Cumbre de las Américas: Cambio de política o cambio de estilo?
- Opinión
La quinta Cumbre de las Américas, realizada en Trinidad y Tobago el fin de semana pasado, se inició en un clima de gran expectación y terminó desinflada. Si eso significa que se le dio el puntapié de despedida a la política impulsada por el bushismo sería sin lugar a dudas un hecho positivo, pero de ser así ¿qué sigue?
Vayamos por partes. Esta cumbre empezó a prepararse inmediatamente después de la controvertida reunión celebrada en Argentina, donde se efectuó la cuarta cumbre, misma que estuvo a punto de fracasar y echar por tierra lo que en un comienzo fue iniciativa de George Bush padre. En consecuencia, todos los países del continente americano más los caribeños que participan de estas reuniones sabían que tenían una cita en Trinidad y Tobago los días 17, 18 y 19 de abril de este año.
El proyecto de declaración final empezó a circular entre los gobiernos participantes desde hace dos años, por lo tanto en su contenido se reflejaban las posiciones del gobierno más repudiado de los últimos tiempos, el de George W. Bush. Las elecciones presidenciales estadunidenses del 20 de noviembre del año pasado determinaron que Bush no dejara herederos, lo que implicaba que el proyecto de declaración ya estaba desfasado.
Transcurrieron exactamente cinco meses desde la elección hasta el inicio de la cumbre de Trinidad y Tobago, el texto volvió a circular antes de la inauguración pero por lo visto nadie le prestó mayor atención, incluídos los asesores del presidente electo de los Estados Unidos. Tampoco se la prestó después el departamento de Estado ni su titular Hillary Clinton.
Ya había adquirido estado público la crisis económico-financiera y el nuevo gobierno estadunidense tenía que preocuparse, junto con la bancarrota, de sus fracasadas guerras en Irak y Afganistán porque ya no puede financiarlas. Nadie se acordó de la Cumbre de las Américas, instancia que dejó de tener importancia cuando ya no pudo avanzar hacia la creación del Área de Libre Comercio de las Américas, que era el gran proyecto de negocios de Bush padre.
Para la nueva administración estadunidense la región latinoamericana y caribeña no estaba entre sus prioridades, pero la cumbre estaba programada y había que asistir. La cita se convirtió en el primer encuentro de Obama con todos los presidentes de América Latina, menos uno, y centró la atención internacional durante el fin de semana por razones ajenas a la cumbre misma.
ENCUENTRO SIN ENCONTRONAZOS
La expectación creada en torno a la cumbre se debió en gran medida a que ahí se encontraría Obama con los malos de la película, los presidentes Hugo Chávez, Evo Morales y Daniel Ortega, satanizados por la administración Bush. A ello se agregaba la especulación en torno a un eventual cambio en las relaciones de Cuba y Estados Unidos, después de que el mandatario estadunidense eliminara algunas de las restricciones impuestas por su antecesor en materia de viajes y remesas.
En la reunión de la Alternativa Bolivariana para las Amèricas, ALBA, creada por el presidente Chàvez y de la que son parte Bolivia y Nicaragua, entre otros, se había acordado rechazar el proyecto de declaración porque estaba “descolocado en el tiempo y en el espacio” y porque no se refería a Cuba, tema que dejaremos para más adelante.
En este contexto llegó Obama a Trinidad y Tobago y planteó desde el inicio la posición más conveniente para alguien poco informado del medio en el cual está participando. Así fue como propuso que se olvidara el pasado, con lo que se desentendía de lo actuado no sólo por Bush sino por todos sus antecesores. Y como los presidentes de Nicaragua y Argentina, que hablaron antes que èl, se pronunciaron por el fin del bloqueo a Cuba, Obama se declaró partidario de un no definido “nuevo comienzo”con esa nación.
