Sin salud no hay desarrollo
04/04/2007
- Opinión
Cada día mueren 35.000 personas por no tener acceso a medicamentos que están al alcance de cualquier persona en un país enriquecido. La tuberculosis, la malaria y el sida han acabado con la vida de seis millones de personas desde el último día mundial de la salud. La mayoría de ellos vivía en el Sur. Un año después, las tres enfermedades más letales siguen siendo un importante freno en los países empobrecidos.
Con frecuencia se relaciona el desarrollo económico en los países del Sur con una mejora en la calidad de vida de sus habitantes. Aunque sin sistemas sanitarios capaces de abordar las grandes enfermedades y crisis humanitarias no hay desarrollo posible.
Un adulto enfermo no puede trabajar para conseguir el dinero suficiente para alimentar a su familia. Una mujer embarazada que padece una enfermedad infecciosa condena a su bebé a una vida difícil desde el primer día. Un niño que no está sano no puede acudir a la escuela, trabajar ni contribuir al desarrollo de su comunidad.
Igual que las cifras macroeconómicas aplicadas al desarrollo disimulan las enormes desigualdades que existen en nuestro planeta, las cifras de personas que sufren las deficiencias sanitarias en el mundo pasan ante nuestros ojos sin que pongamos rostro a quienes las padecen. La costumbre amortigua la sensibilidad. La empatía se esconde en la lejanía cuando leemos cifras escritas en los periódicos. Nos cuesta imaginar la cara de los once millones de niños menores de cinco años que murieron en el último año por enfermedades que se pueden prevenir y curar; el dolor de los familiares de las 500.000 mujeres que fallecieron durante el embarazo; o las lesiones graves y casos de discapacidad con los que viven otros 10 millones de mujeres que no recibieron los cuidados necesarios durante el embarazo.
Los Objetivos del Milenio (ODM), firmados en Nueva York en el año 2000 por 191 países miembros de la ONU , ponen de manifiesto la relación entre la salud y cada uno de los ocho objetivos establecidos para reducir la pobreza a la mitad en el año 2015. Sin sistemas sanitarios que pongan freno a los problemas de salud será difícil reducir el número de niños que mueren antes de los cinco años (ODM nº 4), mejorar la salud materna (ODM nº5) y combatir el sida, la tuberculosis, la malaria, el paludismo y otras enfermedades (ODM nº6). Pero tampoco se podrá mejorar el estado de la salud en el mundo si no se reduce el hambre (ODM nº1) ni se garantiza la sostenibilidad del medioambiente (ODM nº7). La falta de salubridad en los alimentos y en el agua , así como la falta de protección ante los desastres medioambientales provocados por el cambio climático y la debilidad de los sistemas sanitarios son las principales causas de mortalidad en los países más pobres del mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Los recursos que se necesitan para lograr que los ODM se cumplan continúan siendo insuficientes. Las ayudas para el desarrollo destinadas a salud entre 1997 y 2002 aumentaron en casi 2.000 millones anuales, pero gran parte de estos recursos se han movilizado para combatir el sida, mientras que otras enfermedades siguen desatendidas.
Los ODM pretenden garantizar y extender los Derechos Humanos básicos para todos. Extender el derecho a la salud significa mejorar las infraestructuras, invertir en laboratorios, paliar la falta de trabajadores que padecen muchos países empobrecidos, aumentar la prevención y facilitar a los enfermos el acceso a los medicamentos.
En su último informe, publicado con motivo del día mundial de la salud, la OMS asegura que para mejorar la salud en el mundo es fundamental una mayor colaboración entre el Norte y el Sur; construir una red de seguridad mundial para abordar aspectos clave de la seguridad pública. Una red solidaria, basada en la cooperación de los países que han superado enfermedades que castigan cada día a millones de personas.
Si se quiere hacer del mundo un lugar más seguro, hay que aumentar la inversión en salud. Detener la muerte de las miles de personas que mueren cada día debe ser una urgencia. Invertir en salud, es invertir en futuro, en seguridad y en vida.
