Cómo atenuar los efectos de la crisis financiera

04/10/2008
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Nueva York es el epicentro de la mayor crisis financiera de los últimos ochenta años. Jeffrey Sachs -de 2002 a 2006 fue director del Proyecto del Milenio de las Naciones Unidas- nos dice: “En los últimos años, Estados Unidos ha sido más una fuente de inestabilidad mundial que de resolución de problemas en el mundo. Abundan los ejemplos: la guerra de Irak, iniciada por Estados Unidos con falsos argumentos; la obstrucción de los esfuerzos para reducir el cambio climático; la escasa ayuda al desarrollo; la violación de tratados internacionales como los Convenios de Ginebra...”.

Los mercados financieros internacionales están en un grave problema, porque demasiados bancos han invertido grandes sumas de dinero en el enorme mercado hipotecario de Estados Unidos. Desde que la ‘burbuja’ hipotecaria norteamericana reventó, los bancos no saben cuántos de estos préstamos serán devueltos. Lo que empezó como un pequeño inconveniente a nivel local, se ha extendido internacionalmente.

Los bancos ya no saben cuánto valen sus inversiones, lo que hace que estas ‘inversiones’ sean difíciles de vender, provocando que algunos bancos supuestamente seguros se queden sin efectivo. Además, los bancos ya no confían el uno en el otro. No saben qué bancos podrían meterse en problemas y son reticentes a prestarse mutuamente.

Esto ha llevado a la casi paralización del sistema financiero global, elevando las tasas de interés y dañando a consumidores y empresas. La crisis crediticia ha provocado el colapso de muchas grandes instituciones financieras, tanto en Estados Unidos como en Europa.

Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001, declaró que “Estados Unidos cuenta con gente talentosa, grandes universidades y un buen sector de alta tecnología. Pero los mercados financieros jugaron un papel muy importante. Representaron el 30 por ciento de las ganancias de las empresas en los últimos años. Quienes manejan los mercados financieros almacenaron esas ganancias con el argumento de que estaban ayudando a manejar el riesgo y a asignar de manera eficiente el capital, razón por la cual, dijeron, ‘se merecían’ esos dividendos tan altos. Pero resultó que no era cierto. Manejaron todo mal. La situación se volvió como una suerte de boomerang en contra de ellos y ahora el resto de la economía tendrá que pagar, a medida que las ruedas de la economía aminoren su velocidad, a raíz de la contracción del crédito. Ninguna economía moderna puede funcionar bien sin un sector financiero vigoroso. De modo tal que el diagnóstico de Obama de que nuestro sector financiero se encuentra en un estado desesperante es correcto. La mayor parte del crecimiento económico que tuvimos en los últimos cinco años estuvo basada en la burbuja inmobiliaria, que ahora explotó. Y los frutos de ese crecimiento no fueron compartidos de forma amplia. En síntesis, las bases no son sólidas”.

El presidente de Francia señaló que la actual crisis financiera “es la más grave que se haya dado en el mundo desde los años treinta”. El secretario general de la ONU declaró: “La crisis financiera internacional pone en peligro al mundo entero”. Según Paul Samuelson, premio Nobel de economía: “Esta debacle es para el capitalismo lo que la caída de la URSS fue para el comunismo”. Barack Obama dijo que es la mayor crisis financiera desde la Gran Depresión.

Ésta es la peor crisis financiera desde que el 24 de octubre de 1929 quebró la Bolsa de Nueva York. Trece millones de acciones no encontraron compradores y ocasionaron la ruina de miles de inversionistas, muchos de los cuales habían comprado los títulos con créditos que no pudieron pagar. Como dijo John Kenneth Galbraith: “El rasgo de la catástrofe de 1929 fue que lo peor empeoraba continuamente. Lo que un día parecía el final de la crisis, se demostraba al siguiente día que sólo había sido el comienzo”.

Con el ‘crac del 29’ comenzó un período de contracción económica mundial conocido como la ‘Gran Depresión’. Provocó que se estableciera con facilidad un sistema totalitario como el nazismo: Hitler llegó al poder por medio de elecciones, que ganó gracias al descontento del pueblo.

Las primeras medidas que se adoptaron en Estados Unidos y Europa para combatir la crisis del 1929, fueron las tradicionales del liberalismo económico: disminuir los salarios y reducir el gasto público, el crédito y la inversión. Los gobiernos practicaron una política deflacionista, disminuyendo la circulación monetaria, manteniendo el equilibrio presupuestario y la estabilización de la balanza comercial. En todos los países se impuso el proteccionismo, incluso en el Reino Unido se abandonó el librecambio en 1931. Esta política fracasó, ya que se profundizó la recesión y aumentó el desempleo: en 1932, existían en Estados Unidos unos ¡trece millones de desocupados!

El peso de la economía de Estados Unidos en el resto del mundo hizo que la crisis se extendiera a partir de 1931. Los norteamericanos se vieron obligados a repatriar capitales, lo que motivó quiebras bancarias en Alemania y Austria, así como tensiones en la economía británica. La caída de los precios de los productos norteamericanos obligó a los países europeos a rebajar los suyos para hacerlos competitivos y dar salida a sus inventarios. Pero el descenso del poder de compra de Estados Unidos y su posterior proteccionismo afectaron negativamente más aún el mercado mundial.

El economista británico John Maynard Keynes (1883-1946) demostró que la crisis había sido provocada por el desplome de la demanda. Propuso la intervención del Estado para estimular la inversión y el empleo, financiar grandes obras públicas e impulsar el consumo, elevando el poder adquisitivo de la población mediante una política fiscal que redistribuyese los ingresos.

En ‘Carta abierta al presidente Roosevelt’ (The New York Times, 1933), Keynes subrayó: “Asigno abrumadora importancia al aumento del poder adquisitivo nacional que es consecuencia de la erogación oficial, financiada con préstamos”.

En 1932 el demócrata Franklin Delano Roosevelt ganó las elecciones con el 56% de los votos; asumió la presidencia el 4 de marzo de 1933.
A propuesta de Roosevelt, el Congreso aprobó unas medidas legislativas pensadas para recuperar al país de los efectos de la Gran Depresión y al mismo tiempo introducir reformas, tratando de prevenir otra depresión y al mismo tiempo beneficiar a los sectores de la sociedad norteamericana más desfavorecidos.

Esta legislación, conocida con el nombre de New Deal, produce un aumento sin precedentes del intervencionismo del Gobierno en la economía, planificándola e incorporando el control social, abandonando los principios del ‘laissez faire’. Comenzó la revolución keynesiana o keynesianismo.

Dentro de este conjunto de medidas legislativas, se contempla la organización de los obreros, con la aprobación de la National Industrial Recovery Act (NIRA), en su Sección 7ª. En ella se otorga a los trabajadores el derecho de negociar sus convenios colectivos a través de representantes que ellos mismos elijan, sin tener que sufrir intromisiones de los empresarios.

