Mensaje de las mujeres cubanas
30/05/2003
- Opinión
Mujeres del mundo, amigas, hermanas:
Mayo de 1945 fue el mes que marcó el final de la barbarie
nazi-fascista en Europa, el fin de la II Guerra Mundial.
La humanidad esperanzada creyó que gobernantes,
militares, políticos, científicos, artistas, escritores,
periodistas, mujeres y hombres de uno a otro confín del
Orbe habían tomado conciencia acerca de la dura,
dramática lección que significó esa conflagración
mundial. Se imponía la necesidad de la paz no solo para
restañar los inmensos daños, sino como la única vía
posible para crear un clima propicio al progreso, al
mejoramiento de las relaciones y convivencia entre
pueblos y naciones. Hasta se llegó a crear la ilusión de
que la paz, como concepto de vida armónica, había
enraizado en cada una y en todas las personas que
participaron o fueron testigos vivientes de aquel horror.
Las mujeres de todos los continentes, muchas de ellas aún
recordando y llorando a los seres queridos que perdieron,
se unieron, se organizaron y decidieron luchar junto a
las nuevas generaciones por impedir el retorno del
fascismo franquista que tantas muertes, encarcelamientos
y persecuciones causó al pueblo español durante más de 30
años; impedir el retorno del fascismo que llevó a
Mussolini a asesinar 410 mil italianos; impedir el
retorno del nazi-fascismo, aquella doctrina criminal,
demoníaca, que condujo a las hordas hitlerianas a arrasar
la vida y la obra de millones de seres humanos.
Para las mujeres, incluso por encima de otras
consideraciones ideológicas, el dar la vida y defenderla
resulta un acto consustancial con nuestra naturaleza.
Por ello nunca han dejado de combatir, pues muy pronto
las realidades de la historia les hicieron comprender que
la paz nunca llegó. En los 58 años transcurridos desde
los días de la victoria, estallaron otras guerras en
distintas regiones del mundo, el imperialismo
norteamericano siguió organizando, financiando y
realizando invasiones, acciones represivas en su propio
país, ocupación de territorios, bloqueos económicos,
chantajes políticos; continuó persiguiendo y encarcelando
a combatientes por los derechos civiles, por la
independencia y la soberanía de sus pueblos, promoviendo
golpes de Estado, apoyando a los dictadores con muchos
medios, incluyendo especialistas de tortura y apañando
acciones terroristas desde sus propias ciudades y
Estados.
En estos tiempos de globalización neoliberal el
imperialismo norteamericano reafirmado en sus planes
expansionistas ha aumentado y hecho más increíblemente
destructor su armamento, y asistido por las
inculcalulablemente peligrosas nuevas tecnologías de la
guerra, de la información y las comunicaciones; se ha
erigido en regente, en nuevo amo del mundo. Se ha
constituido en un imperio con mucho más poderío
económico, militar, mediático y tecnológico, acumulado a
través de la imposición de una política de rapiña, de
saqueo, de violencia, que ha arrojado a la mayoría de los
habitantes del planeta a la pobreza y la indigencia.
Las mujeres conocen bien las calamidades provocadas por
ese modelo neoliberal, porque constituyen la mayoría
entre los excluidos, entre los analfabetos, entre los
grupos vulnerables, entre los desamparados, entre los
pobres de la tierra.
En el creciente movimiento de mujeres en todo el universo
ya no quedan dudas, incluso entre quienes en algún
momento pudieron tenerlas:
-· acerca del origen de la desigualdad y la discriminación
de las mujeres en la sociedad y en la familia,
-· la falta de voluntad política, de acciones y recursos
para promover el despliegue de sus potencialidades,
-· de la imposibilidad de disfrutar de todos sus
irrenunciables derechos humanos, incluida la posibilidad
de construir las condiciones jurídicas, sociales,
económicas y culturales para alcanzar la igualdad social
entre los géneros.
