Crece preocupación por instalación de bases militares estadounidenses

27/09/2009
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La Cumbre de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), que  se desarrollara en Bariloche (Argentina) abrió las puertas para esclarecer el incremento de la presencia militar de Estados Unidos en la América Latina que representa una seria amenaza para toda la región Suramérica.
 
El destacado escritor  de Las venas abiertas de América Latina, el uruguayo  Eduardo Galeano, ha dicho: “Las bases militares en Colombia no solo ofende la dignidad colectiva de América Latina sino también la inteligencia de cualquiera, porque que se diga que su función va ser combatir las drogas, ¡por favor, hasta cuando! Casi toda la heroína que se consume en el mundo proviene de Afganistán, casi toda, datos oficiales de Naciones Unidas que cualquiera puede ver en Internet. Afganistán es un país ocupado por Estados Unidos y como se sabe los países ocupantes tiene entera responsabilidad de lo viene ocurriendo en los países ocupados, es decir  con el  narcotráfico a escala global. Estados Unidos, no es garantía, por lo tanto  para  luchar por su erradicación.  Además, en su territorio  existen alrededor cerca  de 50 millones de personas consumidoras de drogas,  que contribuyen a  en forma abrumadora ascienda  el negocio del narcotráfico y se legitimen  capitales que se mueven alrededor de su economía,  como en el caso de la frontera con México.
 
En el Perú, en distintos ámbitos sociales crece la duda que el propósito verdadero de las bases estadounidenses en Colombia  sea combatir el narcotráfico y el terrorismo, pues  la estrategia global obedecería  a una estrategia militar para facilitar la movilidad de los halcones de Washington  para apoderarse de las riquezas naturales del corazón de la región,  y  poner fin a las nuevas corrientes políticas surgidas, particularmente en Venezuela, Ecuador y Bolivia.  
 
Sobre el tema se han pronunciado algunos líderes políticos. Es el caso del dirigente del Partido Nacionalista Peruano,  Ollanta Humala quien ha condenado la postura del gobierno sobre al acuerdo militar de Colombia con Estados Unidos, y ha considerado que, apoyar la instalación de contingentes militares estadounidenses en bases sobre territorio colombiano, el Perú  está dando una puñalada a la estabilidad regional.  El dirigente del Partido Socialista, Javier Diez Canseco, ha indicado  que las bases  no apuntan a combatir al narcotráfico y a la insurgencia como afirman Estados Unidos y Uribe, sino que apuntan contra los procesos de cambio en curso en América Latina.
 
La política expansiva estadounidense
 
Aún en tiempos de crisis, la política expansiva de los Estados Unidos no ha cambiado. El presidente Barak Obama aún no ha dado ninguna señal de cambio. No tiene capacidad ni deseo en alterar los planes que Washington plantea para Suramérica. Uribe se ha convertido  en  aliado incondicional viéndose amaniatado por sus fuertes vínculos con el narcotráfico y los paramilitares, que lo hace un individuo sin autonomía para decir basta.
 
Alan García ha sido el único presidente que ha dado su conformidad a las bases militares. Lo vimos en la reunión de Unasur, en Bariloche,  casi en solitario  respaldando  en forma incondicional la peligrosa decisión de Uribe a la política intervencionista de Washington.
 
 Todo esto se da en un contexto de profundos cambios  de gobiernos progresistas y de izquierda en la región. Una suerte de renacimiento  de la libertad  y  de unidad latinoamericana que aún  no  ha finalizado. Ahora, el gobierno de Washington sabe ya que no puede actuar con libertad en esos países como lo hicieron en el pasado. Los nuevos gobiernos surgidos en la región están  estableciendo sólidas políticas de resguardo a los recursos naturales, viéndose impedido de extraer los recursos a su antojo. Por lo que se ven en la necesidad imperiosa de instalar bases militares en la nación de Colombia,  a fin de que los estadounidenses con su poderío tecnológico adecuen  pistas y todo tipo de recursos  militares para contar con capacidad de cobertura en toda la región y así controlar a la Amazonía y sus recursos, las reservas de petróleo confirmadas más importante del mundo ubicadas en la Faja petrolífera del Orinoco en Venezuela y  el acuífero Guaraní que está ubicado entre Brasil, Argentina y Paraguay, una fabulosa reserva de agua dulce que podría abastecer al mundo durante 200 años.
 
