La soberanía de los estados como derecho humano fundamental
26/11/2009
- Opinión
En base al andamiaje jurídico internacional, como la Declaración Universal de Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, conjuntamente con sus respectivos protocolos facultativos, así como las distintas convenciones internacionales, se han reconocidos los derechos humanos, como punto principal para el libre desarrollo de la personalidad dentro de un Estado soberano, que garantice el reconocimiento de sus derechos, destinados al pleno goce y ejercicio de los mismos.
Así mismo, se observa a través de la historia contemporánea que, el tema de derechos humanos ha sido utilizado por las diferentes instancias internacionales para señalar países, tergiversando su esencia per se, que no es otra que contribuir con la promoción, defensa y vigilancia de derechos humanos auspiciando aportes y mecanismos efectivos para su plena aplicación; colocando a éstas instancias multilaterales y regionales como órganos de control y señalamiento a los países menos industrializados, o simplemente aquellos que en respeto a su soberanía no adopten directrices de imperios alguno.
Cabe destacar que, son los Estados que en estricto apego a los principios de la Carta de las Naciones Unidas y al reconocimiento de la universalidad de los derechos humanos, los llamados a garantizarlos, tomando en consideración los sistemas políticos y económicos de los diferentes países y naciones, así como su nivel de desarrollo, peculiaridades, características y la diversidad de sus tradiciones históricas y culturales. Es decir, cuando se habla de derechos humanos, tenemos que ubicarnos estrictamente en el plano de una gama de derechos innatos al ser humano, garantizados por el Estado soberano, pero conjuntamente con la participación activa de los sectores políticos-sociales, quienes son los verdaderos protagonistas.
Aunado a ello, hay que destacar que el tratamiento internacional de los derechos humanos debe estar alentado en base a un verdadero diálogo y cooperación sobre la base del respeto a la soberanía y la igualdad, rechazando la aplicación de dobles raseros, en estricto apego al principio de imparcialidad, objetividad y no selectividad, tomando en consideración que son los Estados soberanos quienes deben garantizarlos, y todo intento de injerencia en los asuntos internos de otros países, de derrocar gobiernos y de cambiar sistemas políticos-jurídicos constituye una flagrante violación de los derechos humanos.
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