La post-universidad

03/11/2005
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Mil años atrás, la universidad substituyó los conventos en el rol generador del saber de nivel superior. La universidad es una institución post-convento. En un tiempo en que la educación básica era privilegio de pocas personas, los conventos servían para formar adultos interesados en profundizar el conocimiento, en torno a los temas y dogmas de la iglesia. Una institución intelectualmente aislada de las ideas profanas. El surgimiento en Europa de los antiguos textos griegos provocó la imaginación de aquellos que deseaban entender el mundo como realmente era, y no como decían los textos sagrados. La ampliación de la educación también hizo aumentar el número de los que deseaban seguir estudiando en la edad adulta, pero no querían ser monjes aislados en conventos. En aquel momento, los conventos tuvieron la oportunidad de desarrollarse en los temas y métodos de estudio, pero ellos no evolucionaron. No fueron capaces de ajustarse y transformarse. El mundo de las ideas no podía esperar, y surgieron las universidades, en nombre del saber libre, creativo, sin apego a dogmas o a métodos. Las universidades son la respuesta post-convento, gracias a la incapacidad de ellos ante las nuevas exigencias. A lo largo de mil años, esa nueva institución sobrevivió adaptándose a los cambios y exigencias del mundo. Cambios en los métodos de enseñanza e investigación, en los contenidos de la vida intelectual; y en las exigencias de nuevos conocimientos para entender y cambiar el mundo. La universidad escolástica evolucionó científica, técnica, dividida en departamentos, adaptada al mercado, siempre en movimiento, conforme el momento. Pero ella poco cambió en aquellas características básicas surgidas en Bolonia, París o Oxford en el comienzo del segundo milenio. Para el tercer milenio, ella deberá cambiar, no apenas ajustándose, sino transformándose realmente, para responder a la nueva realidad técnica y a las nuevas exigencias que el mundo impone a las ideas. De lo contrario, una nueva entidad surgirá: una post-universidad. El mundo asistirá al surgimiento de esa entidad, que pasará a existir paralelamente a la universidad, de la misma forma que convivieron convento y universidad. Esta perderá la importancia que tuvo en los últimos diez siglos. Su capacidad de generación de saber superior será superada por la nueva institución, así como sucedió con los conventos, rendidos por la universidad. El desafío de la universidad para las próximas décadas es mucho más que cambiar, es evolucionar. Mucho más que reformar, es inventar. Mas que ajustarse a los tiempos actuales, ella necesita inventar una institución nueva, tan diferente de la actual cuanto ella fue de los conventos, en los tiempos de su origen. Hay algunas razones para esa evolución: a) la velocidad con la cual las ideas evolucionan, en cada área del conocimiento, y en la creación y superación de otras; b) la ocurrencia de la revolución de la teleinformación, ofreciendo instrumentos nunca imaginados para la diseminación del conocimiento; c) la velocidad con la cual el conocimiento se dispersa directamente en el mundo, sin necesidad de la intermediación de la universidad; d) el aislamiento de la universidad en relación a los pobres, hoy excluidos de la modernidad por una “cortina de oro”, que impone un sistema de apartación; e) la globalización y la manera con la cual la economía, el saber y la cultura se interrelacionan internacionalmente, instantáneamente. Todavía es temprano para saber cuales serán los vectores de la invención de esa post-universidad, pero por lo menos diez diferencias van a caracterizar la nueva institución: 1. Sin dirección. La post-universidad no tendrá dirección geográfica, mas sí electrónica. Ella ciertamente mantendrá vínculos con puntos geográficos, pero sobre todo una institución en red, que estará donde esté su alumno, sin necesidad del congraciamiento físico constante con profesores y colegas. El estudio será al aire, la pizarra será la pantalla de la computadora, u otro vehículo multimedia. En las academias griegas, la enseñanza era hecha de manera directa, casi individual, entre el maestro y el pupilo. El primer era un tutor, el otro un discípulo. Fue la pizarra, tiempos más tarde, quien ha inventado al profesor, para reemplazar al tutor y al maestro. Gracias a la pizarra, creció el número de receptores del conocimiento - los alumnos- y también la distancia física entre ellos y los profesores. Con el micrófono crecieron aún más ese número y esa distancia. Pero las nuevas tecnologías cambiaron no solamente la cantidad, por la cualidad del proceso de transmisión de conocimiento. Ellas permiten la enseñanza de cada profesor en escala planetaria, y la utilización de más que palabras y dibujos en una pizarra. Así como la pizarra ha creado el profesor, esas técnicas van a crear el nuevo profesional de enseñanza. Y van a universalizarla. El alumno podrá estudiar de donde esté, partiendo de emisiones de enseñanza, “aulas” ministradas por un promotor de la enseñanza, “profesor” de donde esté, en la post-universidad de cualquier parte del mundo. 