El caso de América Latina y el Caribe
Evolución de la deuda externa del Tercer Mundo
01/05/2007
- Opinión
Aún a pesar de la supuesta recuperación económica experimentada por la economía mundial durante el 2006, la deuda externa continúa afectando severamente el desarrollo económico y social del Tercer Mundo.
Los organismos financieros y económicos internacionales declararon que el crecimiento para Estados Unidos fue importante, así como la expansión cobró auge también en la zona del euro y en Japón. Pero, realmente, fueron los mercados emergentes, China y la India sobre todo, los que crecieron con rapidez. Así mismo para los países exportadores de petróleo, el desempeño ha sido favorable, no así para los países importadores de combustibles.
Es necesario destacar como los precios del petróleo y de los metales han marcado nuevos máximos, empujados por las limitaciones de capacidad excedentaria en los mercados mundiales, en medio de importantes aumentos del PIB y, en el caso del petróleo, por la agudización de las tensiones geopolíticas en Oriente Medio, así como por los riesgos de producción en algunos de los principales productores (especialmente Nigeria). Los datos de los mercados de futuros llevan a pensar que los precios del petróleo se mantendrán elevados en el futuro inmediato.
En este contexto económico internacional, las tensiones financieras en los mercados han marcado el paso para el endurecimiento de las condiciones que afectan al proceso de endeudamiento del Tercer Mundo.
Durante el 2006 se observó como los principales bancos centrales, tanto en los países desarrollados como subdesarrollados, reaccionaron aplicando políticas monetarias más estrictas. La Reserva Federal de Estados Unidos subió las tasas de interés hasta junio e hizo una pausa en agosto; el Banco Central Europeo volvió a incrementarlas en los últimos meses; y el Banco de Japón puso fin a la política de tasas cero en julio.
El dólar de EE.UU. continuó retrocediendo frente al euro y, en menor medida, frente al yen. La creciente preocupación por la inflación y las restricciones monetarias debilitaron los mercados de acciones de las economías desarrolladas.
Estas fluctuaciones atentan severamente contra los procesos de renegociación de deudas de los países subdesarrollados. Sin dudas, durante el 2006 se produjo una reevaluación fundamental de los riesgos económicos por parte de los centros financieros más importantes a nivel mundial, y el reflejo más evidente se encuentra en las correcciones de las tasas de interés , en gran medida determinadas por las fuertes alzas de los precios.
Según cifras del Fondo Monetario Internacional de septiembre del 2006, el monto de la deuda externa de los países subdesarrollados se ha mantenido en torno a los 2,1 millones de millones de dólares.(WEO, 2006)
La deuda externa sigue constituyendo una pesada carga para las economías subdesarrolladas y en años recientes su distribución por regiones ha variado. Varios factores han influido en las nuevas tendencias que se observan en relación al monto de deuda externa acumulado por las regiones, entre los que se incluyen: la inestabilidad financiera de los mercados emergentes, la deteriorada situación socioeconómica en África, y el atractivo que presentan para las inversiones extranjeras regiones como Europa del Este, Medio Oriente y Asia.
Para el 2006, las regiones participaban en el monto de la deuda total de la siguiente forma: África con 7,7%; Asia el 28,3%, Medio Oriente el 7,8%, Europa del Este 21,1%, la Comunidad de Estados Independientes 11,5% y América Latina con el 23,6%.(WEO, 2006)
Cálculos efectuados revelan que en el período 1986-2006, los países subdesarrollados pagaron 5,1 millones de millones de dólares por concepto de servicio de la deuda o sea 256 mil millones de dólares promedio anual. (WEO, 2001; WEO, 2006)
La situación sigue siendo extremadamente delicada para los países del Tercer Mundo afectados por este flagelo. Ninguna de las iniciativas desarrollada por los acreedores ha podido encontrar la solución verdadera al problema.
En Mayo del 2006, un Grupo Independiente de Evaluación del Banco Mundial, publicó una segunda evaluación acerca de los avances de la iniciativa para la reducción de la deuda externa en los países pobres altamente endeudados, iniciativa esta aplicada por las instituciones financieras internacionales desde 1996.
Entre líneas el informe revela que el proceso se encuentra a punto de interrumpirse temporal y completamente, dejando a millones de personas pobres en el mundo pagando con sus vidas el servicio de deudas insostenibles a los países más ricos y a las instituciones financieras internacionales .
La evaluación realizada por el Grupo Independiente de Evaluación del Banco Mundial recoge información estadística que confirma la decepción que experimentan los países endeudados ante los escasos y dilatados resultados del proceso en cuestión.
Sin que los resultados obtenidos puedan ser catalogados de positivos, ya el Banco Mundial no sólo cerró la lista de potenciales candidatos a la iniciativa a finales del 2006, sino que las probabilidades de que muchos de los candidatos existentes lleguen al final de la carrera de obstáculos dispuesta por el FMI para lograr un total alivio de la deuda son escasas.
Ya se conoce que los países son considerados para la iniciativa si resultan elegibles de acuerdo con las condiciones crediticias impuestas por Banco Mundial: contar con un valor actual neto de la deuda que represente el 150% del valor anual de sus exportaciones, o contar con un valor de deuda del 250% del ingreso nacional, luego de haberse otorgado el alivio de la deuda estándar del “Club de París”. Además, deben contar con una trayectoria establecida en materia de reformas y haber elaborado una “Estrategia de Reducción de la Pobreza”
Para alcanzar el punto de decisión , un país debe contar con una trayectoria en materia de estabilidad económica, haber preparado un documento provisional de “Estrategia de Reducción de la Pobreza” , así como haber liquidado cualquier pago atrasado de la deuda. En este punto, funcionarios del Banco Mundial y el FMI realizan un análisis préstamo por préstamo de la sostenibilidad de la deuda para determinar el nivel de endeudamiento del país y la cantidad necesaria de alivio de la deuda que este debe recibir.
El período intermedio entre los puntos de decisión y culminación de un país varía según la rapidez con que el país pueda implementar su estrategia de reducción de la pobreza y mantener una estabilidad macroeconómica.
Para que un país alcance el punto de culminación debe mantener la estabilidad macroeconómica de conformidad con un programa respaldado por un Servicio para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza , llevar a cabo reformas neoliberales según lo acordado en el punto de decisión e implementar un Documento de Estrategia de Lucha contra la Pobreza de forma satisfactoria durante el transcurso de un año. Una vez que el país alcanza el punto de culminación se le otorga el monto total del alivio de la deuda que en ese momento se torna irrevocable.
Hasta abril de 2006, sólo 18 países habían alcanzado el punto de culminación , 11 países se encuentran en el punto de decisión y 11 países se hallan en el nivel previo al punto de decisión . (Banco Mundial, 2006)
Esta carrera de obstáculos incluye el entablar un proceso de reforma aprobado por el FMI, alcanzar un acuerdo con el Club de París de países acreedores ricos, desarrollar un documento provisional de Estrategia de Reducción de la Pobreza en consulta con la sociedad civil para alcanzar el Punto de Decisión, y luego “mantenerse encarrilado” con la Estrategia y pagos de la deuda (incluyendo la liquidación de cualquier atraso) durante el transcurso de al menos un año para llegar al Punto de Culminación.
La última revisión de la iniciativa por el Grupo Independiente de Evaluación del Banco Mundial fue presentada en el año 2003 y resultó ampliamente discutida por los escasos avances que revelaba. Después de tres años no ha cambiado nada. Las críticas relacionadas con esta iniciativa se mantienen:
• Los montos negociados son pocos y se otorgan demasiado tarde.
• No brinda una “salida permanente” al círculo vicioso de la insostenibilidad de la deuda y de reprogramación de la deuda para los países pobres.
• Continúa siendo utilizada como una herramienta para impulsar la agenda neoliberal de privatizaciones, eliminación de controles al capital y liberalización comercial que con frecuencia ha demostrado ser desastrosa para las economías de los países subdesarrollados.
• Su enfoque para calcular la sostenibilidad de la deuda omite tomar en cuenta los derechos humanos a la educación básica, salud, agua, etc. de las poblaciones deudoras (y específicamente el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio ratificados por todas las partes involucradas) los cuales deberían constituir una prioridad por encima de los reclamos de los acreedores ricos.
• El FMI (controlado efectivamente por los países acreedores ricos) y el Club de París de acreedores soberanos ricos continúan siendo jueces de sus propios casos contra los deudores, negándose de esta forma el derecho fundamental a la imparcialidad esencial para que se haga justicia.
Lo que esta última revisión destaca son algunos pequeños avances en el logro de al menos cierta reducción en la actual carga de la deuda de los países que han alcanzado el Punto de Culminación (18 países).
Cabe destacar que los países desarrollados en el año 2005 volvieron a incumplir con el compromiso en materia de Ayuda Oficial para el Desarrollo, ya que debían haber aportado, en función de la meta del 0,7% del PIB, 123 mil millones de dólares, lo cual no se realizó. (CAD, 2006)
El informe también concluye que la reducción se ha logrado a través de la utilización de recursos adicionales, de manera que los flujos netos hacia los países incluidos en la iniciativa han aumentado. Es decir, las donaciones y otros préstamos blandos han continuado desembolsándose al menos al ritmo en que lo habrían hecho de no existir la iniciativa. Sin embargo, el informe indica que los pronósticos en materia de crecimiento, exportaciones e ingresos utilizados para determinar cuánto alivio debe otorgarse siguen siendo demasiado optimistas.
