Acuerdo humanitario YA
03/07/2007
- Opinión
El acuerdo humanitario es un derecho, no es una concesión del príncipe, y es, también, una obligación del Estado Social de Derecho, porque es una concreción del derecho a la paz de todos los ciudadanos (Art. 22 de la C. P. de 1991) . El Acuerdo Humanitario no es tampoco una regalía de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), es un imperativo ético y un mandato del Derecho Internacional Humanitario que han sido desconocidos por quienes fungen de fuerza revolucionaria.
Pero, algunas de las víctimas del conflicto armado le ruegan por años al presidente Uribe V. y a las FARC, de la misma manera como los súbditos le imploraban al príncipe medieval, que les conceda una gracia y pacten el despeje de dos municipios en el departamento del Valle del Cauca.
El rogado príncipe de El Ubérrimo se exhibe condolido y quebrado ante las víctimas de los once diputados muertos en manos de las FARC, saluda de beso, cual Judas, sin reato de conciencia ni vergüenza alguna, a los familiares de las víctimas.
Además, está decidido a tomarse la manifestación, decidido a encabezar la “marcha” nacional de repudio, de protesta contra el secuestro, capitalizará para su guerra las lágrimas y los dolores que él pudo evitar colocando a un lado su arrogancia y su sed de venganza. El arcano presidencial esconde sus intenciones fallidas de rescate, que él denomina razones de Estado o altos intereses de la patria, disimula las repetidas peticiones de Doña Fabiola Perdomo Estrada para que deponga su rabia, despeje Pradera y Florida y logre un acuerdo humanitario.
La sociedad civil de otrora, la de Pacho Santos, Ana Teresa Bernal, Sabas Pretelt, Angelino Garzón y Luis Carlos Restrepo marchará esta vez como sociedad política, como la sociedad del príncipe que se cuela por la puerta de adelante en la manifestación nacional de repudio.
El presidente Uribe V. se excusa del deber de hacer un acuerdo humanitario diciendo que no está en sus manos, que sería desmoralizar a la Fuerza Pública, que él no hace acuerdo humanitario porque Colombia no tiene conflicto armado sino que es víctima de una agresión terrorista.
Con esta actitud de príncipe neofeudal confiesa que su gobernabilidad está fundada en la fuerza y no en el consenso, en la desconfianza, en el temor. La bandera de las víctimas no es la bandera del presidente Uribe V.
Sabe el príncipe que sus pactos son oscuros, frágiles y deleznables, y que están amparados en los negocios, en las embajadas, en los cargos burocráticos, en la protección de los privilegios y no en la protección de la vida y la libertad de todos. Su sorpresa del siete de junio le salió por la culata, al menos a las familias de los once diputados.
Colombia quiere protestar, quiere repudiar la guerra y quiere la solidaridad con las víctimas de las muertes de los once diputados secuestrados por las FARC y de todos los secuestrados en Colombia, y de todas las víctimas del conflicto armado.
Colombia quiere manifestarse en solidaridad con las víctimas, en solidaridad con la vida, con la libertad. Colombia quiere el Acuerdo Humanitario, quiere que las partes depongan su arrogancia a favor de los derechos.
Pero, infortunadamente, la solidaridad va a ser torcida hacia un apoyo al presidente Uribe V. La Presidencia de Colombia busca convertir la solidaridad con las víctimas en un escenario oficial de adhesión a la posición de guerra, en un plebiscito a favor de uno de los coautores de la tragedia.
Llegó la hora del sueño autoritario, la hora de “Todos a marchar”; el jueves 5 de julio será la cresta del embrujo autoritario. Llegó lo esperado, el tsunami de sangre será blanqueado con una manifestación nacional. Gracias a las abominables FARC la mesa está servida para que el autoritarismo del caudillo quede blanqueado por esta generación.
Quiere la Presidencia que Colombia marche y marchará detrás del victimario camuflado de víctima, el presidente que ha ignorado la Constitución y los derechos a la dignidad, a la paz, a la familia, los derechos de los niños. El presidente que no ha prestado atención al acuerdo humanitario, el que ordena los rescates armados, el que odia la solución política negociada, el presidente de los pactos secretos, presidente que ahora se pega del dolor y del repudio para galvanizarse. El hombre cargado de tigre, como él se define, marchará cargado de cordero. Amen para las ánimas.
Unos harán la marcha por los cadáveres y no con énfasis en el Acuerdo Humanitario porque para el presidente Uribe V. la muerte es un triunfo, la muerte de los once diputados son su ganancia. Gracias a las FARC Uribe V. es el que es: El presidente de la guerra coronado por la guerrilla “revolucionaria” de las FARC. Uribe V. es un reaccionario del tamaño de las acciones degradadas de las FARC. Uribe V. le calza a las FARC y eso le gusta, infortunadamente, a muchos colombianos.
Uribe V. y las FARC (U&F) son un dúo sin partitura, tocan de oídas, se afinan con truenos. La guerra les suena y la cantan con las armas.
Un protagonista de la debacle va a marchar para ocultar su responsabilidad, habla pausado para no levantar malicia, pero se quiere escapar metido en la multitud; y la otra responsable, la que secuestra pueblo, dice que fue el fuego cruzado le mato la presa, que siga escondida en la selva, los animales le enseñaran la paz.
