Si quieres la paz, no prepares la guerra

15/09/2005
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Los antiguos romanos inventaron si vis pacem para bellum [si quieres la paz, prepara la guerra], falsa máxima aplicada con entusiasmo y de manera muy especial en los últimos cien años. La paz es la situación y relación mutua de quienes no están en guerra o la pública tranquilidad de los Estados en contraposición a la guerra o turbulencia, según el diccionario de la lengua española. Nada más lejos de la turbulenta realidad que agita muchos lugares de la Tierra. El día 21 de septiembre es el Día Internacional de la Paz, conmemoración establecida por la ONU para recordarnos que la paz continúa siendo un anhelo insatisfecho. Pero la quietud que define el diccionario como paz no es paz de no mediar otras condiciones y situaciones. Durante la dictadura franquista, que hizo propaganda con la idea de que España vivía en paz, la oposición decía que había tranquilidad y no paz, y tranquilidad viene de tranca. La paz no es sólo tranquilidad en el orden. La paz es ausencia de guerra, por supuesto, pero sobre todo ausencia de las condiciones y factores que permiten la guerra, la inician, la incitan y la mantienen. Es decir, la paz va acompañada de justicia y de igualdad de derechos cumplidos. También de ausencia de miseria y humillación. La Escuela de Cultura de la Paz de la Universidad Autónoma de Barcelona y Médicos Sin Fronteras publicaron hace unos meses un informe sobre la paz en el mundo. Se congratulaban porque había diez nuevos procesos de paz, pero se mantenías 25 conflictos armados. Una larga lista de conflictos sobre la Tierra, que no son los de Iraq y Palestina, merecen el adjetivo de 'olvidados' porque los grandes grupos económicos transnacionales (ubicados en los países más ricos), que a su vez son propietarios de los grandes grupos transnacionales de comunicación, no tienen ningún interés en informar sobre esos conflictos. Ni interés político ni interés económico y, desde luego, tampoco interés informativo. Recordemos algunos de esos inacabables conflictos olvidados. La guerra incivil de Liberia, iniciada en 1999, continúa activa y causan muertos. También está vivo el conflicto armado entre tropas sublevadas y el dictador Gbagbo en Costa de Marfil. De igual modo, continúa la violencia armada en Senegal por insurrecciones independentistas y en Burundi siguen los enfrentamientos entre hutus y tutsis, así como hay violencia en Sierra Leona por la actuación armada de grupos no conformes con lo que les tocó en los acuerdos de paz. En Angola, finalizado el largo conflicto entre Unita y el gobierno, se alzan ahora los separatistas de Cabinda, y en Sudán, donde el rico norte (que dice ser musulmán) se enfrenta al pobre sur (que dice ser cristiano), la paz es una quimera desde 1983. Un conflicto agravado por el petróleo descubierto en el sur del país, con muertes y limpieza étnica de cristianos. En Yemen, hay levantamientos tribales, que tienen mucho que ver con la pobreza extrema que soporta el país; y en Nepal, la guerrilla maoísta, alzada en 1996, y el gobierno monárquico autoritario castigan al país con violencia incesante. En Cachemira se enfrentan Pakistán e India, ambos países con armas nucleares, que ya han tenido dos guerras convencionales desde 1947. En Afganistán hay enfrentamientos entre soldados estadounidenses y talibanes, y las tropas internacionales sólo garantizan la seguridad de la capital, Kabul. Incluso en Europa, en los Balcanes, hay un goteo de conflicto armado inacabable en Kosovo y Macedonia Por otra parte, atentados terroristas promovidos, organizados y ejecutados por fanáticos en cualquier lugar del mundo, con resultado de numerosas víctimas civiles (Nueva York, Bali, Madrid, Londres.), han convertido la Tierra en zona de guerra perpetua. Sin embargo, no caigamos en el simple y falaz argumento de los tópicos de la guerra santa contra el terrorismo, porque eso sólo asegura que éste continúe con buena salud. Acaso los países más poderosos -y los grupos económicos más poderosos.- deberían hacer examen de conciencia y también propósito de enmienda, porque en el origen de muchos de los conflictos que azotan el mundo están los turbios intereses y las no menos turbias actuaciones de esos grupos. Véase África, como ejemplo. La mejor base para iniciar la reducción drástica de los conflictos armados (y también del terrorismo) sería iniciar una guerra diferente, pero en serio. Lo ha formulado en la ONU José Luis R. Zapatero, presidente del gobierno español: La lucha contra la pobreza es la guerra más noble que la Humanidad pueda librar. Tal vez la única. - Xavier Caño, es periodista. Fuente: Centro de Colaboraciones. ccs@solidarios.org.es
https://www.alainet.org/es/articulo/112993
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