Una firma que tarda en estamparse

Tratado comercial entre EE.UU. y países andinos

16/11/2005
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Hace 18 meses que Washington, Bogotá, Lima y Quito discuten cómo instrumentar un TLC. Las causas que lo retardan son las de siempre: Estados Unidos pide mucho pero no está dispuesto a ceder nada. Aunque el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) fue enterrado en la última Cumbre de las Américas realizada en la ciudad argentina de Mar del Plata, esta iniciativa continúa por otros medios. Estados Unidos tiene establecidos tratados de libre comercio (TLC) con Canadá y México (el NAFTA), con seis países de Centroamérica y República Dominicana (el CAFTA) y con Chile. Y negocia otro acuerdo con Colombia, Perú y Ecuador, del que participa también Bolivia con reservas, todos países pertenecientes –junto a Venezuela- de la Comunidad Andina de Naciones (CAN). Más allá de todas estas siglas, lo concreto es que el inicio de este TLC se atrasa una y otra vez por las cuestiones de siempre: la negativa de Washington a ceder en cuestiones elementales para las naciones latinoamericanas. Los gobiernos de los tres países andinos impulsan este acuerdo con la máxima economía mundial, pero las fuertes presiones internas hasta ahora lo han impedido llevar a cabo. Eso sí, la criatura ya tiene nombre: Usapta (United States / Andean Trade Promotion Agreement (Acuerdo de Promoción del Comercio Andino-estadounidense, en inglés). La CAN, al igual que el Mercado Común del Sur (Mercosur), pide la eliminación de los subsidios a la producción agrícola norteamericana. Sin embargo, confían en que a través de la negociación van a poder obtener este beneficio por parte de Estados Unidos sin esperar lo que se resuelva en la próxima reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Hongo Kong en diciembre próximo. Pero esta especulación les puede costar muy cara. Las expectativas al inicio de las conversaciones eran altas, pero con el correr de las distintas rondas se acentuó la intransigencia de las partes, y el avance sobre áreas muy sensibles. Es lógico que suceda esto entre una nación que tiene 282 millones de habitantes y produce bienes y servicios por 11 billones de dólares anuales, y una región con apenas un poco más de 80 millones de personas y una riqueza anual que no llega a los 300.000 millones de la misma moneda. Hasta la fecha, en ocho áreas ya se alcanzaron acuerdos y las rondas concluyeron con éxito. Estos sectores son el comercio electrónico, acuerdos de cooperación, defensa comercial, cuestiones jurídicas, los obstáculos técnicos al comercio, las políticas de competencia, el régimen de aduanas y los servicios financieros. A punto de acordar se encuentran otras diez áreas: acceso a los mercados, referencia al origen, la cuestión laboral, medio ambiente, solución de controversias, asuntos institucionales, agencia comercial, compras públicas, medidas disconformes, servicios transfronterizos y telecomunicaciones. Se encuentran avanzadas las negociaciones para liberar la inversión, la regulación de las medidas sanitarias y fitosanitarias, la propiedad intelectual en patentes y biodiversidad, y los productos textiles. Pero, como se esperaba, no hay avances en el sector agrícola, el sector más caro a los tres países sudamericanos. Y todo parece indicar que la intransigencia del Departamento de Comercio no va a variar. Claro está, en defensa de los granjeros de Iowa. Otro sector “sensible” para Colombia en particular tiene que ver con los medicamentos genéricos. A pesar de la premura de los gobiernos participantes por cerrar el tratado, según informaciones periodísticas surgidas del propio Capitolio (Congreso de Estados Unidos), gran parte de los congresistas de ese país consideran que el texto final del TLC no será puesto a debate durante todo el 2006. Según la prensa, las consideraciones de una demora en el debate del texto negociado serían la baja popularidad del presidente George Bush, que le impediría emprender este esfuerzo político. También están las elecciones de renovación de la cámara de Estados Unidos. En esta línea opinó Regina Vargo, jefe de la delegación negociadora de Estados Unidos, a miembros del Capitolio. La funcionaria presentó un informe sobre los avances en las discusiones. Según informaciones periodísticas, Vargo alegó que las diferencias aún son “profundas”. Las partes tendrían que arribar a conclusiones el viernes próximo, pero existe la voluntad de estirar las conversaciones hasta el martes 22. Hace unas semanas, la prensa dio a conocer una carta firmada por 24 legisladores norteamericanos enviada al representante comercial de su país, Rob Portman, en la cual expresan preocupación por los inflexibles pedidos en agricultura y propiedad intelectual. Justamente en aquellos sectores en los cuales Colombia, Perú y Ecuador tiene probabilidades ciertas de incrementar las colocaciones externas. En las actuales circunstancias, firmar el acuerdo comercial sería casi un suicidio para los países sudamericanos. Un caso más de abandono de la defensa del interés nacional a favor de intereses foráneos. Y el Usapta nacería con una enfermedad terminal. - Pablo Ramos | Agencia Periodística del MERCOSUR, Universidad Nacional de la Plata, Facultad de Periodismo y Comunicación Social.
https://www.alainet.org/es/articulo/113571

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