La justicia cojea, pero llega, la historia vestida de toga alcanzará al príncipe camuflado y a su concertista guerrillero.
Pero, algunas de las víctimas del conflicto armado le ruegan por años al presidente Uribe V. y a las FARC, de la misma manera como los súbditos le imploraban al príncipe medieval, que les conceda una gracia y pacten el despeje de dos municipios en el departamento del Valle del Cauca.
El rogado príncipe de El Ubérrimo se exhibe condolido y quebrado ante las víctimas de los once diputados muertos en manos de las FARC, saluda de beso, cual Judas, sin reato de conciencia ni vergüenza alguna, a los familiares de las víctimas.
Además, está decidido a tomarse la manifestación, decidido a encabezar la “marcha” nacional de repudio, de protesta contra el secuestro, capitalizará para su guerra las lágrimas y los dolores que él pudo evitar colocando a un lado su arrogancia y su sed de venganza. El arcano presidencial esconde sus intenciones fallidas de rescate, que él denomina razones de Estado o altos intereses de la patria, disimula las repetidas peticiones de Doña Fabiola Perdomo Estrada para que deponga su rabia, despeje Pradera y Florida y logre un acuerdo humanitario.
La sociedad civil de otrora, la de Pacho Santos, Ana Teresa Bernal, Sabas Pretelt, Angelino Garzón y Luis Carlos Restrepo marchará esta vez como sociedad política, como la sociedad del príncipe que se cuela por la puerta de adelante en la manifestación nacional de repudio.
El presidente Uribe V. se excusa del deber de hacer un acuerdo humanitario diciendo que no está en sus manos, que sería desmoralizar a la Fuerza Pública, que él no hace acuerdo humanitario porque Colombia no tiene conflicto armado sino que es víctima de una agresión terrorista.
Con esta actitud de príncipe neofeudal confiesa que su gobernabilidad está fundada en la fuerza y no en el consenso, en la desconfianza, en el temor. La bandera de las víctimas no es la bandera del presidente Uribe V.
Sabe el príncipe que sus pactos son oscuros, frágiles y deleznables, y que están amparados en los negocios, en las embajadas, en los cargos burocráticos, en la protección de los privilegios y no en la protección de la vida y la libertad de todos. Su sorpresa del siete de junio le salió por la culata, al menos a las familias de los once diputados.
Colombia quiere protestar, quiere repudiar la guerra y quiere la solidaridad con las víctimas de las muertes de los once diputados secuestrados por las FARC y de todos los secuestrados en Colombia, y de todas las víctimas del conflicto armado.
Colombia quiere manifestarse en solidaridad con las víctimas, en solidaridad con la vida, con la libertad. Colombia quiere el Acuerdo Humanitario, quiere que las partes depongan su arrogancia a favor de los derechos.
Pero, infortunadamente, la solidaridad va a ser torcida hacia un apoyo al presidente Uribe V. La Presidencia de Colombia busca convertir la solidaridad con las víctimas en un escenario oficial de adhesión a la posición de guerra, en un plebiscito a favor de uno de los coautores de la tragedia.
Llegó la hora del sueño autoritario, la hora de “Todos a marchar”; el jueves 5 de julio será la cresta del embrujo autoritario. Llegó lo esperado, el tsunami de sangre será blanqueado con una manifestación nacional. Gracias a las abominables FARC la mesa está servida para que el autoritarismo del caudillo quede blanqueado por esta generación.
Quiere la Presidencia que Colombia marche y marchará detrás del victimario camuflado de víctima, el presidente que ha ignorado la Constitución y los derechos a la dignidad, a la paz, a la familia, los derechos de los niños. El presidente que no ha prestado atención al acuerdo humanitario, el que ordena los rescates armados, el que odia la solución política negociada, el presidente de los pactos secretos, presidente que ahora se pega del dolor y del repudio para galvanizarse. El hombre cargado de tigre, como él se define, marchará cargado de cordero. Amen para las ánimas.
Unos harán la marcha por los cadáveres y no con énfasis en el Acuerdo Humanitario porque para el presidente Uribe V. la muerte es un triunfo, la muerte de los once diputados son su ganancia. Gracias a las FARC Uribe V. es el que es: El presidente de la guerra coronado por la guerrilla “revolucionaria” de las FARC. Uribe V. es un reaccionario del tamaño de las acciones degradadas de las FARC. Uribe V. le calza a las FARC y eso le gusta, infortunadamente, a muchos colombianos.
Uribe V. y las FARC (U&F) son un dúo sin partitura, tocan de oídas, se afinan con truenos. La guerra les suena y la cantan con las armas.
Un protagonista de la debacle va a marchar para ocultar su responsabilidad, habla pausado para no levantar malicia, pero se quiere escapar metido en la multitud; y la otra responsable, la que secuestra pueblo, dice que fue el fuego cruzado le mato la presa, que siga escondida en la selva, los animales le enseñaran la paz.
La justicia cojea, pero llega, la historia vestida de toga alcanzará al príncipe camuflado y a su concertista guerrillero.
- Rafael Rincón Patiño es director del Consultorio de Derechos y Gobernabilidad háBeas Corpus, Medellín- Colombia
Fuente: el yesQuero
www.elyesquero.blogspot.com
Medellín, Colombia
https://www.alainet.org/es/articulo/122048?language=en
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