Entrevista a Jorge Rulli
La soja y la deuda son modelos de sometimiento político
18/04/2004
- Opinión
Crítico del modelo político y económico que llevó a la Argentina a
su crisis actual, Jorge Rulli -integrante del Grupo de Reflexión
Rural (GRR)- conversó con Pacificar sobre la soja transgénica y
sus graves consecuencias político-sociales.
¿Cuáles son las causas por las cuales hoy la Argentina tiene a más
de la mitad de su población por debajo de la línea de pobreza?
Esa extendida pobreza es consecuencia de un modelo impuesto. Es el
modelo de la deuda. La deuda es más que la deuda, es un modelo
político, es un sistema de endeudamiento, por sobre todo un
sistema de agroexportación de commodities destinado a pagar los
intereses.
Entonces los que nos instalaron la deuda luego nos convencieron de
la necesidad de un modelo económico adecuado para afrontarla. Ese
modelo en ese momento no podía ser otro que el de los forrajes, y
nos especializamos en soja, soja transgénica.
Entonces el modelo de agroexportación de forrajes se acentuó
decididamente y en el año '96 son habilitadas las primeras
semillas transgénicas, una soja RR, resistente al glifosato. Y
aprovechando ciertas condiciones de pérdida de cultura, de pérdida
de enraizamiento de los sectores agrarios, de una extendida
indiferencia del pueblo argentino hacia los problemas del campo,
una tendencia a la urbanización, este modelo fue casi explosivo.
Se vincularon las tecnologías propias de una siembra directa, de
un herbicida sistémico muy poderoso y de una semilla transgénica
para crear un boom en las exportaciones, por lo menos de
commodities.
El impacto fue muy severo, a los pocos años de la década de los
'90 se fue viendo cómo el impacto estableció un modelo de
agricultura sin agricultores, que llevó a que muchísima gente
facilitara su labor agraria pero dejara de vivir en el campo.
Estos monocultivos también desplazaron otros cultivos que
requerían mucha más mano de obra, como el algodón, las lentejas,
el arroz, los lácteos, los tambos, la frutihorticultura, entonces
mucha mano de obra se perdió. El desempleo se acentuó, los pueblos
pequeños murieron, la gente del campo fue a las ciudades y se
constituyeron inmensos cinturones de pobreza urbana.
Los monocultivos de soja no hicieron más que acentuar una
situación terrible que condujo a las sucesivas crisis políticas y
al 19 y 20 de diciembre que fue un estallido social enorme como el
país no recordaba hacía muchísimos años, que derrumbó al gobierno
de De la Rúa y estableció nuevas pautas de juego.
Producto de esas pautas es el actual presidente Kirchner, que más
allá de su actitud progresista no ha tocado el modelo y no parece
que vaya a tocarlo, o sea el modelo de la soja es un escalón que
está fuera de toda discusión. Es un terreno del cual, según los
sectores oficiales del gobierno, ni siquiera está permitido
hablar.
¿Por qué en la Argentina entró tan rápido y fácil el tema de los
transgénicos tanto en el campesinado como en los sectores urbanos?
La gente estaba esperando la habilitación de esta semilla que se
dio en el '96. Decían que querían la soja que se 'bancara' el
glifosato; éste era el reclamo de muchos. Yo creo que llegó justo
en un momento de crisis cultural, de desarraigo, de creciente
desolación de los argentinos como producto de la dictadura
militar, que tampoco fue gratuita.
La dictadura militar también contó con mucho apoyo de ciertos
sectores de la población. Todo esto tiene que ver con el problema
de la identidad. La identidad argentina está en crisis,
fragmentada. Están fragmentadas todas las identidades políticas en
la Argentina pero está en duda el vínculo con el suelo. Es muy
difícil constituir un país con este criterio, donde la tierra es
un bien de uso nada más, no es un habitat. Sobre todo la
generación de los actuales productores -que no se llaman
chacareros- desprecia la mirada sagrada que tenían sus abuelos
cuando eran dueños de la tierra. Ahora el hombre de campo no
quiere vivir en el campo, se quiere ir a la ciudad, y la soja le
viene al pelo porque no requiere ciencia agronómica. Con un
teléfono celular ellos manejan el campo desde el pueblo, desde
Punta del Este o desde Buenos Aires. Ya no vive nadie en el campo.