Esta evaluación deja en evidencia como el propio Banco Mundial ha reducido sus ambiciones de pretender alcanzar una “salida permanente” a los problemas de la deuda a “eliminar la sobrecarga de la deuda dentro de un período razonable”, lo cual si bien reconoce un hecho objetivo no puede ser más decepcionante para los países afectados.
Las relaciones (deuda-exportaciones y deuda-ingreso) que podrían utilizarse en los cálculos de sostenibilidad de la deuda han empeorado para casi todos los países desde la Culminación, y 8 de los 18 países presentan porcentajes por encima de las metas de la iniciativa. Es decir, lejos de brindar una salida permanente a los problemas de la deuda, la iniciativa se ha convertido en otro paso más dentro del círculo aparentemente interminable de la renegociación de la deuda. (WEO, 2006)
De hecho, el informe reconoce esto explícitamente al formular algunos lineamientos para “futuros esfuerzos de alivio de la deuda”. Incluso hace referencia a las demandas que desde el comienzo de la iniciativa, muchos expertos han señalado: que el grado de alivio de la deuda resulta inadecuado, que se necesitan otras reformas (como por ejemplo al equilibrio de poder en el sistema de comercio internacional) y que se requieren muchos más recursos para poder romper este círculo.
El informe también deja en evidencia que los restantes candidatos, lejos de estar avanzando firmemente hacia el Punto de Culminación y la cancelación total de la deuda, están retrocediendo en lo que respecta a cierta cantidad de indicadores.
Otra de las iniciativas mediáticas sobre el tema de la deuda externa fue la realizada por el Banco Mundial para anular la deuda a 17 países pobres altamente endeudados (13 africanos y 4 latinoamericanos), antes del 1 de julio del 2006. Sin embargo, esta iniciativa no ha significado un esfuerzo monetario de importancia para dicha institución, ya que en los últimos 10 años (desde que se lanzó la iniciativa de reducción de la deuda a los países pobres altamente endeudados), el Banco Mundial solo ha gastado 2 600 millones de dólares, para disminuir la deuda de dichos países, de 38 000 millones de dólares que posee de fondos propios. (Banco Mundial, 2006)
Esta iniciativa fortalece el control que los acreedores imponen a los países del Tercer Mundo por intermedio de la deuda. Justamente, para conseguir esta cancelación de la deuda, los 17 países involucrados (dentro de América Latina y el Caribe, los seleccionados fueron Bolivia, Nicaragua, Honduras y Guyana) han tenido que realizar una auténtica travesía sembrada de obstáculos: reducción drástica del presupuesto social, privatizaciones masivas, apertura de los mercados, liberalización de la economía para mayor beneficio de las sociedades multinacionales y de los inversores internacionales.
Todos estos países han pagado a un costo muy elevado, en términos de sufrimiento humano, el derecho de ser elegibles (por la iniciativa). En otras palabras, lo que se paga a cambio de la cancelación de la deuda es el encadenamiento a una política económica contraria a los intereses de desarrollo nacional.
También, muchas de las propuestas de los acreedores entrañarían nuevas gestiones de la deuda multilateral relacionadas de alguna forma con el Banco Mundial y el FMI. La realidad hoy revela que, aunque sigue habiendo cierto debate acerca de la amenaza que entraña la crisis de la deuda para la estabilidad financiera internacional, la mayoría de los expertos coinciden en que los bancos, al establecer reservas, han adoptado medidas adecuadas para absorber las pérdidas para sí mismos que pudieran resultar de la falta de pago por el deudor grande en particular.
Deuda externa latinoamericana
En 2006 hubo elecciones presidenciales en 12 países de América Latina. En seis ganaron los candidatos izquierdistas y en otros cuatro las izquierdas obtuvieron avances considerables. Pudiera señalarse que tal desenvolvimiento responde al fracaso económico del modelo neoliberal, al hecho de que en los últimos 25 años el crecimiento económico ha sido desastroso para la región.
Cifras relevantes en este sentido destacan como entre 1960 y 1980, el ingreso percápita latinoamericano creció 82 % en términos reales, mientras que entre 1980 a 2000 únicamente lo hizo en 9% y en 4% para esta última etapa comprendida entre el 2001-2005. (CEPAL, 2005a )
Aunque en años recientes, la región ha presentado una cierta recuperación en términos de crecimiento económico, las tan aplaudidas perspectivas favorables acerca del desenvolvimiento económico no revelan las interioridades del continente, ni la heterogeneidad apreciada en los niveles de crecimiento. La mayor parte de los países de la región está creciendo menos que otras regiones del mundo, en algunos casos incluso menos que los países desarrollados.
Sin embargo, los crecimientos importantes experimentados por algunos países del Cono Sur o del Caribe, tienden a opacar la delicada situación que se aprecia en países de Centroamérica, México y en otras naciones caribeñas, con la excepción de Cuba, Trinidad Tobago y Antigua y Bermuda.
El escenario internacional en general favoreció a los países exportadores de petróleo y minerales metálicos, no sólo en materia de una demanda real que siguió creciendo durante el 2006, sino que, además, con fuertes presiones en los precios internacionales que se mantienen en niveles históricos elevados.
La elevación de los precios del petróleo y de algunos minerales repercutió en una cierta mejoría de los términos del intercambio durante el 2006, que favoreció fundamentalmente a los países sudamericanos. No así a México, mientras que los países de Centroamérica, importadores netos de petróleo y competidores de China en el mercado estadounidense de productos textiles, no sólo experimentaron el deterioro de los términos del intercambio sino que además han visto reducidas sus ventas externas.
Los países que son a la vez exportadores de materias primas agropecuarias e importadores netos de petróleo, no han conseguido revertir el deterioro secular de sus términos de intercambio observado a partir del año 2000.
Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe la región despidió el año 2006 con un crecimiento estimado de 5,3%, casi un punto porcentual por encima del 4,5% de 2005, y tres décimas por encima de lo previamente esperado por esta institución. (América Latina, 2006a; CEPAL 2006)
Este sería el cuarto año consecutivo de crecimiento experimentado después la crisis económica de 2000, recuperación que se inició con cierta timidez en 2003, cuando la región mostró un escaso crecimiento del 1,9%. (América Latina, 2006a; CEPAL 2006)
Los países con mayor crecimiento se sitúan en el Caribe: Cuba (12,5%), Trinidad y Tobago (12%), Antigua y Bermuda (11%) y República Dominicana (10%); mientras que en América del Sur, las naciones que más avanzaron fueron Venezuela (10%), Argentina (8,5%), Panamá (7,5%), Uruguay (7,3%) y Perú (7,2%). (CEPAL, 2006a; CEPAL 2006)
Según la CEPAL, Venezuela se ha visto favorecida por los altos precios del petróleo en los mercados mundiales, mientras que el avance de Argentina se debe fundamentalmente a un contexto internacional favorable, una reducción del peso de su deuda externa y una política económica orientada a favorecer la demanda interna, con bajas tasas de interés y tipo de cambio alto.
Los más rezagados fueron Haití y Guatemala, con 2,5% seguidos por Brasil (2,8%), Nicaragua (3,7%) y El Salvador (3,8%). (CEPAL, 2006a; CEPAL 2006)
Sin embargo, la región creció en 2006 menos que el conjunto de los países subdesarrollados (alrededor de 7%). (CEPAL, 2006a; CEPAL 2006)
La CEPAL pronostica un alza del PIB en el entorno de 4,7% para 2007. El Fondo Monetario Internacional (FMI) también coincide con el pronóstico favorable de la CEPAL para el 2007, según sus estimaciones, la región crecerá un 4,8% este año. Mientras que el Banco Mundial (BM) espera un crecimiento ligeramente mayor, de 5%. (CEPAL, 2006a;)
En términos de crecimiento de la deuda externa, tanto la década de los ochenta como la de los 90 fueron negativas para el desarrollo regional, en virtud del enorme endeudamiento acumulado.
Según cifras de la CEPAL, la deuda externa de la región alcanzaba en el 2005 los 679,18 miles de millones de dólares y había descendido a 632,849 miles de millones en el 2006. (CEPAL 2006)
Sin embargo, el FMI señalaba, en su Informe de septiembre del 2006, que la deuda externa de América Latina en el 2006 se ubicaría en los 742 mil millones de dólares. Esta deuda acumulada muestra una elevadísima concentración en algunos países: el 65 % entre Brasil, México y Argentina. Las contradicciones entre los montos de deuda externa ofrecidos por fuentes internacionales y latinoamericanas son notables. (WEO, 2006)
La CEPAL hace énfasis en el mejoramiento relativo de las condiciones externas para el comercio de la región, la generación de superávit fiscal primario, el “crecimiento” de las economías, los procesos de reestructuración de la deuda y la apreciación de las monedas nacionales respecto al dólar. Estos elementos fundamentan la reducción global observada en las estadísticas latinoamericanas de la deuda externa
Sin embargo, otras fuentes internacionales, entre las que destacan los informes del Fondo Monetario Internacional, emiten estadísticas que revelan el incremento creciente del la deuda externa de la región , fundamentalmente a partir de los procesos de renegociación de la deuda y la concesión de nuevos créditos.
