La oligarca rebelde: Conversaciones con María Mercedes Araújo

30/10/2008
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Pretender abordar la vida de María Mercedes Araujo en un libro, es un intento por abarcar la reciente historia de Colombia, pues a lo largo de sus 71 años de edad se entrecruzan situaciones duras de su vida personal, momentos álgidos y extrañas aventuras con capítulos terribles y dolorosos de la historia de Colombia.

Su mayor dolor siempre fue Colombia; esa patria que desde su vocación social y sus múltiplos intentos por lograr una paz concertada, defendió y a la cual le entregó buena parte de sus energías y todo su corazón. María Mercedes Araújo, hija de un connotado político liberal, es sin duda un personaje fascinante, inusual y de enorme significado para varios sectores del país. Despreciada por esa oligarquía mezquina de la que hacia parte, y que no titubeo en tildarla de “traidora de clase”, María Mercedes desde muy joven encontró el sentido de su vida en el servicio a los demás. Se convirtió en una racional y estudiosa activista de izquierda, apoyó al M-19 en sus intentos de paz, los escondió en su casa, fue jefe de campaña del Maestro Gerardo Molina cuando éste se lanzó a la Presidencia en 1982. Viajó por toda Colombia, se entrevistó con infinidad de comunidades, pueblos indígenas, organizaciones sociales, atendió jóvenes y desempleados y desde un comienzo concluyó: “Mientras exista la miseria en Colombia, no habrá Paz posible”. Y por está convicción rotunda no dudo un instante en increparle a su clase, a la Iglesia Católica y al entonces candidato presidencial Álvaro Uribe por su indolencia e indiferencia ante el sufrimiento y el abandono del pueblo colombiano.

María Mercedes partió el 19 de julio de 2008 sin poder ser testigo de la publicación de sus memorias, se fue sin escuchar el grito que esperaba algún día la sociedad colombiana lanzará contra tanta inequidad, tanta corrupción y perversidad. Ahora, a los portadores de su memoria nos queda la tarea de pegar ese grito, uno tan fuerte que sea capaz de mover las estructuras socio políticas y económicas de nuestra debacle actual y de propiciar la construcción de un país distinto, uno dónde nunca volvamos a sentir las ganas de pegar el grito!

Estos son apartes del primer capitulo:

En memoria de María Mercedes Araujo de Cuéllar.

Hay vidas ejemplares porque en ellas se da
la inusual coincidencia
del amor libre, la entrega y la valentía.
La vida de María Mercedes fue todo eso, y mucho más;
marcó un tiempo y dejó imperecedera huella
en muchos corazones,
entre ellos, el mío.

“Nos refugiamos en la nostalgia cuando sentimos que nos abandona la esperanza, porque la esperanza exige audacia y la nostalgia no exige nada”.

Eduardo Galeano

Este libro es el resultado de casi tres años de conversaciones y de un intento por reconstruir a través de su historia de vida, la reciente historia de Colombia para decir que aún tenemos memoria y que hay nombres que se resisten al olvido. Este libro intenta que quienes no tuvieron la fortuna de conocer a María Mercedes Araujo puedan acercarse a ella a través de estas páginas y que quienes la conocieron nunca olviden su legado.

A principios de los años ochentas, en la sede de campaña de Firmes, el maestro Gerardo Molina me presentó a Álvaro Uribe Vélez

-María Mercedes, te presento a Álvaro Uribe, el futuro de la izquierda democrática en Colombia- dijo notablemente emocionado

Lejos estaba yo de imaginar lo que sería el futuro de esta joven promesa y de cuán equivocado estaba el maestro Molina, a quien yo admiraba y adoraba como a un padre. En ese momento me desempeñaba como jefe de campaña para las elecciones presidenciales de 1982; siempre se dijo que el mejor candidato era el maestro Molina por sus dotes intelectuales, transparencia e ideas progresistas, sin embargo, no teníamos mayor opción de triunfo y desde el comienzo lo supimos; aunque Firmes se había constituido en la primera y más importante coalición de la izquierda en Colombia, el maestro estaba próximo a cumplir los 80 años y era visto como un anciano que no podría resistir semejante presión, además muchos aseguraban que un hombre tan lúcido, ético y decente difícilmente podría desenvolverse en un cargo semejante. Finalmente, el triunfo lo obtuvo el candidato conservador Belisario Betancur, a quién de inmediato el maestro le dio su apoyo. Como muchos otros colombianos, creyó en su buena fe y en su propuesta de paz, y dos años después Molina hizo parte de la Comisión de Paz, Diálogo y Verificación de ese gobierno.

No sé si era por ingenuidad o exceso de confianza, pero el maestro Molina tenía sus esperanzas puestas en el gobierno de Betancur y realmente creía que Uribe podría llegar a ser su sucesor. Sin duda era un joven notable, estudioso y agudo, pero no me causó mayor impresión, lo vi como un niño bien puestecito, con cara de cura y con dotes para la política, pero no me despertó confianza ni simpatía. Sin embargo, no podía desestimarse la percepción que el Maestro tenía de él; Molina estaba convencido de que este muchachito, que hacía parte del ala izquierda del partido liberal, sería el futuro para Colombia; de hecho lo fue, pero jamás como el Maestro se lo imaginó.

Maureén Maya
Escritora e investigadora social

Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas

Corporación Viva la Ciudadanía.

semanariovirtual@viva.org.co 

www.vivalaciudadania.org


https://www.alainet.org/es/articulo/130674?language=en
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