos de 600 metros de profundidad.
https://www.alainet.org/es/articulo/107057
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