Adicionalmente, la CEPAL señala que en 2006, la inversión regional se financió enteramente con ahorro nacional y el excedente se destinó a reducir el endeudamiento neto de la región, acumular reservas y constituir activos de residentes en el exterior. (CEPAL, 2006)
Ello revela como durante el 2006 se fortaleció la tendencia presente en algunos países al incremento de la deuda pública, ya que el financiamiento de los gobiernos ha estado descansando en los ahorros internos y no en los capitales que se obtienen en los mercados financieros internacionales.
En 2006 la inversión regional como porcentaje del PIB se situó en un 21,7%; lo cual representa un incremento con relación al 2005. Sin embargo, todavía no supera el valor observado en 1997 (22,7%), nivel este máximo registrado desde el año 1990. (CEPAL, 2006)
También es conveniente señalar que los altos niveles de endeudamiento observados en algunos países de la región se mantienen y hacen que su crecimiento económico sea particularmente vulnerable a incrementos en las tasas de interés en los Estados Unidos.
Asimismo, el relativo auge económico obtenido en la región a partir del sector de las exportaciones de materias primas y combustible, así como la supuesta reducción del monto global de la deuda, no se han traducido en desarrollo social.
Se estima que en 2006 la suma de exportaciones e importaciones de bienes de América Latina llegó a 1,2 millones de millones de dólares, lo que equivale al 45% del PIB de la región, en tanto que el comercio total se incrementó un 20% durante el año. (CEPAL, 2006)
Las ventas externas aumentaron un 21% y las importaciones crecieron un 20%; estas cifras fueron muy similares a las alcanzadas en 2005. En términos reales, las exportaciones de bienes se elevaron un 7,1% mientras que las importaciones aumentaron un 12,9%. Se prevé que el saldo de la balanza de bienes de América Latina haya registrado un incremento de 22.400 millones de dólares, es decir, de un 27% con respecto a 2005 y supere en más del 80% al de 2004. (CEPAL, 2006)
Por quinto año consecutivo, la región tuvo un saldo positivo en esta cuenta de 103.000 millones de dólares, lo que representa un 3,7% del PIB de la región; sin embargo, solamente ocho países (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y República Bolivariana de Venezuela) tuvieron un superávit en la balanza de bienes, es decir, un país menos que en 2005 (Uruguay). Bolivia, Chile, Perú, Ecuador y República Bolivariana de Venezuela registraron los mayores incrementos en el saldo de la balanza de bienes (153,2%, 140,6%, 65,1%, 52,1% y 33,8%, respectivamente). (CEPAL, 2006)
Como ha sido reflejado con anterioridad, estos países cuyas ventas externas tuvieron el comportamiento más dinámico, son exportadores de petróleo o de materias primas que evolucionaron favorablemente en los mercados internacionales.
En la práctica, y siguiendo la lógica del sistema, los gobiernos de la región aprovecharon la actual coyuntura favorable para seguir pagando sus obligaciones con la deuda externa. Los crecientes excedentes que surgen están siendo utilizados para reducir el endeudamiento externo.
A pesar de ello, el coeficiente de endeudamiento de muchos países sigue siendo muy alto. Durante el 2005, la relación entre deuda externa y Producto Interior Bruto (PIB) alcanzó un 45.9% confiriendo a la región una enorme vulnerabilidad ante los choques externos. (CEPAL, 2006)
Si se toma en cuenta el auge exportador, para la región en su conjunto, se observa un descenso de la relación entre la deuda externa (descontadas las reservas internacionales) y las exportaciones de bienes y servicios.
La deuda externa latinoamericana, como porcentaje de las exportaciones, pasó de 215.2% en 1980 a un nivel récord de 261% en 1990. Entre el 2000 y el 2006 este indicador ha oscilado en torno a 177%, como promedio regional, aunque se conoce que para muchos países este indicador supera el promedio de la región. (WEO, 2006)
En relación con el manejo de la deuda externa durante el 2006, los mecanismos que se aplicaron fundamentalmente fueron los siguientes:
- emisión acelerada de deuda interna
- emisión acelerada de deuda externa.
- pago adelantado de deudas utilizando reservas internacionales.
- compra de miles de millones de dólares en el mercado
Los argumentos que hoy manejan los gobiernos para impulsar el crecimiento de la deuda pública son los siguientes:
- Los acreedores de la deuda interna son los pueblos.
- La deuda interna no está originada por las fluctuaciones de tasas de interés, como en el caso de la deuda externa, sino que está originada por otras deudas que fueron asumidas por los Gobiernos nacionales en su momento.
- Los acreedores de la deuda interna no son los acreedores extranjeros.
Resulta evidente que los postulados anteriores son sumamente contradictorios y engañosos. No se concibe que después de haber explotado y desangrado a los pueblos de la región con el pago de los intereses de la deuda externa durante décadas, ahora se instrumenten mecanismos que coloquen a los pueblos ante la responsabilidad por el pago de los intereses de la deuda interna.
La transformación de la deuda externa en interna exime la corresponsabilidad de los acreedores, quienes en la mayoría de los casos invirtieron sus capitales de forma irracional y descontrolada y en condiciones ventajosas para sus intereses.
Los países subdesarrollados en general se vieron alentados al endeudamiento, tanto por los bancos internacionales, que concedían los préstamos aprobados por el FMI, que condicionaba y evaluaba anualmente las economías de sus miembros; como por los gobiernos de los países acreedores, que dieron apoyo político a las supuestas estrategias de crecimiento económico con financiamiento externo. Es evidente, desde esta perspectiva, que en la crisis de la deuda externa del Tercer Mundo tanto deudores como acreedores, son corresponsables.
Ni siquiera los préstamos concedidos en los marcos de la “Ayuda Oficial para el Desarrollo” se vieron exentos de condicionalidades y restricciones por parte de los acreedores. Por ejemplo, en los Procesos de Auditoría Ciudadana de la Deuda, llevados a cabo en Brasil por miembros de la campaña Jubileo Sur1, este tipo de préstamos estaba sujeto a las siguientes cláusulas:( Fattorelli C, 2006)
- vinculación entre la recaudación de impuestos y el pago del préstamo externo;
- concesión de préstamos externos vinculados a la adopción de determinadas políticas económicas y la adquisición de productos específicos;
- fijación de foro extranjero en caso de litigio;
- concesión de préstamo vinculado a la adquisición de productos de los Estados Unidos o de un país miembro del FMI;
- cobro de intereses anuales sobre la parte no desembolsada de los préstamos.
Asimismo, es incuestionable el impacto que tuvieron las fluctuaciones en las tasas de interés en el incremento de los montos de deuda externa regional, para que ahora se intente desvirtuar las consecuencias. Las tasas de interés fluctuantes influyeron en más del 90% de los préstamos contraídos en los años setenta y ochenta en la región. (Fattorelli C, 2006)
La crisis de la deuda de los años 80 fue consecuencia directa del incremento unilateral de las tasas de interés por los Estados Unidos.
Adicionalmente resulta increíble como los argumentos pretenden ocultar el verdadero poder alcanzado por la globalización financiera actual. Los acreedores de las deudas públicas son y seguirán siendo las élites financieras nacionales vinculadas al capital extranjero. Baste mencionar algunas de las operaciones financieras que realizan los inversionistas extranjeros con la deuda interna. Por ejemplo, las denominadas NDFs - Non Deliverable Forward, que implican contractos de Inversión entre el inversionista extranjero y el banco extranjero con filiales en los países de la región. Este contrato no implica la entrada de divisas reales al país donde se realiza la operación. (Rodrigo,L, 2006)
De hecho, el banco extranjero compra bonos de la deuda interna del país o compra acciones en otras empresas, como pueden ser los fondos de pensiones y envía las ganancias al exterior. Ello condiciona que los acreedores reales de las deudas internas no sean los pueblos, y sí las empresas extranjeras y las élites financieras nacionales. En realidad, hoy no se pueden establecer diferencias nítidas entre acreedores nacionales y extranjeros, ya que, de hecho, todos pueden enviar sus ganancias para el exterior, sin control y ocasionar las mismas pérdidas a las economías de la región.
Este proceso se aprecia claramente en el caso de Brasil. El monto de las operaciones NDFs en este país a inicios del 2006 alcanzó los 70 mil millones de dólares, y las ganancias esperadas por los inversionistas extranjeros se ubicaban alrededor de 10 mil millones de dólares, lo que representa el 70% del monto de intereses de la deuda externa brasileña pagados en el 2006. (Rodrigo L, 2006)
Este proceso de conversión de la deuda externa a deuda interna en los países de la región se vincula a la emisión de deuda externa, a través de la emisión de bonos en los mercados financieros emergentes.