En la cláusula 7ª de la NIRA se especifica claramente el derecho de los obreros a formar parte de los sindicatos que mejor convengan a sus intereses, es decir, en organizaciones que no fueran la Company’s Union, o sea los sindicatos patrocinados por los patronos, cuyos resultados y peculiar funcionamiento no satisfacen las demandas de los obreros.

No obstante, a pesar de la difícil situación que se vive en el agro americano, en la legislación laboral del New Deal se excluye sistemáticamente a los trabajadores del campo. La única ley que introduce algunas medidas laborales para el campesino norteamericano es la Jones-Costigan Sugar Control Act, aprobada el 9 de mayo de 1934. Esta medida declara al azúcar producto básico y establece un impuesto en el primer proceso de transformación de la remolacha azucarera y de la caña de azúcar.

En esta medida legislativa se obliga a los productores a mantener unas condiciones mínimas con respecto a los jornales, y a eliminar el trabajo infantil. Se trata de un intento de mejorar el durísimo régimen de trabajo a que se ven sometidos los trabajadores de las plantaciones, siendo en su mayoría negros.

Gran parte de la responsabilidad de excluir a los trabajadores agrícolas de la legislación laboral del New Deal se debe a las presiones realizadas por las organizaciones agrarias que representan a los grandes propietarios, sobre todo a la American Farm Bureau Federation (AFBF). Algunos autores sostienen que los artífices del New Deal tenían miedo de enfrentarse a los poderosos intereses políticos de los grandes terratenientes de los estados del Sur y de California, ya que necesitan su apoyo en el Congreso para poner en práctica la política agraria del New Deal y, cuando finalmente se contempla el tema de los campesinos y su pésima situación, se trata como un problema social y no como un problema laboral, que es lo que en realidad es.

En el mes de mayo de 1933 se aprueba la Agricultural Adjustment Act13, la ley en la que se basa la reforma agraria del New Deal, y con la que se pretende mejorar las condiciones de vida de los agricultores. Algunos autores sostienen que con la aplicación de los programas agrarios contenidos en la ley, se promueve el desarrollo de un tipo organizado de capitalismo que protege al sistema.

En 1935, se produce un acercamiento de Roosevelt hacia los obreros y campesinos, cuando en el mes de mayo de ese año, el Tribunal Supremo, con el respaldo de los empresarios, anula algunas leyes del New Deal, entre ellas la NIRA.

Los patronos dejan de apoyar al Presidente y a su política, debido, principalmente, a que consideran que la oleada de huelgas que se registró en 1934 fue tolerada por el gobierno. Roosevelt, al verse privado de ese vital apoyo, pasa a considerar al movimiento obrero y campesino como las piezas claves para seguir adelante con su programa reformador. Este cambio va a determinar una nueva alineación de las fuerzas dentro del New Deal, en la que salen fortalecidos todos los trabajadores.

Muchas de las políticas adoptadas en los primeros cien días del primer New Deal (1933-1934) no tuvieron un impacto inmediato en la economía, bien porque los programas de obras públicas promovidos por las distintas agencias del gobierno federal eran de carácter temporal, representaban una remuneración baja o dependían en buena medida del apoyo de los gobiernos estatales para su financiamiento. Pero la proliferación de organizaciones y planes federales creados y concebidos ad hoc para combatir la recesión redefinió el rol social del Estado e hizo del Gobierno Federal, gracias a la convicción y denuedo de los jóvenes del ala izquierda del Partido Demócrata (los New Dealers), un agente de transformación sociocultural fundamental.

Desde 1933, los bancos comerciales norteamericanos tienen prohibidas las actividades bancarias de inversión dentro de Estados Unidos -además de la mayoría de las otras transacciones domésticas relacionadas con acciones y bonos de empresas, aunque desde hace más de una década la Reserva Federal comenzó a suavizar algunas de estas prohibiciones-. Sin embargo, a estos bancos se les permite participar en actividades bancarias de inversión en el extranjero y bancos como el Citicorp, Morgan Guaranty o Bankers Trust compiten fuertemente con los bancos de inversión más especializados.

Del 1 al 22 de julio de 1944 se celebró la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas, la cual tuvo como sede el hotel Mount de Washington, en el poblado de Bretton Woods, New Hampshire, en el noroeste de Estados Unidos, donde nacieron las dos principales instituciones económicas de la posguerra, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.

En Bretton Woods, Estados Unidos se comprometió -en una declaración dirigida al FMI-, a comprar o vender oro en todo momento, al precio de 35 dólares la onza; en base a este compromiso, el dólar era convertible en oro, así como otras monedas a través del dólar. Numerosos países constituyeron sus reservas monetarias, tanto en oro como en dólares.

El 15 de agosto de 1971 el presidente Nixon decidió suspender la convertibilidad del dólar e impuso un impuesto de 10 por ciento sobre todas las importaciones, que se mantendrían en pie hasta que sus socios comerciales se pusieran de acuerdo en revaluar sus monedas respecto al dólar.

El acuerdo internacional sobre el realineamiento de las tasas de cambio se consiguió en diciembre de 1971, en una serie de reuniones que se celebraron en el Smithsonian Institution, en Washington. El Grupo de los Diez acordó:

- Aumentar el precio oficial del oro de 35 a 38 dólares por onza.
- En promedio, el dólar fue devaluado alrededor de un 8 por 100 frente a las otras monedas.
- Se permitió la fluctuación de las tasas de cambio en 2,25 por 100 por encima o por debajo de los nuevos valores de paridad; debe recordarse que en Bretton Woods se estableció una banda de fluctuación de 1 por 100.
- Estados Unidos eliminó el impuesto de 10 por 100 a las importaciones que había establecido cuatro meses antes.
- Se mantuvo la inconvertibilidad del dólar en oro, colocando al mundo dentro de un patrón del dólar puro.

El presidente Nixon calificó el acuerdo como el más significativo en la historia mundial y prometió que la divisa norteamericana más nunca sería devaluada.

Pero, ante otro enorme déficit en su balanza de pagos en 1972, se consideró que el acuerdo ‘smithsoniano’ no estaba surtiendo efecto y que sería necesaria otra devaluación, lo que llevó a que se reanudara a primeros de febrero de 1973 la especulación masiva en contra del dólar, lo que provocó que el 12 de febrero se anunciara una nueva devaluación del dólar de un 10 por 100, pero no se logró una estabilidad en los mercados cambiarios, dado que el 1 de marzo, después de la compra de 3,6 miles de millones de dólares por parte de los bancos centrales europeos para evitar la apreciación de sus monedas, el mercado de divisas fue cerrado nuevamente. Cuando se reabrió el 19 de marzo, las monedas de Japón y de la mayoría de los países europeos flotaban respecto al dólar.

