Enseñar es...
19/04/2004
- Opinión
Enseñar es un acto de amor, decía José Martí...es mostrar nuestra
alma, desnudarse y nadar, volar y sentirse libre; es como ser un
campesino que siembra una pequeña semilla, de alguna manera
pequeña e insignificante, pero también llena de potencialidades,
después de sembrar llega una sensación gratificante del espíritu
que conlleva al nacimiento de una gran esperanza; esperanza que
alberga en sus entrañas el germen de un árbol que puede ser
magnifico...porque, si lo malo puede ser, porque lo bueno no?,
quizá sea el árbol de muchas vidas en proceso de desarrollo.
Enseñar es tener esa sensación gratificante del espíritu que
conlleva a expresar lo que sabemos, lo que pensamos, gozoso o
amargo, cotidiano o trascendente, compartiendo de esta manera
nuestro saber con nuestros semejantes.
Enseñar es una vocación, a veces un poco tardía, que se descubre
cuando un almacen de la memoria está repleto y tal vez para "que
la fría muerte no nos sorprenda, solos y vacíos sin haber hecho
lo suficiente" (León Gieco); es cuando se desea y se tiene
el valor sacar la colección de experiencias y visiones , para
reciclarlas y aquella semilla que se sembró contenga el espíritu
del árbol que se sembró después; para que cada semilla sepa cómo
transformarse en árbol, cómo caer en tierra fértil, cómo absolver
los jugos que la alimentan, expandiendo las ramas y el follaje,
llenándose de colores y frutos, para que mas tarde pueda dar, lo
que tiene que dar.
Quien enseña es quien necesita enseñar, no quien tiene que
enseñar; es como una gran sensación de inquietud que se apodera,
de quien ha sido formado en cualquier ciencia y porque no? en la
escuela de la vida... y un día intenta compartirlo, quien en una
clase siente que fue un fracaso y en la siguiente todo un éxito.
Quien enseña prepara sus temas , desde la intimidad de la
introspección y la soledad quizá del exhibicionismo, pero
destinado a lo demás, a quienes sentimos cerca y a quien no
conocemos.
Enseñar es darse un baño de humanidad con sus miserias y sus
esplendores.
Enseñar es un drenaje terapéutico que otorga voz a nuestra mudez,
una catarsis que limpia nuestras penas, mediante la comunicación.
Enseñar es mirar en nosotros mismos, a veces sin querer admitir
los misterios que descubrimos dentro; algunas veces se siente que
se enseñan incoherencias y nos sorprendemos transcribiendo nuestra
verdad.
Tal vez, enseñar sea abrir las válvulas de nuestro corazón y
verter en el exiguo botín de nuestra vida, pequeñas gotas de
nuestra formación, pero con tal fuerza, que logra que otros
corazones latan enérgicamente.
Enseñar es también recordar, con memoria anticipada fruto de un
malestar entretejido de añoranza del pasado o del tiempo que
quisimos haber admirado y también del futuro, de esos mañanas que
presentimos y en los que quisiéramos estar, enseñar es usar
nuestras palabras de armas para denunciar las desdichas y los
caprichos, de una sociedad siempre imperfecta, es un testimonio de
un tiempo determinado , de una sociedad concreta; como un simple
ser humano que actúa de intermediario para expresar un punto
vista mas de una época.
https://www.alainet.org/es/articulo/109823
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