2. Sin materias. En un mundo donde el saber cambia constantemente, las materias perderán el sentido. Porque el saber no va más avanzar solamente y sobretodo prisionero de una especialidad, sino con el surgimiento de nuevos campos de conocimiento. El profesor y el alumno no van más aprender dentro de un campo, van a crear campos nuevos. 3. Sin nacionalidad. Las universidades fueron las primeras instituciones, después de la Iglesia Católica, a promover el intercambio internacional entre sus miembros, muchos siglos antes de las Grandes Empresas coloniales. Pero en cuanto la Iglesia se tornó cada vez más universal, la universidad continuó nacional. A pesar de todo el intercambio, a pesar de tener cuadros cosmopolitas, las universidades todavía tienen nacionalidad. Aunque con más de la mitad de su comunidad formada por extranjeros, las universidades norte-americanas todavía son norte-americanas. La dinámica de la universalización del avance del conocimiento, con una post-universidad sin dirección física, demandará la internacionalización de cada universidad. Ella será planetaria o no será un centro de enseñanza superior. Cada centro de enseñanza superior será un pequeño componente de una inmersa red que los unirá. La patria de la universidad será la humanidad. 4. Sin espaldas. Las universidades surgieron contra el aislamiento de los conventos en relación con la sociedad que los cercaba. Y, si se la compara con los Conventos, se aproximó de la sociedad. Pero la realidad del inicio del siglo XXI está provocando un alejamiento todavía más radical que el existente en la Edad Media, entre los que tienen y los que no tienen saber. Mientras se integra intelectualmente con el mundo, la universidad se aísla socialmente de su rededor. El adelanto técnico y el crecimiento económico están construyendo una sociedad tan radicalmente dividida que en breve puede ocurrir una ruptura en la especie humana, dividiéndola en dos partes distintas. Por ser físicamente planetaria, y parte solamente de una parcela rica del mundo, la universidad se perderá éticamente, a menos que ella se integre intelectualmente a todo el mundo, rico y integrado, pero no de las espaldas al mundo alrededor, pobre y dilacerado. Esa ruptura está siendo construida y justificada, en gran parte, gracias al saber creado por las universidades, tanto en los centros tecnológicos cuanto en los centros de las áreas humanas. La universidad, al mismo tiempo en que crea intelectualmente los instrumentos de la apartación global, con la Economía, induce a una mutación biológica, con las Ciencias Biológicas, y socialmente se incluye en la parcela de los beneficiarios de ese nuevo modelo de desarrollo separado. En África del Sur, sectores de la enseñanza superior tuvieron un rol fundamental en la legitimación y construcción del apartheid. Pero actualmente, de manera más radical, tenemos una mutación biológica a favor de la parcela más rica. La modernidad, aliada a los medios de producción del sistema neoliberal, está construyendo un mundo dividido entre un Primer-Mundo-internacional-de-los-ricos y un Gulag-social-de-los-pobres. Cabe a la post-universidad luchar para que el destino de la humanidad sea no la ruptura, sino el encuentro. Por eso, la post-universidad no puede estar aislada de la realidad. Ella debe involucrarse en los problemas sociales que ocurren alrededor de sus alumnos. 5. Sin selección. Mientras esté moralmente alerta para no aislarse, la post-universidad deberá tener en su estructura instrumentos de inclusión social, una vez que, siendo abierta, ella podrá recibir como alumnos aquellos actualmente excluidos de la universidad. Así como los nuevos medios tecnológicos universalizan el acceso a los bienes culturales, posibilitando una reducción en el pago de derechos a los artistas por la producción clandestina de sus obras, la post-universidad, abierta, no podrá seleccionar sus alumnos. Todos serán parte de la post-universidad; algunos continuarán, otros no; algunos quedarán, otros no. Más en la post-universidad, todos podrán participar, independientemente del tipo de selección para el ingreso a sus cursos. La contribución para el aumento del conocimiento será muy diferente, pero todos tendrán el derecho de conectar sus redes de aprendizaje y enseñanza. 