Los síntomas del progreso

29/03/2007
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Estar en un ambiente cerrado y con muchos cables bajo la mesa puede producir lipoatrofia semicircular, una enfermedad que viaja por los cables de la oficina.

Esta misteriosa dolencia, que supone la pérdida de tejido adiposo, no es grave ni dolorosa pero sí molesta. Los síntomas son hendiduras semicirculares en el muslo. Se manifiesta con imperfecciones, hoyuelos o manchas. Es como si presionaras el muslo con el dedo pero al quitarlo no desapareciese esa marca.

Se cree que puede deberse a la conjunción de dos factores: la sequedad del ambiente y la acumulación de campos de energía electrostática procedente de los cableados. Es más frecuente en las mujeres, por la mayor cantidad de tejido adiposo en las piernas. Como tratamiento, al parecer es suficiente con dejar de exponerse a los campos electrostáticos y en algunos casos se aplican corticoides.

En el año 1974 se descubrió esta lipoatrofia y se llegó a pensar que la causa eran unas sillas inadecuadas o incluso la ropa demasiado ajustada. Once años más tarde, en un banco belga, se dio el brote más numeroso, que afectó a 900 trabajadores. Hace unas semanas, esta enfermedad afectó a más de 160 trabajadores de la sede de Gas Natural en Barcelona. La empresa tuvo que enviar a su casa al millar de personas que trabajan en su sede central de 20 pisos, una torre acristalada nueva, moderna, con nuevas tecnologías y recién inaugurada.

Encontrar una solución no es fácil. Las oficinas antiguas tienen inconvenientes como ruidos, cambios de temperatura o reflejos que fomentan la distracción, pero los actuales lugares de trabajo dificultan la ventilación y el descanso.

Actualmente se construyen edificios muy modernos, que incorporan nuevas tecnologías y materiales innovadores. Son construcciones que se parecen a cajas herméticas en las que la luz, el aire y el agua llegan al interior a través de máquinas o instalaciones. Están diseñadas para que no se sientan los cambios de clima, disfrutan de refrigeración y calefacción y la iluminación es casi siempre artificial. La realidad es que esos edificios de oficinas están compuestos por millones de metros de tubos, cables y recodos que pueden albergar, aun siendo nuevos y limpios, gran cantidad de agentes infecciosos. El que esas construcciones estén selladas herméticamente no significa que disfruten de salubridad.

Tanto en el caso belga como en el catalán la lipoatrofia apareció en la parte superior y lateral del muslo, y a unos 70 centímetros del suelo, a la altura de la mesa de trabajo. Las lesiones tenían hasta cinco milímetros de profundidad, pero la piel no se presenta afectada.

En el primer caso, después de unos meses de ausencia laboral o cambio a otro sitio del edificio, las lesiones remitieron en la mayoría de los casos, pero retornaron cuando el afectado volvía al mismo ambiente.

En el caso español, para atajar el problema, la empresa ha instalado humidificadores en su sede y se incrementaron las tomas de tierra, ya que bajo las mesas de trabajo pasan muchos miles de metros de cable.

La lipoatrofia no es el único problema. Hay numerosos casos de enfermedades que no se asocian al ámbito laboral y que no se detectan al no producir brotes generalizados. En las oficinas se dan con cierta frecuencia irritación de ojos, nariz y garganta, sequedad de piel y mucosas, erupciones cutáneas, fatiga mental, somnolencia, dolor de cabeza, dificultad respiratoria, ronquera, cuadros asmáticos, alergias, tos y otras alteraciones. Es difícil determinar, salvo cuando afecta a muchos trabajadores al mismo tiempo si esos síntomas se deben a problemas de la construcción.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha denominado a estas situaciones como el “síndrome del edificio enfermo”. De acuerdo con la OMS , hay hasta un 30% de las modernas edificaciones que lo sufren, y sus efectos los padecen entre un 10% y un 30% de los inquilinos.

Se estudian las medidas que afectan a la salud de los trabajadores, la postura, los esfuerzos visuales, etc. Habrá que tener más control de los materiales utilizados en las oficinas y de los posibles efectos perversos en la salud de quienes habitamos durante tantas horas esos espacios.

- María José Atiénzar, Periodista

Fuente: Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS), España.
www.solidarios.org.es
https://www.alainet.org/es/articulo/120279

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