El Perú en la mira
 
Los intereses que Estados Unidos tiene en el Perú son importantes. Y muy grandes. Para protegerlos cuenta con un presidente idóneo a sus propósitos que  ha firmado el TLC, pretende poner en  concesión los territorios  de la Amazonía para las corporaciones,  ensaya con desaparecer a los pueblos indígenas,  cuenta con un ministro de Agricultura que acepta liderar la Mesa de Trabajo de Bagua mientras los  dirigentes indígenas  están perseguidos y exilados; contrata a un ciudadano norteamericano, Hernando de Soto  para soltar  la artificial  idea de privatizar los territorios colectivos ancestrales y un Ministro de Defensa que se lamenta que el Perú  no tenga asistencia militar estadounidense en la lucha contra las fuerzas subversivas en el  Valle de los ríos Apurímac y Ene (VRAE).
 
 Nos sorprendimos  aún más de las declaraciones vertidas por Rafael Rey, Ministro de Defensa cuando señaló “el gobierno se encuentra  reactivando un número no precisado de bases militares  en el VRAE que las pasadas gestiones  desactivaron  por un aparente clima de tranquilidad en el frente interno”.  Y, esta mañana,  hemos conocido que el Tribunal Constitucional ha fallado a favor de que las Fuerzas Armadas  intervengan en conflictos donde hubieran identificado ideología extranjera. Todo este clima daría la impresión de que el gobierno peruano está siguiendo  los  pasos del gobierno colombiano a fin de  controlar la Amazonía, adueñarse de sus grandes recursos naturales y defender los intereses de las grandes empresas corporativas.
 
¿Por qué los afanes guerreristas en el Perú?
 
Como se sabe hace ya varios años,  los Estados Unidos no solo interviene  política y económicamente en la vida de los países latinoamericanos, sino que además se suma la intervención militar, con adiestramientos y ejercicios en toda América Latina, la venta de armas, la instalación de sistemas de vigilancia y espionaje, incluida instalación de bases militares.
 
Los recursos naturales que existen en Perú  como los hidrocarburos, agua dulce, madera, fuentes de energía, minerales, plantas tropicales, etc. son necesarios e importantes para el futuro de Estados Unidos. En este sentido, deberíamos preocuparnos ante la inminente  posibilidad  que los Estados Unidos tengan en la mira apoderarse de nuestros recursos. Ellos saben que para tomarlos deben tumbarse  a los partidos políticos de oposición, a los líderes  sociales  para acceder a ellos. Y, para eso necesita  implementar bases militares, porque las políticas de libre comercio y la instalación de las bases militares van de la mano y  trabajan juntas. 
 
En el  Perú, la firma del TLC con Estados Unidos  acrecentó la conflictividad social.
 
Es bueno acordarse que si bien el  4 de diciembre de 2007,  el Senado de EEUU aprobó el TLC con el Perú,  un año antes, en diciembre de 2006, el gobierno de  García ya había  lotizado y consecionado el 72%  de la selva amazónica  beneficiando en mayoría a las empresas petroleras y de gas natural multinacionales y de Estados Unidos. Luego, se presentó el discurso neoliberal del perro del hortelano,  e inmediatamente el ejecutivo decretó 102 normas anticonstitucionales.
 