Indudablemente, las verdaderas causas actuales de la
desventajosa situación y la condición jurídica y social
de las mujeres se ubican no en cada hombre, sino en el
injusto orden social que prevalece en la mayoría de los
países y en los impredecibles efectos de la pretensión de
imponer una dictadura militar mundial que actúa
impunemente, asentada en la fuerza bruta, el poder
económico de los grandes consorcios, principalmente de
los armamentistas y petroleros, de la potencia
imperialista
Hace mucho tiempo que las mujeres identificamos la
esencia racista y sexista de este neoliberalismo, porque
las excluye, las considera objeto de mercado, las condena
a la desigualdad de esa doctrina que potencia la
injusticia y la irracionalidad; y las discrimina por el
solo hecho de ser mujeres, diversas y luchadoras, negras,
blancas, mestizas, indígenas, porque el fascismo siempre
postuló la superioridad de una élite como concepción,
ahora no solo a escala económica, de poderío militar y
tecnológico, sino de género. El fascismo es la máxima
expresión del sexismo, como lo demuestra el hecho de que
en los países más desarrollados, aún en los de las
metrópolis imperiales, las mujeres no han alcanzado la
igualdad, ni siquiera en el plano jurídico. Siguen
siendo consideradas como propiedad, como objetos
sexuales, cautivas del consumo y del dinero, víctimas de
la violencia sexual y de una opresión absoluta en todos
los órdenes que provoca ya extendidas y graves
enajenaciones.
Pero indudablemente, aún en esas difíciles
circunstancias, hoy las mujeres luchan por ocupar los
espacios que les corresponden por derecho propio y se van
transformando cada vez más en activas protagonistas para
cambiar su situación y condición.
En todos los continentes, allí donde se expresan las
opiniones colectivas, en la primera línea de las
multitudinarias marchas pacifistas, hemos visto rostros
femeninos decididos, criterios firmes, repudio por el
agresor, conciencia clara de que ahora, para las mujeres,
el ¡No a la guerra! equivale a un ¡No a una dictadura
mundial fascista!. Porque en cualquier lugar las mujeres
comprendemos que el fascismo no es un fantasma, es otra
vez una dramática y peligrosa realidad.
Desde 1967 norteamericanos e ingleses, crearon una nueva
zona de conflicto en función de sus intereses económicos
en Medio Oriente. Cada vez se hicieron más evidentes los
verdaderos objetivos de promover un enclave sionista con
posiciones de expansión y guerra, de honda raíz fascista,
arrojando a los palestinos de sus territorios.
Probando sus armas sofisticadas hace diez años comenzaron
a bombardear Iraq.
En Europa lanzaron una guerra contra Yugoslavia.
¡Sus bombas inteligentes asesinaron a miles de niñas y
niños con sus madres, en Afganistán!
Y decidieron destruir totalmente Iraq con absurdos
pretextos. Allí, en Bagdad, se contaron los soldados
norteamericanos y británicos muertos, pero nada se ha
dicho todavía de cuántos soldados iraquíes cayeron,
cuántas mujeres, cuántas niñas y niños, cuántos ancianos
fueron asesinados en la capital y el resto del país.
¡Las pocas imágenes que permitieron pasar por la
televisión expresaban la monstruosidad de esta guerra! No
olvidaremos jamás las caritas de las niñas y niños, con
los ojos abiertos, cuyos pedazos unidos por cintas se apiñaban en un camión camino
del cementerio.
Las mujeres latinoamericanas y caribeñas jamás
olvidaremos al siniestro Dan Mitrione y a otros asesores
de la muerte como él, que designados por Estados Unidos
de Norteamérica entrenaron a torturadores y represores en
aquellos años de brutal fascismo en Brasil, Uruguay,
Chile y Argentina.
Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, como las de muchos
otros países de nuestra región, todavía buscan las
huellas de sus hijos, de sus nietos. ¿Creen que podremos
olvidar a las jóvenes madres que fueron sometidas a la
crueldad de que les robaran sus hijos en sus propias
entrañas al ser asesinadas?. ¿Creen que se ha logrado
borrar el luto, el dolor de tantas familias que no
conocen siquiera dónde reposan los restos de sus muertos?
Tampoco las cubanas hemos olvidado jamás nuestros 20 mil
muertos por la tiranía batistiana, ni las miles de
víctimas de los actos terroristas que nos han costado las
acciones criminales de la mafia contrarrevolucionaria
asentada impunemente en Miami, financiada por las
sucesivas administraciones estadounidenses, alentada por
leyes, medidas y políticas adoptadas para liquidar la
Revolución del pueblo cubano.