La flotación de las tasas de cambio de los países industrializados respecto del dólar se veía en ese momento, como una respuesta transitoria a los movimientos especulativos de capital incontrolables. Pero los acuerdos provisionales que se adoptaron en marzo de 1973 resultaron ser permanentes, y marcaron el final de las tasas de cambio fijos. Los Acuerdos de Jamaica -convenios a que se llegó en enero de 1976 y ratificados en abril de 1978- reconocieron oficialmente la flotación controlada y llevaron a la abolición del precio oficial del oro, además de permitir que cada país escoja el régimen de tasas de cambio que estime pertinente.

Una interpretación del derrumbe del sistema aprobado en Bretton Woods es que los otros países se vieron forzados a importar la inflación de Estados Unidos. Para estabilizar su nivel de precios y recobrar el equilibrio interno, tuvieron que abandonar las tasas de cambio fijos y permitir la flotación de sus monedas.

El keynesianismo sólo alcanzó plena vigencia después de la Segunda Guerra Mundial, extendiéndose su influencia hasta inicios de la década de los setenta. A partir de finales de los años 70, el Estado y el mercado constituyen dos subsistemas abiertos e interrelacionados en un sistema global en el que el mercado impuso de manera creciente su lógica al Estado. Es decir que de una relación sistémica en la que dominaba la racionalidad formal del Estado, se pasó a otra relación en la que el mercado impuso su lógica sustantiva sobre el Estado.

El modelo sistémico en el que prevalecía la racionalidad formal era útil para presentar la relación entre el Estado y el mercado durante los cien años transcurridos de 1870 a 1970. En ese modelo, el Estado se correspondía en Occidente con el Estado-nación de las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX, cuyo deber era el de mantener las condiciones apropiadas para el crecimiento económico y la prosperidad social. Y también se correspondía con el Estado-nación que a partir de la crisis del 29, y para salir de ella, se adjudica, siguiendo los dictados de Keynes, el deber de controlar la economía, para finalizar en los años 60 transformado en megaestado hacedor apropiado para todos los programas y todas las tareas sociales, es decir, como Estado benefactor.

Los gobernantes Ronald Reagan y Margareth Thatcher resucitaron el liberalismo, denominado ahora neoliberalismo, que ha recibido enérgicas críticas hasta de prestigiosos economistas del ‘establishment’ como el premio Nobel Joseph Stiglitz y Jeffrey Sachs, que originalmente lo apoyaron.

Como expresa Stiglitz: “El mundo no ha sido piadoso con el neoliberalismo, ese revoltijo de ideas basadas en la concepción fundamentalista de que los mercados se corrigen a sí mismos, asignan los recursos eficientemente y sirven bien al interés público. Ese fundamentalismo del mercado era subyacente al thatcherismo, a la reaganomía y al llamado ‘consenso de Washington’ en pro de la privatización y la liberalización, y de que los bancos centrales independientes se centraran exclusivamente en la inflación”.

Sergio Ramírez, ex vicepresidente de Nicaragua, nos dice: “El ‘triunfo de occidente’, tal como se proclamó, fue demasiado ruidoso, si ustedes se acuerdan: se llegó aún a proclamar el fin de la historia, bajo el dixit aventurado de que al triunfar occidente, el que había triunfado verdaderamente era el mercado, con lo que el tiempo se detenía para siempre y entrábamos en el paraíso instantáneo, una afirmación un tanto más entusiasta que aquella otra de la sociedad comunista feliz, que demandaba tiempo, o correspondía más bien a un tiempo teórico”.

Se puso de moda la palabra ‘globalización’, un concepto que lejos de renovar el internacionalismo vinculado a la ideología socialista, encierra y consolida el capitalismo de mercado único, es decir el mercado producto del neoliberalismo.

En el plano de los valores -al igual que la libertad, la igualdad, la fraternidad sobre los que se asientan los dogmas fundamentales de un Estado democrático, del principio de la generalidad de la ley, del reconocimiento de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y del establecimiento de la autonomía de la voluntad individual se produjo el ‘efecto imán’ que sirvió para superar las estructuras feudales y dieron luz verde al Estado democrático liberal clásico-, hoy en el mundo se van progresivamente vaciando de contenido y cediendo campo a la libertad controlada, al individualismo narcisista, es decir, el individuo deja de ser ciudadano.

Los años ochenta produjeron algunos cambios sorprendentes en el patrón del movimiento internacional de capitales. Los préstamos hacia los países subdesarrollados fueron restringidos drásticamente, mientras que Estados Unidos, tradicionalmente exportador de capital, de repente emergió como el mayor importador de capital del mundo. Las razones de este declive en los préstamos hacia los países subdesarrollados se debieron a la pérdida de la confianza en la capacidad de estos países para devolver sus deudas, la denominada ‘crisis de la deuda’ estranguló virtualmente todos los flujos financieros privados hacia muchos países después de 1982. Las causas del repentino cambio de Estados Unidos a importar capitales son una fuente de discusión. Los optimistas atribuyen la oleada de importaciones de capital a la emergencia de nuevas oportunidades de inversión, mientras que los pesimistas consideran que Estados Unidos modificó su consumo hacia el presente a expensas del futuro.

Ralph Bryant, de Brookings Institution, ha estimado que entre 1964 y 1985 el comercio internacional -medido como el conjunto de las exportaciones de bienes y servicios de todos los países, exceptuando el campo socialista- creció a una tasa compuesta anual del 12,4%. Sin embargo, las transacciones bancarias internacionales medidas por Bryant crecieron a una tasa compuesta anual de alrededor del 26%; más o menos el doble de lo que lo había hecho el comercio mundial.

Dos factores importantes explican la rápida expansión de las operaciones bancarias internacionales, más allá de lo que requería el crecimiento del comercio mundial. El primero de estos factores es el deseo de los bancos de escapar de las regulaciones nacionales sobre la actividad financiera -y algunas veces impositiva-, trasladando algunas de sus operaciones al extranjero. El segundo factor es político; expresa el deseo por parte de algunos depositantes de mantener dinero fuera de la jurisdicción de los países que los han emitido.

La actual ubicación del mercado de capitales y la generalización de los intercambios internacionales vacían de contenido las reglas estatales (fiscales, laborales, etc.). La desregulación de los mercados -siguiendo las directrices de la Escuela de Chicago- activa esta evolución. Impotentes para frenar este fenómeno, los gobiernos no piensan más que en sacar partido para atraer hacia ellos los capitales flotantes.

En 1999 los senadores Robert Rubin (asesor de Obama) y Phil Gramm (ex asesor de McCain) impulsaron la derogación de la Ley Glass-Steagall, aprobada casi setenta años antes -tras el ‘crac del 29’-, para ponerle freno a la especulación.

La nacionalización de las dos principales empresas hipotecarias de Estados Unidos -Freddie Mac y Fanny Mae-, y que los seis principales bancos centrales del mundo hayan anunciado medidas de control e inyección de capital, pudieran ser los primeros pasos en el fin del neoliberalismo. Es necesario ponerle controles al libre mercado; ¿será posible hacerlo en este mundo unipolar?

