El Movimiento Ciudadano más allá del referendo

19/11/2007
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El Movimiento del No creció a lo largo de cuatro años de lucha contra el TLC y, en ese lapso, renovó de manera profunda el paisaje socio-político en Costa Rica. Claro que no surgió por generación espontánea. Se ha alimentado de las luchas que, en distintos momentos, ha llevado a cabo el pueblo costarricense. Desde la soldadesca heroica que, liderada por Juanito Mora, expulsó a los filibusteros en 1856 y el campesinado que, machete en mano, exigió respeto a los resultados electorales en 1889, pasando por las maestras tiradas a la calle en 1919, los obreros bananeros en huelga en 1934 y las luchas populares de los cuarenta, hasta las jornadas estudiantiles de Alcoa en 1970 o la inmensa gesta ciudadana de marzo-abril de 2000, contra el "Combo ICE". Nuestro Movimiento se alimenta de la historia pero ya adquirió mayoría de edad. Ha sabido desarrollar una identidad propia y distintiva y, desde ahí, ha sido revolucionario en muchos sentidos, aunque de una forma distinta a lo que la palabra revolución ha significado en otros contextos históricos.

Etapas dentro de un proceso de crecimiento

El Movimiento del No creció plural y diverso, como manifestación visible de la complejidad subyacente que la sociedad costarricense venía desarrollando desde años atrás. Y creció, por decisión ciudadana madura, con grados de autonomía desconocidos en la historia política de Costa Rica. En el proceso, maduraba adicionalmente conforme afirmaba su capacidad para decidir, y construir y rehacer sus propios liderazgos.

Creció concediéndose tiempo para el estudio, el debate y la reflexión. Es decir, este movimiento jamás sintió temor por la inteligencia y, en cambio, supo aprovechar con largueza los aportes que desde las universidades públicas se le brindaban, en un proceso donde, a fin de cuentas, hemos sido los académicos los que más aprendimos, justo gracias al contacto con la gente y sus organizaciones. El Movimiento alimentó su crecimiento político desde su crecimiento intelectual, mientras también crecía organizativamente e iba paulatinamente fraguando nuevos referentes éticos y nuevas sensibilidades. Desplegó también una riquísima creatividad e imaginación, gracias a la cual se lograron abrir grietas considerables en los muros de acero que la dictadura mediática construye con el fin de aprisionar la información, privatizar la libertad de expresión y manipular y engañar.

En principio el Movimiento del No se preparaba con vistas a un objetivo: derrotar el TLC en las calles en lo que habría sido un "Combo ICE" magnificado. El problema - grave problema- es que durante mucho tiempo no existió ninguna fecha precisa hacia la cual encaminar los esfuerzos. El Presidente Abel Pacheco –una vez que entendió que se había dejado vacilar- contuvo por algún tiempo el envío del tratado a la Asamblea Legislativa. Para Arias el objetivo fue uno: acelerar su aprobación sin ahorrarse ninguna arbitrariedad ni atropello. Pero ni siquiera entonces estaba claro cuándo el asunto habría de llegar a su culminación, aunque ciertamente se percibía que ésta podría estar próxima. Entre tanto, se multiplicaban los esfuerzos organizativos y fluía la creatividad en procura de inventar nuevos mensajes y descubrir nuevas opciones de educación ciudadana.

La convocatoria a referendo introdujo un elemento novedoso que, en todo caso, se desplegaba a partir de una plataforma que había sido construida durante más de tres años de trabajo popular. Ahora sí teníamos una fecha precisa hacia la cual encaminarnos. El objetivo básico era el mismo: derrotar el TLC. Pero las condiciones en que lo lograríamos se modificaron: pasábamos de las calles a las urnas. Todavía hay quienes se entretienen con la discusión de si esto fue un error ya que se entregaba el proceso a los mecanismos de la así llamada democracia burguesa.

La discusión no tiene sentido por varias razones. Primero, nadie sabe que habría ocurrido de haberse resuelto el asunto en las calles. Varias hipótesis se podrían formular. Quizá habríamos derrotado el TLC mediante una versión agrandada de las jornadas del Combo ICE y sin llegar a la violencia abierta. Una segunda hipótesis es la que admite la posibilidad de que la dictadura neoliberal optase por renunciar a sus ropajes de democracia para dejar fluir todas sus patológicas inclinaciones hacia el autoritarismo, el atropello y la intransigencia. No olvidemos que las apuestas de la oligarquía, que ya eran grandes con el Combo ICE, son mucho más altas en el caso del TLC. Y que, entre entonces y ahora, esta oligarquía se volvió mucho más arrogante y voraz. Esta segunda hipótesis todavía podría diversificarse en al menos otras dos: primero, la de la derrota del TLC mientras por la calle corría la sangre. Segunda: admitir que ni siquiera esa sangre habría bastado para derrotarlo. A fin de cuentas, ¿quién puede saberlo? Y, en todo caso, conserva plena validez la pregunta: supuesto que la dictadura hubiese querido el desborde de toda su ignominia, ¿realmente habríamos querido ver derramarse esa sangre? Admitamos que ni siquiera la opción por la resistencia civil pacífica –que es la que, claramente, privilegia el Movimiento del No- garantizaba que el régimen estuviera dispuesto a renunciar a la represión.