En relación a las operaciones financieras de los países de la región en los mercados internacionales, en el transcurso del año 2006 destaca el regreso de Argentina a las emisiones internacionales por primera vez después de la moratoria establecida en diciembre de 2001. En marzo del 2006, el gobierno colocó 500 millones de dólares del bono Bonar V, como parte de un plan de emisiones por un total de 1.500 millones. A principios de mayo y a fines de julio se hicieron las dos emisiones restantes, cada una de ellas por 500 millones de dólares. (CEPAL, 2006)
Argentina regresó nuevamente a los mercados internacionales con la emisión del Bonar VII en septiembre y en diciembre, en ambos casos por valor de 500 millones de dólares. Adicionalmente a estas colocaciones en plazas internacionales, Argentina realizó varias ventas directas de bonos a la República Bolivariana de Venezuela, estimadas en más de 2.000 millones de dólares hasta noviembre del 2006. Ambos países, de conjunto también hicieron la emisión del “Bono del Sur” en ese mismo mes, valorada en mil millones de dólares. (CEPAL, 2006)
El bono fue emitido en la República Bolivariana de Venezuela y consistió en un 50% de títulos de interés y capital cubierto venezolanos, con plazo de vencimiento en el 2017, en un 30% de bonos argentinos Boden 2012 y en un 20% de bonos Boden 2015; estos últimos habían sido vendidos anteriormente a la República Bolivariana de Venezuela. (CEPAL, 2006)
Otra operación clave fue la emisión internacional de bonos denominados en reales brasileños con plazo de vencimiento en 2022, en la que se considera ha sido la emisión internacional a más largo plazo realizada por Brasil de títulos denominados en moneda nacional. Estos bonos se emitieron en tres ocasiones: septiembre (750 millones de dólares), octubre (300 millones) y diciembre (346 millones). (CEPAL, 2006)
Por su parte, México también colocó en marzo bonos a 11 años de plazo por un monto de 3.000 millones de dólares, en la mayor emisión de títulos de referencia denominados en moneda extranjera que ha realizado el país a la fecha.
Según declaraciones oficiales el objetivo de estas emisiones fue el de captar fondos para retirar del mercado millones de dólares en títulos de deudas más costosas. Las emisiones brutas de bonos de América Latina y el Caribe registraban hasta septiembre del 2006, un monto de 30.600 millones de dólares, un 12% menos que las emisiones realizadas en el mismo período del año anterior. (CEPAL, 2006)
Esto refleja una tendencia a la disminución de la proporción de la deuda externa en la deuda pública total, pero no es reflejo necesariamente en una reducción de la deuda pública, más bien todo lo contrario.
Pudiera afirmarse que se interrelacionan los dos mecanismos, tanto la conversión de deuda externa en deuda interna como la emisión de deuda externa a través de bonos, aceleran e incrementan el endeudamiento caro, ya que la emisión acelerada de bonos de deuda externa y interna, se hace con tasas de interés bastante mayores que las cobradas por el FMI y los plazos de vencimiento son pequeños.
Otro aspecto negativo en estos procesos mediáticos es que los acreedores , tanto en uno como en otro caso siguen siendo los mismo y , los países deberán seguir bajo la tutela de las instituciones financieras internacionales , máxime cundo los intereses de la globalización financiera se ven implicados. De hecho las condicionantes del FMI y del Banco Mundial, se incrementarán aún más al interior de las economías regionales, fundamentalmente a través de las presiones sobre la deuda interna.
Si los bancos centrales nacionales compran dólares, emitiendo bonos de deuda interna, es evidente que la deuda interna se incrementará. Todos estos mecanismos han funcionado en algunos países de la región con un solo propósito: el pago adelantado de la deuda y el empleo de las reservas monetarias con este fin.
Las reservas internacionales de América Latina y el Caribe ascendían en septiembre del 2006 a cerca de 295 mil millones de dólares, lo que representaba un crecimiento del 16% con relación al 2005. En el caso específico del Caribe, se registró un crecimiento de este agregado del 23%, superior al 20%, tasas que en el 2004 y 2005 fueron las más elevadas de todas las subregiones, fundamentalmente a partir de la evolución experimentada por Trinidad y Tobago. El incremento alcanzado por el Caribe sólo se compara con el del Cono Sur, la subregión con el mayor saldo absoluto. (CEPAL, 2006)
En este contexto, Brasil y Argentina decidieron cancelar sus deudas con el FMI. Las autoridades argentinas habían remitido al parlamento el decreto Necesidad y Urgencia , con el que se modificarían tres artículos de la Ley de Convertibilidad1, para recibir la autorización de utilizar las reservas del banco central.
Aunque algunos sectores del país se expresaron acerca de los efectos que traería esta política para la economía, ya que podría contraerse una deuda e intereses mayores a los que se estaba pagando, finalmente, el Palacio de Hacienda firmó una resolución que permitió al banco central utilizar 9.810 millones de dólares de sus reservas para el pago de la totalidad de la deuda con el FMI. Así, el total de las reservas internacionales disminuyó en la misma cifra.
Desde enero de 2002 a noviembre de 2005, Argentina pagó al Fondo 8.357 millones de dólares. Si se suman los pagos de diciembre del 2005 y los 9.810 millones del 2006, en cuatro años aproximadamente, Argentina pagó el monto de casi 19.000 millones de dólares al FMI. Además, el país pagó un poco más de 6.000 millones de dólares al BID y al Banco Mundial. (FMI, 2005)
Y sin embargo, la deuda pública total se mantiene igual porque aunque disminuyó la contraída con el Fondo, aumentó la deuda del Gobierno con el Banco Central.
El gobierno aplicó un mecanismo de compensación que equilibraría el monto de la deuda cancelada (pasivos y activos), por medio de la emisión de letras intransferibles .
Este proceso se asemeja a un canje de deuda entre el Ministerio de Economía y el banco central. El Ministerio se comprometió al adquirir la letra intransferible del tesoro argentino a cancelarle al banco central el monto total de la deuda pendiente con el FMI, en un plazo de 10 años, con una tasa de interés específica, la libor, menos el 1%.
Por su parte, el gobierno de Brasil también anunció su política de “desendeudamiento” con al FMI al cual le pagó una deuda de 15 mil millones de dólares, igualmente sobre la base de las reservas monetarias del banco central del país.
Para incrementar sus reservas internacionales y permitir los pagos adelantados a los acreedores internacionales, el gobierno brasileño, desde octubre de 2005, compró en el mercado 30 mil millones de dólares, fundamentalmente a través de la emisión de bonos de la deuda interna. ( Rodrigo, L, 2006)
El pago de estas deudas constituye una apuesta política que probablemente repercuta en el agravamiento de la situación social de los pueblos, ya que el pago de las deudas internas demandará ajustes fiscales aún mayores, a través de impuestos y reducción de presupuestos sociales .
Sin dudas, este constituye otro elemento preocupante en este contexto financiero de la región : la utilización de las reservas monetarias nacionales para cumplir con los pagos de la deuda externa en detrimento de los programas sociales tan necesarios para el desarrollo .
Las operaciones financieras reflejadas han contribuido al descenso que se aprecia en las cifras totales de la deuda externa para la región, según la CEPAL.
Adicionalmente resulta válido mencionar la Iniciativa para el Alivio de la Deuda Multilateral aprobada por el FMI en enero del 2006 y por el Banco Mundial en marzo del mismo año que supuestamente beneficiaría a Bolivia, Guyana, Honduras y Nicaragua, aunque ya se han reflejado los resultados que se han obtenido.
Asimismo, en noviembre del 2006, el Banco Interamericano de Desarrollo, el mayor acreedor multilateral de la región, anunció la creación de un mecanismo de condonación de la deuda de los mismos países más Haití. Sin embargo, la reunión no tuvo la participación de integrantes de la sociedad civil. Sólo habían estado presentes los miembros de la comisión, constituida ya durante la 47ª Asamblea Anual del Banco, el día 17 de julio de 2006, en Belo Horizonte.
A finales del 2006, en carta enviada al presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Luis Alberto Moreno, organizaciones de la sociedad civil latinoamericana exigían a la institución una auditoría y anulación total de la deuda externa de Bolivia, Guyana, Honduras, Nicaragua y Haití y exigieron la realización inmediata de una reunión colectiva con el Banco Interamericano de Desarrollo para que se pueda exponer la posición de la sociedad.
Se conoce que al finalizar el 2006 Bolivia, Guyana, Honduras, Nicaragua y Haití deben haber desembolsado más de 313 millones de dólares por concepto del servicio de la deuda demandada por Banco Interamericano de Desarrollo. Esos valores superaban el presupuesto disponible para la aplicación de políticas sociales.
Por supuesto que la preocupación real de la sociedad civil organizada se revelaba en la posibilidad de que esta propuesta, no consideraría la posibilidad de cancelación total de las deudas y que la nueva iniciativa sólo adicionaría nuevos condicionamientos para los cinco países implicados.
La deuda considerada era la de 2003, cuando debería ser la deuda actual. Con esta supuesta cancelación de 716 millones de dólares para Honduras, de 517 millones de dólares para Nicaragua, de 382 millones de dólares para Bolivia, de 326 millones de dólares para Haití y de 248 millones de dólares para Guyana, los cinco países continuarán con una deuda de 1.623 millones, según datos de diciembre de 2005.
En este contexto resulta clave distinguir el impacto real del fenómeno deuda y sus consecuencias seculares en el desarrollo de la región.