En oposición al presidente Bush y los líderes partidarios, la Cámara de Representantes rechazó el lunes 29 de septiembre el rescate del sector financiero por 700 mil millones de dólares. En una votación de 228 contra 205, demócratas y republicanos se unieron para impedirlo. El resultado final reflejó el gran nerviosismo de los representantes que no querían apoyar un plan que es impopular entre sus electores. Según fuentes en el Congreso, muchos legisladores han recibido llamadas y correos electrónicos desde sus estados pidiendo que no apoyaran el plan.

La mayoría de los que se opusieron fueron del gobernante Partido Republicano. De hecho, cerca de dos tercios del partido del presidente George W. Bush -quien el mismo lunes reiteró el pedido para que la cámara baja del Congreso diera el visto bueno al paquete- se expresaron en contra de la medida.

Uno de ellos, Mike Conaway, explicó su posición señalando que “una intervención masiva del gobierno no es la respuesta para solucionar los problemas de Wall Street”. “No podemos habituarnos al rescate de compañías que toman malas decisiones, en vez de dejar que aprendan de sus errores como todo el mundo”, añadió.

El Center for Responsive Politics informó que los miembros de la Cámara de Representantes que apoyaron el rescate recibieron 51% más en contribuciones a su campaña del sector financiero, de seguros e inmobiliario, que quienes se opusieron a la legislación de emergencia.

La mayor parte de los demócratas apoyaron el plan, pese a las dudas que tenían sobre un esquema que parece estar diseñado para rescatar a los bancos irresponsables más que a los ciudadanos, a los que se expulsa de sus casas por no poder pagar la hipoteca. Pero los problemas reales aparecieron en el bando republicano, en el que una gran mayoría consideró el plan como una medida antiamericana, que evade las reglas básicas del capitalismo.

Manuel Romera, director del Sector Financiero del Instituto de Empresa, en Madrid, opinó que “es absurdo estar en contra del plan. Si hay un crac financiero, los ciudadanos van a perder su empleo, porque el paro depende de cómo vaya el sistema financiero y del nivel de confianza que haya en los mercados financieros”. Según Romera, “estamos llegando a un punto de no retorno. Tenemos un cáncer y hemos de darle oxigeno al cuerpo para que siga respirando, porque si deja de respirar y nos cargamos el sistema, no tiene sentido el intentar curar el cáncer”.

El cáncer al que se refiere es “la falta de normativa, de transparencia y lógica en los mercados pero la respiración es tener liquidez para poder seguir pagando a tiempo, tanto las empresas, como los ciudadanos y los bancos”. Pero es precisamente la introducción de normativas lo que molesta a varios de los que se oponen a la medida.

A causa de la crisis financiera que sacude a los mercados de Estados Unidos y Europa desde el año pasado, ya se reconoce la necesidad de la intervención del Estado para mantener una economía sana. Es decir, se cuestiona la teoría de Milton Friedman y los Chicago Boys que asegura que el mercado es capaz de corregirse a si mismo. En 1981 el presidente Reagan expresó: “El Estado no es la solución, es el problema”. El presidente Bush ha tenido que renegar de ese principio; dijo: “Con esta legislación fuerte y decisiva, ayudaremos a reiniciar el flujo de crédito, para que las familias estadounidenses puedan cumplir con sus necesidades diarias y las empresas estadounidenses puedan realizar compras, enviar bienes y cumplir con la planilla de pagos. Dejaremos en claro que Estados Unidos es serio con respecto a reestablecer la confianza y la estabilidad en nuestro sistema financiero”. Hace unos meses, Bush se negó a firmar una ley que por cinco mil millones de dólares les garantizaría seguro médico a nueve millones de niños pobres. Sin comentario.

El Washington Post describió la votación en la Cámara como la peor derrota legislativa del presidente Bush. En la campaña electoral, tanto Barack Obama como John McCain exhortaron a los legisladores a que apoyaran un nuevo paquete de rescate. El impacto de la votación de la Cámara de Representantes se sintió en todo el mundo, ya que el valor de las acciones cayó en Asia, Australia y Europa.

El Primer Ministro australiano, Kevin Rudd, exhortó a los legisladores estadounidenses a que aprobaran el rescate. El Primer Ministro dijo: “La decisión del Congreso de Estados Unidos de no aprobar la medida del gobierno estadounidense para la estabilización de los mercados financieros estadounidenses es decepcionante, es un hecho negativo. He hablado esta mañana con el embajador australiano en Estados Unidos y creemos que esta medida o una medida similar será presentada al Congreso de Estados Unidos a fines de esta semana. He hablado con el Primer Ministro británico esta mañana, Gordon Brown. La actitud que adoptaremos y creo que adoptarán otros amigos y aliados de Estados Unidos es exhortar al Congreso estadounidense a que apruebe esta u otra medida similar cuando sea presentada ante el Congreso esta semana. Esto es necesario para la estabilización de los mercados estadounidenses. Es necesario para la estabilización de los mercados financieros mundiales”.

Segundos después de que fuera anunciado el resultado de la votación, las acciones en Wall Street experimentaron una fuerte caída. El promedio industrial Dow Jones cayó casi 778 puntos, la cual es su peor caída en un solo día. Las acciones perdieron 1,2 billones de valor el lunes, en lo que se está describiendo como el día más negro de Wall Street desde la caída de 1987.

Mientras unos sostienen que no socorrer a estas entidades implica arriesgarse a un colapso generalizado del sistema financiero, otros consideran que socorrer a quienes prestaron dinero irresponsablemente, es enviar el mensaje equivocado. El lunes, los sindicatos de trabajadores realizaron otra manifestación en Wall Street. Entre los oradores estaba Ed Ott, del Consejo Central del Trabajo de la Ciudad de Nueva York., que dijo: “Lo que hicieron ahí fue irresponsable. Y si hacemos que vuelva a funcionar queremos garantías de que alguien vigilará la tienda. Durante 25 años ambos partidos han sido cómplices de socavar nuestras protecciones, bajo el disfraz de la desregulación. Ahora nos han costado decenas de miles de puestos de trabajo, esto es inaceptable”.

Los miembros del Congreso, a los que la necesidad de reelección les persigue durante toda su vida laboral, saben que se enfrentarán al veredicto de los votantes en noviembre. Hasta ahora los votantes estadounidenses no han sentido que la crisis les afectará directamente. Pero cuando la situación empeore y la población empiece a ver cómo aumenta el desempleo, entonces ese sentimiento puede cambiar. Se requieren políticas del tipo New Deal del presidente Roosevelt, pero adaptadas a las nuevas condiciones.

El rescate financiero de Washington es una tremenda derrota de la doctrina basada en que el mercado resolvía todo, y que pugnaba por reducir el Estado a la mínima expresión.

