La vietnamización de Irak

07/11/2006
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Estados Unidos se encuentra entrampado entre la necesidad de una “victoria” y la realidad de un desastre. Según analistas, los dirigentes estadounidenses no saben que hacer con la guerra de Irak, que tantas derrotas políticas les está ocasionando. Se encuentran entrampados entre la necesidad de una “victoria” y la realidad de un desastre. Esa misma situación la vivió EEUU en Viet Nam. Ante la imposibilidad de ganar la guerra, optaron por retirarse y dejar en manos de los vietnamitas, una guerra que según ellos habían convertido en una cruzada anticomunista, por la libertad y la democracia. Durante las negociaciones de paz en Paris, Henry Kissinger admitió que los Estados Unidos se habían excedido. Que el conflicto entre vietnamitas, fuera resuelto por vietnamitas. Se acuñó entonces el concepto de la “vietnamización de la guerra”. Lo cual consistía en devolverles a los vietnamitas el control de sus operaciones contra el Norte y las guerrillas del Viet Cong, como ellos le llamaban a la resistencia.

La retirada de las tropas estadounidenses se dio como consecuencia de esa política, pero en la realidad, constituyó una derrota para los Estados Unidos, que de manera deshonrosa dejaba el campo de batalla. Quizá tuvieron victorias tácticas, pero perdieron en la estrategia y en conseguir el objetivo político, lo cual hizo intrascendente cualquier victoria en el combate. La guerra de Vietnam, ilustra la importancia de los objetivos geoestratégicos de la superpotencia. La intervención de EEUU tenía como objetivo el control de la costa del Pacífico, y con ello rodear y “contener” a China, como parte integrada de una estrategia general de dominación de los “bordes” de Eurasia: Europa Occidental, la costa del Pacífico y el Medio Oriente. Los Estados Unidos fueron por el control de la entrada hacia la China y por el Petróleo en el mar de China que rodea Viet Nam, y se vieron entrampados en una guerra de desgaste y sin una estrategia para poder ganar.

Como se recordará, en los años 60, se produjo una llegada masiva de tropas de EEUU, que generó una escalada en los niveles de la guerra, desarrollando operaciones en toda la geografía vietnamita, utilizando la marina, los blindados, la aviación y las fuerzas de tierra. Se concentraron 500 mil efectivos y fue así como se utilizaron más de 6 mil aviones y helicópteros de todo tipo. Los gringos confiaron en su tecnología, en su logística y subestimaron a un pueblo de campesinos. Durante muchos años y en el principio de los años 70, los norteamericanos fueron incapaces de ganar una guerra de guerrillas que nunca entendieron, a pesar de emplear dos veces más explosivos que los utilizados en la Segunda Guerra Mundial; de lanzar bombardeos masivos sobre todos los frentes guerrilleros; sobre la ruta HoChi Min, y Viet Nam del Norte. En lo político, asumieron su incapacidad para “construir una nación” en Vietnam del Sur, donde buscaban instalar un régimen de creación propia, en el que invirtieron millones de dólares diarios, y que como consecuencia, les resultó altamente corrupto. En las ciudades vietnamitas del Sur, los jóvenes deslumbrados por el “estilo de vida norteamericano”, no querían nada con la guerra: “Que la libraran los gringos, para eso habían llegado”.

Dentro de los Estados Unidos, el conflicto impactó a la sociedad, principalmente dentro de los jóvenes que se negaban a ir a una guerra que a todas luces se estaba perdiendo, lo que generó manifestaciones antibelicistas, marchas por la paz y protestas universitarias en sus sedes y frente a la propia Casa Blanca. A pesar de eso, el Ejército de los Estados Unidos gastó millones en pretender dar una imagen positiva del enfrentamiento. Mientras la guerra se ganaba en la televisión y el cine, en la realidad las fuerzas estadounidenses sufrían duras derrotas. Pero el resultado fue adverso, EEUU fue obligado a retirarse de la guerra, por el creciente descenso de su propia opinión pública y por la posible rebelión entre la tropa combatiente, que se había degradado en la indisciplina y entre las drogas. La típica imagen de un ejército derrotado, que a pesar del potencial bélico que representaba lo sofisticado de su armamento y equipo, se debatía en medio de una baja moral y ninguna voluntad para combatir. Así, fueron derrotados por un ejército en harapos, pero altamente disciplinado, y con gran voluntad de lucha; que se pertrechó con trampas de Bambú, pero también con las armas que le arrebataban a los invasores, y con los explosivos que sacaban de las bombas “made in USA” que no explotaban. En esas condiciones se da la vietnamización de la guerra.