Referendo: triunfo y derrota

La discusión de si en las calles se habría logrado lo que no se logró en las urnas, tiene, pues, todos los vicios inherentes a un ejercicio de carácter meramente especulativo. Bueno sea para las pitonisas y los hechiceros, no para este gran Movimiento Ciudadano nuestro. Veamos mejor la realidad: fuimos al referendo y lo perdimos por estrecho margen. El proceso implicó un proceso de crecimiento organizativo y político simplemente formidable. Se alimentó, como he dicho, de más de tres años de estudio, reflexión, debate, esfuerzo de organización y creación de nuevas posibilidades comunicativas y educativas. Ya en la recta final hacia el referendo, se registraron gigantescos avances, el más destacado de los cuales fue la constitución de varios centenares de comités patrióticos. Estos aportaron una organización de base territorial que, sin embargo, supo engarzarse, con sabiduría y flexibilidad, en las redes generales que articulaban al Movimiento del No desde sus orígenes.

Los comités patrióticos acercaron el Movimiento al común del pueblo, incluso toda esa gente a la que el sistema ha logrado expulsar de la política, confinándola a una ciudadanía-cascarón-vacío, la cual se ejerce por medio minuto cada cuatro años, al momento de depositar el voto. Y, posiblemente, se logró atraer una parte de ese pueblo al ejercicio de esa ciudadanía activa que constituye la base fundamental de nuestro Movimiento. De haber acontecido así, ello por sí solo implicaría una ganancia sustantiva. Y, por cierto, y frente a tales realidades, ¿es correcto hablar de democracia burguesa? Habría que precisar términos y aclarar a qué nos referimos, visto que nuestro Movimiento le ha impreso nuevos contenidos y significados a la democracia en Costa Rica. Aquí se ratifica un problema típico de las viejas izquierdas: la facilidad con que generalizan mientras ignoran las complejas variantes que van construyendo la realidad.

De tal forma, bien podríamos afirmar –aun si parece paradójico- que el referendo culminó en una derrota, no obstante lo cual comportó un inmenso triunfo que se ha registrado fuera de las urnas y echó raíces en la conciencia del pueblo. Es una ganancia que se diversifica en múltiples expresiones. La principal tiene que ver con la maduración de la conciencia ciudadana. Entender, pues, que este país es nuestro y que es nuestro derecho decidir efectivamente acerca de su futuro. Entender, al mismo tiempo, que la democracia solo es real si la ejercemos en el día a día, con responsabilidad y con beligerancia; como forma de vida, como opción de convivencia y como mecanismo de construcción de un nosotros inclusivo. Es una ganancia en ciudadanía que implica maduración política, que se enriquece en el fortalecimiento organizativo así como en el desarrollo de nuevas propuestas éticas y nuevas sensibilidades. Las imaginativas formas de resistencia civil que se ponen de manifiesto en estas semanas posteriores al referendo así lo ratifican. Dejar de comprar en Wall Mart o retirar el principal periódico oligárquico no constituye un berrinche, sino una toma de posición que cuestiona toda la decadencia y descomposición que esos nombres comerciales representan.

Entretanto, la Asamblea Legislativa corre despavorida hacia la ratificación de la tal "agenda de implementación". Es, de nueva cuenta, la dictadura neoliberal en el ejercicio patológico de su ritual enfermizo. Se visten ropajes de democracia mientras se atropellan todos los procedimientos y se acallan todas las voces de disidencia. Lo que decimos no es audible. Es más, ni siquiera se reconoce que existimos, y de ello no hay mejor registro que la propia prensa comercial, tan afanosa en su esfuerzo por legitimar el atropello institucionalizado y su juego de corruptelas, como perfectamente ignorante de la realidad de este pluralista Movimiento Ciudadano.

Mirar hacia adelante

¿Se podrá derrotar la agenda de implementación? La única opción obviamente está en las calles y, claramente, nuestro Movimiento quiere que, de ser realista tal posibilidad, se lleve adelante por la vía de la resistencia civil pacífica. Admito que, al respecto, no tengo poder predictivo. A lo sumo intento aportar un poquito a la comprensión de las condiciones en que nos estamos moviendo.

