Un almacén único
12/12/2006
- Opinión
Pensemos que en la Tierra existiera un único almacén colectivo. A él llegarían de diferentes puntos del planeta todos los alimentos, agua y energía disponibles. Se clasificarían y después se distribuirían en los diferentes territorios, en función del poder adquisitivo de cada persona. Bajo este prisma, que por cierto se corresponde bastante con la realidad, podemos observar varias cuestiones.
La primera es la finitud del sistema. Si la demanda de alimentos, agua y energía supera la capacidad de producción que la naturaleza permite, nuestro almacén no podrá abastecer a toda la población, se agotará. La cultura ecológica, que progresivamente va impregnando a muchas y muchos de nosotros, nos advierte de ello y nos hace más responsables en nuestros comportamientos individuales.
Si además, contemplamos el sistema bajo una mirada epistemológica, advertiremos que este sistema de almacén único, revela una triste realidad de injusticia. Como explica la organización no gubernamental Global Footprint Network, el 9 del pasado mes de octubre fue la fecha en la que el almacén, este año 2006, llegó a su límite, se quedó sin mercancías, rompió stocks. Es decir que durante los primeros 9 meses del año, hemos consumido todo lo que la tierra puede producir durante un año. Y entonces, ¿cómo es posible que podamos seguir hasta finales de año consumiendo prácticamente todo lo que queremos?
Por un lado, porque cuando algunos podemos hervirnos langostinos cocinados a fuego lento, estamos consumiendo agua, alimentos y energía provenientes de otros lugares, donde lamentablemente muchas personas no pueden alimentarse. El insostenible consumo occidental se sostiene, por el momento, por la falta de consumo en los países empobrecidos. Los pedidos al almacén único de un ciudadano norteamericano son el doble que el de un europeo y el de un europeo es tres veces y media mayor que el de un asiático o africano. Y por otro, no podemos olvidar que el sobre uso que estamos haciendo de los recursos naturales lo estamos tomando de las estanterías del almacén reservadas a las generaciones venideras.
Así funciona nuestro mundo globalizado. Sin ninguna regulación, dejando todos los recursos naturales al capricho del consumo y a disposición de quien paga mejor. Después diremos que los ecologistas sólo hacen que mandar mensajes catastrofistas.
- Gustavo Duch Guillot es Director de VETERINARIOS SIN FRONTERAS
La primera es la finitud del sistema. Si la demanda de alimentos, agua y energía supera la capacidad de producción que la naturaleza permite, nuestro almacén no podrá abastecer a toda la población, se agotará. La cultura ecológica, que progresivamente va impregnando a muchas y muchos de nosotros, nos advierte de ello y nos hace más responsables en nuestros comportamientos individuales.
Si además, contemplamos el sistema bajo una mirada epistemológica, advertiremos que este sistema de almacén único, revela una triste realidad de injusticia. Como explica la organización no gubernamental Global Footprint Network, el 9 del pasado mes de octubre fue la fecha en la que el almacén, este año 2006, llegó a su límite, se quedó sin mercancías, rompió stocks. Es decir que durante los primeros 9 meses del año, hemos consumido todo lo que la tierra puede producir durante un año. Y entonces, ¿cómo es posible que podamos seguir hasta finales de año consumiendo prácticamente todo lo que queremos?
Por un lado, porque cuando algunos podemos hervirnos langostinos cocinados a fuego lento, estamos consumiendo agua, alimentos y energía provenientes de otros lugares, donde lamentablemente muchas personas no pueden alimentarse. El insostenible consumo occidental se sostiene, por el momento, por la falta de consumo en los países empobrecidos. Los pedidos al almacén único de un ciudadano norteamericano son el doble que el de un europeo y el de un europeo es tres veces y media mayor que el de un asiático o africano. Y por otro, no podemos olvidar que el sobre uso que estamos haciendo de los recursos naturales lo estamos tomando de las estanterías del almacén reservadas a las generaciones venideras.
Así funciona nuestro mundo globalizado. Sin ninguna regulación, dejando todos los recursos naturales al capricho del consumo y a disposición de quien paga mejor. Después diremos que los ecologistas sólo hacen que mandar mensajes catastrofistas.
- Gustavo Duch Guillot es Director de VETERINARIOS SIN FRONTERAS
https://www.alainet.org/es/articulo/118655?language=en
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