John Irons, director de investigación del Instituto de Política Económica, en Washington, EE.UU., declaró: “Es importante tener en claro que este plan no necesariamente va a hacer que las cosas mejoren a corto plazo. Lo que va a hacer es frenar el desplome”. Añadió: “Es un plan que evitará que las cosas vayan a peor. No va a hacer que las cosas vayan significantemente mejor para la macroeconomía en general, pero va a frenar las enormes pérdidas que se están viviendo en los mercados. Si funciona, veremos que baja el número de bancos que entran en fallida y Wall Street volverá a registrar una actividad normal. La especulación que estamos viendo en estos momentos se detendrá, y se volverá a las operaciones normales”.

Irons reconoce: “Ciertamente había alternativas a este plan y elementos que no se han incluido, como la asistencia a los propietarios de viviendas y otros para hacer que la economía en general funcione otra vez. Pero decidieron dejar fuera estos aspectos porque lo que querían era solucionar la actual crisis financiera lo antes posible. Había otras alternativas que hubieran incluido la toma de una mayor participación en el capital de las compañías. Este plan está centrado principalmente en la compra de activos riesgosos de los bancos. Una alternativa hubiese sigo solucionar la actual crisis tomando el gobierno una mayor participación en el capital de esos bancos”.

Irons considera que “en el futuro se tendrán que tomar medidas más amplias para evitar futuras crisis. Hemos visto que la desregulación ha llevado a la crisis actual y ha desestabilizado los mercados”.

La Cámara de Representantes aprobó el 3 de octubre por 263 votos a favor y 171 en contra la propuesta de rescate cambiada, valorada en 700 mil millones de dólares. La situación obligó a introducir modificaciones que incluyeron recortes impositivos y la garantía de un aumento en el seguro de los depósitos bancarios. El debate en la Cámara de Representantes tuvo lugar poco después de que se publicaran más estadísticas negativas sobre la situación de la mayor economía del mundo; según las últimas cifras, el número de personas empleadas disminuyó en casi 160 mil en septiembre, la mayor caída en más de cinco años.

De esta forma, y después de que el miércoles el Senado hubiera dado también su visto bueno a la ley, finaliza el polémico proceso legislativo del plan que prevé comprar a las entidades bancarias los activos ilíquidos que bloquean el mercado crediticio.

Sin embargo, la reacción inmediata de las bolsas tras conocerse la noticia procedente de Washington fue de escepticismo. La Bolsa de Nueva York cerró el viernes con un descenso del 1,5% en el índice Dow Jones, a pesar de que la Cámara de Representantes de EE.UU. aprobó el paquete de ayuda financiera, tal y como esperaba Wall Street para registrar un alza. A lo largo de la mañana, el Dow Jones llegó a estar subiendo hasta casi 300 puntos, pero al cierre perdió 157 (un 1,5%). El Nasdaq descendió un 1,48% y el selectivo S&P 500, un 1,33%.

A la incertidumbre de si el plan se iba a aprobar la sustituyó otra: cómo va a aplicarse ahora que se ha convertido en ley y que da a Henry Paulson, secretario del Tesoro, unos poderes inéditos sobre el mercado financiero.

Un recordatorio de que más allá de la crisis financiera la economía estadounidense continúa enfrentándose a “graves desafíos”, como dijo el presidente Bush en un discurso inmediatamente después de que el plan fuera aprobado en la Cámara de Representantes. Bush reiteró que el plan era necesario para evitar que la crisis financiera se trasladara a la economía real.

Ese es el argumento -junto a medidas que favorecen a propietarios de casas y a pequeñas empresas introducidas en el texto por el Senado- que ha convencido a algunos de los representantes que votaron en contra de la ley el lunes. La Administración ya tiene los medios sin precedentes que pedía. Ahora hay que ver cómo los usa.

El presidente Bush dijo hoy sábado que la economía del país tardará un tiempo en notar los beneficios del recién aprobado plan de rescate financiero. Un día después de promulgar el paquete de rescate de 700 mil millones de dólares como ley, Bush les aseguró a los norteamericanos que el Gobierno sería cuidadoso en la aplicación del paquete, destinado a aliviar una crisis crediticia que ha creado turbulencias en los mercados financieros mundiales.

“Además de afrontar las necesidades inmediatas de nuestro sistema financiero, este paquete también ayudará a alentar el crecimiento económico de Estados Unidos a largo plazo”, dijo Bush en su discurso semanal radiofónico. “Aunque estos esfuerzos serán efectivos, también se tardará un tiempo en implementarlos”, aseguró Bush. “Mi administración actuará lo más rápido posible, pero los beneficios de este paquete no se sentirán todos de forma inmediata”.

Con la recesión golpeando a sus puertas, Europa celebró hoy sábado 4 de octubre su primera cumbre de alto nivel en París para enfrentar la crisis financiera, sin un plan de acción a la vista y con notorias divisiones internas.

“Tenemos que estar todos de acuerdo para intervenir cuando y donde haga falta, para evitar cualquier riesgo sistémico”, declaró Jean-Pierre Jouyet, secretario de Estado francés de Asuntos Europeos.

El director ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, declaró por la mañana que esperaba que de la reunión de esta tarde en París saliera “un mensaje de concertación en dirección de los europeos, de acción colectiva, que es más necesaria porque Europa es una construcción más compleja que Estados Unidos”. “La situación en Europa es diferente”, expresó el director ejecutivo del Fondo.

El mandatario del FMI añadió que “en Europa hace falta una coordinación (...) Lo que cuenta es que no actúe cada uno por su cuenta, como han hecho ya un poco algunos Estados. Toda acción se debe tomar de forma coordinada. Se debe indicar al mercado y a la opinión europea que los Gobiernos y la UE toman las riendas”.

La experiencia del Fondo es que en este tipo de situaciones “la respuesta tiene que ser global”, argumenta y por eso la del presidente francés Sarkozy “que quiere una coordinación de los europeos, que quiere una respuesta colectiva, que quiere evitar que haya una ausencia de solidaridad entre los europeos, es una respuesta adecuada”.

El director ejecutivo del FMI afirmó que frente a la crisis financiera mundial “hay que actuar rápido y de forma concertada”. “Europa debe asumir sus responsabilidades, como Estados Unidos lo ha hecho, aunque tal vez un poco tarde”, declaró al terminar un encuentro con el presidente francés. Preguntado de si Europa necesitaba un plan como el aprobado ayer en Estados Unidos, el director ejecutivo del FMI aseguró que “la situación en Europa es diferente”.

El director ejecutivo considera que “la situación económica mundial es muy preocupante” y dijo que el FMI va a publicar previsiones “muy sensiblemente a la baja" con respecto a lo que había anunciado, y que además en el sector financiero “las pérdidas se revelan más importantes” de lo anticipado en abril.