Perú: los indígenas contra la agresiva política de libre mercado
 
La  agresiva política de libre mercado de Alan García fue desafiada dignamente por los indígenas amazónicos. En nombre de todos los peruanos, los pueblos indígenas amazónicos con sus flechas salieron de sus caseríos para oponerse a la venta de los territorios comunales y de los bosques. Estas  movilizaciones indígenas no pararon, producto de ellas,   el gobierno se vio obligado a derogar el decreto 1015 y su modificatoria 1073, que permitían la fácil venta y concesión de tierras pertenecientes a las comunidades nativas por ser lesivos a la patria.  Este año,  etnias  awajun y wampis, dignas y orgullosas  llegaron a la Curva del Diablo llevando sobre  sus hombros  los viejos sueños de los peruanos. En ese momento, el gobierno de García conociendo que,   los actores indígenas constituyen su más  grande obstáculo para sus propósitos comerciales,  arremetió toda su furia contra ellos. Hasta el momento, los sucesos de Bagua no han sido investigados,  los dirigentes siguen detenidos y exilados, hay cerca de cien nativos heridos,  los caseríos continúan estando  rondados por agentes de inteligencia,  una organización fantasma “aidesep” es inventada  e  invitada a los todos los escenarios  de los medios de comunicación. 
 
¿Qué es lo que se planifica y quiénes están tras de todo esto?
 
 Es bueno acordarse lo que algunos analistas dijeron en su oportunidad: que el gobierno de Estados Unidos habría logrado un acuerdo secreto con el gobierno de Alan García  con el propósito de  tener acceso a bases militares peruanas  a cambio de que el Congreso estadounidense aprobara el Tratado de Libre Comercio.  Y la realidad nos viene mostrando que lo único que le queda a García es implementar la fuerza militar  a fin de controlar y silenciar a las organizaciones indígenas y sociales – las ONGs  ambientalistas, defensoras de los derechos humanos y  las que han llamado nuestra atención y respeto las diócesis y vicarías católicas provinciales  - que ejercen enorme  presión  social. 
 
Las bases militares  podrían convertirse en el remedio de todos los males sociales. Son el instrumento que Estados Unidos usa  para ejercer presión y crear condiciones favorables  para  asegurar a las corporaciones  transnacionales y tener libre acceso al petróleo, gas, minerales, genéticos, agua  y  poder  explotarlos.  
 
García niega la existencia de bases militares
 
Las políticas de libre comercio y la instalación de bases militares trabajan juntas, ambas interactúan.
 
El gobierno peruano sigue  negando la existencia de bases militares en el país. Sin embargo,  fue  público que en marzo del 2008,  apenas  tres meses de que el Senado aprobara el TLC, el gobierno  anunció  conversaciones entre ambas naciones para la construcción de “Centro de Asistencia Médica y un Centro de Operaciones e Inteligencia Conjunto” en el área donde se encuentra la base del Ejército peruano en Pichari. En otras palabras, una base militar.
 
Luego, entre junio y agosto de 2008, el Comando Sur inició un programa “humanitario” llamado Nuevos Horizontes ubicado muy  cerca de la ciudad de Ayacucho.   Ese programa proclamó haber otorgado atención médica gratuita a más de 12,300 indígenas andinos.
 
Es bueno destacar lo que señaló el profesor David Vine autor del libro “La Isla de la Vergüenza” (2009), en una entrevista reciente: “La tendencia general es que las labores humanitarias,  ocurren,  mientras se establecen las bases militares. Es el caso de lo que viene ocurriendo en África,  donde hay enormes fuentes de petróleo y los militares estadounidenses están interesados ellos. Allí se vienen  desarrollando importantes acciones humanitarias para acercarse a la población. Esto mismo,  podría estar ocurriendo en el Perú”.
 
Lo que los peruanos se preguntan entonces ¿cómo es posible que Estados Unidos  tenga  instalaciones militares  en el Perú  y la mayoría de peruanos ni siquiera sapan  de ellas? ¿No, es acaso este un tema de seguridad nacional que el Congreso del Perú debería de debatir y aprobar?
 
Por un Perú sin bases militares
 
Los peruanos  queremos la paz en el Perú y en la región Sudamericana. La sociedad civil a través de formas pacíficas debe detener toda forma de militarización en el territorio peruano,  exigir la abolición de bases militares extranjeras y condenar todas las formas de violencia. Porque de comprobarse la existencia de bases militares estadounidenses en nuestra patria, los peruanos  deberíamos  exigir   su inmediata salida del  suelo peruano.
 
https://www.alainet.org/es/articulo/136664?language=es
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