Aún y cuando se reconoce cierta holgura de recursos, el neoliberalismo impide la redistribución de los mismos. La propia CEPAL destaca que, mientras los ingresos fiscales se elevan, impulsados por una mayor actividad económica presente en algunos países y los altos precios de algunos de los productos básicos que la región exporta, la mayor disponibilidad de recursos no se ha traducido en mayores gastos e incrementos en el nivel de vida de los latinoamericanos y lo cierto es que en el período 1986-2006, la región pagó 2,4 millones de millones de dólares por concepto de servicio de la deuda. (WEO, 2006)
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Fuente: Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM)
http://www.cadtm.org
Los organismos financieros y económicos internacionales declararon que el crecimiento para Estados Unidos fue importante, así como la expansión cobró auge también en la zona del euro y en Japón. Pero, realmente, fueron los mercados emergentes, China y la India sobre todo, los que crecieron con rapidez. Así mismo para los países exportadores de petróleo, el desempeño ha sido favorable, no así para los países importadores de combustibles.
Es necesario destacar como los precios del petróleo y de los metales han marcado nuevos máximos, empujados por las limitaciones de capacidad excedentaria en los mercados mundiales, en medio de importantes aumentos del PIB y, en el caso del petróleo, por la agudización de las tensiones geopolíticas en Oriente Medio, así como por los riesgos de producción en algunos de los principales productores (especialmente Nigeria). Los datos de los mercados de futuros llevan a pensar que los precios del petróleo se mantendrán elevados en el futuro inmediato.
En este contexto económico internacional, las tensiones financieras en los mercados han marcado el paso para el endurecimiento de las condiciones que afectan al proceso de endeudamiento del Tercer Mundo.
Durante el 2006 se observó como los principales bancos centrales, tanto en los países desarrollados como subdesarrollados, reaccionaron aplicando políticas monetarias más estrictas. La Reserva Federal de Estados Unidos subió las tasas de interés hasta junio e hizo una pausa en agosto; el Banco Central Europeo volvió a incrementarlas en los últimos meses; y el Banco de Japón puso fin a la política de tasas cero en julio.
El dólar de EE.UU. continuó retrocediendo frente al euro y, en menor medida, frente al yen. La creciente preocupación por la inflación y las restricciones monetarias debilitaron los mercados de acciones de las economías desarrolladas.
Estas fluctuaciones atentan severamente contra los procesos de renegociación de deudas de los países subdesarrollados. Sin dudas, durante el 2006 se produjo una reevaluación fundamental de los riesgos económicos por parte de los centros financieros más importantes a nivel mundial, y el reflejo más evidente se encuentra en las correcciones de las tasas de interés , en gran medida determinadas por las fuertes alzas de los precios.
Según cifras del Fondo Monetario Internacional de septiembre del 2006, el monto de la deuda externa de los países subdesarrollados se ha mantenido en torno a los 2,1 millones de millones de dólares.(WEO, 2006)
La deuda externa sigue constituyendo una pesada carga para las economías subdesarrolladas y en años recientes su distribución por regiones ha variado. Varios factores han influido en las nuevas tendencias que se observan en relación al monto de deuda externa acumulado por las regiones, entre los que se incluyen: la inestabilidad financiera de los mercados emergentes, la deteriorada situación socioeconómica en África, y el atractivo que presentan para las inversiones extranjeras regiones como Europa del Este, Medio Oriente y Asia.
Para el 2006, las regiones participaban en el monto de la deuda total de la siguiente forma: África con 7,7%; Asia el 28,3%, Medio Oriente el 7,8%, Europa del Este 21,1%, la Comunidad de Estados Independientes 11,5% y América Latina con el 23,6%.(WEO, 2006)
Cálculos efectuados revelan que en el período 1986-2006, los países subdesarrollados pagaron 5,1 millones de millones de dólares por concepto de servicio de la deuda o sea 256 mil millones de dólares promedio anual. (WEO, 2001; WEO, 2006)
La situación sigue siendo extremadamente delicada para los países del Tercer Mundo afectados por este flagelo. Ninguna de las iniciativas desarrollada por los acreedores ha podido encontrar la solución verdadera al problema.
En Mayo del 2006, un Grupo Independiente de Evaluación del Banco Mundial, publicó una segunda evaluación acerca de los avances de la iniciativa para la reducción de la deuda externa en los países pobres altamente endeudados, iniciativa esta aplicada por las instituciones financieras internacionales desde 1996.
Entre líneas el informe revela que el proceso se encuentra a punto de interrumpirse temporal y completamente, dejando a millones de personas pobres en el mundo pagando con sus vidas el servicio de deudas insostenibles a los países más ricos y a las instituciones financieras internacionales .
La evaluación realizada por el Grupo Independiente de Evaluación del Banco Mundial recoge información estadística que confirma la decepción que experimentan los países endeudados ante los escasos y dilatados resultados del proceso en cuestión.
Sin que los resultados obtenidos puedan ser catalogados de positivos, ya el Banco Mundial no sólo cerró la lista de potenciales candidatos a la iniciativa a finales del 2006, sino que las probabilidades de que muchos de los candidatos existentes lleguen al final de la carrera de obstáculos dispuesta por el FMI para lograr un total alivio de la deuda son escasas.
Ya se conoce que los países son considerados para la iniciativa si resultan elegibles de acuerdo con las condiciones crediticias impuestas por Banco Mundial: contar con un valor actual neto de la deuda que represente el 150% del valor anual de sus exportaciones, o contar con un valor de deuda del 250% del ingreso nacional, luego de haberse otorgado el alivio de la deuda estándar del “Club de París”. Además, deben contar con una trayectoria establecida en materia de reformas y haber elaborado una “Estrategia de Reducción de la Pobreza”
Para alcanzar el punto de decisión , un país debe contar con una trayectoria en materia de estabilidad económica, haber preparado un documento provisional de “Estrategia de Reducción de la Pobreza” , así como haber liquidado cualquier pago atrasado de la deuda. En este punto, funcionarios del Banco Mundial y el FMI realizan un análisis préstamo por préstamo de la sostenibilidad de la deuda para determinar el nivel de endeudamiento del país y la cantidad necesaria de alivio de la deuda que este debe recibir.
El período intermedio entre los puntos de decisión y culminación de un país varía según la rapidez con que el país pueda implementar su estrategia de reducción de la pobreza y mantener una estabilidad macroeconómica.
Para que un país alcance el punto de culminación debe mantener la estabilidad macroeconómica de conformidad con un programa respaldado por un Servicio para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza , llevar a cabo reformas neoliberales según lo acordado en el punto de decisión e implementar un Documento de Estrategia de Lucha contra la Pobreza de forma satisfactoria durante el transcurso de un año. Una vez que el país alcanza el punto de culminación se le otorga el monto total del alivio de la deuda que en ese momento se torna irrevocable.
Hasta abril de 2006, sólo 18 países habían alcanzado el punto de culminación , 11 países se encuentran en el punto de decisión y 11 países se hallan en el nivel previo al punto de decisión . (Banco Mundial, 2006)
Esta carrera de obstáculos incluye el entablar un proceso de reforma aprobado por el FMI, alcanzar un acuerdo con el Club de París de países acreedores ricos, desarrollar un documento provisional de Estrategia de Reducción de la Pobreza en consulta con la sociedad civil para alcanzar el Punto de Decisión, y luego “mantenerse encarrilado” con la Estrategia y pagos de la deuda (incluyendo la liquidación de cualquier atraso) durante el transcurso de al menos un año para llegar al Punto de Culminación.
La última revisión de la iniciativa por el Grupo Independiente de Evaluación del Banco Mundial fue presentada en el año 2003 y resultó ampliamente discutida por los escasos avances que revelaba. Después de tres años no ha cambiado nada. Las críticas relacionadas con esta iniciativa se mantienen:
• Los montos negociados son pocos y se otorgan demasiado tarde.
• No brinda una “salida permanente” al círculo vicioso de la insostenibilidad de la deuda y de reprogramación de la deuda para los países pobres.
• Continúa siendo utilizada como una herramienta para impulsar la agenda neoliberal de privatizaciones, eliminación de controles al capital y liberalización comercial que con frecuencia ha demostrado ser desastrosa para las economías de los países subdesarrollados.
• Su enfoque para calcular la sostenibilidad de la deuda omite tomar en cuenta los derechos humanos a la educación básica, salud, agua, etc. de las poblaciones deudoras (y específicamente el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio ratificados por todas las partes involucradas) los cuales deberían constituir una prioridad por encima de los reclamos de los acreedores ricos.
• El FMI (controlado efectivamente por los países acreedores ricos) y el Club de París de acreedores soberanos ricos continúan siendo jueces de sus propios casos contra los deudores, negándose de esta forma el derecho fundamental a la imparcialidad esencial para que se haga justicia.
Lo que esta última revisión destaca son algunos pequeños avances en el logro de al menos cierta reducción en la actual carga de la deuda de los países que han alcanzado el Punto de Culminación (18 países).
Cabe destacar que los países desarrollados en el año 2005 volvieron a incumplir con el compromiso en materia de Ayuda Oficial para el Desarrollo, ya que debían haber aportado, en función de la meta del 0,7% del PIB, 123 mil millones de dólares, lo cual no se realizó. (CAD, 2006)
El informe también concluye que la reducción se ha logrado a través de la utilización de recursos adicionales, de manera que los flujos netos hacia los países incluidos en la iniciativa han aumentado. Es decir, las donaciones y otros préstamos blandos han continuado desembolsándose al menos al ritmo en que lo habrían hecho de no existir la iniciativa. Sin embargo, el informe indica que los pronósticos en materia de crecimiento, exportaciones e ingresos utilizados para determinar cuánto alivio debe otorgarse siguen siendo demasiado optimistas.
