Otro mundo es posible

08/05/2005
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La Esperanza de que otro mundo es posible, por ella misma, es ya una derrota del actual Sistema. Para que esta Esperanza sea real, falta sólo encontrar el sujeto capaz de hacer posible ese mundo posible, y delinear un proyecto que haga efectivo ese otro mundo. Debemos responder a las preguntas: cómo es ese mundo, cómo funciona, quién lo gobierna, etc. La Esperanza de otro mundo posible exige la construcción de este sujeto y de este proyecto de sociedad. Si no hay Esperanza de que otro mundo es posible nunca nos propondremos construir ni ese sujeto ni ese proyecto alternativo. El sujeto no es el sujeto-individuo de la revolución moderna, sino el sujeto-comunidad. El sujeto-individuo ve siempre en el otro un enemigo, que compite en el mercado, donde la destrucción del otro es la condición de mi éxito personal. El otro sólo es reconocido en cuanto me es útil. El sujeto-comunidad, por el contrario, afirma en el otro, en la comunidad, la posibilidad de ser sujeto: Yo soy, si tú también eres. O, como dice el Evangelio: Ama tu prójimo, porque él eres tú mismo. El sujeto-comunidad entiende que todo homicidio es suicidio, una vez que la muerte del otro implica mi propia muerte. A nivel social, el sujeto-individuo dice: "Si no hay para todos, que por lo me­nos haya para mí". El sujeto-comunidad, por el contrario, dice: "Si hay para todos entonces también habrá para mí". La otra condición de la Esperanza es delinear un proyecto que haga posible ese otro mundo. Este proyecto lo formulamos en la generalidad así: Una sociedad donde todas y todos tengan lugar, en armonía con la naturaleza, esto es, ese otro mundo sólo es alternativo al capitalismo si, garantizarse la vida de todas y todos y la vida del cosmos. Te­nemos aquí una racionalidad totalmente diferente de la racionalidad de la economía de mercado. La economía de mercado tiene dos de­fectos fundamentales: la exclusión y la destrucción de la naturaleza; de ahí que, el mundo alternativo debe ser para todos y en armonía con la naturaleza. El punto de partida para construir ese otro mundo es fundamentalmente ético. En el sistema actual, el valor abso­luto es la eficacia y el lucro. Un avance tecnológico o científico es valorado únicamente por su capacidad de producir lucro en el mercado. En el mundo alternativo que deseamos construir, el valor absoluto es la vida humana. La economía, la tecnología, la ciencia son buenas y justas si están al servicio de la vida humana. ¿Como podemos construir ese mundo alternativo? No lo sabemos, pero una cosa ya sabemos: es que él partirá desde abajo, a partir de los pobres, de los excluidos, a partir del Tercer Mundo. Sabemos también que ya podemos comenzar a construir ese otro mundo alternativo en pequeñas experiencias en el ámbito de la economía y de la política. El motor que en los empuja en esta tarea es la Esperanza de que otro mundo es efectivamente posible. Si no tuviéramos Esperanza, nos limitamos la procurar acomodarnos dentro del actual sistema. En esta búsqueda, debemos rescatar toda la fuerza de la utopía que es la plenitud histórica de la Esperanza. La utopía, como su nombre indica, no tiene lugar en la historia actual, sin embargo no está otro mundo, sino en nuestro mundo, después de vencida la exclusión y la destrucción de la naturaleza. La utopía no tiene lugar, pero tiene dos efectos muy importantes. . 1. Nos da el sentido y la orientación para donde vamos en la construcción del mundo alternativo. La utopía nos orienta en un determinado sentido, aunque no sepamos cuando llegaremos a la plenitud. La utopía nos dice igualmente en que dire­cción no podemos ir. 2. La utopía da sentido la todas nuestras pequeñas cons­trucciones, a nuestros pequeños éxitos y experiencias micro- económicas. Por otras palabras, la Esperanza, y su plenitud, la utopía dan orientación a nuestro caminar y sentido a todo lo que vamos construyendo. ¿Por qué es posible otro mundo? Porque este mundo se ha vuelto imposible. Este sistema ya acumula muerte y destrucción en una proporción tal, que la vida de la humanidad y del cosmos está en serio e inminente peligro. Ya tenemos un 60% de la humanidad que vive en la exclusión. Las desigualdades entre ricos y pobres se hicieron intolerables. Además, la "victoria" del capitalismo sobre el socialismo fue una victoria pírrica. Cuando el general griego Pirro obtuvo una victoria sobre sus enemigos, fueron tantos los muertos de un lado y del otro, que él confesó: "con otra victoria como esta estoy perdido". La victoria de la economía de mercado es el comienzo de su derrota. Ya cayó la idea de que el sistema a­ctual es el único sistema posible. A los que se oponen al sistema actual, el sis­te­ma los considera muy peligrosos, por­que ellos simplemente tienen razón y saben que tienen razón. (Traducido del portugués por Jesús Caravaca Molina) Journal Fraternizar nº157, abril/junho 2005. 090505
https://www.alainet.org/es/articulo/111920
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