El economista Carlos Quenan, profesor de la Universidad Sorbonne-Nouvelle, explicó: “En lugar de tener 27 respuestas nacionales, se trata de que pueda haber algún tipo de armonización” frente a la crisis. Por un lado, los líderes discutirán “si hay margen de maniobra para desarrollar algún tipo de política anticíclica para enfrentar las tendencias recesivas”. Por otro, Sarkozy buscará “avanzar en conjunto en cuanto a la regulación bancaria, que la Comisión Europea participe de los trabajos" y "mejorar la regulación (bancaria) supranacional, aunque no sea de forma inmediata”. Quenan descartó, sin embargo, que la idea de un plan de rescate europeo pueda cristalizarse.

La cumbre de los cuatro países europeos en el G-8 (Francia, Alemania, Reino Unido e Italia) concluyó con varios acuerdos, entre ellos apoyar a las entidades bancarias y financieras para hacer frente a la crisis financiera mundial.

En la reunión, convocada por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, participaron la canciller alemana, Angela Merkel, y los primeros ministros británico, Gordon Brown, e italiano, Silvio Berlusconi, además del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, el presidente del Eurogrupo (Jean-Claude Juncker) y el del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, para consensuar una postura europea común ante la crisis.

En una conferencia de prensa conjunta al término de la reunión, Sarkozy expuso los acuerdos sobre varios puntos: el apoyo a las entidades bancarias y financieras y el compromiso de los jefes de Estado o Gobierno presentes de sancionar a los directivos responsables de las empresas en quiebra. “Cada Gobierno actuará con sus propios medios y métodos pero de manera coordinada con el resto de Estados europeos”, explicó el presidente francés. En caso de intervención pública de un banco en dificultades, los líderes de los países europeos del G-8 se comprometen a que “sus directivos sean sancionados y a que los accionistas soporten el peso de la intervención”.

Asimismo, los cuatro países europeos integrantes del G-8 pidieron a la Comisión Europea (CE) “flexibilidad” sobre las ayudas estatales a las empresas. “La aplicación del pacto de estabilidad y de crecimiento deberá reflejar las circunstancias excepcionales en las que nos encontramos”, ha señalado Sarkozy.

De la misma manera, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC), que obliga a mantener el déficit público por debajo del 3%, se aplicará teniendo en cuenta “las circunstancias excepcionales en las que nos encontramos”, resaltó el presidente francés.

Los países europeos del G-8 también acordaron que para que los bancos europeos estén en igualdad de condiciones con los del resto del mundo, las reglas contables sobre la clasificación de los activos en el balance bancario se modifiquen “para tener en cuenta la duración de la detención de estos activos por parte de los bancos”. Respaldaron la convocatoria “lo antes posible” de una cumbre internacional para la “refundación del sistema bancario internacional”.

El presidente francés encontró en el director ejecutivo del FMI un aliado para lograr “una coordinación de los europeos”, y sus palabras llamando a la respuesta conjunta de los países europeos está más en la línea de lo propuesto por Sarkozy que en la actitud de reserva mostrada por Merkel.

La intención era lograr un consenso europeo antes de la reunión de ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales del G-8, la semana próxima, en Washington. La idea de crear un fondo europeo de rescate bancario similar al aprobado por Estados Unidos, ventilada por Francia, fue descartada ante la férrea oposición de Alemania y la reticencia del Reino Unido.

Varios grandes bancos europeos al borde de la quiebra -debido a la crisis de créditos hipotecarios de alto riesgo (‘subprime’) en Estados Unidos-, tuvieron que ser nacionalizados parcial o totalmente en los últimos días. Entre los bancos asistidos figuran el belga-holandés Fortis, el franco-belga Dexia y el británico Bradford & Bingley.

Francia se convirtió en la primera gran economía europea oficialmente en recesión, un problema que amenaza también a las principales economías del Viejo Mundo.

Alemania se niega a utilizar el dinero de los contribuyentes para rescatar a los banqueros que cometieron errores. Michael Glos, ministro de Economía de Alemania dijo: “Ya no hay más confianza en los bancos. Ésa es la causa principal de la crisis financiera. Pedirle al gobierno que arriesgue el dinero de los contribuyentes (...) parece injustificable”.

Holanda propuso esta semana crear fondos nacionales de rescate bancario en Europa con hasta 3% del Producto Nacional Bruto (PNB) de cada país, por un total de 380 mil millones de euros (US$525.500 millones) entre los 27 países.

El director ejecutivo del FMI, que ha reiterado su apoyo a la iniciativa estadounidense de rescate financiero, “por ser un plan global”, afirmó antes de la reunión que “hay que reformar el funcionamiento, la arquitectura del sistema financiero mundial”. La iniciativa de ese cambio corresponde a las grandes potencias del G-8 junto con otros países para “poner en marcha los elementos de la supervisión que hace falta”, dijo al tiempo que ha garantizado que en ese proceso “el FMI cumplirá con su papel”.

Como expresó hace más de una década, Judy Shelton, de la Universidad de Stanford: “El sistema monetario existente actualmente no es en absoluto un sistema; es un cártel monetario operado malamente por un pequeño grupo de ministros de Finanzas que representan los intereses de los países industrializados más poderosos”.

Esta crisis no puede sorprender a nadie. Han pasado 13 meses desde los primeros síntomas de la crisis financiera hasta el día en que el gobierno de EE.UU. acudió al rescate de los dos gigantes hipotecarios que gestionan el 50% de los créditos de vivienda de las familias norteamericanas.
Éste es un resumen del proceso de turbulencias en los mercados de crédito que ya dura más de un año:


Año 2007:

14 de marzo.- La Asociación de Bancos Hipotecarios revela que el número de impagos en el sector hipotecario en EE.UU. alcanza su punto más alto en siete años (unos seis millones de contratos por 600 mil millones de dólares).

27 de marzo.- Los precios de la vivienda registran su primera caída interanual desde 1996.

2 de abril.- New Century suspende pagos.

18 de abril.- Citigroup reconoce pérdidas por más de 5 mil millones de dólares en el primer trimestre.

18 de julio.- Quiebran dos fondos de inversión del banco estadounidense Bear Stearns.

1 de agosto.- Bancos estadounidenses como Wells Fargo y Wachovia endurecen los requisitos para conceder préstamos tras comprobar que unas 70 firmas hipotecarias están en bancarrota.

3 de agosto.- American Home Mortgage, el décimo banco hipotecario de EE.UU., declara suspensión de pagos.

9 de agosto.- El BCE inyecta en el mercado 94.841 millones de euros y la Reserva Federal 24 mil millones de dólares.

10 de agosto.- La Comisión de Valores de EE.UU. investiga las cuentas de las firmas de Wall Street (Goldman Sachs, Merrill Lynch y Bear Stearns). Homebanc declara la bancarrota.