Esta evaluación deja en evidencia como el propio Banco Mundial ha reducido sus ambiciones de pretender alcanzar una “salida permanente” a los problemas de la deuda a “eliminar la sobrecarga de la deuda dentro de un período razonable”, lo cual si bien reconoce un hecho objetivo no puede ser más decepcionante para los países afectados.
Las relaciones (deuda-exportaciones y deuda-ingreso) que podrían utilizarse en los cálculos de sostenibilidad de la deuda han empeorado para casi todos los países desde la Culminación, y 8 de los 18 países presentan porcentajes por encima de las metas de la iniciativa. Es decir, lejos de brindar una salida permanente a los problemas de la deuda, la iniciativa se ha convertido en otro paso más dentro del círculo aparentemente interminable de la renegociación de la deuda. (WEO, 2006)
De hecho, el informe reconoce esto explícitamente al formular algunos lineamientos para “futuros esfuerzos de alivio de la deuda”. Incluso hace referencia a las demandas que desde el comienzo de la iniciativa, muchos expertos han señalado: que el grado de alivio de la deuda resulta inadecuado, que se necesitan otras reformas (como por ejemplo al equilibrio de poder en el sistema de comercio internacional) y que se requieren muchos más recursos para poder romper este círculo.
El informe también deja en evidencia que los restantes candidatos, lejos de estar avanzando firmemente hacia el Punto de Culminación y la cancelación total de la deuda, están retrocediendo en lo que respecta a cierta cantidad de indicadores.
Otra de las iniciativas mediáticas sobre el tema de la deuda externa fue la realizada por el Banco Mundial para anular la deuda a 17 países pobres altamente endeudados (13 africanos y 4 latinoamericanos), antes del 1 de julio del 2006. Sin embargo, esta iniciativa no ha significado un esfuerzo monetario de importancia para dicha institución, ya que en los últimos 10 años (desde que se lanzó la iniciativa de reducción de la deuda a los países pobres altamente endeudados), el Banco Mundial solo ha gastado 2 600 millones de dólares, para disminuir la deuda de dichos países, de 38 000 millones de dólares que posee de fondos propios. (Banco Mundial, 2006)
Esta iniciativa fortalece el control que los acreedores imponen a los países del Tercer Mundo por intermedio de la deuda. Justamente, para conseguir esta cancelación de la deuda, los 17 países involucrados (dentro de América Latina y el Caribe, los seleccionados fueron Bolivia, Nicaragua, Honduras y Guyana) han tenido que realizar una auténtica travesía sembrada de obstáculos: reducción drástica del presupuesto social, privatizaciones masivas, apertura de los mercados, liberalización de la economía para mayor beneficio de las sociedades multinacionales y de los inversores internacionales.
Todos estos países han pagado a un costo muy elevado, en términos de sufrimiento humano, el derecho de ser elegibles (por la iniciativa). En otras palabras, lo que se paga a cambio de la cancelación de la deuda es el encadenamiento a una política económica contraria a los intereses de desarrollo nacional.
También, muchas de las propuestas de los acreedores entrañarían nuevas gestiones de la deuda multilateral relacionadas de alguna forma con el Banco Mundial y el FMI. La realidad hoy revela que, aunque sigue habiendo cierto debate acerca de la amenaza que entraña la crisis de la deuda para la estabilidad financiera internacional, la mayoría de los expertos coinciden en que los bancos, al establecer reservas, han adoptado medidas adecuadas para absorber las pérdidas para sí mismos que pudieran resultar de la falta de pago por el deudor grande en particular.
Deuda externa latinoamericana
En 2006 hubo elecciones presidenciales en 12 países de América Latina. En seis ganaron los candidatos izquierdistas y en otros cuatro las izquierdas obtuvieron avances considerables. Pudiera señalarse que tal desenvolvimiento responde al fracaso económico del modelo neoliberal, al hecho de que en los últimos 25 años el crecimiento económico ha sido desastroso para la región.
Cifras relevantes en este sentido destacan como entre 1960 y 1980, el ingreso percápita latinoamericano creció 82 % en términos reales, mientras que entre 1980 a 2000 únicamente lo hizo en 9% y en 4% para esta última etapa comprendida entre el 2001-2005. (CEPAL, 2005a )
Aunque en años recientes, la región ha presentado una cierta recuperación en términos de crecimiento económico, las tan aplaudidas perspectivas favorables acerca del desenvolvimiento económico no revelan las interioridades del continente, ni la heterogeneidad apreciada en los niveles de crecimiento. La mayor parte de los países de la región está creciendo menos que otras regiones del mundo, en algunos casos incluso menos que los países desarrollados.
Sin embargo, los crecimientos importantes experimentados por algunos países del Cono Sur o del Caribe, tienden a opacar la delicada situación que se aprecia en países de Centroamérica, México y en otras naciones caribeñas, con la excepción de Cuba, Trinidad Tobago y Antigua y Bermuda.
El escenario internacional en general favoreció a los países exportadores de petróleo y minerales metálicos, no sólo en materia de una demanda real que siguió creciendo durante el 2006, sino que, además, con fuertes presiones en los precios internacionales que se mantienen en niveles históricos elevados.
La elevación de los precios del petróleo y de algunos minerales repercutió en una cierta mejoría de los términos del intercambio durante el 2006, que favoreció fundamentalmente a los países sudamericanos. No así a México, mientras que los países de Centroamérica, importadores netos de petróleo y competidores de China en el mercado estadounidense de productos textiles, no sólo experimentaron el deterioro de los términos del intercambio sino que además han visto reducidas sus ventas externas.
Los países que son a la vez exportadores de materias primas agropecuarias e importadores netos de petróleo, no han conseguido revertir el deterioro secular de sus términos de intercambio observado a partir del año 2000.
Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe la región despidió el año 2006 con un crecimiento estimado de 5,3%, casi un punto porcentual por encima del 4,5% de 2005, y tres décimas por encima de lo previamente esperado por esta institución. (América Latina, 2006a; CEPAL 2006)
Este sería el cuarto año consecutivo de crecimiento experimentado después la crisis económica de 2000, recuperación que se inició con cierta timidez en 2003, cuando la región mostró un escaso crecimiento del 1,9%. (América Latina, 2006a; CEPAL 2006)
Los países con mayor crecimiento se sitúan en el Caribe: Cuba (12,5%), Trinidad y Tobago (12%), Antigua y Bermuda (11%) y República Dominicana (10%); mientras que en América del Sur, las naciones que más avanzaron fueron Venezuela (10%), Argentina (8,5%), Panamá (7,5%), Uruguay (7,3%) y Perú (7,2%). (CEPAL, 2006a; CEPAL 2006)
Según la CEPAL, Venezuela se ha visto favorecida por los altos precios del petróleo en los mercados mundiales, mientras que el avance de Argentina se debe fundamentalmente a un contexto internacional favorable, una reducción del peso de su deuda externa y una política económica orientada a favorecer la demanda interna, con bajas tasas de interés y tipo de cambio alto.
Los más rezagados fueron Haití y Guatemala, con 2,5% seguidos por Brasil (2,8%), Nicaragua (3,7%) y El Salvador (3,8%). (CEPAL, 2006a; CEPAL 2006)
Sin embargo, la región creció en 2006 menos que el conjunto de los países subdesarrollados (alrededor de 7%). (CEPAL, 2006a; CEPAL 2006)
La CEPAL pronostica un alza del PIB en el entorno de 4,7% para 2007. El Fondo Monetario Internacional (FMI) también coincide con el pronóstico favorable de la CEPAL para el 2007, según sus estimaciones, la región crecerá un 4,8% este año. Mientras que el Banco Mundial (BM) espera un crecimiento ligeramente mayor, de 5%. (CEPAL, 2006a;)
En términos de crecimiento de la deuda externa, tanto la década de los ochenta como la de los 90 fueron negativas para el desarrollo regional, en virtud del enorme endeudamiento acumulado.
Según cifras de la CEPAL, la deuda externa de la región alcanzaba en el 2005 los 679,18 miles de millones de dólares y había descendido a 632,849 miles de millones en el 2006. (CEPAL 2006)
Sin embargo, el FMI señalaba, en su Informe de septiembre del 2006, que la deuda externa de América Latina en el 2006 se ubicaría en los 742 mil millones de dólares. Esta deuda acumulada muestra una elevadísima concentración en algunos países: el 65 % entre Brasil, México y Argentina. Las contradicciones entre los montos de deuda externa ofrecidos por fuentes internacionales y latinoamericanas son notables. (WEO, 2006)
La CEPAL hace énfasis en el mejoramiento relativo de las condiciones externas para el comercio de la región, la generación de superávit fiscal primario, el “crecimiento” de las economías, los procesos de reestructuración de la deuda y la apreciación de las monedas nacionales respecto al dólar. Estos elementos fundamentan la reducción global observada en las estadísticas latinoamericanas de la deuda externa
Sin embargo, otras fuentes internacionales, entre las que destacan los informes del Fondo Monetario Internacional, emiten estadísticas que revelan el incremento creciente del la deuda externa de la región , fundamentalmente a partir de los procesos de renegociación de la deuda y la concesión de nuevos créditos.