Entonces la soja RR le vino al productor como una maravilla porque
hay un solo tipo de maquinaria y lo que hace generalmente es
arrendar el campo y vive de un sueldo, o arrienda la maquinaria y
hace soja, pero ya no tiene animales ni diversidad de cultivos.
El problema que tiene es mantener una relación telefónica con las
avionetas para que le fumiguen y tener a alguien que le camine el
campo contándole la cantidad de insectos o la cantidad de malezas
que hay para que le avise por teléfono si es necesaria otra
fumigación. Todo esto se aprovecha de una falta de políticas
totales para la agricultura. El Estado no tendría que haber
permitido esta clase ociosa, rentista y destructora del suelo.
Destructora del suelo que no pertenece a quien lo compró sino que
pertenece a nuestros nietos.
En diez años la Argentina no tiene más suelos. Ahora estamos
perdiendo provincias de suelos más frágiles como el norte de Santa
Fe y el Chaco, donde las manchas de desertificación se van
haciendo cada vez más notorias. Pero según los técnicos de los
institutos de investigación, los mejores suelos no tienen más de
diez o quince años de vida porque hay una desaparición de la vida
biológica del suelo por el abuso de herbicidas como el glifosato
que liquidan todo lo que tiene clorofila, lo que quedan son hongos
nada más, el suelo no puede reponerse, no es capaz de incorporar
materia orgánica.
Y además otro problema que tienen es que como la tierra siempre
está cubierta ha descendido la temperatura del suelo, entonces
muchas veces la semilla no tiene capacidad para germinar porque
tiene un grado o dos menos de lo que necesita, con lo cual están
pensando en hacer una semilla transgénica que germine a menos
temperatura; porque este tipo de ciencia de este paradigma lineal
va saliendo de cada error con otro futuro error.
Cada solución es un futuro error. Nunca aceptan que la mayor parte
de las dificultades que tienen que resolver ahora son productos de
soluciones que ellos creyeron ver tiempo atrás.
Este es el camino monstruoso de esta ciencia, la que nosotros
estamos cuestionando, diciendo que la ciencia es un discurso
político, que hay diferentes versiones de la ciencia, diferentes
tecnologías, que tendríamos que optar y no creer que las
tecnologías de punta son siempre buenas. Con lo cual empezamos a
dar un debate político pero ideológico y epistemológico.
En el pequeño campesinado, ¿hay conciencia del tema de los
transgénicos?
En los campesinos que están organizados hay conciencia, pero
estamos hablando de campesinos como los de Formosa, los de
Santiago del Estero, que son absolutamente marginales, tienen un
peso mínimo en la economía argentina.
La mayor parte de ellos trabaja para su autoconsumo o abasteciendo
mercados locales, entonces no cuentan en la economía, no existen.
Son bases importantes para una resistencia pero están siendo
barridos sigilosamente por la extensión imparable de la mancha de
soja. La soja los está acorralando.
En provincias como el norte de Córdoba, Formosa, Santiago, Chaco,
está apareciendo gente que tiene títulos de tierras que están
ocupadas desde hace muchísimos años. Esto se dio mucho en Brasil
pero aquí en la Argentina nunca se había dado de tal manera como
ahora. Hay oficinas públicas que están en acuerdo con estos
sectores productores de soja para proveerlos de títulos
habilitantes. Lo que ocurre es que hay una gran demanda de tierras
para hacer soja, porque la soja tiene un precio desmesurado,
entonces es muy difícil de parar esto y por supuesto esta gente
actúa sin escrúpulos, están contratando guardias blancos, ha
habido gente herida, usan escaramuzas para sacar a los campesinos
de sus tierras, sobre todo en Santiago del Estero, donde contaban
con un gobierno cómplice, pero esto se está dando en todo el país,
en muchos lugares hay conflictos con campesinos que prácticamente
no se conocían en la Argentina. Esto es consecuencia de la soja.