Primero, reconozcamos que existe una riquísima organización ciudadana, que alcanzó un considerable punto de maduración justo durante el período previo al referendo. Esa organización es tremendamente rica y diversa: desde los comités patrióticos o las organizaciones de mujeres o de agricultores, hasta los estudiantes, los sindicatos y el ambientalismo, entre tantas otras instancias organizativas. Hemos conocido de sus tremendas capacidades con motivo del referendo. Desconocemos todavía sus potencialidades al enfrentarnos a las nuevas condiciones que se plantean en este período pos-referendo. Podría saltar la liebre al punto de darle una mala pasada a la oligarquía con su agenda de implementación. Tampoco podemos tener seguridad acerca de cómo reaccionaría esa oligarquía. Admitamos que difícilmente querría aceptar con tranquilidad que se les eche a perder su TLC que, con tan terrible dificultad y a tan altísimo costo, lograron aprobar en el referendo. Es bajo ese tipo de circunstancias donde la dictadura neoliberal podría despojarse de sus ropajes de democracia para descubrir su rostro más crudo, como si de una dictadura común y corriente se tratase.

Segundo, tengamos en cuenta el hecho de que durante varios meses nuestro Movimiento Ciudadano desplegó un inmenso esfuerzo cuyo objetivo era específicamente uno: derrotar el TLC en el referendo. Ya hemos discutido las razones –el fraude legalizado- pero es del caso que no lo logramos. Ahí es donde está el elemento de derrota que, inevitablemente, debemos asumir. Y, para ello, preciso es reconocer que esa derrota no es un hecho anodino. Indudablemente tiene importantes consecuencias, la principal de las cuales es que ha producido confusión. De ahí para acá, nuestro Movimiento viene revolviéndose en un tremendo esfuerzo de recomposición. En medio de la furia ante tanto atropello y el dolor ante la traición, se multiplican las interrogantes. Y se multiplican, también, los intentos de respuesta. Las diversas reuniones donde se ha buscado construir coordinadoras, en particular coordinadoras de los comités patrióticos, claramente transmiten esa imagen: un Movimiento Ciudadano (que ya va dejando de ser simplemente el Movimiento del No) en búsqueda de respuestas.

Algunos parecen estar muy seguros acerca de cómo resolver la cosa. Por ejemplo, cuando recetan la conformación de una pirámide de coordinadoras, en cuyo cucurucho estará la "gran coordinadora" que, a lo que entiendo, será algo así como el nuevo "comité central" al cual dirigirle un muy disciplinado (y nostálgico) "mande". Si juzgo por lo que he visto a lo largo de cuatro años de lucha contra el TLC, me atreveré, por mi parte, a decir una sola cosa: la respuesta la construirá la gente y posiblemente asumirá formas que, al día de hoy, ni siquiera imaginamos.

El problema –menudo problemilla- es mantener la mística y el entusiasmo mientras se logra construir esas respuestas. Y, la verdad, solo veo una opción: mantener vivas y activas a las organizaciones de base, cualquiera sea la naturaleza de éstas: desde los comités patrióticos hasta los sindicatos o las estudiantiles o las campesinas…Que se mantengan activas y beligerantes; abiertas al intercambio y la cooperación con las demás organizaciones; con agendas de trabajo abiertas y disposición permanente al estudio, el debate y la reflexión; la exploración de nuevas alternativas de organización, de comunicación y educación; nuevas formas de expresarse, protestar, movilizarse, presionar, incidir.

Es posible que, en el camino, maduremos la decisión que nos conduzca a construir nuevas –sumamente plurales y democráticas- alianzas político-partidarias con vistas a incidir en los mecanismos institucionalizados del poder a nivel estatal. Pero, entretanto, debemos seguir construyendo espacios e instrumentos de poder en muchos otros ámbitos no estatales, a través de la organización, la comunicación, la información, la educación, la movilización.

Y, para terminar, hagamos una distinción que, me parece, es importante. Una cosa es la incidencia que podamos tener en relación con la agenda de implementación que hoy llevan a empujones en el congreso. Y, aunque relacionada con lo anterior, cosa diferente es avanzar en la construcción de un nuevo proyecto de país, radicalmente renovado, para lo cual es necesario lograr la plena consolidación, en el mediano y largo plazo, de este gran Movimiento Ciudadano. Ojalá que las premuras del momento no nos haga perder claridad ni nos lleve a sacrificar ese objetivo más grande que, a fin de cuentas, es también un objetivo mucho más importante.

Fuente: http://www.tribunademocratica.com
https://www.alainet.org/es/articulo/124356

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