13 de agosto.- El BCE, la Reserva Federal de EE.UU. (Fed) y el Banco de Japón inyectan dinero para aumentar liquidez.

31 de agosto.- George W. Bush tranquiliza a inversionistas y entidades financieras. La crisis hipotecaria eleva el Euribor al 4,661%, el mayor nivel en siete años.

14 de septiembre.- El banco británico Northern Rock, el quinto del país por hipotecas concedidas, se desploma en la Bolsa de Londres.

17 de septiembre.- Merrill Lynch recorta la plantilla de su filial hipotecaria de alto riesgo.

18 de septiembre.- La Fed recorta medio punto las tasas de interés. Los procesos de ejecución de hipotecas abiertos en EEUU se duplican en un año.

16 de octubre.- Adam Applegarth, presidente ejecutivo del Northern Rock, banco hipotecario del Reino Unido, dimite por la crisis de la entidad. Su valor en Bolsa cae en dos meses de 3 mil a 500 millones de libras.

6 de diciembre.- Bush anuncia un plan para aliviar la crisis hipotecaria al que podrán acogerse 1,2 millones de personas.

12 de diciembre.- La Fed, el BCE y los bancos centrales de Inglaterra, Suiza y Canadá acuerdan un plan para afrontar la liquidez.


Año 2008

15 de enero.- Citigroup, primer banco estadounidense, cierra 2007 con la peor cuenta trimestral de su historia. En tres meses pierde 10 mil millones de dólares.

17 de enero.- Merrill Lynch anuncia pérdidas de 9.830 millones de dólares en el cuarto trimestre.

18 de enero.- Bush propone un plan para reactivar la economía dotado con 145 mil millones de dólares.

21 de enero.- Caen las bolsas mundiales ante el temor a una recesión de la economía estadounidense.

22 de enero.- La Reserva Federal recorta un 0,75% las tasas de interés, hasta el 3,5%, la mayor rebaja en 25 años.

17 de febrero.- El Gobierno británico nacionaliza el Northern Rock.

7 de marzo.- La Fed inyecta 100 mil millones de dólares en el mercado.

17 de marzo.- Bear Stearns pierde en unas horas de cotización casi el 90% de su valor, después de que JP Morgan acordara comprarlo a un precio de dos dólares por acción.

18 de marzo.- La Fed baja un 0,75% las tasas hasta el 2,25% y la tasa de descuento a los bancos al 2,5%, para atajar la crisis.

1 de abril.- El UBS, el mayor banco de Suiza, anuncia pérdidas de 7.740 millones de euros.

8 de abril.- El FMI calcula que las pérdidas derivadas de la crisis ascienden a 600 mil millones de euros. El BCE adjudica 15 mil millones de dólares y la Fed otros 50 mil millones en una operación conjunta.

15 de mayo.- Barclays, el tercer banco del Reino Unido, anuncia una caída de su beneficio tras sufrir una depreciación de sus activos de 1.006 millones de libras.

11 de julio.- IndyMac Bank, el segundo banco hipotecario estadounidense, pasa a ser controlado por las autoridades federales.

13 de julio.- La Fed y el Tesoro de EE.UU. anuncian medidas para salvar a Fannie Mae y Freddie Mac.

17 de julio.- Merrill Lynch anuncia pérdidas de 6.603 millones de dólares en el primer semestre.

22 de julio.- El banco Washington Mutual, uno de los mayores prestamistas de EE.UU., anuncia pérdidas de 4.466 millones de dólares en el primer trimestre.

26 de julio.- El Congreso de EE.UU. aprueba ayudas al sector hipotecario de 3.900 millones de dólares.

5 de agosto.- La Fed mantiene el tipo de interés al 2%. El grupo francés Société Générale anuncia una caída del 63% en el primer semestre y rebaja el valor de su cartera de activos.

6 de agosto.- Freddie Mac anuncia pérdidas de 972 millones de dólares en el primer semestre.

6 de septiembre.- Medios de comunicación estadounidenses anuncian la inminente nacionalización de Fannie Mae y Freddie Mac para proteger el mercado, lo que supondría la mayor intervención gubernamental de la historia de EE.UU.

14 de septiembre.-Bank of America anuncia la compra de Merrill Lynch por 44 mil millones de dólares.

15 de septiembre.-Lehman Brothers, el cuarto banco de inversión del mundo, se declara en quiebra.

16 de septiembre.-Wall Street sufre la mayor caída desde los atentados del 11-S, un 4,42% por la quiebra de Lehman Brothers y la venta de Merrill Lynch.

17 de septiembre.-La Reserva Federal salva a la aseguradora AIG con una inyección financiera de 85 mil millones de dólares.

18 de septiembre.-Los seis grandes bancos centrales (Banco de Japón, FED, BCE, Banco de Canadá, Banco de Inglaterra y Banco Nacional Suizo) se unen para acometer una inyección de liquidez en dólares conjunta para apaciguar la crisis financiera. El Lloyds TBS compra por 15.372 millones de euros el Halifax Bank of Scotland, mientras que el banco Morgan Stanley busca un socio para fusionarse y sortear la crisis financiera.

19 de septiembre. -La Reserva Federal, el Tesoro y el Congreso de EE.UU. anuncian un ambicioso plan económico para frenar la crisis. Bush aboga por la intervención gubernamental en los mercados. Las bolsas de todo el mundo reciben con importantes subidas en los valores la noticia. En la Bolsa de Madrid, el IBEX-35 cierra con la mayor subida de su historia.

23 de septiembre. -El secretario del Tesoro de EE.UU., Henry Paulson, y el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, instan al Congreso a aprobar rápidamente la serie de medidas de rescate financiero para evitar un agravamiento de la crisis o una recesión.

25 de septiembre. -Demócratas y republicanos llegan a un acuerdo de principios para aprobar el plan para frenar la crisis financiera. Sin embargo, apenas unas horas después, el acuerdo quedó bloqueado por la oposición de un grupo de políticos republicanos.

29 de septiembre. -El Congreso rechaza el plan de rescate durante la primera votación con 228 votos en contra y 205 a favor. La Bolsa de Nueva York baja un 6,71% al cierre y pierde más de 748,21 puntos, la mayor caída de la historia del mercado.

1 de octubre. -El Senado de Estados Unidos aprobó por 74 votos a favor y 25 en contra el paquete de rescate al sistema financiero, patrocinado por la Casa Blanca.

3 de octubre. -La Cámara de Representantes aprobó el 3 de octubre por 263 votos a favor y 171 en contra la propuesta de rescate cambiada, valorada en 700 mil millones de dólares (480 mil millones de euros).

3 de octubre.-El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, promulgó la ley del controvertido paquete de 700 mil millones de dólares, diseñado para aliviar la situación del sistema financiero. El mandatario estampó su firma, poco después de que la Cámara de Representantes aprobara una nueva versión del plan. Bush elogió la acción del Congreso, la cual -dijo- impidió que la crisis en Wall Street se extendiera a todo el país.