Adicionalmente, la CEPAL señala que en 2006, la inversión regional se financió enteramente con ahorro nacional y el excedente se destinó a reducir el endeudamiento neto de la región, acumular reservas y constituir activos de residentes en el exterior. (CEPAL, 2006)
Ello revela como durante el 2006 se fortaleció la tendencia presente en algunos países al incremento de la deuda pública, ya que el financiamiento de los gobiernos ha estado descansando en los ahorros internos y no en los capitales que se obtienen en los mercados financieros internacionales.
En 2006 la inversión regional como porcentaje del PIB se situó en un 21,7%; lo cual representa un incremento con relación al 2005. Sin embargo, todavía no supera el valor observado en 1997 (22,7%), nivel este máximo registrado desde el año 1990. (CEPAL, 2006)
También es conveniente señalar que los altos niveles de endeudamiento observados en algunos países de la región se mantienen y hacen que su crecimiento económico sea particularmente vulnerable a incrementos en las tasas de interés en los Estados Unidos.
Asimismo, el relativo auge económico obtenido en la región a partir del sector de las exportaciones de materias primas y combustible, así como la supuesta reducción del monto global de la deuda, no se han traducido en desarrollo social.
Se estima que en 2006 la suma de exportaciones e importaciones de bienes de América Latina llegó a 1,2 millones de millones de dólares, lo que equivale al 45% del PIB de la región, en tanto que el comercio total se incrementó un 20% durante el año. (CEPAL, 2006)
Las ventas externas aumentaron un 21% y las importaciones crecieron un 20%; estas cifras fueron muy similares a las alcanzadas en 2005. En términos reales, las exportaciones de bienes se elevaron un 7,1% mientras que las importaciones aumentaron un 12,9%. Se prevé que el saldo de la balanza de bienes de América Latina haya registrado un incremento de 22.400 millones de dólares, es decir, de un 27% con respecto a 2005 y supere en más del 80% al de 2004. (CEPAL, 2006)
Por quinto año consecutivo, la región tuvo un saldo positivo en esta cuenta de 103.000 millones de dólares, lo que representa un 3,7% del PIB de la región; sin embargo, solamente ocho países (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y República Bolivariana de Venezuela) tuvieron un superávit en la balanza de bienes, es decir, un país menos que en 2005 (Uruguay). Bolivia, Chile, Perú, Ecuador y República Bolivariana de Venezuela registraron los mayores incrementos en el saldo de la balanza de bienes (153,2%, 140,6%, 65,1%, 52,1% y 33,8%, respectivamente). (CEPAL, 2006)
Como ha sido reflejado con anterioridad, estos países cuyas ventas externas tuvieron el comportamiento más dinámico, son exportadores de petróleo o de materias primas que evolucionaron favorablemente en los mercados internacionales.
En la práctica, y siguiendo la lógica del sistema, los gobiernos de la región aprovecharon la actual coyuntura favorable para seguir pagando sus obligaciones con la deuda externa. Los crecientes excedentes que surgen están siendo utilizados para reducir el endeudamiento externo.
A pesar de ello, el coeficiente de endeudamiento de muchos países sigue siendo muy alto. Durante el 2005, la relación entre deuda externa y Producto Interior Bruto (PIB) alcanzó un 45.9% confiriendo a la región una enorme vulnerabilidad ante los choques externos. (CEPAL, 2006)
Si se toma en cuenta el auge exportador, para la región en su conjunto, se observa un descenso de la relación entre la deuda externa (descontadas las reservas internacionales) y las exportaciones de bienes y servicios.
La deuda externa latinoamericana, como porcentaje de las exportaciones, pasó de 215.2% en 1980 a un nivel récord de 261% en 1990. Entre el 2000 y el 2006 este indicador ha oscilado en torno a 177%, como promedio regional, aunque se conoce que para muchos países este indicador supera el promedio de la región. (WEO, 2006)
En relación con el manejo de la deuda externa durante el 2006, los mecanismos que se aplicaron fundamentalmente fueron los siguientes:
- emisión acelerada de deuda interna
- emisión acelerada de deuda externa.
- pago adelantado de deudas utilizando reservas internacionales.
- compra de miles de millones de dólares en el mercado
Los argumentos que hoy manejan los gobiernos para impulsar el crecimiento de la deuda pública son los siguientes:
- Los acreedores de la deuda interna son los pueblos.
- La deuda interna no está originada por las fluctuaciones de tasas de interés, como en el caso de la deuda externa, sino que está originada por otras deudas que fueron asumidas por los Gobiernos nacionales en su momento.
- Los acreedores de la deuda interna no son los acreedores extranjeros.
Resulta evidente que los postulados anteriores son sumamente contradictorios y engañosos. No se concibe que después de haber explotado y desangrado a los pueblos de la región con el pago de los intereses de la deuda externa durante décadas, ahora se instrumenten mecanismos que coloquen a los pueblos ante la responsabilidad por el pago de los intereses de la deuda interna.
La transformación de la deuda externa en interna exime la corresponsabilidad de los acreedores, quienes en la mayoría de los casos invirtieron sus capitales de forma irracional y descontrolada y en condiciones ventajosas para sus intereses.
Los países subdesarrollados en general se vieron alentados al endeudamiento, tanto por los bancos internacionales, que concedían los préstamos aprobados por el FMI, que condicionaba y evaluaba anualmente las economías de sus miembros; como por los gobiernos de los países acreedores, que dieron apoyo político a las supuestas estrategias de crecimiento económico con financiamiento externo. Es evidente, desde esta perspectiva, que en la crisis de la deuda externa del Tercer Mundo tanto deudores como acreedores, son corresponsables.
Ni siquiera los préstamos concedidos en los marcos de la “Ayuda Oficial para el Desarrollo” se vieron exentos de condicionalidades y restricciones por parte de los acreedores. Por ejemplo, en los Procesos de Auditoría Ciudadana de la Deuda, llevados a cabo en Brasil por miembros de la campaña Jubileo Sur1, este tipo de préstamos estaba sujeto a las siguientes cláusulas:( Fattorelli C, 2006)
- vinculación entre la recaudación de impuestos y el pago del préstamo externo;
- concesión de préstamos externos vinculados a la adopción de determinadas políticas económicas y la adquisición de productos específicos;
- fijación de foro extranjero en caso de litigio;
- concesión de préstamo vinculado a la adquisición de productos de los Estados Unidos o de un país miembro del FMI;
- cobro de intereses anuales sobre la parte no desembolsada de los préstamos.
Asimismo, es incuestionable el impacto que tuvieron las fluctuaciones en las tasas de interés en el incremento de los montos de deuda externa regional, para que ahora se intente desvirtuar las consecuencias. Las tasas de interés fluctuantes influyeron en más del 90% de los préstamos contraídos en los años setenta y ochenta en la región. (Fattorelli C, 2006)
La crisis de la deuda de los años 80 fue consecuencia directa del incremento unilateral de las tasas de interés por los Estados Unidos.
Adicionalmente resulta increíble como los argumentos pretenden ocultar el verdadero poder alcanzado por la globalización financiera actual. Los acreedores de las deudas públicas son y seguirán siendo las élites financieras nacionales vinculadas al capital extranjero. Baste mencionar algunas de las operaciones financieras que realizan los inversionistas extranjeros con la deuda interna. Por ejemplo, las denominadas NDFs - Non Deliverable Forward, que implican contractos de Inversión entre el inversionista extranjero y el banco extranjero con filiales en los países de la región. Este contrato no implica la entrada de divisas reales al país donde se realiza la operación. (Rodrigo,L, 2006)
De hecho, el banco extranjero compra bonos de la deuda interna del país o compra acciones en otras empresas, como pueden ser los fondos de pensiones y envía las ganancias al exterior. Ello condiciona que los acreedores reales de las deudas internas no sean los pueblos, y sí las empresas extranjeras y las élites financieras nacionales. En realidad, hoy no se pueden establecer diferencias nítidas entre acreedores nacionales y extranjeros, ya que, de hecho, todos pueden enviar sus ganancias para el exterior, sin control y ocasionar las mismas pérdidas a las economías de la región.
Este proceso se aprecia claramente en el caso de Brasil. El monto de las operaciones NDFs en este país a inicios del 2006 alcanzó los 70 mil millones de dólares, y las ganancias esperadas por los inversionistas extranjeros se ubicaban alrededor de 10 mil millones de dólares, lo que representa el 70% del monto de intereses de la deuda externa brasileña pagados en el 2006. (Rodrigo L, 2006)
Este proceso de conversión de la deuda externa a deuda interna en los países de la región se vincula a la emisión de deuda externa, a través de la emisión de bonos en los mercados financieros emergentes.
