Una propuesta diferente: la Universidad Autónoma de la Ciudad de México

07/02/2005
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De insensatos es hablar y obrar sin premeditación. Consulta, delibera y elige la más noble conducta. Versos áureos, de la Escuela Pitagórica. Versión de Alfonso García Botello.(1) A contracorriente del neoliberalismo Desde 1976, cuando comenzó a funcionar la Universidad Pedagógica Nacional, no se había establecido ninguna nueva universidad pública. Se creó, eso sí, un número considerable de institutos y universidades tecnológicas y universidades politécnicas, pero ninguna con las características históricas: autónomas; con libertad de cátedra e investigación; encargadas de las tres funciones esenciales: enseñar, investigar y extender la cultura a la sociedad; con estructuras que posibilitan el autogobierno; compatibles con la libre organización gremial de sus estudiantes y trabajadores; y con fuerte incidencia en su medio. Por eso fue muy importante que en abril del 2001 se estableciera la Universidad de la Ciudad de México (UCM). Las críticas se dejaron sentir desde el principio: que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador pretendía formar una escuela de cuadros de su partido (el PRD); que no había necesidad de una nueva institución de nivel superior en la capital de la República, pues las existentes cubrían la demanda; que se carecía de los académicos preparados para una empresa de ese calado; que no se trataba de un compromiso con la academia, sino con la política. Previo al surgimiento de la UCM, se realizaron varios foros y coloquios en los que se discutió acerca de la pertinencia de invertir recursos públicos en una nueva Casa Superior de Estudios en la zona metropolitana. En ellos participaron profesores e investigadores de diversas formaciones, quienes arribaron a la conclusión de que valía la pena hacer el esfuerzo por poner el conocimiento de alto nivel al alcance de personas que no han podido acceder a él debido a lo injusto del sistema. El debate razonado llevó a la conclusión de que existe un sector importante de la población que demanda educación universitaria que no es atendido por las casas de estudios que existen, de modo que era pertinente ofrecer nuevas oportunidades mediante una institución inserta en la estructura del gobierno de la capital. Lo que de inmediato llama la atención es el carácter gratuito de la UCM. Es bien conocido que las universidades públicas están siendo presionadas por el gobierno para que amplíen sus fuentes de ingresos, entre otras cosas cobrando a los estudiantes los servicios que les prestan. Ciertamente, esto no se ha logrado totalmente en la UNAM ni en el Instituto Politécnico Nacional pero incluso en ellos se presenta la tendencia a cobrar por servicios como las credenciales y otros documentos oficiales, el uso de máquinas (computadoras, de video, de experimentación en las carreras técnicas) utilización de salas u otros espacios institucionales. Por eso, la gratuidad de la nueva universidad marcó una fuerte diferencia con la orientación neoliberal. También destacó la forma de selección de los alumnos: no se hizo con base en sus calificaciones anteriores, pues se estimo que la estratificación que éstas implican, en la generalidad de los casos no refleja propiamente una diferencia de aptitudes entre las personas, sino condiciones materiales de existencia que determinan la vida de cada una. Por ello, se aplica en la UCM un sorteo entre los solicitantes de ingreso, de modo que las posibilidades de acceso sean iguales para todos. La ley de autonomía En la Gaceta Oficial del Distrito Federal del 5 de enero del 2005, apreció la Ley de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, que entró en vigor al día siguiente, de conformidad con su artículo noveno transitorio. En ella se recogen los principios que rigen el funcionamiento de la ahora UACM. Por su contenido antineoliberal, vale la pena destacar los siguientes: 1.- Dispone que los principios de cooperación y apoyo mutuos deben ser la base de las normas que rijan la universidad (artículo 5 fracción I). El valor supremo del neoliberalismo es la competencia, de manera que no considera útil que las personas cooperen entre ellas. 2.- Reconoce como miembros de la Universidad no solamente a los profesores y a los alumnos, sino también a los administrativos, técnicos y manuales, que “estarán al servicio de la Universidad, del cumplimiento de sus actividades y funciones académicas” (artículo 5 fracción III). Con toda claridad, se determina la preeminencia de lo académico sobre lo administrativo, lo que no se cumple a cabalidad en las Instituciones de Educación Superior (IES) tradicionales. Para los partidarios del verticalismo, los trabajadores administrativos son “la servidumbre”.(2) 3.- Considera que es interés legítimo de los estudiantes “aprender y adquirir una formación integral: científica, humanística y crítica” (artículo 6 fracción I). Los intelectuales del neoliberalismo no hablan de la crítica como función universitaria: están convencidos de que es mejor adecuarse a los mandatos de los bancos educadores.(3) 4.- La UACM está comprometida a “proporcionar a los estudiantes los apoyos académicos para que tengan éxito en sus estudios” (artículo 6 fracción IV). Esto contradice la ley no escrita del neoliberalismo, que ordena que cada quien salga adelante con sus propios medios.(4) Los conceptos de servicio público y derecho social prácticamente han desaparecido del lenguaje de los políticos del sistema. 5.