La historia rebelde de nuestra Isla, que desde el siglo
XIX ha sido codiciada por los sectores más reaccionarios
e injerencistas de los sucesivos gobiernos
norteamericanos, se ha sustentado en la verdad, el amor
por la justicia y la libertad, la unidad del pueblo. No
habría sido posible de otra forma resistir el criminal
bloqueo por más de cuatro décadas, soportar el permanente
asedio, la prepotente presencia en una parte de nuestro
territorio, la Base Naval de Guantánamo; el desprecio,
las agresiones de todo tipo y las históricas intenciones
expansionistas expropiando nuestra independencia al final
de una guerra ganada al régimen colonial español, y
tratando de socavar los cimientos de nuestro proceso
revolucionario en todos los tiempos.
Inútilmente han tratado de aislarnos, lo que no han
podido lograr, ni siquiera con su propio pueblo que cada
vez se acerca más a nosotros, rompiendo un bloqueo que
también les ha sido impuesto a ellos.
Las mujeres del mundo conocen que el imperialismo
norteamericano siempre ha mantenido sus miras puestas
para destruir nuestra Revolución. Pueden apreciar
también que hoy las posibilidades de un ataque directo se
hacen más palpables. Paradójica y absurdamente, quienes
hemos sido por más de 40 años víctimas de todas formas de
terrorismo desde su centro en Miami, estamos incluidos
hoy en la lista norteamericana de los acusados como
peligrosos terroristas.
Dolorosas medidas ha tenido que adoptar nuestro gobierno
en acto de legítima defensa ante el secuestro de una
embarcación de pasajeros, atentado terrorista estimulado
por el Gobierno de Estados Unidos, que alienta el
potencial delictivo común para asaltar barcos o aeronaves
con pasajeros a bordo, muchos de ellos niños, desatando
una ola de secuestros ya en pleno desarrollo que había
que detener. Las mujeres cubanas no vacilamos en apoyar
estas medidas, aunque nos resulten desagradables, pues se
trata no solo de asegurar la vida de inocentes
secuestrados, sino la vida de todo nuestro pueblo, de la
integridad y soberanía de la Nación.
No podemos desconocer que el Departamento de Estado
Norteamericano ha expresado que un acto similar a los
acontecidos, que ellos han provocado constantemente,
podría constituir un peligro para su seguridad. Para
nosotras es vil patraña con la cual pretenden justificar
una brutal agresión contra nuestro país.
Hemos conocido que existe confusión en el exterior por la
manipulación perversa de estos sucesos. Sabemos que
algunas organizaciones de mujeres de otros países han
tenido también preocupación ante la condena a la pena
capital de tres terroristas secuestradores de la
mencionada embarcación. Dadoras de la vida, las cubanas
no abogamos por la pena de muerte, pero a lo largo de
estos años hemos sido conmocionadas una y otra vez por la
muerte injusta de niñas y niños, de jóvenes, que
sucumbieron por la actitud irresponsable, irreflexiva de
quienes fueron tentados por los cantos de sirena de la
Ley de Ajuste Cubano, que es la legitimación del gobierno
norteamericano a una emigración premiada con un
tratamiento exclusivo entre los emigrantes, al otorgar la
categoría de exiliado político a cualquier cubano o
cubana que llegue a sus costas por vías ilegales.
Ahora ya no se trata de personas sin sentido de la
responsabilidad y la razón, sino de delincuentes, de
terroristas, de secuestradores, de mercenarios que se
venden a los propósitos intervencionistas de una potencia
extranjera. Por ello, aún cuando nos dolemos por la
muerte de cualquier ser humano, entendemos como necesaria
la drástica sanción que podrá impedir que otros se lancen
a estas letales aventuras, ahondando aún más la grave
situación que se dirime. Es un caso de vida o muerte y
decididamente respaldamos las medidas tomadas por nuestro
gobierno. No fueron improvisadas, no se actuó con doble
moral, se cumplieron los preceptos jurídicos. Se puso
fin a estos vandálicos actos terroristas que se
produjeron en los días de la guerra de Estados Unidos
contra Iraq, constituyendo serio peligro para nuestra
seguridad nacional.