Décadas después de su retirada de Vietnam, la capacidad de intervención militar de EEUU, se vio afectada por lo que los expertos llaman “el síndrome de Vietnam”, que se basa en la falta de voluntad del gobierno para comprometerse en intervenciones militares de cierta envergadura en el extranjero. Pero una cosa es el gobierno y otros los intereses geopolíticos del imperio. El control de la estrategia de globalización y los energéticos del mundo, no le dan tiempo a pensar en síndromes. Y si no existe un conflicto, lo inventan. La maquinaria bélica de los EEUU, nunca se detuvo y produjo nuevo y sofisticado armamento, el cual fue probado en diferentes conflictos, e intervenciones imperiales, como Panamá, Granada, Kosovo, Kuwait y otros de mediana envergadura. El complejo Militar Industrial, requería también vaciar sus bodegas y su principal comprador, la Casa Blanca, pronto impulsó conflictos dónde utilizar ese armamento. Aún con la lección aprendida en Vietnam, se lanzaron sobre los recursos naturales de Afganistán e Irak: su petróleo. Pero de esto hablaremos mañana.

La vietnamización de Irak (II)

Pocos norteamericanos creen, a estas alturas, que en Irak se producirá una “victoria total”, tal como lo ha estado anunciando el Presidente George W. Bush. Un periodista ha indicado que aunque un amplio grupo de funcionarios de inteligencia, asesores políticos y militares han manifestado preocupaciones y dudas sobre el curso de la guerra, Bush simplemente rehúsa entenderlo. Peor aún, cree que su guerra es una misión divina y que él ha sido escogido por Dios para librarla. Aunque el Presidente se rehúsa a ver la realidad, las reacciones dentro de Estados Unidos, se empiezan a manifestar en costos políticos negativos para su gobierno y de frente a las elecciones parlamentarias que se desarrollan hoy.

Hasta los altos funcionarios, se encuentran realizando preparativos para cambiar el curso de la presencia militar en Irak, a sabiendas que están empantanados en una guerra de desgaste. Esto, pese a los avances iniciales de la invasión, el derrocamiento de Hussein y el paseo por el desierto, donde rugieron los motores de los tanques orientados hacia la victoria, y donde los “bombardeos inteligentes” dieron una demostración del poderío militar norteamericano. Pero ya en las ciudades la cosa cambió, se tuvieron enfrentar a la resistencia del pueblo iraquí, en un terreno en el que tuvieron que bajarse de los tanques y en donde las “bombas inteligentes” no distinguen entre un combatiente y un civil.

De esa cuenta las bajas estadounidenses son cuantiosas y, como en Vietnam, no existe una estrategia para ganar una guerra irregular, donde los guerrilleros los atacan por todos lados, calle por calle y casa por casa. Cuando los norteamericanos toman las casas, están vacías y todo el esfuerzo fue en vano. Al otro día los atacan desde las mismas casas que abandonaron y el combate por el mismo objetivo empieza de nuevo.
El más gran error de los invasores ha sido subestimar a la población iraquí, a su sentimiento patrio, sus valores, costumbres, creencias, religiones y preparación para resistir; podían estar en desacuerdo con el gobierno de Sadam Hussein, pero no podían estar a favor de los invasores. Las fuerzas norteamericanas poco han podido hacer para diezmar a las guerrillas, ante una guerra sin cuartel, las armas modernas estadounidenses tampoco tendrán utilidad. El futuro en Irak no es promisorio para nadie.
Ciento un estadounidenses, militares y civiles bajo contrato han muerto en Irak, el pasado mes de octubre, ha sido uno de los meses más violentos desde la invasión en 2003, indicó la comandancia de EEUU. Estas muertes convierten a octubre en el mes más sangriento del año para el Ejército estadounidense y uno de los peores desde que en enero de 2005 murieran 107 soldados. Desde el inicio de la invasión han muerto 2810 soldados de EEUU y personal asimilado, en Irak, según recuento de cifras del Pentágono. Lo incierto de esta situación, es que se puede prolongar indefinidamente, algo para lo que la sociedad norteamericana no está preparada.