Ahora el remate es que la Argentina se dispone a pagar las
regalías de Monsanto de las semillas que el productor de soja
evade y por lo cual Monsanto se retira de la comercialización de
semillas. El Estado, en una suprema acción de connivencia con
estas multinacionales, se dispone a compensarle estas regalías con
dinero de los impuestos. El Estado sale de garantía de las
regalías que el productor no paga.
¿Y por qué no paga el productor? Porque está acostumbrado a que se
queda con una parte de la cosecha, con la semilla para darle a sus
amigos, a sus vecinos, esto es tradicional en el campo. Entonces
se le daba al vecino y el vecino el otro año las devolvía. Pero lo
que pasa es que era semilla nuestra, del Estado argentino, ahora
la semilla es de una multinacional que quiere que se le pague,
pero el Estado no tiene capacidad de obligar al chacarero para que
pague.
¿Cómo es la relación de la Argentina exportadora de soja con los
otros países del mundo?
En la medida que la Argentina sirvió a los intereses de la
biotecnología y que hicimos par con los Estados Unidos, tomamos
como propia la doctrina de la equivalencia sustancial, que es una
norma solamente aplicable en algunas zonas de los Estados Unidos,
que dice que un producto es igual al otro mientras lo parezca
mientras un examen físico-químico elemental muestren que son
parecidos.
Esto es un rechazo muy grande a todo lo que significa reconocer la
identidad genética y no está aceptado por ningún país del mundo,
solamente por Estados Unidos y nosotros.
Entonces la pelea se dio contra Europa, en el sentido de que
Europa no ponga barreras al libre comercio y que nos permita
comercializar como iguales cosas que no lo son, que los europeos
sienten que no lo son. Entonces la Argentina mantiene esa
doctrina. ¿Por qué no nos van a aceptar nuestra soja si nuestra
soja es soja? No, es transgénica. Ah, pero eso son barreras al
libre comercio. Esto nos llevó a una lógica perversa. Aliarnos a
nuestro competidor que son los Estados Unidos contra nuestros
compradores. Estados Unidos produce lo mismo que nosotros: carne
bovina, ovina, lácteos, soja, sorgo, maíz, trigo, aceite de
girasol, todo lo mismo. Luchamos por los mismos mercados pero nos
unimos a ellos para pelear contra los clientes. Y por eso llegamos
a esta demanda de la Argentina donde acompaña a los Estados Unidos
contra Europa.
Una demanda contra Europa ante la OMC por la moratoria de
transgénicos en Europa, que es un tema muy grave que va a traer
mucha cola, esto se va a definir a fin de año, no se sabe qué va a
pasar pero Europa no va a ceder. Es el modelo norteamericano
contra el modelo europeo. Esto es una pelea muy de fondo, en la
cual nosotros nos hemos puesto del lado de los Estados Unidos.
Pero además otro efecto muy interesante es que en esta época de la
globalización países pequeños como el nuestro, que fueron ocupados
por las transnacionales como Monsanto, pueden servir ahora como
plataforma de ataque a otros países. ¿Cómo nos ocuparon? A través
de subsidios. Acá la semilla de Monsanto valía mucho menos.
Acá Monsanto no patentó su semilla. En el '96 cuando se habilitó
la semilla RR de Monsanto, Monsanto no la había patentado,
entonces lo único que pagaba la gente era el glifosato. La semilla
la pagaba una vez, después no la volvía a pagar y Monsanto no se
quejaba. Porque había que ocupar el país. El glifosato se pagaba
pero valía tres veces menos que en Estados Unidos. Entonces acá se
nos dio un dulce para que entráramos en esta trampa. Y ahora que
el territorio está ocupado le preocupan a Monsanto las regalías y
otras cuestiones pero durante años todo fue bonanza.
Ahora la Argentina es plataforma de Monsanto. ¿Cómo sirve esto a
los fines de la multinacional? Presionando a pequeños países que
se negaban a recibir comida transgénica o semillas transgénicas.