6. Sin neutralidad. Libre de los mitos y dogmas religiosos, la universidad ha podido, gracias a su neutralidad epistemológica, hacer avanzar el conocimiento en una velocidad y precisión crecientes. Todavía, desde el siglo pasado, después de la bomba atómica, la Biotecnología, el poder de la Ingeniería y de la Economía, el conocimiento adquirió un poder destructivo catastrófico. Y eso exige un control ético, una “desneutralidad”. Para ser humanista, la post-universidad tendrá que hacer una opción ética. Si la ciencia y la tecnología pueden provocar catástrofes físicas, destruir el equilibrio ecológico y provocar genocidios, las Ingenierías, la Química, la Física y otras áreas precisarán someterse a reglas éticas. Con su poder de cambiar la realidad social, la Economía deberá someterse a reglas tan determinantes como la Física. Si una construye bombas atómicas, la otra produce silenciosas bombas sociales. La Biotecnología, las Medicinas y la Genética deberán someterse a reglas éticas que las impidan de destruir el tejido social de la semejanza de la especie, tan arduamente construida a lo largo de milenios. El saber de la post-universidad estará sometido a reglas éticas. 7. Sin frialdad. Para dejar la neutralidad ética, la post-universidad precisará dejar también el método científico frío, separado del sentimiento, y de los compromisos morales. En ese nuevo saber, la ética será parte del propio conocimiento, por medio de un método que una la racionalidad con los valores morales. No habrá reglas impuestas por códigos legislativos, mas si comportamientos culturalmente aceptados, según los cuales los ingenieros sentirán necesidad de proteger el medio ambiente, los físicos de no producir armas, los biólogos de no servir a la creación de una súpero-raza de ricos, los economistas de no inducir el desempleo para aumentar la riqueza. Porque en el propio concepto de riqueza estará el objetivo del empleo. La post-universidad no tendrá miedo del sentimiento ni de la sabiduría no legitimada en el momento. Hasta la espiritualidad tendrá espacio en la post-universidad, no sólo como campo de estudio, sino como la práctica de una forma alternativa de saber. La post-universidad no será puramente descartiana. 8. Sin profesor. Con la dinámica actual con la que el saber evoluciona y se difunde, disminuye la frontera entre quien ya sabe y quien todavía va a saber, entre profesor y alumno. En la post-universidad, profesor y alumno serán partes de una única función: el permanente aprendizaje del saber en evolución. En la “sala de estudios etérea”, en la red internacional de generación del saber que será la post-universidad, el diálogo, mucho más que el aula, será el camino. En ese diálogo, algunos sabrán más que otros en algunos asuntos, algunos tendrán más experiencia que otros en los caminos de la generación del saber, pero no habrá una frontera nítida separando profesores y alumnos. 9. Sin diploma. En la post-universidad, no habrá ex-alumno, por lo menos mientras el post-universitario esté en el ejercicio de sus funciones. Esta gran invención de la universidad, el diploma como reconocimiento notarial del saber, desaparecerá. El saber aparecerá en toda su actualidad, o no aparecerá. Pero no será reconocido por un atestado. La post-universidad dejará de otorgar diplomas, porque no podrá responsabilizarse por el ejercicio del conocimiento que transmitió y que estará superado al año siguiente; y porque los usuarios del saber no respetarán un papel que compruebe un saber adquirido en el pasado y ya superado. 10. Sin plazo. A la velocidad con que el saber evoluciona, no adelanta esperar algunos años para dar al alumno el reconocimiento de que él sabe. Él sabe lo que sabe en aquel instante. Y después de saber, tal vez su saber ya esté superado. La post-universidad no va poder determinar los plazos en los cuales el alumno se transforma en profesional y el profesional en doctor. Ella va a formar siempre, y hasta siempre. El reconocimiento del saber podrá ser dado a cualquier instante, en el nivel adquirido por el alumno hasta un determinado momento, pero en ningún momento el alumno estará completamente formado, porque la dinámica del conocimiento va a exigir que él siga estudiando hasta el último día de su vida intelectual. La post-universidad, instantánea en el reconocimiento del saber será al mismo tiempo permanente en la vida. Aún es posible tener esperanza de que la universidad podrá evolucionar, ella misma, sin necesidad de otra institución pos-universidad. Diversas universidades están haciendo esa evolución de forma aislada. Ellas van unirse en red y construirán el nuevo protagonista de la enseñanza superior. Lo que va a definir si la universidad evolucionará o si la post-universidad tomará su puesto como generador y diseminador del saber superior dependerá del proceso entre las universidades-evolucionistas, las que se transforman, y las universidades-convento, las que reaccionan a las transformaciones. - Cristovam Buarque es senador brasileño (http:// www.cristovam.com.br ), versión textual de la ponencia presentada en el Seminario “La Universidad hoy: desafíos y oportunidad”, Observatorio Internacional de Reformas Universitarias – ORUS, Caracas, Venezuela, 27-29 Octubre de 2005.
https://www.alainet.org/es/articulo/113431
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