El Ejército de Estados Unidos quiere traspasar, en los próximos 12 a 18 meses, el control total de la seguridad en Irak al gobierno de Bagdad, según informó el comandante de las fuerzas internacionales en el país, George Casey. Señaló que Estados Unidos debería concentrarse más en la reducción de sus tropas, para eso están haciendo cambios en sus estrategias militares. En los últimos meses, las fuerzas de seguridad estadounidenses han ido transfiriendo, formalmente, a las iraquíes el control de algunas ciudades y regiones, aunque siguen presentes allí.

La salida de Irak es inminente, y el escenario general que el gobierno de Bush desea es que las elecciones parlamentarias en Irak, programadas para el 15 de diciembre, resulten en un gobierno de coalición y que, junto con Washington, anuncien el inicio de la reducción de tropas estadounidenses empezando el año entrante. De alguna manera se tendrá que reducir la presencia de tropas, ya que esta guerra es cada vez menos sostenible militar y políticamente.

Antes del inicio de esa guerra, las manifestaciones en varias ciudades de Europa y América, fueron multitudinarias. Ahora las manifestaciones para que cese la guerra, se están dando en algunas ciudades del interior de los Estados Unidos y cada vez se unen más sectores populares. Mientras el presidente Bush pide la victoria total, políticos, analistas y editorialistas se encuentran sin respuesta a que hacer, con una guerra que la mayoría de estadounidenses no desea, que fue el resultado de engaños, distorsiones y que cada día se parece más al desastre de Vietnam.

También se deben enfrentar a la actitud de sus aliados, que no ven clara la posibilidad de triunfo, razón por la que Inglaterra ya anunció que próximamente saldrán sus soldados de Irak. Además porque ya tuvo un costo político para el primer ministro Tony Blair. Así, la mazorca se empieza a desgranar, y la sociedad norteamericana ya no quiere pagar sus impuestos para sostener una guerra que no se puede ganar. Por todo esto los ciudadanos estadounidenses consideran que Estados Unidos debe salir de Irak.
Todo esto provoca nuevas comparaciones con Vietnam. Un editorial del New York Times de esta semana recuerda que el proceso de “vietnamización” de esa guerra, anunciada por el entonces presidente Richard Nixon en 1969, es muy parecida a lo que está planteando Bush ahora; la idea de que Estados Unidos trasladará la responsabilidad de combate y seguridad cada vez más a tropas de Irak. De hecho, otros señalan que en esa fase del conflicto de Vietnam se intensificó la guerra desde el aire a niveles sin precedentes.

En Irak un elemento clave en los planes para reducir las tropas, no mencionado al público, es que éstas serán sustituidas por un incremento en el empleo de la fuerza aérea. Porque los aviones, desde lo alto, no se pueden enfrascar en una guerra de guerrillas en tierra y el daño que causan sí puede ser mayúsculo. Sin embargo la aviación no puede retener el terreno ni el petróleo por el que entraron a Irak. Lo cierto es que salir de Irak en esas condiciones, al igual que lo fue en Vietnam, constituye ni más ni menos que una derrota, a manos de lo que ellos llaman “terroristas fundamentalistas”.

Mientras los dirigentes del gobierno debaten cómo y cuando salirse del atolladero que crearon, el ciudadano tiene cada vez menos confianza en ellos. Sobre todo de frente a las elecciones legislativas de este mes de noviembre. Según las encuestas, sólo una cuarta parte de la población piensa que uno u otro de los dos partidos representan sus intereses. A fin de cuentas el elector tiene la razón: ambos partidos y casi toda la dirigencia política comparte la responsabilidad de esta guerra.

Arnoldo Villagrán - Coordinador de producción del Reporte Diario y analista de Incidencia Democrática

Fuente: Incidencia Democrática (Guatemala)
http://www.i-dem.org
https://www.alainet.org/es/articulo/118061
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