Las mujeres cubanas hacemos este análisis e
interpretación de la peligrosidad del momento actual para
nuestro país, basadas en tales agudas realidades, en
hechos concretos, en los planes elucubrados por el
imperialismo norteamericano, en sucesos que han tenido
lugar por más de cuatro décadas de dolorosas pérdidas de
niños y sus madres, de ancianos, en las aguas del
Estrecho de la Florida; en el discurso político de sus
gobernantes más reaccionarios que ponen al descubierto
los objetivos de la clara estrategia de borrar a Cuba de
la faz de la tierra por la osadía de los cubanos de crear
un mundo mejor que hoy aspiran los ciudadanos de muchos
países del mundo.
Pocos días después de la entrada de los norteamericanos y
británicos en Bagdad, se hizo una entrevista a un alto
vocero de prensa del gobierno estadounidense y dijo que
continuarían las guerras, que posiblemente la lista de
prioridades comenzara por Siria e Irán, luego Corea del
Norte y Libia, los primeros. Queda claro que estamos
viviendo una escalada fascista guerrerista mundial que
puede desatar otra monstruosa guerra en cualquier lugar
de la tierra y Cuba es constantemente amenazada por
ellos.
Miles de razones nos asisten a las cubanas para
dirigirnos a las mujeres del mundo en esta hora difícil
que vivimos. Deseamos que conozcan esta realidad por
nosotras, las cubanas, por nuestros principios y por la
posición que asumimos: para nosotras defender nuestra
Patria es deber sagrado y es también la única manera de
seguir edificando nuestro más elevado propósito de hacer
aquí, ahora, la sociedad justa y solidaria que
construimos.
¡Porque con Cuba y con la Revolución, nosotras, las
mujeres asaltamos el cielo! Esa es la precondición única
para defender la justicia que hemos conquistado en
reivindicaciones históricas para todo nuestro pueblo,
para nosotras las que llegamos a los tiempos de
Revolución con mayores desventajas, incluso dentro de los
explotados y oprimidos.
Siempre hemos compartido con las mujeres del mundo el
criterio de que solo con la paz puede prosperar en
nuestra morada universal la idea de hacerla mejor, puede
avanzar en distintas latitudes la aspiración de alcanzar
iguales oportunidades para construir todos, mujeres y
hombres, un mundo de justicia, equidad y solidaridad.
Por ello, apelamos a la conciencia de las mujeres en todo
el mundo, a su sensibilidad humana, solidaria, a la
experiencia y la sabiduría demostrada a lo largo de todo
un siglo de luchas por alcanzar los espacios y los
derechos de las mujeres, de todos los seres humanos.
¡Que triunfe la paz sobre la guerra, la vida sobre la
muerte, depende también de nosotras!
¡Que no se caiga el porvenir, que no perezcan los sueños
que han llegado a realidades, depende también de
nosotras!
Mujeres del mundo, hermanas, amigas:
Más que nunca, en ningún otro momento de la historia
universal, es preciso estrechar vínculos, globalizar la
solidaridad y emprender acciones contra el terror
fascista. Solo muy unidas podremos detenerlo y
contribuir a que se imponga el imperio de la razón, del
sentido común, de la justicia entre todos los seres
humanos, los pueblos y las naciones.
No queremos que nuestra Patria sea el próximo teatro de
operaciones de los marines y misiles, de su locura
imperial. No queremos la guerra en ninguna parte.
Tampoco queremos el sufrimiento del pueblo
norteamericano.
Estamos preparadas para defender la obra que construimos,
las conquistas que alcanzamos, defender a nuestros hijos
y a toda nuestra gente. Estamos prestas a defender cada
escuela, cada hospital, cada casa, cada milímetro de
nuestro territorio, y a combatir con nuestros compañeros
sin reparar en sacrificios hasta alcanzar la victoria.
Además de una declaración, este es un acto de fe y amor,
es una decisión irrevocable de las mujeres cubanas, de
todo nuestro pueblo.
¡Estamos dispuestas a dar la vida, convencidas de que
aquí NO PASARÁN, VENCEREMOS!
* FEDERACIÓN DE MUJERES CUBANAS
Ciudad de La Habana, mayo de 2003.
"Año de Gloriosos Aniversarios de Martí y del Moncada"
https://www.alainet.org/es/articulo/107660
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