Que iglesia persigue el Foro de Curas de Madrid
- Opinión
La nueva y olvidada eclesiología deel Vaticano II
En muchos ambientes parece como que no importara la novedad que supuso el Vaticano II, sería como un accidente que hay que olvidar. Habría que volver a recuperar el modelo de Iglesia que por siglos nos guió. Nada mejor para readquirir claridad, estabilidad y orden.
Existe sin duda esa tendencia y se deja sentir en las decisiones que, provenientes de los dicasterios romanos, se aplican sobre todo contra quienes fundamentan y promueven la nueva eclesiología del Vaticano II. Gustará o no, pero nosotros -el Foro de Curas de Madrid- intentamos proseguir el desarrollo eclesiológico del Vaticano II.
Consideramos elemental, cuando hablamos de
Nuestra opción por el modelo del concilio supone que no entendemos a
Conversión de
Es un hecho singular la incorporación en el 313 de
En el año 380, Teodosio declara la religión cristiana como religión oficial del Estado, prohíbe todos los cultos paganos, destruye sus templos, confirma el domingo como día legal para el descanso y, por suponerla mayoritaria en el Imperio, declara a la religión cristiana obligatoria para todos. “El cristianismo, escribe Juan L. Segundo, se oficializa y el poder político impone a la fuerza la verdad ”.
De esta manera el concepto del Dios imperial “Vencedor de los enemigos” y de que “la fe se impone por obra del poder” penetra en la conciencia eclesial. Desde el siglo IV, comienza a funcionar eso que llamamos “régimen de cristiandad”, donde la unidad cristiana es a la vez imperativo político e imperativo eclesial. En estas circunstancias, la jerarquía se transmuta en grandes señores del Imperio y grandes señores de
En esta dirección, y entrado ya el siglo V, se da la centralización del ministerio episcopal a través de obispo de Roma. Comienza la historia del primado de Roma que, en la reforma gregoriana y en los siglos posteriores, llega a límites insospechados.
La consecuencia es que “esta conversión de
3. La reforma del Papa Gregorio VII. El modelo eclesiológico tridentino
Y llega, hacia comienzos del siglo XI, el papa Gregorio VII. Se realiza con él el mayor giro respecto a la comprensión y organización de
A modo de síntesis, estos serían los rasgos de
1.
2. El estatuto constituyente de
3. En ella lo básico es la jerarquía clerical con sus diversos rangos. La desigualdad se despliega de arriba abajo, en una visión piramidal y estamental: la pirámide tiene un vértice, que es el Papa y de él deriva el poder de los obispos, la nobleza eclesiástica y, más abajo, está el bajo clero, los llamados propiamente “sacerdotes”. Por abajo de todo, está el estamento laical: vasallos, siervos de la gleba, gente menuda.
4. Esta estructura eclesiástica sería de derecho divino y, por tanto, inmutable.
5. Esta Iglesia realiza el Reino de Dios desde el “poder eclesiástico”, que descienda piramidalmente hasta los mismos fieles.
6. Para esta Iglesia, el reino de Dios es cosa “del más allá”, y no un proyecto histórico con exigencias de transformación par alas personas y la sociedad presente.
7. Esta Iglesia olvida la característica fundamental del reino de Dios que anuncia Jesús: un Reino de los pobres y para su liberación.
La eclesiología del Vaticano II
Esta evocación de la eclesiología preconciliar nos ayuda a desmitificar una visión idealista y ahistórica de
El contraste entre este tipo de Iglesia y el legado por el Vaticano II es una clave, a mi modo de ver primordial, para entender cuanto hoy está pasando en
L
1. El punto de gravitación en
2. La función de la jerarquía debe ser definida por referencia a la raíz de que proviene: Jesús de Nazaret. El es el siervo sufriente y no el pantocrator, señor de este mundo. La autoridad en
3. Desaparece
4. “Todos los bautizados son sacerdocio santo” (LG, 10). Esta realidad del sacer- docio común supera la idea tradicional de que sólo los clérigos son “sacerdotes”. El Nuevo Testamento habla de este sacerdocio común y evita llamar sacerdotes a los que hoy denominamos tales. Y es que “En Cristo se ha producido un cambio de sacerdocio” (Hb 7,12). Jesús aparecía plenamente como un laico, no dice el Evangelio que El se tuviera como sacerdote, ni se introdujo tal denominación en
Por su sacerdocio, Jesús “se hace en todo semejante a sus hermanos, es compasivo, prueba el sufrimiento y ofrece en su vida mortal oraciones a gritos y lágrimas, sin avergonzarse de llamarlos hermanos”. Esto quiere decir que Jesús , para ser sacerdote, no se retira al ámbito de lo sagrado, de los ritos, sino que accede a él a través del sufrimiento, de una existencia destrozada precisamente por haber llevado el amor hasta el extremo. Jesús no deja de ser un laico, aun constituido como “sacerdote”.
Y para escándalo de unos y otros, Dios se acerca al pueblo a través de este sacerdocio de Jesús: con el pueblo débil, pobre y excluido Jesús es misericordioso y clama como profeta contra la injusticia. La vida entera de Jesús fue una vida sacerdotal en el sentido de que se hizo hombre, fue un pobre, luchó por la justicia, fustigó los vicios del poder, se identificó con los más oprimidos, entró en conflicto con los que tenían otra imagen de Dios y de la religión y tuvo que aceptar por su fidelidad la persecución y el morir fuera de la ciudad.
Este original sacerdocio de Jesús es el que hay que proseguir en la historia y es la base para entender todo otro sacerdocio dentro de
Comulgar con el Crucificado es la clave más honda para entender el sacerdocio del pueblo. Este sacerdocio pertenece al plano sustantivo; el otro, el presbiteral, es un ministerio y no puede entenderse desentendiéndolo del común. El sacerdocio común es superior y el presbiteral, como ordenado al común, es inferior.
5. En el primer milenio, el ministerio presbiteral se entiende como referencia a la comunidad. Mantiene su dimensión comunitaria. A partir del segundo, se entiende por referencia directa a Cristo, que actúa en
Publicado “abreviado” en la revista Exodo, Nº 95. .
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