Mortalidad materna sigue alta

06/10/2009
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 Caminar más de ocho horas bajo una lluvia inclemente y llevando, en una improvisada camilla, a una mujer a punto de dar a luz, es una tarea heroica. Pero no fue la única que el personal de la Red de Salud de Morropón, de la región Piura, en el norte de Perú, debió cumplir aquel lluvioso día de noviembre de 2008.
 Previamente, debieron usar todas sus dotes de persuasión para convencer a Esterfilia García —una joven mujer de 20 años, a punto de convertirse en madre— de someterse a una operación cesárea si quería tener a su bebé. Ella, como muchas campesinas de su pueblo, estaba segura de que, si se operaba, quedaría inutilizada para las labores del campo. Eso le había escuchado decir a las mujeres del pueblo.
 Esterfilia sufría de estrechez pélvica y en el modesto establecimiento de salud de Cumbicus, un caserío remoto ubicado en las estribaciones andinas de Piura, no existían facilidades, ni personal especializado, para someterla a la operación.
 Así que, cuando finalmente la convencieron, la comitiva se puso en marcha hacia la capital departamental, rumbo al Hospital Regional, y sorteando cerros y caminando por trochas intransitables, anduvieron más de ocho horas hasta conseguir una ambulancia que, finalmente, la trasladó al hospital.
 La operación fue un éxito y Esterfilia pudo traer al mundo un niño, sin complicaciones. Ese loable esfuerzo por preservar la vida de una madre, realizado por la Red de Salud de Morropón, fue reconocido en Lima el martes 15 de septiembre con el premio Sarah Faith 2009 Héroes Anónimos, salvando la vida de las madres, de Pathfinder International. 
Guillermo Nieves, el obstetra que comandó aquella expedición salvadora, rememoró durante la ceremonia, realizada en el ministerio de salud, el difícil trance que vivieron las 12 personas que conformaron el equipo, turnándose para cargar la camilla, restando importancia a una lluvia que jamás cesó, encharcándose a cada paso y con un solo objetivo en mente: llegar al hospital.
 Los 20.000 dólares del premio serán usados para mejorar los servicios del Centro de Salud de Cumbicus, así como en capacitar a los integrantes de las organizaciones populares del lugar, para que los mismos pobladores reconozcan tempranamente los signos de alarma que puedan poner en peligro la vida de las embarazadas y sus bebés.
 "Con este monto, vamos a comprar equipos médicos, camillas y una moto para el centro de salud de Cumbicus. También se comprarán chalecos, casacas impermeables, bolsas de dormir, botas y balanzas", afirmó Oscar Arnaldo Berrú, director de la red.
 Con estas declaraciones, el funcionario dejó al descubierto las precarias condiciones en las que la mayor parte de los centros de salud del país, especialmente aquellos que trabajan en las zonas rurales, desempeñan su función: sin instrumental médico adecuado, sin facilidades técnicas y, muchas veces, sin especialistas ni medicamentos.
 A ello se añade la reticencia de muchas mujeres a atenderse en los centros de salud, sea por cuestiones culturales o por el trato discriminatorio que muchas veces reciben por parte de personal, que no ha sido capacitado previamente para tratar con las diversas etnias que integran la sociedad peruana.
 Por ello, no es de extrañar que el Perú ocupe el segundo lugar, después de Bolivia, entre los países de América del Sur con más altos índices de mortalidad materna: 185 muertes por cada 100.000 nacidos vivos. 
Pathfinder y otros organismos internacionales advierten que, al tratarse de una cifra que representa el promedio nacional, encubre realidades mucho más dramáticas, siendo las mujeres residentes en departamentos cuya población se encuentra en situación de pobreza quienes tienen mayores probabilidades de morir por causa materna, en comparación con las que viven en zonas de mayor desarrollo, como Lima o las ciudades de la costa por ejemplo.
 Así, Pacaipampa, el distrito al que pertenece el caserío donde vive Esterfilia, es el más pobre de Piura, una región que —sin embargo— es una de las más prósperas del país.
 El 94,6 por ciento de su población vive en situación de pobreza y de ésta, un 66,2 en extrema pobreza. Allí, sólo una cuarta parte de la población tiene acceso a servicios de salud y existen apenas seis médicos y dos obstetras para una población de más de 26.000 habitantes repartidos por caseríos y cerros.
 "Las razones principales de causa de muerte materna son la hemorragia, la hipertensión inducida por el embarazo y las infecciones, pero todas las muertes maternas perinatales son evitables", indicó Lucy Del Carpio, coordinadora de la Estrategia de Salud Sexual y Reproductiva del Ministerio de Salud (MINSA), durante la ceremonia de premiación.
 Preguntada por SEMlac respecto a la reticencia de muchas gestantes andinas y amazónicas de acudir a los controles prenatales, señaló que el MINSA, en alianza con entidades no gubernamentales y de la cooperación internacional, desarrolla numerosas estrategias para lograr que las gestantes "poco dispuestas a acudir a un establecimiento de salud por barreras culturales o miedos internos, tengan un parto seguro e institucional". 
Entre ellas mencionó el establecimiento del parto vertical y las casas de espera (véase: Salud: Parto vertical, derecho de las mujeres).
 Ante la misma pregunta, el vice ministro de salud, Melitón Arce, señaló que el bajo nivel educativo de las madres es uno de los factores a enfrentar en el tema de la mortalidad materna. "Cuanto más bajo es el nivel educativo (de las madres), más elevada es la mortalidad materna", afirmó.
 El otro factor que se detectó a través de los estudios de caso, informó, es la dificultad de llegar a tiempo a los centros asistenciales, tomando en cuenta que algunos caseríos se encuentran a varias horas de camino del centro de salud más cercano. Este problema se está enfrentando con las "casas de espera", que permite a las madres recibir una preparación adecuada que procure un parto sin problemas, dijo.
 Según el funcionario, para 2011 Perú se ha propuesto bajar la tasa de mortalidad materna a 66 por cada 100.000 nacidos vivos.
 El Premio Sarah-Faith fue instaurado por Pathfinder International en octubre de 1999 por iniciativa de Sarah Michalko, nieta del fundador de dicha institución, luego de la impresión que le dejó su visita al Perú y su contacto con muchas mujeres bajo diversas circunstancias.
 La distinción es un reconocimiento a las intervenciones creativas y oportunas para salvar la vida de mujeres amenazadas por complicaciones de embarazo, parto, puerperio o aborto y desde su instauración ha servido de estímulo para quienes, de una u otra forma, contribuyen a disminuir la mortalidad materna del país y, en no pocas ocasiones, ha servido también para mejorar la infraestructura básica de atención a las madres, como ocurrirá en este caso.
https://www.alainet.org/es/articulo/137039
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