- Se establece como derecho del estudiante, solicitar que se le practiquen las evaluaciones diagnósticas y formativas necesarias “para que se conozcan sus avances y carencias” (artículo 6 fracción VI). En la concepción tradicional, ésta es una obligación y no un derecho. 6.- Se establece el derecho del estudiante a participar en los órganos colegiados “en los que se resuelvan asuntos que afecten sus intereses legítimos y los generales de la universidad” (artículo 6 fracción X). La tendencia, muy marcada, del neoliberalismo, es excluir al alumnado de la toma de decisiones, para concentrarla en una casta interna (muy privilegiada en término de ingresos y de facilidades para hacer su quehacer académico). 7.- La autonomía y la libertad de cátedra e investigación, se entienden como la otra cara del deber de “garantizar el mejor nivel en todas sus actividades académicas, y de informar de sus resultados a la sociedad a la que sirve” (artículo 8). Es interesante que no sólo se contemple el interés del académico de ejercer la necesaria libertad, sino también la responsabilidad que de ello se deriva. 8.- Es interesante que la universidad esté comprometida a que sus títulos y grados cumplan con los requisitos que fijen los organismos interinstitucionales universitarios que ejerzan funciones de acreditación (artículo 9). Pareciera que se admite la autoridad de instancias como el Centro nacional de Evaluación o la COMIPEMS. Lo mismo puede decirse del deber que la ley impone a la universidad, de cumplir con los requerimientos necesarios para ingresar a “asociaciones o instituciones de educación superior nacionales o internacionales que propicien un mejor logro de sus objetivos” (artículo 10). ¿Se estaría pensando, por ejemplo, en la Asociación Mexicana de Escuelas de Educación Agrícola Superior (AMEAS), que es privada? ¿O solamente a las públicas? 9.- Es novedoso que se ordene el establecimiento de un Consejo Social Consultivo (artículo 11) para que proponga, con base en las autoevaluaciones que haga la universidad, “acciones que contribuyan tanto al mejoramiento de la calidad y cobertura de los servicios, como a la satisfacción de las necesidades sociales”. Será fundamental, la forma de composición de ese Consejo, para que en la práctica veamos su utilidad, pues parecieras que es el organismo que sugiere el Banco Mundial para que los empresarios participen en las decisiones de la IES. 12.- Queda abierta la posibilidad de que participen evaluadores externos de las actividades de la UACM (artículo 12 renglón final). También el futuro dirá en qué forma se implementa esta participación de personas ajenas a la comunidad en tareas de avaluación.(5) 13.- En cuanto a los órganos de autoridad, se otorga la máxima potestad al Consejo Universitario (artículo15). En el proyecto neoliberal, son los órganos unipersonales (presidente, rector o director) en los que se deposita el poder. 14.- No se menciona de nombre al rector, sino “a la persona o personas a cargo de la representación legal de la universidad” y “de la ejecución de las resoluciones del Consejo Universitario” (artículo 17 fracción III). Se verá a futuro, cuando se redacte la legislación interna de la UACM, cómo se resuelve este crucial asunto. 15.- Destaca la disposición del artículo 22 de la Ley, que obliga al gobierno del Distrito federal a destinar un presupuesto fijo para el sostenimiento de la Institución (3.5 salarios mínimos por cada estudiante). Esto es sumamente novedoso, pues recoge una vieja aspiración de los universitarios: tener certeza de que el presupuesto de un año es irreducible para el siguiente si se conserva el alumnado. El difícil tránsito hacia un proyecto alternativo Las condiciones en que opera la UACM son particularmente complejas: en medio de las grandes presiones del gobierno hacia la universidad pública para que adopte las tesis neoliberales. tampoco puede decirse que esté consolidada su propuesta diferente, porque el autoritarismo no desaparece sólo con el deseo. En los días por venir, se organizará el Consejo Universitario, lo mismo que la agrupación gremial de los académicos. Esa prueba será definitiva para saber hacia dónde se encamina esa Universidad. No será fácil vencer las inercias de hegemonismo, corrupción y politización exacerbada que han dado al traste con otros proyectos distintos. Edificar la Universidad Alternativa es tarea por demás complicada. El experimento de la UACM puede contribuir en esa dirección. Febrero/2005. Notas: (1) El decreto del Jefe de Gobierno del DF que creó la Universidad de la Ciudad de México fue publicado en la Gaceta Oficial del 26 de abril del 2001. (2) El Estatuto General de la UNAM designó con esa expresión, durante muchos años, a los trabajadores administrativos, técnicos y manuales. (3) Es muy significativo que en sus publicaciones más importantes, el Banco Mundial utilice la frase de Darwin que hace referencia a que no son las especies que más resisten las que sobreviven, sino las que mejor se adaptan a las circunstancias. (4) En términos coloquiales, puede decirse que el neoliberalismo es la ideología del “sálvese quien pueda”; “arréglatelas como puedas”; “rásquese cada cual con sus uñas”, y “en lugar de compartir, hay que competir”. (5) En nuestras IES se ha vuelto costumbre la utilización de dictaminadores anónimos. De repente, un dedo flamígero condena el trabajo de algún docente o investigador, sin que éste tenga la menor oportunidad de defensa. El anonimato se presta para los golpes bajos y las descalificaciones sumarias.
https://www.alainet.org/es/articulo/111320
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