Comprando engaños:

Dinero para la apertura comercial

07/12/2007
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Ginebra,

Entre el 19 y el 21 de noviembre se celebró en la sede de la OMC un ciclo de conferencias públicas llamado Examen Global de la Ayuda para el Comercio; la fase conclusiva de tres revisiones regionales sobre ayuda para el comercio en África, Asia y América Latina.

El primer día se dedicó a reuniones técnicas donde debatir la incidencia de los varios programas incluidos bajo esa etiqueta. Los otros dos fueron para escuchar conferencias de las entidades que patrocinan los programas de ayuda a cambio de apertura de mercados: OCDE, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Bancos de Desarrollo (Interamericano, Africano, Asiático), PNUD; seguido de paneles de países donantes (Alemania, EE UU, España, Finlandia, Japón, Noruega, Reino Unido, Suecia).     

Creemos oportuno citar aquí un párrafo de “Némesis” el más reciente libro de Chalmers Johnson[1]: “No es novedad que cerca de un millardo de personas subsisten hoy día con casi nada. Con raras excepciones, los países explotados y colonizados por los varios imperialismos del siglo diecinueve y veinte siguen siendo pobres, acosados por la enfermedad y el crimen y a la merced de un sistema internacional manipulado, cuyos propagandistas anglo-americanos nos aseguran que se “globaliza” rápidamente para ventaja de todos. Pero, como señala el New York Times[2]- continúa Jonson- “Los mismos representantes del club de países ricos que recorren el mundo intimidando a los pobres para que abran sus mercados al libre comercio son quienes bloquean el camino cuando aquellos le piden a los ricos que desmantelen sus propias barreras al libre comercio de productos agrícolas”.[3]

En suma, que la apertura de mercado entre las colonias y sus metrópolis no mejoro mucho las condiciones de vida en las colonias, añadimos nosotros. Invertir para obtener apertura de mercados no es novedad, lo que ha cambiado – afortunadamente- es el método. Antes se invertía en armas y cañoneras para hacer firmar acuerdos de apertura comercial. Ahora se invierte en asesoría para negociar  e implementar – sobre todo eso- acuerdos de comercio con apertura asimétrica: el país en desarrollo abre su mercado e hipoteca sus políticas económicas, a cambio, los desarrollados abren lo que ya estaba abierto, mantienen las preferencias ya dadas y siguen protegiendo con subsidios y barreras no arancelarias lo demás.

El asunto de las preferencias merece una aclaratoria. Casi todas las preferencias a países en desarrollo son para materias primas o productos agrícolas tropicales que los desarrollados necesitan como insumos industriales o que no producen. La excepción industrial son los textiles, que usan mucha mano de obra, que suele abundar y ser barata en los países en desarrollo; pero en textiles las preferencias dejaron de tener sentido desde que caducó el acuerdo multifibras y desaparecieron las cuotas. Desde entonces hay competencia y los asiáticos desplazan los textiles africanos y latinoamericanos porque las preferencias están atadas a reglas de origen que encarecen los insumos.

Objetivos del Examen Global de la Ayuda para el Comercio  

Los objetivos discernibles del encuentro son dos: a) relanzar la idea de recibir ayuda[4] a cambio de abrir el mercado y someterse a las sólitas limitaciones en política económica; b) restablecer al Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y los bancos regionales de desarrollo como administradores de las condiciones de la ayuda. Ambas cosas se pretenden sin aumentar los fondos disponibles, pero con retoques en vitrina y cambio de etiquetas.

El examen se repartió en tres grupos: asiáticos, latinoamericanos y africanos. La asistencia de asiáticos y latinoamericanos fue muy baja. Atribuimos la ausencia de interés de los asiáticos a que esa región tiene su propio centro de gravedad, con medios y políticas para su desarrollo. El desinterés de los latinoamericanos lo atribuimos a que los países se dividen en dos grupos: aquellos que buscan una integración propia y con políticas autónomas y aquellos que ya se plegaron a todas las exigencias con acuerdos llamados de libre comercio. En el grupo africano hubo mayor participación y es que la Unión Europea esta muy activa, re-negociando con sus antiguas colonias.

Las exposiciones por parte de los representantes de los organismos financieros internacionales fueron patéticas, por lo irreal. Entidades sin fondos ofrecen comprar -con dinero ya asignado- la aceptación de sus programas de apertura comercial y ausencia estatal, con el viejo mito de un comercio internacional equitativo, con el que ya difundieron miseria y desigualdad.

Estaban allí todos los viejos socios, presidían Lamy, Zoellick, Strauss-Kahn, Moreno. El ambiente era de complacencia y felicitaciones mutuas, exigencias engreídas y ambiciosas y  suficiencia dictando pronósticos; eso a la víspera de este año 2008 en que se viene una crisis que colapsará los pilares que sostienen el orden financiero que ellos representan.

Sabemos que la crisis será global. El New York Times[5] ya reporta el efecto de los problemas financieros norteamericanos en la remota Narvik, Noruega, en el círculo polar ártico, un puerto que no era noticia desde la segunda guerra mundial. El periódico reporta como la señora Kubaas, alcalde de Narvik, no puede dormir, aún en la oscuridad boreal, porque la municipalidad esta insolvente desde que se evaporaron los $US64 Millones invertidos en papeles hipotecarios de la soleada Florida.

Las pruebas del engaño

El New York Times[6], que no es cierto un diario subversivo, trae otra  noticia que viene al caso del tal evento en la OMC. Dice ese periódico que entre las condiciones que el BM puso para su ayuda financiera a Malawi estaba eliminar los subsidios a los fertilizantes para sus rubros alimenticios, importar lo necesario y orientar su agricultura sólo a cultivos de exportación. Desde entonces Malawi ha sufrido escasez de alimentos y sufrió una hambruna en 2005.

Reporta Celia Dugger, en el New York Times, “Durante los últimos 20 años el Banco Mundial y algunos países ricos de cuya ayuda depende Malawi han presionado este pequeño país sin salida al mar para que adhiera a las políticas de libre mercado y elimine el subsidio a los fertilizantes, aún cuando los Estados Unidos y Europa subsidian extensivamente sus propios agricultores. Pero después de la cosecha del 2005, que fue la peor en una década, el Presidente Bingo wa Mutharika, recién elegido, decidió hacer lo que Occidente hace y no lo que Occidente predica.” 

“Mientras sea presidente no quiero ir a otros países mendigando comida” - dijo el presidente Mutharika- y volvió a subsidiar los fertilizantes. Ahora Malawi no sólo se autoabastece sino que exporta comida a sus vecinos. Este año vendió más maíz al Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas que ningún otro país de Africa y su éxito demuestra la importancia crucial de una política agrícola independiente para aliviar la pobreza africana.

Conclusión: Como dijo Lord Thackeray: a veces compramos el dinero demasiado caro.  

Fuente: Instituto de Relaciones Económicas Internacionales (IREI), Ginebra
Ventana Global
www.ventanaglobal.info



[1] Analista de política internacional célebre y profesor emérito de la Universidad de California. Nemesis: The last days of the American Republic, pag. 81, Metropolitan Books, N.Y.

[2] Johnson refiere al editorial del New York Times « Promises, promises » del 22/08/05

[3] Traducción nuestra del original.

[4] Dinero que se queda casi todo en las empresas consultoras que suelen ser del país donante.

[5] New York Times, 2 de diciembre, 2007: Mark Lander; U.S. Credit Crisis Adds to Gloom in Norway.

[6] New York Times, 2 de diciembre, 2007: Celia Dugger; Ending Famine, Simply by Ignoring the Experts

https://www.alainet.org/es/articulo/124620
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