Por alguna razón no explicada, esta cumbre se realizó a tres bandas y con pocas reuniones plenarias. Obama se reunió primero con los países sudamericanos, donde tuvo su segundo encuentro con el presidente de Venezuela, con quien ya se había saludado con un apretón de manos, al tiempo que Chávez le expresaba que quería ser su amigo. En esta segunda ocasión, Chàvez le regaló el libro Las Venas Abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano, que es una verdadera cátedra sobre la intervención y explotación imperial en nuestros países.
A los asesores del mandatario estadunidense les molestó el obsequio, porque resultaba un agregado a una crítica anterior referente a la falta de conocimientos de historia latinoamericana del presidente de Estados Unidos. Más allá de eso, la próxima reanudación de relaciones diplomáticas entre Caracas y Washington es uno de los pocos hechos concretas sucedidos en el marco de la cumbre.
Obama se reunió también con los países centroamericanos y caribeños por separado, lo que no parece un buen augurio porque si así van a ser las relaciones en el futuro eso conlleva un debilitamiento tanto de América Latina como del Caribe, lo que junto a la posición de Obama de olvidar el pasado implica desandar el camino. El pasado es historia, los pueblos sin historia no tienen futuro y si además están dispersos, carecen de fuerza para defender sus derechos tantas veces aplastados por Estados Unidos.
Obama y su equipo son un grupo compacto que tiene un estilo y un proyecto en el que lo más importante por ahora es recuperar el rol hegemónico que Estados Unidos aspira a desempeñar siempre. De que lo logren depende su continuidad en el gobierno no sólo durante ocho años sino por un período prolongado. En esta administración hay un entendimiento con el grupo de Clinton, del que Obama fue parte en su gobierno, lo que explica que muchos de sus colaboradores lo hayan sido también del ex presidente.
Y para afianzarse en el gobierno, todos buscan rescatar y renovar las iniciativas de John Kennedy, fundamentalmente la Alianza para el Progreso, que fue un programa creado para contrarrestar el impacto de la Revolución Cubana, impulsando reformas mínimas, basadas en la frase más importante del discurso con que Kennedy lanzó su iniciativa:”a nuestros amigos del sur les pido que den un poco para no perderlo todo”. Una idea bastante limitada de cambio.
EL NUEVO COMIENZO
El mandatario estadunidense levantó algunas prohibiciones relacionadas con Cuba, como la limitación impuesta por Bush a los viajes de los cubano-estadunidenses a su nación de origen y el tope puesto a las remesas que envíen a sus familiares. La medida adoptada era pedida hasta por los elementos más recalcitrantes de Miami, porlo tanto, el presidente ni siquiera se arriesgaba a una crítica, como las que ha recibido por el apretón de manos con su colega venezolano.
En lo demás no hay ningún cambio en la posición de Estados Unidos, pero Obama estima que después de esa acción, que ya tiene a los empresarios de Florida viendo como participar en “el negocio”, le corresponde a Cuba acceder a las demandas de Washington que apuntan al desmantelamiento de la Revolución y sus logros. Por ese camino no hay nuevo comienzo.
Wayne Smith, el estadunidense que mejor conoce a Cuba, porque
allí cumplió sus primeras misiones diplomáticas, dijo en entrevista con el diario argentino Página/12 que el camino que sigue Obama es el equivocado, no es Cuba la que debe hacer gestos en busca del diálogo porque “Las sanciones en esta historia son de Estados Unidos contra Cuba, no al revés”.
Mientras tanto, el Secretario General de la Organización de Estados Americanos, José Miguel Insulza, ha anunciado que en la próxima Asamblea de ese organismo propondrá eliminar el acuerdo por el cual se expulsó a Cuba, porque ya es obsoleto. El anuncio ha generado expectativas en algunos círculos, sin embargo, dada la controversia que existe entre el funcionario y el ex presidente Fidel Castro, lo más probable es que como Cuba ha señalado que no intenta regresar a la OEA, la verdadera intención de Insulza sea eliminar la sanción para poder decir que Cuba es la que se margina.
- Frida Modak, periodista, fue Secretaria de Prensa del Presidente Salvador Allende.
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