- Alberto Sierra es periodista
Fuente: Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS), España.
www.solidarios.org.es
Con frecuencia se relaciona el desarrollo económico en los países del Sur con una mejora en la calidad de vida de sus habitantes. Aunque sin sistemas sanitarios capaces de abordar las grandes enfermedades y crisis humanitarias no hay desarrollo posible.
Un adulto enfermo no puede trabajar para conseguir el dinero suficiente para alimentar a su familia. Una mujer embarazada que padece una enfermedad infecciosa condena a su bebé a una vida difícil desde el primer día. Un niño que no está sano no puede acudir a la escuela, trabajar ni contribuir al desarrollo de su comunidad.
Igual que las cifras macroeconómicas aplicadas al desarrollo disimulan las enormes desigualdades que existen en nuestro planeta, las cifras de personas que sufren las deficiencias sanitarias en el mundo pasan ante nuestros ojos sin que pongamos rostro a quienes las padecen. La costumbre amortigua la sensibilidad. La empatía se esconde en la lejanía cuando leemos cifras escritas en los periódicos. Nos cuesta imaginar la cara de los once millones de niños menores de cinco años que murieron en el último año por enfermedades que se pueden prevenir y curar; el dolor de los familiares de las 500.000 mujeres que fallecieron durante el embarazo; o las lesiones graves y casos de discapacidad con los que viven otros 10 millones de mujeres que no recibieron los cuidados necesarios durante el embarazo.
Los Objetivos del Milenio (ODM), firmados en Nueva York en el año 2000 por 191 países miembros de la ONU , ponen de manifiesto la relación entre la salud y cada uno de los ocho objetivos establecidos para reducir la pobreza a la mitad en el año 2015. Sin sistemas sanitarios que pongan freno a los problemas de salud será difícil reducir el número de niños que mueren antes de los cinco años (ODM nº 4), mejorar la salud materna (ODM nº5) y combatir el sida, la tuberculosis, la malaria, el paludismo y otras enfermedades (ODM nº6). Pero tampoco se podrá mejorar el estado de la salud en el mundo si no se reduce el hambre (ODM nº1) ni se garantiza la sostenibilidad del medioambiente (ODM nº7). La falta de salubridad en los alimentos y en el agua , así como la falta de protección ante los desastres medioambientales provocados por el cambio climático y la debilidad de los sistemas sanitarios son las principales causas de mortalidad en los países más pobres del mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Los recursos que se necesitan para lograr que los ODM se cumplan continúan siendo insuficientes. Las ayudas para el desarrollo destinadas a salud entre 1997 y 2002 aumentaron en casi 2.000 millones anuales, pero gran parte de estos recursos se han movilizado para combatir el sida, mientras que otras enfermedades siguen desatendidas.
Los ODM pretenden garantizar y extender los Derechos Humanos básicos para todos. Extender el derecho a la salud significa mejorar las infraestructuras, invertir en laboratorios, paliar la falta de trabajadores que padecen muchos países empobrecidos, aumentar la prevención y facilitar a los enfermos el acceso a los medicamentos.
En su último informe, publicado con motivo del día mundial de la salud, la OMS asegura que para mejorar la salud en el mundo es fundamental una mayor colaboración entre el Norte y el Sur; construir una red de seguridad mundial para abordar aspectos clave de la seguridad pública. Una red solidaria, basada en la cooperación de los países que han superado enfermedades que castigan cada día a millones de personas.
Si se quiere hacer del mundo un lugar más seguro, hay que aumentar la inversión en salud. Detener la muerte de las miles de personas que mueren cada día debe ser una urgencia. Invertir en salud, es invertir en futuro, en seguridad y en vida.
- Alberto Sierra es periodista
Fuente: Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS), España.
www.solidarios.org.es
https://www.alainet.org/es/articulo/120364?language=es
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