Argentina ha operado como grupo de chantaje de los Estados Unidos
contra otros pequeños países. Entonces la política de la Argentina
es muy importante de analizar.
¿Qué relación existe entre este modelo y el ALCA?
El ALCA es esto. En la Argentina el ALCA está instalado. El ALCA,
de firmarse o de firmarse mayores acuerdos, puede ser mucho peor,
pero desde hace muchos años nosotros decimos que el ALCA está
instalado, que es la pérdida de semillas, la pérdida de territorio
y sobre todo el modelo de la soja. Lo que no entendemos es cómo
mucha gente grita contra el ALCA sin hablar de la soja. Es uno de
los fenómenos argentinos. También hacen campañas contra la deuda
sin hablar de la soja. Nosotros creemos que la soja es la deuda,
que la soja es el ALCA y que esto se establece desde los años '90.
Venimos hablando del ALCA desde los '90. Hablamos de la soja y de
la deuda como modelos de sometimiento político.
¿Lo que vive la Argentina de hoy se trata de un estado de
transición o realmente llegamos a una etapa de equilibrio que se
puede sostener en el tiempo?
Yo creo que no. Yo soy un poco apocalíptico pero cuando escuchamos
hablar a los técnicos del INTA (Instituto Nacional de Tecnología
Agropecuaria) ellos anticipan que en diez o quince años va a haber
catástrofes ambientales. Ellos lo dicen. Ahí uno entra en pánico
porque se supone que ellos son los que saben y ellos estuvieron a
favor de la soja y ahora están poniendo distancia. Entonces yo ahí
dije "todo lo que estamos diciendo, es verdad".
Ahora, ¿cómo convencés al productor de soja de que haga otra cosa,
cuando además todas las políticas del Estado impiden que haga otra
cosa? Ayer me decía alguien de Entre Ríos que un chacarero tenía
300 hectáreas y hacía policultivos, criaba cerdos, maíz para sus
cerdos, tenía ovejas, un poco de tambo, hacía trigo, todo. El
hombre muere y le deja a cada uno de los tres hijos 100 hectáreas,
¿qué hacen los hijos? Las arriendan para hacer soja y se van a
vivir a la ciudad. ¿Cuánto sacan por mes? Tres mil pesos. Es mucho
dinero, son mil dólares. Es mucho dinero en la Argentina para un
hombre de campo. Jamás sacaría tres mil pesos con 100 hectáreas, o
tendría que trabajar mucho, y él aquí no trabaja. Vive en la
ciudad. ¿Entonces cómo lo convencés de que haga otra cosa? Bueno,
lo podemos convencer de que en diez años se queda sin el campo.
¿Qué le importa dentro de diez años? La única manera de ponerle un
límite a esto es obligar a que haya políticas de Estado. Entonces,
por ejemplo, que se suban las retenciones a la soja y que se le dé
precio sostén a las lentejas, con lo cual hay mucha gente que va a
empezar a hacer lentejas. Lo que pasa es que el Estado se ha
lavado las manos, ha dejado de existir. El Estado argentino
trabaja para las empresas. Hacen falta normativas que permitan
hacer del Estado un instrumento más fiable, más eficiente.
* Florencia Copley es periodista, jefe de redacción de
Pacificar.com
Pequeño glosario
Transgénico: Se trata de un organismo (una planta, un animal, etc)
al que se le ha incorporado artificialmente un gen proveniente de
otro organismo de una especie diferente.
Glifosato: Se trata de un herbicida cuya denominación comercial es
Roundup. Su acción es de gran espectro, es decir, que mata todas
las plantas, incluidos pastizales, plantas de hojas grandes y
plantas leñosas.
Semilla RR: Es una semilla modificada de modo que pueda ser
fumigada sin que se muera. Su nombre RR proviene de Roundup Ready,
es decir, resistente al herbicida Glifosato.
Commodities: Son materias primas brutas tales como metales,
energía, ganado o granos.
https://www.alainet.org/es/articulo/109779
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