En relación a las operaciones financieras de los países de la región en los mercados internacionales, en el transcurso del año 2006 destaca el regreso de Argentina a las emisiones internacionales por primera vez después de la moratoria establecida en diciembre de 2001. En marzo del 2006, el gobierno colocó 500 millones de dólares del bono Bonar V, como parte de un plan de emisiones por un total de 1.500 millones. A principios de mayo y a fines de julio se hicieron las dos emisiones restantes, cada una de ellas por 500 millones de dólares. (CEPAL, 2006)
Argentina regresó nuevamente a los mercados internacionales con la emisión del Bonar VII en septiembre y en diciembre, en ambos casos por valor de 500 millones de dólares. Adicionalmente a estas colocaciones en plazas internacionales, Argentina realizó varias ventas directas de bonos a la República Bolivariana de Venezuela, estimadas en más de 2.000 millones de dólares hasta noviembre del 2006. Ambos países, de conjunto también hicieron la emisión del “Bono del Sur” en ese mismo mes, valorada en mil millones de dólares. (CEPAL, 2006)
El bono fue emitido en la República Bolivariana de Venezuela y consistió en un 50% de títulos de interés y capital cubierto venezolanos, con plazo de vencimiento en el 2017, en un 30% de bonos argentinos Boden 2012 y en un 20% de bonos Boden 2015; estos últimos habían sido vendidos anteriormente a la República Bolivariana de Venezuela. (CEPAL, 2006)
Otra operación clave fue la emisión internacional de bonos denominados en reales brasileños con plazo de vencimiento en 2022, en la que se considera ha sido la emisión internacional a más largo plazo realizada por Brasil de títulos denominados en moneda nacional. Estos bonos se emitieron en tres ocasiones: septiembre (750 millones de dólares), octubre (300 millones) y diciembre (346 millones). (CEPAL, 2006)
Por su parte, México también colocó en marzo bonos a 11 años de plazo por un monto de 3.000 millones de dólares, en la mayor emisión de títulos de referencia denominados en moneda extranjera que ha realizado el país a la fecha.
Según declaraciones oficiales el objetivo de estas emisiones fue el de captar fondos para retirar del mercado millones de dólares en títulos de deudas más costosas. Las emisiones brutas de bonos de América Latina y el Caribe registraban hasta septiembre del 2006, un monto de 30.600 millones de dólares, un 12% menos que las emisiones realizadas en el mismo período del año anterior. (CEPAL, 2006)
Esto refleja una tendencia a la disminución de la proporción de la deuda externa en la deuda pública total, pero no es reflejo necesariamente en una reducción de la deuda pública, más bien todo lo contrario.
Pudiera afirmarse que se interrelacionan los dos mecanismos, tanto la conversión de deuda externa en deuda interna como la emisión de deuda externa a través de bonos, aceleran e incrementan el endeudamiento caro, ya que la emisión acelerada de bonos de deuda externa y interna, se hace con tasas de interés bastante mayores que las cobradas por el FMI y los plazos de vencimiento son pequeños.
Otro aspecto negativo en estos procesos mediáticos es que los acreedores , tanto en uno como en otro caso siguen siendo los mismo y , los países deberán seguir bajo la tutela de las instituciones financieras internacionales , máxime cundo los intereses de la globalización financiera se ven implicados. De hecho las condicionantes del FMI y del Banco Mundial, se incrementarán aún más al interior de las economías regionales, fundamentalmente a través de las presiones sobre la deuda interna.
Si los bancos centrales nacionales compran dólares, emitiendo bonos de deuda interna, es evidente que la deuda interna se incrementará. Todos estos mecanismos han funcionado en algunos países de la región con un solo propósito: el pago adelantado de la deuda y el empleo de las reservas monetarias con este fin.
Las reservas internacionales de América Latina y el Caribe ascendían en septiembre del 2006 a cerca de 295 mil millones de dólares, lo que representaba un crecimiento del 16% con relación al 2005. En el caso específico del Caribe, se registró un crecimiento de este agregado del 23%, superior al 20%, tasas que en el 2004 y 2005 fueron las más elevadas de todas las subregiones, fundamentalmente a partir de la evolución experimentada por Trinidad y Tobago. El incremento alcanzado por el Caribe sólo se compara con el del Cono Sur, la subregión con el mayor saldo absoluto. (CEPAL, 2006)
En este contexto, Brasil y Argentina decidieron cancelar sus deudas con el FMI. Las autoridades argentinas habían remitido al parlamento el decreto Necesidad y Urgencia , con el que se modificarían tres artículos de la Ley de Convertibilidad1, para recibir la autorización de utilizar las reservas del banco central.
Aunque algunos sectores del país se expresaron acerca de los efectos que traería esta política para la economía, ya que podría contraerse una deuda e intereses mayores a los que se estaba pagando, finalmente, el Palacio de Hacienda firmó una resolución que permitió al banco central utilizar 9.810 millones de dólares de sus reservas para el pago de la totalidad de la deuda con el FMI. Así, el total de las reservas internacionales disminuyó en la misma cifra.
Desde enero de 2002 a noviembre de 2005, Argentina pagó al Fondo 8.357 millones de dólares. Si se suman los pagos de diciembre del 2005 y los 9.810 millones del 2006, en cuatro años aproximadamente, Argentina pagó el monto de casi 19.000 millones de dólares al FMI. Además, el país pagó un poco más de 6.000 millones de dólares al BID y al Banco Mundial. (FMI, 2005)
Y sin embargo, la deuda pública total se mantiene igual porque aunque disminuyó la contraída con el Fondo, aumentó la deuda del Gobierno con el Banco Central.
El gobierno aplicó un mecanismo de compensación que equilibraría el monto de la deuda cancelada (pasivos y activos), por medio de la emisión de letras intransferibles .
Este proceso se asemeja a un canje de deuda entre el Ministerio de Economía y el banco central. El Ministerio se comprometió al adquirir la letra intransferible del tesoro argentino a cancelarle al banco central el monto total de la deuda pendiente con el FMI, en un plazo de 10 años, con una tasa de interés específica, la libor, menos el 1%.
Por su parte, el gobierno de Brasil también anunció su política de “desendeudamiento” con al FMI al cual le pagó una deuda de 15 mil millones de dólares, igualmente sobre la base de las reservas monetarias del banco central del país.
Para incrementar sus reservas internacionales y permitir los pagos adelantados a los acreedores internacionales, el gobierno brasileño, desde octubre de 2005, compró en el mercado 30 mil millones de dólares, fundamentalmente a través de la emisión de bonos de la deuda interna. ( Rodrigo, L, 2006)
El pago de estas deudas constituye una apuesta política que probablemente repercuta en el agravamiento de la situación social de los pueblos, ya que el pago de las deudas internas demandará ajustes fiscales aún mayores, a través de impuestos y reducción de presupuestos sociales .
Sin dudas, este constituye otro elemento preocupante en este contexto financiero de la región : la utilización de las reservas monetarias nacionales para cumplir con los pagos de la deuda externa en detrimento de los programas sociales tan necesarios para el desarrollo .
Las operaciones financieras reflejadas han contribuido al descenso que se aprecia en las cifras totales de la deuda externa para la región, según la CEPAL.
Adicionalmente resulta válido mencionar la Iniciativa para el Alivio de la Deuda Multilateral aprobada por el FMI en enero del 2006 y por el Banco Mundial en marzo del mismo año que supuestamente beneficiaría a Bolivia, Guyana, Honduras y Nicaragua, aunque ya se han reflejado los resultados que se han obtenido.
Asimismo, en noviembre del 2006, el Banco Interamericano de Desarrollo, el mayor acreedor multilateral de la región, anunció la creación de un mecanismo de condonación de la deuda de los mismos países más Haití. Sin embargo, la reunión no tuvo la participación de integrantes de la sociedad civil. Sólo habían estado presentes los miembros de la comisión, constituida ya durante la 47ª Asamblea Anual del Banco, el día 17 de julio de 2006, en Belo Horizonte.
A finales del 2006, en carta enviada al presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Luis Alberto Moreno, organizaciones de la sociedad civil latinoamericana exigían a la institución una auditoría y anulación total de la deuda externa de Bolivia, Guyana, Honduras, Nicaragua y Haití y exigieron la realización inmediata de una reunión colectiva con el Banco Interamericano de Desarrollo para que se pueda exponer la posición de la sociedad.
Se conoce que al finalizar el 2006 Bolivia, Guyana, Honduras, Nicaragua y Haití deben haber desembolsado más de 313 millones de dólares por concepto del servicio de la deuda demandada por Banco Interamericano de Desarrollo. Esos valores superaban el presupuesto disponible para la aplicación de políticas sociales.
Por supuesto que la preocupación real de la sociedad civil organizada se revelaba en la posibilidad de que esta propuesta, no consideraría la posibilidad de cancelación total de las deudas y que la nueva iniciativa sólo adicionaría nuevos condicionamientos para los cinco países implicados.
La deuda considerada era la de 2003, cuando debería ser la deuda actual. Con esta supuesta cancelación de 716 millones de dólares para Honduras, de 517 millones de dólares para Nicaragua, de 382 millones de dólares para Bolivia, de 326 millones de dólares para Haití y de 248 millones de dólares para Guyana, los cinco países continuarán con una deuda de 1.623 millones, según datos de diciembre de 2005.
En este contexto resulta clave distinguir el impacto real del fenómeno deuda y sus consecuencias seculares en el desarrollo de la región.
Aún y cuando se reconoce cierta holgura de recursos, el neoliberalismo impide la redistribución de los mismos. La propia CEPAL destaca que, mientras los ingresos fiscales se elevan, impulsados por una mayor actividad económica presente en algunos países y los altos precios de algunos de los productos básicos que la región exporta, la mayor disponibilidad de recursos no se ha traducido en mayores gastos e incrementos en el nivel de vida de los latinoamericanos y lo cierto es que en el período 1986-2006, la región pagó 2,4 millones de millones de dólares por concepto de servicio de la deuda. (WEO, 2006)
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Fuente: Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM)
http://www.cadtm.org
https://www.alainet.org/es/articulo/120854