¿Cuánto durará la crisis? Según Martin Wolf, editorialista neoliberal del Financial Times: “Veinte años si tenemos suerte, o menos de diez si las autoridades actúan con mano firme”. Nadie sabe exactamente lo que ocurrirá, como reconoció el ex presidente Clinton. Probablemente, la crisis se profundizará, ya que nadie conoce cómo tratarla; el Secretario del Tesoro admitió que no sabe cuánto dinero se necesita. En los bancos norteamericanos, de los 6,84 billones en depósitos bancarios, sólo hay disponible 0,27 billones de dólares en efectivo.

En varios países latinoamericanos -México, Argentina y Brasil-, se ha sentido el nerviosismo por la volatilidad de los más importantes mercados financieros. Los efectos que se podrían experimentar en la región a largo plazo aún no son lo suficientemente claros.

Desde hace tiempo fue denunciada la especulación inmobiliaria, que es el origen de esta crisis. Con tal de obtener ganancias, los bancos prestaron sin tener en cuenta la capacidad de pago; cuando explotó la ‘burbuja’ inmobiliaria, el valor de las ‘subprime’ (hipotecas basura) se desplomó. ¿Cuándo estallará en Panamá?

Varios analistas consideran que lo peor de la crisis está por venir. El presidente de la Reserva Federal estadounidense dijo que éste es uno de los más difíciles contextos jamás vistos. Hay quienes consideran que esta crisis es peor que la del ‘crac del 29’, debido a la globalización.

Panamá se verá afectada por esta crisis, debido a que:
• Su principal mercado de exportación es Estados Unidos.
• Disminuirá la demanda de los países desarrollados.
• Casi la mitad del Producto Interno Bruto (PIB) está relacionado con sectores del mercado externo: transporte, almacenamiento y comunicaciones.
• Si continúan las pérdidas en las bolsas mundiales, así como la baja en los precios de las materias primas, disminuirá la liquidez y capacidad económica de los países exportadores de estas materias. Se está viendo con el petróleo, que está reflejando la desaceleración de la economía estadounidense y mundial con una caída por debajo de los 100 dólares por barril, y con los minerales y metales.
• Estados Unidos está en recesión; se puso fin al período más largo que ha tenido una economía en la parte expansionista del ciclo.
• Francia está en recesión; Europa ha dado señales claras de que se encamina hacia una recesión.
• Disminuirá la cantidad de mercancías que pasan por el Canal de Panamá. Si se agudiza la caída del consumo en Estados Unidos, disminuirá su comercio exterior.
• Como en Estados Unidos está en riesgo el empleo, disminuirá el turismo norteamericano y la adquisición de viviendas en Panamá.

En vez de tomar medidas tendientes a fomentar el ahorro en los sectores público y privado, el gobierno neoliberal de Martín Torrijos sigue despilfarrando recursos. A pesar del crecimiento económico sostenido de los últimos años, la pobreza sigue aumentando en Panamá. Los datos demuestran claramente que el modelo de crecimiento panameño favorece a los ricos en detrimento de los pobres: La pobreza en Panamá se ha incrementado en un 4% y la inflación superará el 11%. La política económica neoliberal de Martín Torrijos ha provocado que la desigualdad aumente.

El Gobierno tampoco toma las medidas necesarias para atenuar los efectos de esta crisis sobre los sectores pobres. Sin embargo, la semana pasada el presidente Torrijos habló en la Asamblea General de las Naciones Unidas; con la demagogia que lo caracteriza, hizo un llamado para que se emprenda una cruzada contra la pobreza. ¿Por qué Martín Torrijos no promueve una ley que establezca los convenios colectivos de trabajo, con vistas a garantizar unas ganancias razonables a los empresarios y un salario digno a los trabajadores? ¿Por qué no estimula la producción agropecuaria, para poder alcanzar la soberanía alimentaria?

Las hipotecas de alto riesgo, revendidas a bancos y cajas de ahorros de medio mundo, han actuado como vehículo contaminante en todo el sistema financiero y han obligado al gobierno de Estados Unidos, neoliberal y contrario al intervencionismo a acudir al rescate de las firmas hipotecarias, Freddie Mac y Fannie Mae, ante el riesgo de contaminación que existía sobre la banca comercial.

Mientras que en otros países existe preocupación por la crisis financiera, en Panamá los ‘periodistas gastos pagos’ siguen diciendo que todo marcha bien. Las quiebras bancarias que se han producido debiera ser motivo de reflexión para nuestros políticos, que permanecen callados. ¿Será que como ellos son grandes accionistas de los bancos, van a salir beneficiados con la crisis? Siempre los pobres son los más afectados.

Además:
• Los depositantes en los bancos norteamericanos han comenzado a retirar sus ahorros: Según el Washington Post, sólo el miércoles 24 de septiembre, los fondos cayeron “en por lo menos 79 mil millones de dólares, o sea cerca de un 2,6%”.
• Los recursos monetarios del Fondo Fiduciario, la Autoridad del Canal de Panamá, la Caja del Seguro Social y de los bancos panameños están depositados en bancos estadounidenses.
• En los bancos norteamericanos “hay aproximadamente 6,84 billones de dólares en depósitos bancarios. 2,6 billones de esa suma no están asegurados… De los 6,84 billones en depósitos bancarios, el total de efectivo disponible en los bancos es de sólo 0,27 billones de dólares”.
• En Panamá ciertos bancos están incentivando la adquisición de tarjetas de crédito.
• El ciudadano de clase media tiene demasiadas tarjetas de crédito.
• El crédito al consumo en Panamá ascendió a 4,4 billones de balboas, lo cual es 661 millones más que el año pasado: creció un 17,8%,
• Las hipotecas llegaron a 4,4 billones de balboas, 527 millones más que el año pasado: creció un 13,6%.
• Los depósitos de los individuos locales terminó en 17,3 billones de balboas, lo cual es 2,6 billones más que el año pasado: creció un 17,8%.
• En Panamá no se protege al depositante de las quiebras bancarias. Recuerde las quiebras de Banco Disa, Estrella Mar, etc.

La democracia ha sido un valor generalmente ausente de la historia contemporánea de Panamá, y puede ser vista como la más persistente y frustrada de sus aspiraciones históricas. Como nuestros gobernantes no van a tomar las medidas imprescindibles para protegernos de la crisis, usted debe preguntarse si está preparado para cuando la situación afecte directamente a Panamá. Es recomendable que:
- Actúe con prudencia, adquiera lo imprescindible, no sea un comprador compulsivo.
- Aprenda a controlar sus compras, no tenga tarjetas de crédito.
- Proteja su dinero, no tenga depósitos en bancos privados.
- Si puede, compre terrenos, oro o bonos del Tesoro de Estados Unidos, que son considerados la inversión financiera más segura.
https://www.alainet.org/es/articulo/130160

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